Circuito económico incompleto
León Bendesky
E
n las condiciones que
prevalecen, el circuito económico elemental que abarca en un extremo a
la producción, y en el otro al consumo, no se completa más que en un
plano de desocupación de los recursos existentes. Esa es la holgura con
la que califica el análisis oficial a la situación actual.
Entre esos dos puntos hay toda una serie de elementos necesarios para
que eso ocurra en el marco de la subutilización de los trabajadores y
de la planta productiva. Ahí está el papel del Estado y las funciones
del gobierno; los mecanismos de financiamiento, la estructura
institucional, la demanda por las exportaciones y, todo ello, enmarcado
en las relaciones sociales que, en general, adoptan diversas modalidades
de conflicto y cooperación. Una expresión de esto es el tan desanimado
panorama electoral que tenemos enfrente los ciudadanos.Ese es el proceso complejo cuya dinámica fluctúa de manera constante y genera episodios recurrentes de crisis. Este fenómeno de desarreglo tiene, hoy, una clara dimensión global. La más reciente crisis, la de 2007-2008 aún no ha sido superada. Y no digo que no se ha resuelto, pues esa no es una noción precisa. No se trata de eventos aislados sino que de alguna forma son disruptivos y, también, acumulativos.
Si se observa uno de los puntos centrales de fricción del entorno económico general se aprecia la fragilidad existente. Se trata del asunto de la desestabilización esperable con el alza de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal. Esta medida ha estado durante meses no sólo en el debate acerca de la política monetaria y fiscal, sino que se advierte de modo relevante en las acciones de los grandes administradores de los fondos de inversión en los mercados internacionales. Todos se quieren proteger y esperan la decisión definitiva del banco central estadunidense.
Lo primero que se advierte es la dependencia de los mercados de las acciones que se toman con el dólar. Ha sido largo el debate acerca de la pérdida de hegemonía de Estados Unidos y su creciente rezago económico y, sin embargo, el dólar rige todavía como dinero mundial y eso se debe a que se demandan los bonos del Tesoro como refugio aún con rendimientos sumamente bajos.
Todos están a la espera. Nadie sabe de qué magnitud será el efecto del alza de las tasas y el movimiento de los capitales sobre las distintas monedas. José Viñals, el director del departamento del mercado monetario y de capitales del FMI ha advertido que el efecto adverso en las economías
emergentespuede ser muy severo. Según él, las decisiones de la Fed llevarán la situación financiera mundial a
territorios desconocidos.
Esto tiene que ver con cuestiones como el estado de las
finanzas en el caso de Europa, donde varios gobiernos colocan deuda
pública a tasas reales de interés negativas, y en la zona euro se está
expandiendo grandemente la liquidez por parte del Banco Central Europeo;
además de que la región sigue en vilo por la situación de Grecia. El
rublo se ha debilitado también fuertemente en un escenario económico muy
frágil y con repercusiones de índole geopolítica, y China crece a un
ritmo menor que el que mantuvo durante una década.
La pugna entre las monedas es un rasgo relevante de la situación global. Se especula con el impacto que tendrá en las condiciones de la liquidez en los mercados financieros y, de ahí, en los flujos del crédito bancario a las empresas y a las personas. Esto es así, sobre todo, por la degradación de la calidad de las carteras de los bancos y los efectos negativos sobre el negocio de las aseguradoras, a lo que debe agregarse el deterioro de los fondos de pensiones. Del otro lado se acaparan los recursos en un escenario de creciente polarización y en un ambiente especulativo.
En México, la capacidad de
Por el lado de las tasas internas de interés, estas tendrían que alzarse para retener a los capitales, añadiendo factores de inestabilidad en las condiciones financieras. Los bancos se cuidan ya bastante de elevar el crédito en las condiciones de riesgo existente, ya sean las que se desprenden del lento crecimiento del producto, de la reducida inversión y el apocado consumo y los bajos ingresos de los hogares, o bien, por la misma expectativa de riesgo derivado de los cambios esperados del entorno de las finanzas tanto del sector público como del privado.
La inversión extranjera se sigue concentrando en los sectores que se hicieron exportadores desde finales de la década de 1990, especialmente el automotriz. Todavía hay que ver el volumen de inversión que llegará al sector petrolero y, en general, al de energía. Pero sobre todo habría que evaluar con más precisión el efecto que tendrá en el empleo y los ingresos y qué capacidad tienen de crear una actividad productiva que se engarce con el mercado interno. De otro modo será una economía de enclave con poco rendimiento social.
La pugna entre las monedas es un rasgo relevante de la situación global. Se especula con el impacto que tendrá en las condiciones de la liquidez en los mercados financieros y, de ahí, en los flujos del crédito bancario a las empresas y a las personas. Esto es así, sobre todo, por la degradación de la calidad de las carteras de los bancos y los efectos negativos sobre el negocio de las aseguradoras, a lo que debe agregarse el deterioro de los fondos de pensiones. Del otro lado se acaparan los recursos en un escenario de creciente polarización y en un ambiente especulativo.
En México, la capacidad de
defensacuando los capitales invertidos en pesos quieran moverse es reducida. La deuda del gobierno ha crecido mucho y la tenencia de los títulos por parte de extranjeros es muy elevada, además de tener un carácter muy volátil. El valor del peso frente al dólar se puede mover bruscamente y de modo amplio y, también, tener grandes fluctuaciones que acentuarían la especulación. Ya hubo recientemente un episodio que así lo puso en evidencia.
Por el lado de las tasas internas de interés, estas tendrían que alzarse para retener a los capitales, añadiendo factores de inestabilidad en las condiciones financieras. Los bancos se cuidan ya bastante de elevar el crédito en las condiciones de riesgo existente, ya sean las que se desprenden del lento crecimiento del producto, de la reducida inversión y el apocado consumo y los bajos ingresos de los hogares, o bien, por la misma expectativa de riesgo derivado de los cambios esperados del entorno de las finanzas tanto del sector público como del privado.
La inversión extranjera se sigue concentrando en los sectores que se hicieron exportadores desde finales de la década de 1990, especialmente el automotriz. Todavía hay que ver el volumen de inversión que llegará al sector petrolero y, en general, al de energía. Pero sobre todo habría que evaluar con más precisión el efecto que tendrá en el empleo y los ingresos y qué capacidad tienen de crear una actividad productiva que se engarce con el mercado interno. De otro modo será una economía de enclave con poco rendimiento social.