EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

lunes, 28 de febrero de 2022

Peru: ¿que significva para 22 comunidades indigenas que su tierra se destine a la actividad petrolera?

 

Lote 64

¿Qué significa para 22 comunidades indígenas de Perú que su tierra se destine a actividad petrolera?

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Fuentes: Mongobay [Imagen: En reiteradas reuniones, los achuar han manifestado su rechazo a todas las actividades extractivas, buscando preservar su forma de vida. Foto: Amazon Watch.]

– De las 22 comunidades, 12 de ellas están superpuestas con el Lote 64 en un porcentaje por encima del 90 por ciento de su territorio.

– Los pueblos achuar y wampis exigen la titulación colectiva de sus tierras y su reconocimiento como naciones indígenas como una forma de proteger su territorio de actividades extractivas.

La danza de la guerra es un ritual tradicional que el pueblo indígena achuar realiza cuando se siente amenazado. En febrero de este año, en la comunidad de Yankuntich —en el distrito de Morona, región de Loreto— hombres y mujeres se reunieron para representarla. Desfilaron, se tomaron de la mano y las mujeres entonaron cantos para invocar la fuerza de sus ancestros y dejar sentada su posición contra las intenciones de Petroperú, la empresa petrolera estatal peruana, de insistir en la explotación del Lote 64.

“Jamás mi pueblo permitirá la actividad petrolera ni maderera ni minera. Mis abuelos nos pusieron esa normativa y estamos cumpliendo. Queremos dejar un territorio sano para nuestras generaciones”, dice Nelton Yankur Antich, presidente de la Federación de la Nacionalidad Achuar del Perú (FENAP).

No es la primera vez que las comunidades indígenas rechazan un proyecto en sus tierras. Desde hace 27 años, los pueblos achuar y wampis vienen oponiéndose a la actividad petrolera ante los reiterados intentos del Gobierno peruano y de empresas privadas de poner en funcionamiento el Lote 64, yacimiento ubicado en Morona. El antecedente más reciente es el de Geopark, empresa que buscó durante seis años conseguir la licencia social y ambiental pero que finalmente terminó desistiendo.

El lote 64 siempre ha atraído a empresas que han buscado explotar petróleo, pero que en el camino se han encontrado con un muro que es la resistencia de los pueblos indígenas de la zona. Más aún porque la concesión se superpone con parte de los territorios de varias comunidades, un problema legalmente avalado por los gobiernos pero no por ello aceptado por los achuar y wampis. Como lo explica Silvana Baldovino, directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), el Estado peruano tiene facultades sobre el subsuelo y todos los recursos que se encuentren disponibles para aprovechamiento de la nación, “incluso de imponer su voluntad a los ciudadanos en caso sea un proyecto considerado de prioridad”. Esto, indica Baldovino, se ha convertido en un grave problema para las comunidades.

Por eso los achuar y wampis reciben constantemente cartas, pedidos de reuniones de parte de las petroleras y las instituciones del Gobierno. Sin embargo, su respuesta siempre ha sido la misma: rechazan las actividades extractivas en sus tierras.

“No queremos ningún tipo de explotación petrolera en nuestro territorio porque hemos visto que la muerte llega con esos proyectos”, insiste Yankur Antich.

Mongabay Latam revisó en qué medida el territorio adjudicado para la explotación del lote 64 se superpone con las tierras de las comunidades indígenas y pudo establecer que 22 de ellas conviven con la actividad petrolera. Además que nueve comunidades son afectadas por una superposición del 100 por ciento de su territorio. Los grupos indígenas que viven en la zona del proyecto son los achuar, wampis y candoshi.

Superposición de territorios indígenas con el lote 64 en Perú. Imagen: Mongabay Latam/Juan Julca.

¿Qué significa llamarle hogar a un territorio destinado a una gran operación petrolera? ¿Cuán intangibles son realmente las tierras indígenas?

¿Por qué niegan el ingreso a las petroleras?

La voz del dirigente wampis Galois Flores Pizango cambia de tono y se transforma en indignación cuando escucha que Petroperú es ahora el responsable del Lote 64. Tantas veces se ha roto el Oleoducto Norperuano que pasa por comunidades achuar y muy cerca a los wampis, que el hecho de que puedan instalar tuberías en su territorio les parece aterrador.

Y la palabra no parece exagerada cuando se revisa el informe La sombra del petróleo, publicado por Oxfam y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, documento que revela que en veinte años, entre el 2000 y el 2019, se reportaron 474 derrames de petróleo en la Amazonía peruana. El Lote 192, además, ese que los achuar y wampis tienen frente a sus ojos como un experimento tangible de las posibles consecuencias, es uno de los más problemáticos: 155 derrames y 2000 pasivos ambientales pendientes de remediación, detalle el informe.  Por eso, Flores Pizango, quien es  vicepresidente del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis o pamuka ayatke en lengua wampis, asegura que no confía más en las empresas petroleras.

“Nuestro bosque es nuestra medicina, nuestra tienda, todo nos da, incluso nos ha salvado durante la pandemia. Hemos luchado contra el Covid-19, comiendo, tomando medicinas naturales”, le dice el dirigente achuar, Nelton Yankur, a Mongabay Latam.

Una de las mayores preocupaciones de los achuar y wampis es que el oleoducto atraviese su territorio.

Mongabay Latam analizó en qué porcentaje el lote petrolero 64 se superpone con tierras indígenas y estableció que 22 comunidades tituladas son afectadas por una superposición que oscila entre el 21 y 100 de sus territorios, según la base de datos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) elaborada con información oficial de Perupetro.

El caso más preocupante es el de los achuar, pues hay nueve comunidades afectadas con un 100 % de superposición: Capahuari del Huasaga, Katira, Uwintsa y Anexo Tsuvatentsa, Wisin, Nuevo Perú, Panintza, Wampientsa, Wijint y, por último, Yankuntich. A ellas les siguen Kuyuntsa, Panguintsa, Washientsa que están por encima del 80 %, mientras que en el caso de Brasilia, Rubina, Puranchin,Tsekuntsa, Kasurtsa, Mamus y Chuintar el porcentaje oscila entre el 70 % y el 20 %.

Del lado de los wampís, la comunidad San Juan —que tiene los anexos Santa Cruz, Shapaja y Shinkatam— es afectada por una superposición del 66 % de sus tierras. Y finalmente, hay dos comunidades candoshi que se suman a la lista: Hortencia Cocha con más del 20%  y  Puerto Pijuayal con el 48%.

¿Es legal esta superposición? La abogada de la SPDA, Silvana Baldovino, confirma que no solo es legal la superposición, sino que es un problema recurrente que afecta a las comunidades indígenas en las concesiones que se otorgan. Baldovino explica que la Constitución peruana de 1993 permite que esto ocurra y ampara las facultades del Estado peruano para operar sobre cualquier territorio que considere de interés por sus recursos. La única salvaguarda es la consulta previa, un mecanismo establecido por ley recién en el 2011 que es constantemente cuestionado por la forma en la que es aplicado.

“Sentimos que nos afecta, el oleoducto pasa por nuestro territorio. Por años hemos sufrido contaminación en otros puntos de nuestro territorio por la minería, por ejemplo. Cuando se fue Geopark pensamos que habíamos logrado que se retire el proyecto, y luego nos enteramos que con el nuevo Gobierno no ha cambiado la situación. Nos hemos pronunciado en contra, no queremos una zona petrolera, porque queremos conservar nuestro territorio casi intacto”, declara el el vicepresidente de la Nación Wampís a Mongabay Latam.

Pero su preocupación no solo alcanza la instalación y ubicación del oleoducto, sino también el transporte del crudo. Galois Flores afirma que entre las propuestas para el transporte del crudo, Geopark no solo contempló el uso de un oleoducto sino de barcos. “Si el petróleo se transporta por el río Morona, eso es peligroso para nosotros”, opina Flores, “porque hay alto riesgo de volcaduras de embarcaciones. Si el petróleo cae en el río, los ecosistemas sufren, los peces mueren, las plantas se contaminan”.

Flores se refiere a las observaciones que hizo el Servicio Nacional de Certificación Ambiental (Senace) a la documentación presentada por Geopark, específicamente a la sección en la que se centran en el transporte del petróleo. La institución detectó una serie de deficiencias y vacíos, como la necesidad de “describir los sistemas de carga y descarga de hidrocarburos, así como las medidas de seguridad a adoptar durante la operación de embarque/ desembarque”. Senace indica además que es necesario analizar qué se hará con los desechos generados por las embarcaciones considerando un “escenario desfavorable”.

“Nuestra oposición a la explotación de petróleo es tajante, no importa en manos de quién recaiga el lote”, afirma el vicepresidente de la Nación Wampís, quien añade que esta negativa también incluye a los achuar.

Una historia de tensiones

Para Nelton Yakur, dirigente achuar, estar bajo el asedio de las empresas y el Estado es vivir en constante tensión. Y ni la consulta previa es la solución ahora al problema, sostiene Shapion Noningo, secretario general del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís, pues en este momento consideran que se trata de “un mecanismo para legitimar a la empresa y no una real consulta sobre si se quiere o no el proyecto”.

Nelly Aedo, jefa del Programa de Pueblos Indígenas de la Defensoría del Pueblo, señala que la consulta previa debería hacerse paralelamente al Estudio de Impacto Ambiental. Es decir, cuando el proyecto está en la etapa de evaluación. La funcionaria sin embargo reconoce que no siempre se escuchan estas recomendaciones. “Debe tomarse en cuenta que los titulares del derecho a la consulta son los pueblos indígenas u originarios cuyos derechos colectivos pueden verse afectados de forma directa por una medida legislativa o administrativa”, señala la especialista.

La primera vez que se dio en concesión el lote petrolero 64 fue en 1995, durante el gobierno del expresidente Alberto Fujimori, quien cumple una condena de 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad. La empresa beneficiada fue la Atlantic Richfield Perú (ARCO), la que se retiró sin iniciar sus labores de exploración.

Las comunidades achuar y wampis recuerdan ese año como el inicio de la defensa de su territorio de las actividades extractivas.

Tres años más tarde, Talismán, una nueva empresa de capital canadiense, retomaría las labores de exploración en el lote 64. Las operaciones empezaron en el 2008 y llegaron a su fin en el 2013. Según el  informe El Lote 64, un mundo de conflictos, elaborado por la organización Perú Equidad y que aborda los riesgos y afectaciones a los derechos indígenas achuar y wampís por las empresas GeoPark y Petroperú, Talismán generó situaciones de confrontación entre comunidades “por lo que optó por abandonar el proyecto”.

Un año después, en el 2014, Geopark, de capitales chilenos, obtenía la concesión pero esta vez en alianza con Petroperú. La empresa estatal se sumaba a la operación con una participación del 25 %. Geopark reveló en ese momento que el yacimiento petrolero debajo de las tierras de las comunidades achuar y wampis demandaría de una inversión de 448,3 millones de dólares, monto que sería compensado con la explotación. Esta es la razón por la que tantas empresas han buscado insistentemente, en las dos últimas décadas, explorar y explotar el hidrocarburo del subsuelo.

Los intentos de exploración avanzaron en paralelo a la búsqueda de una mayor representación por parte de los pueblos originarios de la zona. En el 2014, por ejemplo, la Nación achuar —a través de la Federación de la Nacionalidad Achuar (Fenap)— empezó a fortalecer su organización y en el 2015 interpuso una demanda al Gobierno Regional de Loreto, al Ministerio de Cultura y a Perupetro para exigir el reconocimiento del pueblo indígena como nación, lo que implicaba la titulación de sus tierras de forma integral. Fue el Juez Titular del Segundo Juzgado Civil de Maynas, Sergio Antonio Del Águila Salinas, el que finalmente falló a su favor y ordenó que se les titule de manera colectiva. Esto sucedió en el 2017 y de inmediato Perupetro apeló.

“Fue un proceso largo donde los achuar demandaron la anulación del Lote 64 y la titulación de su territorio integral. Esto significa un espacio más amplio que las comunidades que actualmente ya están tituladas y reconocidas”, asegura la antropóloga Federica Barclay de Perú Equidad. De acuerdo con Barclay, estas zonas achuar no tituladas son consideradas por el Estado peruano como libres para ser adjudicadas a otros proyectos extractivos. “Es por ello que apelaron las instituciones públicas como Perupetro”, añade.

La decisión judicial sobre el territorio Achuar se sustentó en el Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Foto: Amazon Watch.

Para los achuar el reconocimiento integral de sus tierras es clave pues les permitiría contar con nuevos argumentos para exigirle al Estado la anulación de toda concesión petrolera en su territorio. En ese momento, además, tanto los achuar como wampis buscaban un arma de defensa legal que les permitiera conseguir que Geopark abandone el lote.

Los líderes indígenas achuar y wampis de las dos naciones tomaron varias medidas para conseguir que Geopark abandone la zona. Primero se concentraron en revisar  detalladamente la propuesta del Estudio de Impacto Ambiental de Geopark y denunciaron inconsistencias notorias como el hecho de que se había incluido información de un artículo de Wikipedia sin citarla. SENACE también detectó este problema en el documento. “Se requiere que el Titular precise cuando realiza citaciones de otros textos y evite emplear páginas de divulgación como Wikipedia para desarrollar la línea de base social”, señala en el documento  la institución.

En 2020, los dos pueblos emprendieron también una campaña comunicativa internacional llamada “Atsá Geoparkka” (No a Geopark en wampis), que los llevó incluso a reunirse con el actor de Hollywood Leonardo Di Caprio, quien apoyó sus demandas y expresó que debía respetarse su decisión de no tener explotación petrolera en sus territorios. Y finalmente, organizaron un plantón en las afueras de la sede principal de Geopark en Chile para presentarle sus exigencias a James Park, CEO de la petrolera.

El temor de los dirigentes indígenas de ambos pueblos era evidente en ese momento, sobre todo porque con el paso de los años fueron testigos de cómo los planes de explotación petrolera entraban en conflicto con sus territorios.

Protesta de pueblos achuar y wampis frente a las oficinas de Geopark en Chile. Foto: Amazon Watch.

En septiembre del año pasado, tras no conseguir la aprobación de su Estudio de Impacto ambiental, tras 170 observaciones de parte del SENACE y no subsanarlas, Geopark decidió retirarse y dejar la concesión en manos de Petroperú.

Fue el 15 de julio del 2020 que Petroperú a través de sus redes informó lo siguiente: “Geopark Perú S.A.C. nos ha comunicado que ha optado, irrevocablemente, por retirarse del Contrato de Licencia del Lote 64, en el que tiene el 75 % de participación”.

La que fuera considerada una victoria para los pueblos achuar y wampís en ese momento, duró muy poco tiempo. En diciembre del 2021, Petroperú anunció que el lote 64 volvería a funcionar y a extraer crudo.

Mongabay Latam consultó con el área de comunicación Petroperú sobre las proyecciones para extraer petróleo en territorio achuar y wampis, pero hasta el momento no se recibió respuesta alguna de parte de la institución.

Perupetro, empresa que se encarga de promocionar los contratos para la exploración y explotación de hidrocarburos, pidió una reunión con los líderes indígenas para el 10 de febrero de este año. Hace una semana, dirigentes indígenas achuar hicieron una asamblea en la comunidad de Yankuntich para decidir qué posición tomar frente a la solicitud. Invitaron a Atilio Nayap Santiago, Coordinador de Justicia Indígena del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís. Ese día ambos pueblos decidieron asistir a la reunión y reafirmar su oposición al funcionamiento del lote 64. Sin embargo el encuentro no se ha dado hasta el momento, pues la tercera ola de la pandemia ha retrasado la cita.

Protesta realizada en la comunidad de Yankuntich rechazando las intenciones de Petroperú de explotar petróleo. Fotos: Fenap – Handrez García.

Autonomía indígena y rechazo al petróleo

Una de las medidas recientes que han tomado los líderes wampis ha sido elaborar un documento para establecer por escrito su defensa del bosque. “Hemos firmado un pacto socio político wampis para seguir protegiendo el territorio”, afirma Galois Flores. En este documento de la Nación wampis, uno de los pilares es el siguiente: “Asumir los compromisos y responsabilidades que incumben a la presente generación Wampís para con las generaciones venideras, muy especialmente: gobernar su territorio en interés general, protegerlo de agresiones externas, mantener un medio ambiente sano, reclamar los derechos colectivos cuando se requiera…”.

Por su parte, los achuar han asumido una vigilancia continua para detectar el ingreso de cualquier extraño a su territorio. Además, continúan peleando el reconocimiento colectivo de su pueblo, es decir, que se titulen sus tierras de manera integral. Pese a ganar este derecho en 2017 a través del Segundo Juzgado Civil de Maynas, las apelaciones de las entidades estatales siguen dilatando la titulación colectiva de sus tierras.

Federica Barclay de Perú Equidad explica que la titulación colectiva es un derecho para los pueblos indígenas, “pero es el concepto de territorio integral lo que el Gobierno no quiere aceptar porque choca con sus intereses de ser el propietario de los territorios amazónicos”.

Nelton Yankur comenta que el territorio integral es para los achuar no solo el lugar donde tienen su casa y su chacra, sino también el espacio histórico que han usado para la caza, la pesca y la recolección. Se trata de bosques, ríos, de otros espacios de biodiversidad que —considera— han preservado en el tiempo y que van más allá de los límites de las comunidades tituladas.

Los achuar y wampis están pidiendo apoyo internacional para que no lleguen más empresas a ocupar su territorio. Fotos: Fenap – Handrez García.

Por eso, según la abogada Katherine Paucar, abogada de EarthRights International, el reconocimiento ha traído problemas con el Estado, porque no solo implica un autogobierno, sino que “el gobierno considera que fuera de los límites de las comunidades lo que hay son los llamados terrenos eriazos de propiedad nacional y es de donde pretende disponer libremente para actividades extractivas”. La abogada opina que de titularse íntegramente el territorio achuar y wampis, y no por comunidades pequeñas como hace la dirección regional de Loreto, los bosques estarían en manos de los pueblos indígenas y su poder de decisión sobre ellos sería mayor.

Para el dirigente achuar, Nelton Yankur, el respeto a lo decidido sobre su territorio no es negociable “y eso queremos hacerlo saber al mundo entero, para que nos escuchen y apoyen en esta lucha”, dice. Yankur añade que siguen siendo precavidos por todo el sufrimiento que su pueblo ha pasado. La danza de la guerra que han hecho de forma simbólica no es una declaración bélica, de ninguna forma, sino el anuncio de un nuevo tiempo, de la unión de naciones indígenas, hoy más que nunca exigen la salida de las petroleras de tierras indígenas y se plantean otra forma de pensar el desarrollo.

Fuente: https://es.mongabay.com/2022/02/lote-64-que-significa-para-22-comunidades-wampis-achuar-y-candoshi-de-peru-que-su-hogar-sea-tierra-destinada-a-la-actividad-petroler

Economia: De sanciones y autosanciones

 

De sanciones y autosanciones

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Fuentes: El tábano economista

Todas las guerras son santas, los desafío a que encuentren un beligerante que no crea tener el cielo de su parte. (Jean Anouilh)

La idea que el gasoducto Nord Stream 2 seguirá adelante con una invasión rusa a Ucrania simplemente no va a suceder. Es decir, “no se pondrá en funcionamiento el gasoducto ruso hacia Alemania”. Estas palabras fueron pronunciadas por el presidente norteamericano en una de las más reveladoras y singulares conferencias de prensa germano–americana, donde el canciller alemán examina atentamente cómo el mandatario americano decidía sobre los destinos de la política nacional e internacional alemana sin argumentar absolutamente nada.

Hay una serie extraña de sucesos en el video, o al menos particulares, que serán vectores del artículo. En principio, como se ve, el presidente americano utiliza un audífono, de donde le facilitan todas las respuestas a las preguntas. ¿Por qué? Bueno, lean mi anterior entrada, Kamala Harris, la presidenta de facto. Más allá de las capacidades o incapacidades del presidente americano, la toma de decisiones sobre política interna de un país soberano” acerca de la aprobación de un gasoducto (el segundo, por cierto, realizado a pedido de Alemania), por parte de Estados Unidos, como se ve en el video, mientras el canciller alemán buscar respuestas en el cielo de la Casa Blanca, resulta en principio desconcertante. Aunque etiqueta de manera deslumbrante la nula participación europea en la toma de decisiones de la OTAN, que no sea la de simplemente acompañar los desvaríos americanos.

Quizás peor aún sea la actitud de los atlantistas –denominación de los burócratas de Bruselas alineados y serviles súbditos americanos– acompañan y redoblen las sanciones americano-británicas para obtener resultados espantosos para la población europea.

Antes de llegar a las sanciones, o autosanciones, europeas deberíamos dejar en claro la torpeza o la capitulación de Bruselas, como se quiera interpretar, a la evolución de las solicitudes rusas. La falta de poder arrastró a Moscú a observar con una intranquilidad pasiva los avances de la OTAN posteriores a la caída del muro de Berlín. Pero con el paso del tiempo, y al reagrupar Rusia su poder, se llegó a lo que el Real Instituto Elcano llama revisionismo activo. Lo que es alarmante es la falta de comprensión atlantista de que Ucrania es solo un subtexto de los reclamos rusos o que la idea central es separar a Alemania del Este, sin importar el precio.

El pasado 17 de diciembre del 2021, la subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos de EE.UU. recibió dos “proyectos de tratados” del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso como un borrador que son: “Acuerdo sobre Medidas de Seguridad para la Federación Rusa y otro “Acuerdo para garantizar la seguridad de la Federación de Rusia con los Estados Miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Las propuestas incluidas en los proyectos sujetos a discusión tienen básicamente estos requerimientos: el artículo 4, congelar de manera permanente la expansión de la infraestructura militar de la Alianza (bases y sistemas de armas) en antiguos territorios soviéticos; el artículo 5: excluyen el despliegue de misiles terrestres de alcance intermedio y más corto en áreas desde las que son capaces de alcanzar objetivos en el territorio de otros participantes. El artículo 6: sugiere el cese formal de la ampliación oriental de la OTAN, lo que incluye a Ucrania y el artículo 7, los estados miembros de la OTAN renuncian a cualquier actividad militar en el territorio de Ucrania, así como otros estados de Europa del Este, Transcaucasia y Asia Central.

No existió respuesta a los borradores. Lo que se dejó entrever es que Ucrania estaba considerando equiparse con armas nucleares con apoyo de Occidente si no podía convertirse en miembro de la OTAN, el último clavo en el ataúd. Entendamos esta singularidad. En 2008, en la cumbre en Bucarest de la Alianza Atlántica, los países miembros tomaron la decisión de prometer a Ucrania y Georgia la entrada en la OTAN. Pero no se aprobaron sus solicitudes, de hecho, Alemania y Francia se la negaron, solo con un miembro en oposición es suficiente para el rechazo. Ese mismo año Georgia, inundada de asesores estadounidenses, intentó recuperar Osetia del Sur y Abjasia. Rusia se interpone y sus tanques se detienen a 30 kilómetros de Tiflis, la capital de Georgia. O sea, comienza la revisión activa.

Los últimos dos avisos son Crimea y Ucrania, en 2014, donde representantes de Rusia, Alemania, Francia firman los acuerdos de Minsk 1 y 2 en 2014 y 2015, para poner fin a la guerra entre la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk y Ucrania, teniendo como objetivo principal el alto al fuego entre el ejército ucraniano y las fuerzas separatistas prorrusas de ambas repúblicas. Estos acuerdos nunca fueron cumplidos por Ucrania.

Se puede agredir a Yugoslavia, bombardearla e imponerle un país, Kosovo, con la mayor base militar de Europa fuera de la OTAN y dentro del territorio de país independiente. Legal, justo, perfecto y viva la libertad, como dice Agustín Zamora R en Público. ¿Se puede lanzar una agresión salvaje contra Libia y destruir el país (que sigue destruido)? Necesario, imprescindible y válido. ¿Qué hay que asfixiar con sanciones a Irán? Para eso dominamos el sistema financiero mundial. El reconocimiento por Rusia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk debería servir de campanada que despierte a Bruselas, pero persistió la ceguera. La intervención rusa a los territorios de Donbás, una guerra inútil como todas, al parecer tampoco quitó el velo a los atlantistas.

Pretender convertir a Ucrania en Estado enemigo de Rusia, siendo que la historia de rusos, ucranianos y bielorrusos se confunde en el tiempo, es perverso, pero, sobre todas las cosas, insistir con las sanciones después de 2014 es algo estúpido. En esos años el Real Instituto Elcano se pregunta: ¿Quién gana y quién pierde con las sanciones rusas? Según su entender pierde la UE, pues a su delicada situación económica se sumarían las pérdidas de la ruptura comercial y financiera con Rusia, más las pérdidas en el sector financiero y energético.

¿Cuáles son los países más afectados? Grecia, Lituania, España, Italia, Polonia, Países Bajos y Alemania, entre otros, sobre todo los agricultores y ganaderos. Los ganadores son América Latina, Serbia, China e Israel. El relato de las «sanciones devastadoras» aplicadas en 2014 no solo fueron absorbidas por la economía rusa, sino que fueron un enorme aliciente para financiar una eficaz reindustrialización y una revolución agropecuaria.

¿Qué pasa ahora? Bien, dejaremos por un momento el gas, el petróleo y el carbón, 40%, 30% y 40%, respectivamente, importados por la UE en su conjunto y más del 50% para Alemania, o sea, unos €119.000 millones en 2021, que al parecer Bruselas no puede ver. Para ponernos en tema. El Ministerio de Finanzas ruso había proyectado un precio del petróleo de 45 dólares por barril al elaborar el presupuesto para 2021 y el precio promedio fue de U$S 70. El gas se había calculado con un precio promedio de exportación de U$S 156 por mil metros cúbicos para 2021, pero tuvo en promedio de 280 dólares por mil metros cúbicos. El maná del gas permitió que Rusia obtuviera un histórico superávit en cuenta corriente de 120.300 millones de dólares, equivalente al 7% de su PIB. La crisis ha llenado las arcas rusas y las reservas de divisas superan los U$S 600.000 millones de dólares, cantidad suficiente para resistir años. Si EE.UU. vende gas a precio exorbitante a la UE, también sube para Rusia. Caída del PBI e inflación es lo que pronostican para la UE los sabios económicos.

Rusia es un exportador líder de productos básicos y figura en la lista de proveedores de materias primas críticas de la Comisión Europea. Suministra alrededor del 40% del paladio del mundo, que se necesita en los convertidores catalíticos utilizados en los vehículos para limitar las emisiones de gases, y alrededor del 30% del titanio, que es crucial para la industria aeroespacial. Airbus obtiene cerca de la mitad de su titanio de Rusia, y su rival estadounidense, Boeing, utilizan grandes cantidades del metal en la fabricación de aviones. Rusia exporta el 20% del aluminio mundial, el 20% del níquel y el 10% del potasio.

Rusia no solo ha aumentado sus reservas de divisas, sino que también ha modificado sustancialmente su estructura. La economía rusa solía estar muy dolarizada. Desde 2014, el Gobierno ha buscado reducir el uso del dólar utilizando el euro para la facturación comercial y cambiando sus pasivos de dólares a rublos, oro y euros. A pesar de estos esfuerzos, el dólar en el 45% de los pasivos aún representa la mayor parte de la deuda externa total de Rusia (pública y privada).

Ahora parte de estas reservas están formadas por el fondo soberano de riqueza, que recibe los ingresos del petróleo cuando el precio supera los 40 dólares y tiene por objeto limitar los efectos sobre la economía rusa de las perturbaciones del precio del petróleo. Rusia tuvo un superávit en cuenta corriente del 2,4% del PIB en 2020, pronosticado en 5,7% en 2021. El petróleo y el gas representan aproximadamente la mitad de las exportaciones e ingresos gubernamentales de Rusia, y el rublo fluctúa con el precio del petróleo. Usando este fondo, y por restricción fiscal, Rusia ha acumulado reservas de divisas por un valor de casi $600 mil millones, o el 40% del PIB en dólares corrientes.

El gobierno de Ucrania debe unos 23.000 millones de dólares a los tenedores de sus bonos soberanos. Los tenedores de bonos se han vuelto cada vez más nerviosos por un posible incumplimiento o reestructuración. Ucrania tendrá que pagar este préstamo más los intereses, y si Rusia deja de mandar gas por Ucrania, que le proporcionaba ingresos por U$S 2.000 millones al año, ¿quién pagará la factura ucraniana? Y si la UE no permite endeudarse a los bancos rusos, ¿cómo harán sus entidades que deben alrededor de $ 60 mil millones a los bancos de la UE? ¿Se van a congelar esos fondos?

O sea, hasta ahora la única perjudicada con las sanciones, además de Rusia, es la UE, no los Estados Unidos. Por importancia, en particular, el 70% de las exportaciones de Rusia a Alemania son productos derivados del petróleo y del carbón; para los Países Bajos e Italia, la participación es del 80% y para Polonia del 75%. Estos países de la UE exportan a Rusia un volumen importante de productos farmacéuticos. Más allá de esto, Alemania, Polonia y Países Bajos exportan principalmente vehículos y sus partes, mientras que Italia exporta muebles.

Rusia es un importante socio comercial para Lituania y Letonia. Con un 17%, Lituania tuvo la proporción más alta entre los países de la UE de exportaciones a Rusia en 2019. Más del 14% de las exportaciones de Finlandia y el 10 % de Bulgaria también van a Rusia. Letonia importa más de Rusia en términos relativos, y el valor de sus importaciones es de aproximadamente el 8% de las importaciones totales.

Ahora la pregunta crucial es ¿puede Europa vivir sin la energía rusa? A medida que se intensificaban las amenazas, la Comisión Europea y los Estados Unidos de América analizan planes de contingencia en caso de una mayor reducción o, en el peor de los casos, una interrupción total del suministro de gas ruso a la UE. Si esto sucediera, ¿podría Europa reemplazar las importaciones de gas ruso este invierno y los próximos dos años?

Hasta el momento, tres factores principales han impedido el peor de los escenarios: 1) un fuerte aumento de las importaciones de gas natural licuado (GNL), aumentado su precio; 2) no se ha materializado el ‘riesgo invernal’ de temperaturas excepcionalmente frías; en el aeropuerto de Frankfurt ha sido de 4,7 °C, en comparación con la media de los 10 años anteriores de 3,1 °C; 3) una continuación de los suministros contractuales por parte de Rusia llevaría a niveles de almacenamiento de un 42 % según GIE – AGSI , frente al 56% en la misma época del año entre 2015 y 2020.

Los escenarios son tres:

–  Rusia y todos los demás proveedores continúan suministrando gas a los niveles actuales, lo que implica niveles históricamente altos de importaciones de GNL, y la demanda de gas natural se mantiene en línea con el promedio de 2015-2020, entonces el almacenamiento en toda la UE alcanzaría un mínimo de aproximadamente 320 TWh en abril de 2022.

 – Si Rusia corta el suministro a principios de febrero, el almacenamiento alcanzaría un nivel mínimo en abril de 2022.

– Si, además de que Rusia corta el suministro, el clima es extremadamente frío, el almacenamiento en toda la UE estará vacío a fines de marzo de 2022.

Por lo tanto, a corto plazo, y tomando a la UE como un agregado, el bloque probablemente podrá sobrevivir a una interrupción dramática de las importaciones de gas ruso. Sin embargo, el panorama se vuelve más complicado cuando se consideran las complejidades de los mercados de gas económicos, técnicos y políticos individuales en toda la UE.

Hay una serie de cuestiones técnicas que no vienen al caso, pero lo más importante, lo que técnicamente puede ser factible podría no serlo políticamente. Incluso si fuera técnicamente factible sincronizar el agotamiento de los almacenamientos en toda Europa para retrasar o evitar interrupciones en el suministro de gas en cualquier lugar de la UE, existe el riesgo de que los países con un mejor suministro no estén dispuestos a compartir los escasos recursos de gas con países en peores situaciones. Por lo tanto, sin medidas del lado de la demanda, una interrupción total de las importaciones de gas ruso puede dar lugar a que algunos países de la UE tengan que tomar medidas de emergencia antes de que finalice este invierno.

Pasar medio invierno sin las importaciones rusas podría ser difícil, pero hacer funcionar la economía europea durante varios años sin el gas ruso sería un gran desafío. Si bien hay más tiempo para preparar, también hay volúmenes mucho más altos para desplazar.

La manera realista de afrontar un cierre total de gas ruso sería con austeridad, no solo en el consumo ciudadano sino de la industria, lo que retrasaría el crecimiento del PBI, con sus complicaciones, y llevaría a realizar una inversión forzada para convertir gas en gas licuado, con los aumentos exorbitantes de precios.

En varios años, si Rusia retirara el gas de Europa sería una catástrofe y es posible que exista una lucha interna entre los propios miembros de la alianza occidental. Eso ha hecho que nadie saque a Rusia totalmente del sistema de pagos internacional SWIFT, porque en ese caso, Europa no podría pagar el gas que sigue fluyendo por las tuberías, aun hoy con la caída de Ucrania. Al parecer hay cosas que Bruselas sí ve.

Lo que no parecería notarse con estas sanciones es que hay un solo ganador en este juego y es China y que definitivamente se creó otro bloque, el eje asiático más amplio que La Organización de Cooperación de Shanghái.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2022/02/27/de-sancione

La mentira, pñrincipal arma de guerra en Ucrania

 

La mentira, principal arma de guerra en Ucrania

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Fuentes: CLAE - Rebelión

El mundo teme que la humanidad esté al borde de un conflicto militar de grandes dimensiones: ¿terminal? Hoy no solo asistimos a una extrema ideologización y parcialidad en la cobertura de los sucesos en Ucrania, sino que las mentiras y la manipulación del imaginario colectivo se ven potenciados en las redes sociales y llevan a la hipertrofia de una masa informativa fuera de todo control y verificación.

Una vez más, los medios de comunicación –incluyendo las redes sociales- actuaron de forma alevosa para generar un conflicto que sólo puede beneficiar a los vendedores de armas, las petroleras trasnacionales, que son los que han atizado el conflicto. La verdad es la primera víctima de la guerra, decía el griego Esquilo hace más de 2.500 años. Hoy sabemos que la mentira es un arma de guerra.

Los medios hegemónicos instalan la guerra en el imaginario colectivo, cuando lo más sensato sería lamentar el conflicto por lo que éste implica en términos de sufrimiento humano y destrucción material e insistir no en la competencia por demostrar quién es el más fuerte, sino en la necesidad de una solución mediante el diálogo. Es lo que llaman la guerra híbrida, la mentira como arma y la verdad como víctima.

La cobertura de los principales medios de comunicación sobre la crisis de Ucrania es defectuosa, además de claramente racista y llena de prejuicios, repetidores de los mantras rusofóbicos fabricados en Washington para instrumentalizar la guerra de guerrillas geopolítica e ideológica de las “fuerzas del bien”, la civilización occidental, contra la “fuerza del mal”: los rusos “comunistas”, los caucásicos y los euroasiáticos. 

Mientras, siguen omitiendo el perfil ultradechista del actual presidente Volodymyr Zelensky, y de los grupos de extrema derecha y neonazis que participan y apoyan al gobierno.

Un enfoque disonante del pensamiento único en un vehículo mediático hegemónico como el portal brasileño UOL, el viernes 22 de febrero fue la publicación de una entrevista en la que el analista político estadounidense Andrew Korybko afirma que “Brasil y Ucrania fueron víctimas de guerras híbridas dirigidas por Estados Unidos con el objetivo de fortalecer la hegemonía unipolar norteamericana”.

En este drama, Occidente (o sea EE.UU. y los países de la OTAN) dio la espalda a cualquier papel constructivo y se empeñó en utilizar la transitoria debilidad rusa para crear un mundo unipolar regido por Washington, para lo cual transgredió sistemáticamente el compromiso de no expandir hacia el este el manto militar de la OTAN.

 En una prolongación de la guerra fría, que todos creíamos había terminado hace tres décadas, Occidente se empeñó en instalar en Kiev un gobierno rusófobo, con lo cual dio pie a la rebelión de las regiones de mayoría rusa y gestó una suerte de guerra civil que sirvió de caldo de cultivo para el fortalecimiento de grupos ultranacionalistas e incluso neonazis que han permeado a las instituciones ucranias, incluido el gobierno.

El golpe de 2014 en Kiev –que derrocó al gobierno de Viktor Yanukovytch-, probadamente dirigido, con apoyo de Washington, instauró un Estado vasallo repleto de armas y de pandillas desaforadas, con frecuencia integradas por admiradores de Hitler. 

Y si esta incursión rusa se cataloga como violación flagrante del derecho internacional ¿cómo se debe catalogar a las operaciones de la OTAN en la ex Yugoslavia, el bombardeo inmisericorde de Serbia y la descarada proclamación de la independencia de Kosovo, entonces república autónoma del país balcánico? Ni hablemos de las violaciones estadounidenses al derecho internacional, a la soberanía e independencia de los pueblos. Los latinoamericanos y caribeños hemos sufrido decenas de violaciones.

 Hua Chunying, vocera de la cancillería china señaló que «la pregunta clave ahora es: ¿Qué papel ha desempeñado EEUU en la crisis de Ucrania?». «Es irresponsable que alguien acuse a los demás de ser ineficaces en la lucha contra un incendio mientras echa leña al fuego»

En su mensaje televisado, el mandatario ruso Vladimir Putin afirmó que su objetivo es desmilitarizar y desnazificar Ucrania para defender a las personas que en los pasados ocho años han sufrido vejaciones, un genocidio perpetrado por el régimen de Kiev, en alusión al hostigamiento contra ciudadanos rusófonos, y en particular a las hostilidades entre el gobierno ucranio y los territorios ahora reconocidos por el Kremlin como repúblicas independientes, Donietsk y Lugansk, en el este de Ucrania

Las reacciones de Occidente no se hicieron esperar: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que su nación planta cara a los matones, calificó de tirano a Vladimir Putin y afirmó que será un paria en el panorama internacional, mientras extendía un nuevo menú de sanciones contra dirigentes rusos y sus familiares, además de un control sobre las exportaciones. Pero dejó en claro su postura, al reiterar que no iba a enviar soldados estadounidenses a Ucrania.

El chileno Luis Casado señala que los rusos son chicos tan malos que ni siquiera exigen que Occidente cese de organizar guerras en África, como cuando Francia y Gran Bretaña, con el concurso de EEUU, bombardearon Libia en el 2011. O como cuando juntos bombardearon Siria durante cinco años, con el concurso de 20 países asociados a la OTAN. O como Francia, que mantuvo una guerra durante 14 años en Malí, desde donde acaba de ser expulsada. 

“Ni organizar golpes de Estado como en Burkina Fasso, en donde Francia hizo asesinar a Thomas Sankara. Para ahorrar espacio no vuelvo sobre la guerra en Afganistán, ni en Iraq, ni en Irán, ni en Yemen, ni en Somalía… Y tampoco, desde luego, sobre los innumerables golpes de Estado en América Latina”, añade.

Chomsky y el despliegue de EE.UU. en el este europeo

El 4 de febrero, el intelectual estadunidense Noam Chomsky, hizo un recuento de la expansión de la OTAN en Europa del Este, lo que él considera una clave para entender el actual conflicto entre Rusia y Ucrania.

Chomsky indicó al portal Truth Out que han sido los gobiernos estadounidenses, no la OTAN como tal, quienes han admitido a países de Europa del Este como sus nuevos miembros. Así, el ingreso de estas naciones ocurrió aceleradamente a partir de que Alemania Democrática se integró a Alemania Federal.

Posteriormente se unieron a la OTAN las naciones que conformaron el bloque socialista europeo: República Checa, Hungría y Polonia (1999), Rumania, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovenia y Eslovaquia (2004), Albania y Croacia (2009), Montenegro (2017) y Macedonia del Norte (2020). Recuerda que Francia y Alemania, países claves dentro de la Alianza, vetaron el ingreso de Ucrania a la OTAN precisamente para evitar un conflicto como el que finalmente estalló ahora.

El canciller ruso, Serguei Lavrov dijo muy claramente en la ONU que para Rusia eran inadmisibles ‘una mayor expansión de la OTAN en el este y el despliegue de armas de ataque que amenazan el territorio de Rusia’. Todo eso fue reiterado por el presidente Vladimir Putin. Para Chomsky, “existe una forma simple de lidiar con dicho despliegue de armas: no desplegarlas. No existe justificación para hacerlo. Estados Unidos dice que son armas defensivas, pero Rusia no lo ve así y con justa razón”.

Mientras Ucrania trataba de distender la situación, Estados Unidos insistía en echar leña al fuego al no dar respuesta a las peticiones de Rusia y recalcar que una invasión era inevitable.

Algunos analistas europeos señalan que la creciente impopularidad del presidente estadounidense Joseph Biden y del premier británico Boris Johnson, está actuando como un impulsor y catalizador importante de este conflicto, ya que ambos pretenden subir su aceptación entre los votantes escalando la tensión con Moscú. Junto a la pandilla de la UE, recurren en Ucrania a la vieja treta de escapar a serios problemas internos mediante la exacerbación al máximo de un conflicto de política exterior.

Salvar a Ucrania de una supuesta amenaza rusa y una inminente invasión que se anunció por tres meses para el día siguiente, es el mantra con ambos gobernantes tratan de desviar la atención de su crisis política interna. Putin nunca ha aceptado que Ucrania pueda ser un Estado totalmente independiente al sostener que rusos y ucranianos forman un solo pueblo y que Kiev no tiene derecho a ignorar mil años de historia de Rusia.

En julio de 2021, difundió un artículo de siete mil palabras -“Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos”-, que envió a todos los miembros de las Fuerzas Armadas rusas en un claro aviso de que algún día tendrían que asumir la misión de defender esa interpretación de la historia. Putin reiteró sus ideas el lunes 21 en su discurso televisado.

La mentira, arma de destrucción masiva: La guerra cognitiva

La mentira es un arma de guerra en esta guerra cultural, de cuarta o quinta generación. La tarea es instaurar la mentira, el bulo, el fake; el chisme sin corroboración en el imaginario colectivo, para manejar a las masas, atraer a votantes con engaños. La mentira es un mecanismo de destrucción masiva que sirve para exonerar de responsabilidades a inescrupulosos empresarios y/o políticos, criminales o negligentes.

La guerra de Ucrania comenzó anticipadamente en la prensa y las redes sociales. El constante discurso de desautorización de la credibilidad de Rusia, va acompañado de la imposición de que la versión oficial de Occidente es obligatoriamente veraz. Este es un formato de desinformación. Precisamente, uno de los formatos de desinformación es aceptar como válida la información oficial de una de las partes.

La guerra no empezó con la invasión rusa ni con las tan difundidas  imágenes de los tanques camino a Kiev. Eso es lo que se ve por televisión, donde la OTAN parece un actor de reparto dentro de las operaciones, esas que hasta la agencia estadounidense de noticias AP llamó “desinformación sobre el conflicto ruso-ucraniano”. Pero no sólo se usan nuevas formas de manipulaci´pon del imaginario, ya que las anteriores subsisten.

Por ejemplo, la estadounidense Fundación Nacional para la Democracia, creada en 1983 por el gobierno de Ronald Reagan para financiar proyectos que promuevan la democracia liberal durante la Guerra Fría, sigue en su labor de construir subjetividades políticas para desestabilizar país, como ya lo hiciera dos décadas atrás con las llamadas guerra de colores sobre todo en varios países de Europa.

Ahora, la Guerra Cognitiva, que ya comenzó a probar (al menos) la Organización del Tratado del Atlántico Norte con la crisis en Ucrania, resulta un gran desafío; altera la comprensión y la reacción, de forma gradual y sutil, ante ciertos acontecimientos. Todo esto tiene efectos nocivos a largo plazo, ya que posee un alcance universal que afecta a los individuos, a los Estados y las organizaciones multinacionales. 

Se nutre, en la mayoría de los casos, de las técnicas de desinformación y propaganda que buscan agotar psicológicamente a los receptores de la información. Por supuesto, estas tecnologías y el interés en ellas no son nuevas desde el punto de vista militar. Lo interesante es que en este caso, la OTAN reconoce que tal vector estratégico formará parte de las guerras del mañana, junto con la creación de neuroarmas.

El conocimiento puede fácilmente ser convertido en un arma. Los instrumentos de la guerra informática van de la mano de las neuroarmas desarrolladas por la nueva tecnología; por lo que este campo se convierte en un frente de batalla del futuro. Esto se refuerza con los rápidos avances en las NBIC (Nanotecnología, Biotecnología, Informática y Ciencias Cognitivas).

El hijo de papá

Como miembro del Consejo de Administración de Burisma, la mayor empresa privada de petróleo y gas de Ucrania, Hunter Biden, segundo hijo del presidente Joe Biden, cobraba 50.000 dólares al mes entre 2014 y 2019, cuando su padre era el número dos de Barack Obama. Burisma Holding tiene permiso para explotar los yacimientos petrogasíferos que se encuentran en la península de Crimea. También puede realizar trabajos en las regiones de Dnepropetrovsk, Donetsk y Járkov.

Obviamente, si se interrumpe el acuerdo con Rusia para el gasoducto Stream2, los beneficiados serán las empresas de petróleo y gas de Estados Unidos y Europa, como las atrasnacionales Shell y Chevron. En la última década, empresas estadounidenses entraron activamente en la economía ucraniana y en el sector del petróleo y el gas. Según el Departamento de Energía de EE.UU., Ucrania tiene los terceros mayores yacimientos de gas de esquisto de Europa (1.200 millones de metros cúbicos).

Desde el año pasado Hunter Biden está siendo investigado por el principal fiscal federal en Delaware por el tema de sus impuestos. Según la prensa, el FBI lanzó una investigación criminal en 2019 que permanece abierta; se centra en acusaciones de lavado de dinero.

En un mundo donde la comunicación se ha convertido en materia prima estratégica –más rentable aún que el petróleo– y donde se negocia la economía de lo inmaterial, el control de Internet (y de las redes sociales) otorga a quien ejerce el poder una ventaja estratégica, geopolítica, decisiva. Parecida al poder sobre las vías de navegación planetarias que en el siglo 19 permitió a Inglaterra dominar el mundo

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Alemmania: viraje historico

 Alemania: viraje histórico

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l sábado, el gobierno alemán anunció el envío de mil cañones antitanque y 500 misiles antiaéreos Stinger, además de 400 cañones antitanque de fabricación nacional desde Países Bajos, y nueve obuses D-30 y municiones desde Estonia para apoyar a las fuerzas armadas de Ucrania en la guerra con el ejército ruso y los grupos separatistas. La medida marca una ruptura con la prohibición alemana de exportar equipos letales a las zo-nas en conflicto, vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, y reforzada hace 20 años, cuando el país era gobernado por una coalición entre los socialdemócratas y los verdes (mismos partidos que, junto con los liberales del FDP, integran el gobierno actual).

Además del histórico giro en esa política autoimpuesta por los alemanes como parte de los esfuerzos para desmarcarse de su pasado belicista, y en particular de los horrores del régimen nazi, el respaldo militar a Kiev supone el fin de una dilatada tradición de independencia y equidistancia diplomática entre Washington y Moscú.

En efecto, desde los tiempos de la guerra fría la entonces República Federal Alemana buscó un trato constructivo y basado en el diálogo con su contraparte soviética, y esa política fundada en el pragmatismo se mantuvo tras la reunificación alemana y la caída del blo-que comunista, sin importar las evidentes e importantes diferencias entre sus respectivos liderazgos. Ahora, el canciller Olaf Scholz reaccionó a las operaciones bélicas rusas, anunciando la creación de un fondo especial de 100 mil millones de euros para sus fuerzas armadas, y que en lo sucesivo mantendrá su gasto militar por arriba de 2 por ciento del PIB, con lo que parece anticipar una confrontación prolongada y establecer un tono de fuerza ante el Kremlin.

Para entender el carácter especial de las relaciones entre Rusia y Alemania es necesario remontarse en el tiempo. Desde el siglo XVIII, el expansionismo ruso y el de la extinta Prusia hicieron que estas entidades chocaran por el control de los territorios ubicados entre ellos y que integran la actual Europa del Este, pero estos espacios de lucha lo fueron también de encuentro: no puede olvidarse que los déspotas ilustrados del Imperio ruso modernizaron las estructuras feudales de sus inmensos do-minios siguiendo estrechamente el ejemplo alemán, ni que las casas reales de Rusia y de los Estados alemanes tienen una intrincada historia de enlaces, cuyo máximo símbolo es Sofía de Anhalt-Zerbst, princesa alemana que gobernó Rusia bajo el nombre de Catalina.

El siglo XIX vio cómo el oriental reino de Prusia se convertía en una poderosa potencia industrial, capaz de vencer de manera humillante al ejército francés en 1871 y de guiar bajo su férula la unificación de una miríada de pequeños Estados en el Imperio alemán. Este fortalecimiento prusiano le llevó a exigir un lugar entre las potencias imperialistas de la época y desembocó en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), conflicto que dejó una destrucción material y humana desconocida hasta entonces.

En el curso de la contienda, el descontento del pueblo y los soldados rusos ante las derrotas y la carestía generalizada –entre otros factores– detonaron la Revolución de 1917, y el temor de Occidente a la extensión del socialismo precipitó el armisticio de 1918, el cual permitió a Alemania salir de la guerra que había iniciado con sus ciudades relativamente intactas. La crisis económica y el ánimo de revancha fueron el fermento del que surgió la ideología nacionalsocialista y que auparon al poder a Hitler, cuyo régimen contó con las simpatías de gobiernos y empresas occidentales para los que el enemigo a vencer no era el nazismo, sino el comunismo.

La obsesión hitleriana con la aniquilación del modelo de inspiración marxista llevó a Alemania a lanzar la Operación Barbarroja, la mayor campaña militar de la historia, en la que tres millones de soldados invadieron la Unión Soviética y asesinaron o causaron en forma indirecta la muerte de 27 millones de personas antes de ser derrotadas por el Ejército Rojo. Por más que la propaganda de occidente se empeñe en presentar la caída del nazismo como una hazaña estadunidense y europea, no puede olvidarse que 80 por ciento de todas las bajas alemanas se dieron en el frente oriental, y el bloque soviético fue el que sufrió la mayor devastación bajo las tropas del Tercer Reich.

No fue la casualidad, sino el recuerdo de esa traumática historia, lo que guió la autolimitación alemana en el despliegue de su industria armamentística –pese a lo cual es el cuarto mayor exportador de armas del mundo– y de sus capacidades militares durante décadas. Cabe esperar que las decisiones del canciller Scholz signifiquen un paréntesis y no un viraje definitivo en esa contención, pues a nadie conviene un crecimiento del armamentismo y de la propensión a usar la violencia para dirimir diferencias.La jornada