EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

jueves, 31 de enero de 2013

Privatizar y modernizar


Privatizar y modernizar
Orlando Delgado Selley
C
on insistencia, el gobierno de Peña Nieto ha planteado que Pemex debe modernizarse y que, para lograrlo, es indispensable la concurrencia de inversionistas privados. Se argumenta que urge hacerla más eficiente, transparente, eliminando subsidiarias y duplicidades, aprovechando la oportunidad que ofrecen los mercados para incorporar nuevas tecnologías, lo que se conseguiría aceptando que grandes empresas petroleras globales se hagan cargo, por ejemplo, de la extracción de crudo en aguas profundas.
Han planteado que, además, esta reforma energética se llevará a cabo este 2013, como está signado por los partidos que acordaron el Pacto por México. Se usa la firma de este Pacto como garantía de que habrá acuerdo parlamentario para modificar la Carta Magna en esta materia. Sin embargo, es claro que entre las distintas fuerzas políticas hay diferencias sustanciales sobre lo que significa modernizar esta paraestatal. La diferencia mayor es que modernizar no necesariamente implica aceptar la participación privada en la industria petrolera.
En la reunión de senadores del PRD, por ejemplo, se ha propuesto dotar a la paraestatal de autonomía de gestión, prohibiendo la inversión privada en el sector. Así que ésta es otra reforma energética. Además, la principal fuerza de las izquierdas electorales ha señalado expresamente su rechazo a la propuesta del gobierno federal. De modo que las garantías que ofrece Peña Nieto a los inversionistas extranjeros no tienen ningún valor.
Los operadores políticos del gobierno esperan que en ambas Cámaras sea posible construir los acuerdos necesarios para lograr la mayoría calificada que demandan los cambios constitucionales: 330 diputados y 87 senadores. Esta mayoría puede lograrse con la participación de los legisladores de Acción Nacional, de modo que no hacen falta legisladores perredistas. La importancia del tema ha llevado a que se recupere la propuesta de que en temas torales para la vida nacional es indispensable consultar a la ciudadanía.
Como acordaron los senadores del PRD habrá que someter a la consideración ciudadana la reforma energética, así como la posible reforma fiscal. Se trata de reconocer que es necesaria la participación de la ciudadanía en decisiones legislativas cruciales. Evidentemente, la bancada priísta considerará que con conseguir los votos necesarios en las Cámaras será posible cambiar la Constitución abriendo Pemex a la inversión privada. Evitarlo implicará que la resistencia que existe se organice adecuadamente y pueda establecer diferentes batallas.
Para ello los ciudadanos que aportaron sus votos por la candidatura de López Obrador serán fundamentales. Habrá que convertirlos en una fuerza en movimiento que se despliegue en todo el país y que obligue al Legislativo a aceptar la consulta popular como mecanismo de decisión política no solamente válido, sino indispensable. Para conseguirlo hace falta que las izquierdas se reúnan nuevamente. Separadas no lograrán frenar el impulso privatista del príísmo gobernante.
El asunto es verdaderamente decisivo. Si ocurre como con la reforma laboral que lograron imponer, los próximos tiempos estarán determinados por un proyecto peñista, que se propone ser transexenal. Proyecto que, a contrapelo de lo que ocurre en América Latina, mantiene una fidelidad terca a las medidas neoliberales propugnadas por organismos financieros internacionales, particularmente la OCDE. Poco importa que hayan demostrado su incapacidad para detonar un crecimiento económico alto y sostenido.
La privatización de Pemex no generará beneficios para el pueblo. Por el contrario, agudizará la profunda desigualdad que caracteriza a nuestro país al permitir que partes sustanciales de los ingresos petroleros queden en manos privadas. Detener el proyecto del gobierno peñista debiera ser de la máxima prioridad para las fuerzas progresistas. De su comprensión y conversión en las acciones necesarias para crear una fuerza social significativa, que se proponga la defensa de Pemex, dependerá el futuro mediato e inmediato del país.
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  • Comentario
    h+ector figueroa
    La defensa de la Nación siempre se ha dado y se dará con el PUEBLO PATRIOTA unido contra los hoyadores de su potestad.Se oye"masiosare" dirán los haraganes espiritoales y mentales,carroña, carne de traición de la que se nutre la infidencia,pero...no hay de otra..no hay mas leña que la que arde...Miramón el brazo armado de la infidencia,el valeroso joven macabeo,defensor de la traidora casta retardataria de la Reforma,en sus +ultimas palabras a su hijo ante la inminencia de su muerte en el cerro de la campanas:"Jamás tomes las armas contra tu Nación en defensa y apoyo a atra nación que la agravie o agrda".Palabras más palabras menos,verdad o mito así debe o debería ser,si así hubiese sido sea el valiente general conservador redimido en su memoria,si no la Patria lo tiene en su sitio:Gran Traidor....
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  • Alquimia de izquierdas
    Maizorro
    De estar interesados por una consulta ciudadana por impedir la pérdida total de PEMEX los legisladores del PRD ya habrían diseñado dicha consulta en papel y medios electrónicos y ellos mismos estar dando batalla en contra del malbaratamiento del petróleo que de una u otra manera aún da esperanzas de Soberanía Nacional...pero en la práctica dichos políticos se ven como traidores buitres morralleros del dinero mundial. De darse de dicha consulta debe ser motivo de interponer una demanda en favor de someter a juicio y remover al actual gabinete usurpador federal. Pero los líderes de las izquierdas o están aceptando ser parte del atraco a la Nación y simulan resistencia extendiendo la mano por debajo de la mesa del "Pacto" o andan sumando adeptos a crear partidos de organigramas pre-establecidos cuyo registro depende de las mismas hienas que los hacen imposibles y muy sancionables o andan fumando palabras lógicas al viento de la torpe izquierda,burla de la derecha compra-electorados.
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  • Modernización=Privatización
    A. Santiago
    Con el tiempo, poniéndole atención a lo que dicen y hacen los funcionarios de la burocracia en México, he aprendido q hay que interpretarlo al revés. A todo lo q han señalado que se moderniza y no privatiza, para lograr el desarrollo econ. nal. lo han privatizado y puesto a disposición del gran capital para la obtención de la máxima ganancia y acumulación de la riqueza particular de las empresas privadas nacional y extranjera y nunca para el desarrollo nal. Ahí tenemos los casos concretos de las minas y Altos Hornos de México, Ferrocarriles Nacionales de México, Teléfonos de México, los Bancos, las Autopistas, entre muchas más; que con Salinas y Zedillo se privatizaron (modernizaron) y no hubo tal crecimiento o desarrollo econ. y al contrario, ha servido para q el país ostente en tener al personaje más rico del planeta. PEMEX, se estancó porque los gobiernos corruptos neoliberales desde Salinas hasta Calderón la saquearon a sus anchas sin invertir en la construcción de más refinerías.

sábado, 26 de enero de 2013

La crisis estructural


La crisis estructural: los imponderables de mediano plazo
Immanuel Wallerstein
H
e expresado previamente por qué pienso que el sistema-mundo capitalista está en una crisis estructural y por qué esto conduce a una lucha política a escala mundial por ver cuál de dos alternativas prevalecerá: una que tenga por resultado un sistema no capitalista, que retenga todos los peores rasgos del capitalismo (las jerarquías, la explotación y la polarización), u otra que siente las bases para un sistema basado en una relativa democratización y un relativo igualitarismo, un tipo de sistema que aún no ha existido.
Sin embargo, hay tres imponderables en el proceso de una transición sistémica. Éstos son tres fenómenos cuyas raíces yacen en los desarrollos históricos del sistema-mundo moderno y que podrían explotar en algún sentido en los próximos 20 o 40 años, en una forma en extremo destructiva, con consecuencias muy inciertas para la lucha política a escala mundial.
Estos tres imponderables son el cambio climático, las pandemias y la guerra nuclear. No son imponderables en cuanto a los peligros que entrañan para toda la humanidad. Son imponderables en cuanto al momento en que podría ocurrir cualquiera de tales desastres. Es extenso nuestro conocimiento acerca de ellos, pero hay tantas incertidumbres y diferencias de puntos de vista entre quienes han estudiado seriamente estos asuntos que no creo que podamos estar seguros qué es lo que ocurrirá exactamente. Discutamos uno por uno.
El cambio climático parece una realidad incuestionable, excepto para quienes rechazan esta realidad por razones políticas o ideológicas. Es más, todo lo que ha estado ocasionando el cambio climático de hecho se está acelerando en vez de amainar en velocidad. Las diferencias políticas entre los Estados más ricos y menos ricos en cuanto a lo que debería hacerse acerca del cambio climático parecen hacer inconseguible cualquier acuerdo que pudiera mitigar los riesgos.
No obstante, la complejidad ecológica de la Tierra es tan grande y estos cambios son tan extensos, que no sabemos qué clase de reajustes habrán de ocurrir. Parece claro que los niveles del agua subirán, ya están subiendo, y esto amenaza con inundar vastas extensiones. También es claro que las temperaturas promedio en varias partes del mundo cambiarán, ya están cambiando. Pero esto puede también tener el resultado de que ocurra un cambio en la localización de la producción agrícola y las fuentes de energía a zonas diferentes, de forma tal que podrían compensar, en algún sentido, el agudo daño de otras zonas.
Lo mismo es cierto de las pandemias. Los enormes avances de la medicina mundial en los últimos 100 años o algo así, que parecen haber logrado controlar muchas enfermedades, han creado simultáneamente una situación en la que el enemigo más antiguo de la humanidad, los gérmenes, han encontrado nuevos modos de volverse resistentes y de crear nuevas clases de afecciones que nuestras fuerzas médicas hallan extremadamente difícil combatir.
Por otra parte, pareciera que estamos comenzando a aprender que los gérmenes pueden ser, en ocasiones, el mejor amigo de la humanidad. Una vez más nuestro conocimiento parecía enorme, pero una vez hecho y dicho lo necesario resulta que es lastimosamente pequeño. En esta carrera contra el tiempo, ¿qué tan rápido habremos de aprender? ¿Y qué tanto debemos desaprender para poder sobrevivir?
Por último está la guerra nuclear. He argumentado que habrá una proliferación atómica significativa en las décadas venideras. No veo esto como un peligro en términos de alguna guerra interestatal. De hecho, es casi lo contrario. Las armas nucleares son, en esencia, defensivas y, por tanto, reducen, no incrementan, la probabilidad de guerras interestatales.
No obstante, hay varios imponderables. Las motivaciones de los actores no estatales no son necesariamente las mismas. Y hay algunos, sin duda, a los que les gustaría apropiarse de esos armamentos (o de armas químicas o biológicas) y usarlas. Además, como muchos Estados tienen limitada capacidad para proteger tales armamentos de que se los apropie o los compre alguien, esto puede facilitar que los actores no estatales los adquieran. A final de cuentas, el uso real de tales armamentos yace necesariamente en las manos de algunos individuos. Y no podemos descartar nunca la posibilidad de que surja algún agente estatalperverso, un Doctor insólito de ficción.
Es perfectamente posible que el mundo supere la transición global hacia un nuevo sistema mundo, o a sistemas, sin que ninguna de estas catástrofes ocurran. Pero también es posible que no lo logre. Y si no supera la transición es también posible que el nuevo sistema-mundo tome toda clase de medidas que reduzcan (o incluso eliminen) la probabilidad de que alguna de estas catástrofes ocurran.
Es obvio que no podemos simplemente sentarnos a ver qué va a pasar. Necesitamos emprender cualquier medida que podamos –en el inmediato presente– para minimizar la posibilidad de explosión de cualquiera de estos tres imponderables. Sin embargo, mientras nos encontremos en el moderno sistema-mundo es limitado lo que podemos lograr en lo político. Es por eso que les llamamos imponderables. No podemos estar seguros de que, de hecho, ocurrirán y cuál será el efecto que tendrán en la transición.
Permítanme clarificar lo que digo. Ninguna de estas peligrosas ocurrencias habrá de ponerle fin al proceso de transición estructural. Pero afectará seriamente el balance de las fuerzas políticas que luchan. Uno de los modos importantes en que puede reaccionar la gente ante estos peligros es irse para dentro con modos mucho muy proteccionistas y xenófobos, lo que fortalecerá la mano de aquellos que buscan crear un sistema opresivo (aun si éste es uno no capitalista). Ya vemos esta tendencia casi en todas partes. Esto significa que quienes busquen un sistema relativamente democrático y relativamente igualitario tienen que tornarse más claros acerca de lo que ocurre y trabajar más duro desarrollando estrategias políticas que contrarresten esta tendencia.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein

viernes, 25 de enero de 2013

El territorio como espacio emancipatorio


El territorio como espacio emancipatorio
Raúl Zibechi
L
os movimientos de base territorial, rurales y urbanos, integrados por indígenas y afrodescendientes, campesinos y sectores populares, jugaron un papel decisivo en la resistencia y deslegitimación del modelo neoliberal. Desde sus territorios lanzaron formidables ofensivas que abrieron grietas en el sistema de partidos sobre el que se asienta la dominación y modificaron el escenario geopolítico regional. De modo directo e indirecto, influyeron en lo local, lo nacional, regional y global.
Han jugado y jugarán también un papel decisivo en la construcción de un mundo nuevo. Si ese mundo, como señala Immanuel Wallerstein (La Jornada, 12 de enero de 2013), será el resultado de una infinidad de acciones nanoscópicas, las pequeñas mariposas capaces de construirlo habitan territorios en los que resisten y en ellos pueden construir relaciones sociales diferentes a las hegemónicas. No es con manifestaciones ni declaraciones, por más masivas y necesarias que sean, como se crea el socialismo, sino con prácticas sociales en espacios concretos. Territorios en resistencia que son a la vez espacios en los que va naciendo lo nuevo.
Hasta ahí, son temas que hemos venido debatiendo en los últimos años. El capitalismo puede ser derrotado si somos capaces de expropiarle los medios de producción (y de cambio) en un largo proceso. Pero la cuestión no se agota allí. El sistema aprendió a desorganizar, diluir, cooptar y aniquilar por la fuerza (todo junto, no una u otra acción) a los sujetos nacidos y arraigados en la resistencia territorial. La combinación de fuerza bruta (militar y policial) con políticas sociales para combatir la pobreza es parte de esa estrategia de aniquilación.
Ante esta situación compleja y difícil, crece la tentación de replegarse de los territorios en los que nacieron múltiples sujetos colectivos, buscando lugares más propicios donde seguir creciendo. A veces se apuesta por lo sindical, otras a lo estudiantil y en otras por lo electoral. Un debate de este tipo atraviesa sobre todo a movimientos en Argentina, Chile, Paraguay y Perú, aunque está presente en casi todos los países.
Es cierto que lo territorial por sí solo no alcanza. Que debe incluir formas diferentes de hacer política donde la gente común decida y ejecute; que hace falta crear formas de poder distintas a las estatales; que para garantizar la autonomía territorial es imprescindible asegurar la sobrevivencia material, o sea salud, educación, vivienda y alimentación para todos y todas.
Pero no podemos olvidar que los territorios son claves para la lucha por un mundo nuevo por dos razones, digamos, estratégicas: se trata de crear espacios donde podamos garantizar la vida de los de abajo, en todas sus multifacéticas dimensiones; y porque la acumulación por despojo o guerra –que es el principal modo de acumulación del capitalismo actual– ha convertido a los movimientos territoriales en el núcleo de la resistencia. La mutación del capitalismo que conocemos como neoliberalismo es guerra contra la vida.
A ellas se podría agregar un tercer argumento: sólo es posible resistir en las relaciones tejidas en torno de valores de uso, ya sean materiales o simbólicos. Si sólo nos movemos en las esferas de los valores de cambio, nos limitamos a reproducir lo que hay. Cerrados los poros de la vida en las fábricas por el posfordismo, es en los territorios, barrios, comunidades o periferias urbanas donde –aun esos mismos trabajadores– se vinculan entre sí en formas de reciprocidad, ayuda mutua y cooperación que son relaciones sociales moldeadas en torno del intercambio de valores de uso.
No es una cuestión teórica y por lo tanto sólo se puede mostrar. Se conoce y se practica, o no se entiende. Resistir hoy es proteger la vida y construir vida en territorios controlados colectivamente. El punto es que si abandonamos los territorios, ganaron los de arriba. Y en este punto no hay dos caminos. Sólo queda hacerse fuertes y autónomos allí, neutralizando las políticas sociales que quieren destruir lo colectivo salvando al pobre individualmente.
El pueblo mapuche resiste desde hace cinco siglos aferrándose a sus territorios. Así derrotaron a los conquistadores españoles, y en ellos se repusieron de la derrota que les infligió la República criolla en la guerra de exterminio conocida como Pacificación de la Araucanía en la segunda mitad del siglo XIX. En sus territorios aguantaron el diluvio de la dictadura pinochetista y las políticas antiterroristas de la democracia, debidamente condimentadas conpolíticas sociales para someter con migajas lo que no pudieron con palos.
No es la excepción sino la regla. Chiapas, Cauca, Cajamarca donde se resiste el Proyecto Conga, Belo Monte, El Alto o el conurbano de Buenos Aires, entre muchos otros, muestran que la combinación de guerra y domesticación son los modos de esterilizar las resistencias. Lo que diferencia esos territorios es que allí existen los modos de vida heterogéneos sobre los cuales es posible crear algo distinto a lo hegemónico. No nos engañemos: esa posibilidad no existe hoy ni en las fábricas ni en los demás lugares donde todo son valores de cambio, desde el tiempo hasta las personas.
Por eso las políticas sociales se han territorializado, porque los gestores del capital percibieron que allí venían perdiendo pie ante el nacimiento de sujetos integrados por los que no tienen nada que perder: mujeres, hombres y jóvenes sin futuro en este sistema, aquellos que por el color de su piel, su cultura y su modo de ser no tienen cabida en las instituciones, ni siquiera en las que se reclaman de izquierda o defensoras de los trabajadores. Allí sólo existen comorepresentados, o sea como ausentes.
No hay alternativas al trabajo territorial, ni atajos para hacer más corto y soportable el camino. La experiencia reciente muestra que es posible doblegar el cerco del sistema contra nuestros territorios, superar el aislamiento, sobrevivir y seguir adelante. Persistir o no, es una cuestión de pura voluntad.

jueves, 24 de enero de 2013

Peña: petroleo y seguridad


Peña: petróleo y seguridad
John Saxe-Fernández
L
os combustibles fósiles, gas y petróleo en particular, no son una mercancía más. Con la máquina de combustión interna y la petroquímica se colocaron como ejes de la mezcla mundial de energía y de una vasta transformación industrial, civil y militar, con efectos profundos en todas las áreas de la vida y de la economía.
Gas y crudo son eje de la ecuación estratégica del poder y del calentamiento global, máxime cuando se agudiza el agotamiento de los estratos de alta calidad, acceso fácil y barato y los poderosos cabildos fósiles se aferran a negocios emisores de gases con efecto invernadero resistiéndose al cambio del patrón energético. Así lo indican estudios geológicos y de las ciencias de la atmósfera. También de la historia económica y militar del siglo XX, incluyendo la relación México-EU, cuyo análisis histórico, por ejemplo en México y Estados Unidos en el conflicto petrolero, 1917-1942 (Colmex, 1981) de Lorenzo Meyer, resulta vital.
En especial porque, como recordó Luis Videgaray, secretario de Hacienda (La Jornada 18/I/12, p. 27), cuando Peña Nieto todavía no era candidato del PRI jugó su carta fuerte desde elFinancial Times para acceder a Los Pinos: cuestionó el artículo 27 de la Constitución vigente con un llamado asuperar atavismos ideológicos en torno al régimen legal de Pemex que excluye la participación privada, aunque ésta fuera alentada de facto por el régimen acreedor instaurado por Estados Unidos a través del Programa de Empréstitos de Ajuste Estructural (PAE) del FMI, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo, en vigor gracias a la torpe negociación de la crisis deudora de 1982 y a la decisión de privilegiar ante todo el impagable servicio de la deuda externa.
Desde entonces es patente la desnacionalización del proceso de toma de decisiones en materia económica. Los altos cargos del gobierno fungen comocountry managers del PAE que, dice Joseph Stiglitz, ex primer economista del BM, incluyen jugosas –y legales– comisiones en cuentas suizas ¿con Davos como ámbito discreto para consultar los depósitos?
En esta materia persiste la atávica propensión del BM, estipulada en las condiciones atadas a las líneas de crédito, a gestar el manejo de la inversión extranjera en gas y petróleo, en un marco orientado al mercado, como repite Videgaray (ibid) algo que ninguna nación seria contempla, menos Estados Unidos, que utiliza instrumentos deestado civiles (PAE) y militares, para acceder a los recursos naturales estratégicos que van quedando en la corteza: la petro-guerra contra Irak, el ataque a Libia, el acoso a Irán, el vasto despliegue de bases en América Latina.
Los esquemas de guerra irregular y terrorismo de Estado del Pentágono –Plan Colombia– avalados por Calderón (guerra al narco) al abrazar la Iniciativa Mérida y sus 400 millones de dólares anuales, llevan a la incautación imperial de las decisiones de seguridad.
A la catástrofe humanitaria se añade el desplome de la soberanía nacional: el panismo nos abrió a la intervención militar y al desenfreno del contratismo en actividades sustantivas de Pemex. ¿Cuálatavismo ideológico si Pemex es fuente principal de divisas no condicionadas, en espera de un gobierno que, como dice AMLO, no las dilapide en gasto corriente y estimule la inversión pública productiva y el empleo?
La salvaguarda de la infraestructura, de los campos petroleros, puertos y el mar patrimonial, es vital para laseguridad nacional mexicana, noción subsumida en la de soberanía. Así es en Estados Unidos, Europa y los BRICs. En Estados Unidos la enmienda (1988) a la Ley de Defensa de 1950 del senador J. James Exon y el diputado J. Florio, otorga al Ejecutivo el poder amplio de vetar toda inversión extranjera que amenace la seguridad nacional. En 2005 se canceló la oferta de la petrolera china CNOOC de adquirir Unocal. Poco después anularon la compra de seis puertos por Dubai.
Mientras en Estados Unidos los sectores estratégicos son asunto de seguridad, acá la cúpula en el poder alienta la privatización y desnacionalización petroeléctrica, con grave riesgo para la seguridad humana y la integridad del país.
Más que un arcaismo neoliberal, es el desenfreno de la codicia oligárquica que saca raja de la sujeción a los PAE y a los intereses de grandes firmas extranjeras. Cuando la mira de esos intereses está en el gas y petróleo convencional y no-convencional de México (en el Proyecto Truman de Seguridad afirman que Peña Nieto cuenta con suficiente apoyo legislativo para –textual– ...hacer cambios al artículo 27 constitucional y permitir la inversión privada y los contratos incentivados en Pemex) Peña, Videgaray et al, tendrán que decidir entre retomar y restablecer los fundamentos de la estabilidad, el empleo y la paz social o seguir la hoja de rutade la quinta columna neoliberal que por 30 años acentuó el desgaste, la incoherencia interna y la endémica corrupción en Pemex, el ente de mayor facturación y peso fiscal, e hizo del país un sangriento y caótico casino.

miércoles, 23 de enero de 2013

El arte del fraude contable: Basilea III


El arte del fraude contable: Basilea III
Alejandro Nadal
S
e cumplen cinco años desde que estalló la crisis global con epicentro en el sector financiero. La economía mundial todavía aguarda con esperanza una regulación para los bancos que controle abusos y reduzca riesgos. Sin embargo, un nuevo y eficaz esquema regulatorio se está haciendo esperar mucho más que Godot.
Este mes comienza la aplicación de las nuevas reglas para bancos establecidas por el Comité de Supervisión Bancaria (dependiente del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, Suiza). Se trata de un conjunto de reformas para armonizar y fortalecer la regulación sobre el sector bancario. En teoría, este nuevo esquema regulatorio permitiría evitar la proliferación de riesgos peligrosos, aliviando la presión a nivel macroeconómico y reduciendo la tendencia procíclica que presenta el sector en tiempos de crisis. El nuevo esquema regulatorio, conocido como Basilea III, dista mucho de ser lo que se necesita.
Se sabe que los bancos son particularmente vulnerables frente a variaciones en tasas de interés (que pueden castigar sus activos y aumentar sus pasivos), así como a la posibilidad de experimentar problemas de liquidez. Este último caso se presenta cuando los depositantes corren a retirar su dinero del banco sin previo aviso. Para enfrentar estos riesgos se llegó a la conclusión de que se deben imponer mayores requerimientos de capital a los bancos. La idea es que si los accionistas de un banco se ven obligados a comprometer un mayor nivel de capital, serán más prudentes en la toma de riesgos, evitándose los abusos que llevaron a la actual crisis.
En la ideología neoliberal también se llegó a la conclusión de que una vez alcanzados los niveles adecuados de capitalización era innecesario imponer más reglas al comportamiento de los bancos. El supuesto básico era que los bancos sí sabían cómo manejar su negocio y entre más bajo el requerimiento de capitalización tendrían más recursos disponibles para préstamos productivos, lo que generaría mayor crecimiento y empleo. En consecuencia, el Comité de Supervisión Bancaria promovió menores requerimientos de capital a través del conjunto de reglas conocido como Basilea II (cuya aplicación comenzó en 2006). Pero los menores requisitos de capitalización no condujeron a mayor crecimiento y si, en cambio, a mayor actividad especulativa e inestabilidad macroeconómica.
Las nuevas reglas de capitalización de Basilea III se mantienen en esa misma lógica: basta con un requisito de aumento de capital para lograr una adecuada regulación bancaria. Esto es un grave error.
Para empezar, la definición decapital se presta a la manipulación contable. Para determinar con exactitud lo que constituye el capital de un banco es necesario dotarse de sistemas de evaluación rigurosa de cada uno de los activos (y de los pasivos) del banco. Y aquí entra lo interesante: la contabilidad bancaria puede ser usada de mil maneras para simular un aumento en el capital de un banco. Se puede subvaluar un pasivo o sobrevaluar activos y, de ese modo, incrementar artificialmente el valor neto de un banco.
Otro ardid utilizado en los años que precedieron la crisis consistió en simular aumentos de capital al mismo tiempo que se incrementaban los préstamos depredadores (embaucando a personas con recursos insuficientes). En un primer momento los bancos parecía que tenían ganancias récord. Las agencias reguladoras se tranquilizaban y los altos ejecutivos del banco podían recibir jugosas compensaciones. Debido a los flujos de ingreso neto la salud contable del banco no aparecía comprometida. Más tarde, cuando los malos préstamos comenzaron a ser un problema, el arte contable disfrazó las pérdidas y en lugar de reconocer el menoscabo, los bancos mantuvieron sus reservas sobrevaluadas. Al final vino la crisis y el rescate con recursos públicos.
Basilea III aumenta los requerimientos de capitalización pero ignora casi por completo el tema de la contabilidad. En un mundo dominado por el capital financiero, Basilea III ignora que la práctica y las normas contables han convertido a la definición de capital en algo muy relativo. Pensar que los requerimientos de capital son un instrumento eficaz para eliminar problemas sin regular la práctica contable es absurdo.
La función de creación monetaria de los bancos privados y sus relaciones con el banco central no se tocan en Basilea III. Esto significa que los bancos seguirán teniendo un incentivo para incrementar el endeudamiento. Y como Basilea III aumentará los requerimientos de capitalización, es posible que los bancos tengan mayores alicientes para tomar riesgos más peligrosos, porque siempre saben que pueden disfrazarlos a través de sus prácticas contables. De hecho, los reguladores bancarios saben que siempre están atrasados con respecto a lasinnovaciones financieras.
En síntesis, la normatividad recomendada en Basilea III no va a traer una banca más responsable y tampoco va a generar mayor estabilidad macroeconómica.

domingo, 20 de enero de 2013

mo en America latina y el pueblo mapuche


El racismo en América Latina y el pueblo mapuche en Chile
Marcos Roitman Rosenmann
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El pasado 16 de enero, indios mapuche se reunieron en torno a un canelo, su árbol sagrado, durante una cumbre étnica realizada en cerro Ñielol, Temuco, a unos 700 kilómetros al sur de SantiagoFoto Reuters
C
hile sufre el mal de las sociedades trasplantadas, aquellas nacidas a partir de la conquista de los pueblos originarios. Nunca los conquistadores han reconocido la primigenia posesión de los territorios a los pueblos originarios. Por el contrario, los han despojado de cuanto tenían y emprendido una política de exterminio. Han cometido etnocidio y genocidio. El imperio español no fue el primero. En su expansión de ultramar articuló las nuevas Leyes de Indias para garantizarse la continuidad de la mano de obra y regular las condiciones del trabajo forzado en minas y obrajes para no estancar la producción de oro y plata. No hubo humanidad en ellas, sólo interés. El resto es discusión filosófica.
El racismo moderno forma parte del capitalismo colonial del siglo XVI, donde la esclavitud se convierte en el núcleo del proceso de acumulación de capital. Tras la independencia, en América Latina no hubo cambios; los criollos convertidos en los nuevos amos de los países y territorios, tomaron el relevo del peninsular. Tampoco hubo paz ni libertad para los pueblos indios, sólo sangre y exterminio. Eso sí bajo el eufemismo de guerras civilizatorias. Así se expandió la frontera agrícola y el poder de las oligarquías terratenientes. La sociedad monoétnica dominante, con su cultura y su mundo, impuso el yugo de la explotación adoptando la fórmula del colonialismo interno, condición sine qua non para seguir esquilmándoles sus riquezas y patrimonio.
El mito de la superioridad étnico racial vigente en Chile y América Latina se expresa cotidianamente. Aún no se conocen los límites del capitalismo racial. Mapuches, mayas, cunas, aymaras, tupi-guaraní son considerados enemigos del progreso y la patria. En pleno siglo XXI se ven enfrentados a políticas de exterminio neoliberal. La ampliación de la frontera agrícola, el monocultivo transgénico de la soja, las plantaciones de eucalipto, los megaproyectos mineros, hidráulicos, cuyo destino es la vieja Europa y China, incrementa la violencia y las ansias de las transnacionales por apropiarse de los últimos espacios a los cuales fueron relegados a fines del siglo XIX.
Contra los pueblos originarios se ha declarado una guerra a muerte. Los recursos naturales en sus territorios los convierten en presa de los nuevos amos del mundo. El agua, los minerales, la flora y la fauna, equivalen al oro y la plata del siglo XVI. Asistimos a una versión actualizada que nada tiene que envidiar a la practicada por sus homólogos en el siglo XIX. La diferencia la encontramos en el despliegue de fuerzas, la tecnología de guerra y las formas legales que justifican el exterminio. Una comunidad internacional sorda, muda que prefiere mirar hacia otro lado completa el cuadro del etnocidio. Al fin y al cabo, todos obtienen beneficios en el mediano y largo plazos. Especuladores, multinacionales y terratenientes.
En el sur de Chile se practican todas y cada una de las directrices para acabar con el pueblo mapuche. El gobierno de Piñera ha incrementado las políticas de hostigamiento con vuelos rasantes, allanamientos, desalojos e incendio de tierras comunales, manteniendo la militarización en las regiones del sur; a la par, profundiza en la desarticulación de organizaciones, criminaliza sus reivindicaciones, consiente la tortura y encarcela a los dirigentes. Para justificar estas tropelías se parapeta en las leyes antiterroristas del régimen pinochetista y en la aplicación de estrategias de contrainsurgencia. Para los dirigentes políticos que han gobernado el país tras la salida de la dictadura, sean demócratacristianos, socialistas o la derecha pinochetista, los mapuche son un estorbo, cuya existencia debe reducirse a unas cuantas páginas de los libros de historia y antropología.
La guerra de exterminio que lleva siglos ha presentado al mapuche como piltrafa, un desalmado sin sentido patrio, traicionero, borracho, violento y peligroso. Mejor acabar con ellos de una vez para siempre. Pinochet lo intentó durante 17 años quitándoles sus tierras y ofertándolas a empresas y latifundistas que se frotaban las manos con sus nuevas adquisiciones. La represión sobre Lonkos supuso la desarticulación de décadas de luchas y reivindicaciones sobre sus territorios que el gobierno de Salvador Allende reconoció en sus tres años de mandato.
El pueblo mapuche sufre las consecuencias de una sociedad, la chilena en su conjunto, que los desprecia. No hay nada peor que el paternalismo colonial, trato constante al que han sido sometidos. El ex presidente socialista Ricardo Lagos llevó esta situación al paroxismo inaugurando la política del nuevo trato a los mapuches. En resumen, debían aceptar las condiciones que ofrece el Estado o sufrir las consecuencias en caso de rechazarlas. No faltó tiempo, poco después se incremento la violencia de Estado contra el pueblo mapuche, la que hoy impera y mantiene.
Para los chilenos, la solución es clara: dejar vivos unos cuantos para exponerlos ante los turistas. Exhibir maniquíes con sus vestimentas coloridas, sus ponchos e instrumentos musicales en museos antropológicos y etnográficos, como expresión del pasado salvaje de los habitantes originarios. En algún caso, sería conveniente, para completar el cuadro, traer alguna momia para que los visitantes aprecien la calidad de los embalsamamientos. Los negocios son los negocios. Tampoco deben faltar las visitas guiadas para comprar objetos de plata, tótem y figuritas varias. En definitiva, los indios son seres raros, no se les entiende cuando hablan, viven hacinados, huelen mal y quieren destruir la civilización occidental y los valores católicos, apostólicos y romanos. Los negocios son los negocios y ser racista en Chile no supone un problema ni ético ni menos político. Muerte al mapuche.
  • comentario
    arturo arrredondo
    creo q no tenemos qir muy lejos para ver tales sucesos en mexico vease cerro de san pedro en sn luis potosi real de catorce en el mismo estado oaxaca guerrero )fundado en 1849)etc es un sinnumero de ejemplos q se pueden dar pero las politicas del gobierno mexicano no cambian pasa un presidente y otro y la politica es la misma el no reconocimiento de los pueblos originarioscon sus costumbres
  • buen articulo
    Caro
    wow, gracias por la claridad en sus palabras
  • mapuche
    eusebio montezuma
    nosotros los ngabe bugle en panama apoyamos las aspiraciones del pueblo mapuche a su nautodeterminacion e independencia, porque nosotros tambien estamos viviendo la misma historia de despojo, VIVA EL PUEBLO MAPUCHE.
  • En México hacen lo mismo
    Alex Ortiz
    Desgraciadamente lo mismo hacen en nuestro País, Fox y Calderón y los sirvientes del sistema y favorecedores de las Mineras transnacionales, incluidos los campos eólicos, han concesionado millones de hectáreas a 100 pesitos por c/u. Depredan el medio ambiente, sacan oro, plata y minerales preciosos. ESTO ES ACABAR CON LA SOBERANÍA POPULAR. Los defensores son principalmente las naciones indias.
  • Mapuche nación en extinción
    Marcelino
    Gracias por dedicar un espacio entre todo este universo de información A LA NACIÓN MAPUCHE Y, A TODAS LAS NACIONES DEL MUNDO. En efecto pese q ha lo largo de la historia se han dictado ordenanzas, cédulas, leyes q protegen a estas naciones originarias, la voracidad de los pseudo empresarios y pseudo políticos han marcado el doloroso destino de estas naciones, y la apatía de la sociedad para con sus causas es realmente vergonzante, por eso agradezco sus palabras tan dolidas sobre esta sempiterna realidad mundial.

viernes, 18 de enero de 2013

Trastornos globales a mediano plazo


Trastornos globales a mediano plazo

14 ENERO 2013 1 COMENTARIO
Por Immanuel Wallerstein
Mundo
Hacer predicciones en el corto plazo (para uno o dos años) es un juego tonto. Hay demasiados vuelcos y giros en el mundo real político/económico/cultural. Pero podemos intentar hacer afirmaciones plausibles para el mediano plazo (una década o más) basados en un marco teórico trabajable, combinado con un sólido análisis pragmático de tendencias y limitaciones.
¿Qué es lo que sabemos del sistema-mundo en el que estamos viviendo? Primero que nada, que se trata de una economía-mundo capitalista, cuyo principio básico es la incesante acumulación de capital. Segundo, que es un sistema histórico que, como todos los sistemas (desde el universo como un todo hasta los más mínimos sistemas nanoscópicos), tiene vida. Surge a la existencia, vive su vida “normal”, de acuerdo con reglas y estructuras que crea, y luego, en cierto punto, el sistema se aparta demasiado del equilibrio y entra en una crisis estructural. Tercero, que nuestro actual sistema-mundo ha sido un sistema polarizante, en el que existe una brecha que crece constante entre los Estados y al interior de los mismos.
Ahora estamos en una crisis estructural así, y hemos estado en ella por unos 40 años. Continuaremos en esta crisis por otros 20 a 40 años. Este es el promedio de tiempo que dura una crisis estructural en un sistema histórico social. Lo que ocurre en una crisis estructural es que el sistema se bifurca, lo que esencialmente significa que emergen dos modos alternos para finalizar la crisis estructural cuando colectivamente se “elige” una de las alternativas.
La principal característica de una crisis estructural es una serie de fluctuaciones caóticas fuertísimas de todo -los mercados, las alianzas geopolíticas, la estabilidad de las fronteras estatales, el empleo, las deudas, los impuestos. La incertidumbre, en el corto plazo, se vuelve crónica. Y la incertidumbre tiende a congelar la toma de decisiones económicas lo que, por supuesto, empeora la situación.
He aquí algunas de las cosas que podemos esperar en el mediano plazo. Casi todos los Estados enfrentan, y seguirán enfrentando, un apretón entre la reducción del ingreso y el incremento de los gastos. Lo que casi todos los Estados están haciendo es reducir los gastos en dos maneras. Una ha sido recortar (o incluso eliminar) muchísimas de las redes de seguridad que se han construido en el pasado para ayudar a la gente ordinaria a lidiar con las múltiples contingencias que enfrenta. Pero hay un segundo modo también. Casi todos los Estados están recortando las transferencias de dinero a las entidades estatales subordinadas -las estructuras federativas, si el Estado es una federación, y los gobiernos locales. Lo que esto hace es simplemente transferir la necesidad de incrementar impuestos a estas unidades subordinadas. Si hallan esto imposible pueden ir a la bancarrota, lo que elimina otras partes de las redes de seguridad (notablemente las pensiones).
Esto tiene un impacto inmediato en los Estados. Por un lado, los debilita, conforme más y más unidades buscan escindirse si lo consideran ventajoso económicamente. Pero por otro lado, los Estados son más importantes que nunca, conforme las poblaciones buscan refugio en las políticas proteccionistas (mantener nuestros empleos, no los suyos). Las fronteras estatales siempre han cambiado. Pero hay la perspectiva de que cambien con mucha mayor frecuencia ahora. Al mismo tiempo, las nuevas estructuras que vinculan los Estados existentes (o sus subunidades) -tales como la Unión Europea (UE) y la nueva estructura sudamericana (Unasur)- continuarán floreciendo y jugando un papel geopolítico creciente.
Los malabares entre los múltiples sitios del poder geopolítico se tornan mucho más inestables que nunca en una situación en que ninguno de estos sitios estará en posición de dictar reglas interestatales. Estados Unidos fue alguna vez un poder hegemónico con pies de barro, pero que sigue siendo lo suficiente poderoso como para provocar daños por torpeza. China parece tener la posición económica emergente más fuerte, pero es menos fuerte que lo que ella misma o los otros piensan. El grado al que se acerquen Europa occidental y Rusia sigue siendo una pregunta abierta, y sigue estando en la agenda en ambos lados. El modo en que India juegue sus cartas sigue siendo algo que en gran media no ha decidido India. Lo que esto signifique para las guerras civiles como la de Siria, hasta ahora tiene que ver con cómo quienes intervengan desde fuera se cancelen mutuamente y los conflictos internos se organicen más que nunca en torno a grupos de identidad fratricidas.
Reiteraré mi postura largamente argüida. Al final de la década veremos algunas realineaciones importantes. Una es la creación de una estructura confederada que vincule a Japón a una China (reunificada) y a una Corea (re-unida). La segunda es una alianza geopolítica entre esta estructura confederada y Estados Unidos. Una tercera es una alianza de facto entre la Unión Europea y Rusia. Una cuarta es la proliferación nuclear a una escala significativa. Una quinta es un proteccionismo generalizado. La sexta es una deflación mundial generalizada, que puede tomar dos formas -sea una reducción nominal de los precios o inflaciones rampantes que tienen la misma consecuencia.
Obviamente, éstos no son resultados felices para casi nadie. El desempleo mundial aumentará, no va a caer. Y la gente ordinaria sentirá los pinchazos de forma muy severa. La gente ya ha mostrado que está lista para responder luchando de múltiples formas, y esta resistencia popular crecerá. Nos encontraremos en medio de una vasta batalla política para determinar el futuro del mundo.
Aquellos que tienen riqueza y privilegios hoy no se sentarán sin hacer nada. Será más y más claro para ellos que no pueden asegurar su futuro a través del sistema capitalista existente. Buscarán implementar un sistema que no se base en un papel central del mercado, sino en una combinación de fuerza bruta y engaño. El objetivo clave es asegurar que el nuevo sistema garantice la continuación de tres rasgos clave para el actual sistema -jerarquía, explotación y polarización.
Por otra parte, habrá fuerzas populares por todo el mundo que buscarán crear una nueva clase de sistema histórico, uno que todavía no ha existido, uno basado en una democracia relativa y una relativa igualdad. Es casi imposible de prever lo que significará esto en términos de las instituciones que el mundo podría crear. Aprenderemos en la construcción de este sistema en las décadas venideras.
¿Quién ganará esta batalla? Nadie lo puede predecir. Será el resultado de una infinidad de acciones nanoscópicas emprendidas por una infinidad de nanoactores en una infinidad de nanomomentos. Y en algún punto la tensión entre las dos soluciones alternativas se inclinará definitivamente en favor de una o la otra. Esto es lo que nos brinda esperanza. Lo que cada uno de nosotros haga en cada momento acerca de cada uno de los puntos inmediatos cuenta. Alguna gente le llama a esto el “efecto mariposa”. El batir de las alas de una mariposa afecta el clima de uno al otro extremo del mundo. En ese sentido, hoy todos somos pequeñas mariposas.
Taducción: Ramón Vera Herrera

jueves, 17 de enero de 2013

Austeridad fiscal y crecimiento economico


Austeridad fiscal y crecimiento económico
Orlando Delgado Selley
L
uego de que se superó el abismo fiscal en Estados Unidos, los economistas y políticos de ese país se están enfrentando en una discusión centrada en el dinero, el déficit fiscal y el crecimiento. Aunque el tema que formalmente se discute es la autorización de la Cámara de Representantes para incrementar el techo de endeudamiento público, lo que ha ganado interés es la propuesta de 10 mil firmantes, entre ellos Krugman, para que frente a una eventual prohibición legislativa para aumentar la deuda, el gobierno emita una o muchas monedas de platino por valor de un billón de dólares.
Se trata de sortear el eventual veto republicano, o el pago del chantaje que han planteado para aprobar un endeudamiento mayor, a través de un procedimiento aprobado por la ley estadunidense que permite que el gobierno acuñe monedas de platino. El texto legal se ocupa de monedas conmemorativas, pero lo que se intenta mostrar es que la administración Obama puede acuñar esa moneda de platino, que le compraría la Reserva Federal (Fed) a cambio de dólares, con los que se harían los pagos que el gobierno adeuda y el asunto se resolvió. Se trata obviamente de un truco legal que eliminaría el chantaje republicano.
La propuesta ha sido criticada por republicanos y economistas ortodoxos. Lo interesante es que ante la amenaza republicana, que cuestiona el futuro inmediato de la economía estadunidense y, consecuentemente, de la economía global, es posible imaginar salidas que cuestionan mitos creados por la economía convencional. Se trata, en este caso, del mito de que si se imprime dinero por encima del incremento de la producción se provocará que los precios aumenten.
Para el mainstream económico, la actuación reciente del banco central estadunidense emitiendo dinero para comprar instrumentos financieros, los programas de relajamiento cuantitativo I, II y III, deben rechazarse porque con tasas de interés en niveles cercanos a cero, terminarán creando inflación. No ha sido este el resultado de las tres rondas de acciones monetarias no convencionales de la Fed, las que han logrado su propósito contribuyendo a que se reduzca la tasa de desempleo.
El asunto terminará permitiendo que el gobierno estadunidense aumente su endeudamiento, que hoy es de 16.4 billones de dólares. Los republicanos perderán esta batalla, como perdieron la del abismo fiscal. Sin embargo, siguen ganando la batalla decisiva de la austeridad fiscal. Obama ha tenido que aceptar que no puede usar el gasto público para impulsar la demanda y, con ella, el crecimiento. Ha aceptado que haya un déficit de 2 millones de puestos de trabajo en el empleo del sector público.
Pese a su victoria electoral, Obama no parece estar en condiciones de revertir el dominio de los republicanos en materia fiscal. Es lo mismo que ocurre en Europa. Los halcones del déficit siguen en el mando. Poco importa que Alemania haya tenido un crecimiento negativo en el último trimestre de 2012. Sigue estando en el centro del funcionamiento fiscal de los gobiernos europeos el control del déficit fiscal, pese a que los niveles de desempleo son astronómicos y a que la recesión pudiera incrementarlos aún más.
Tampoco ha causado el impacto esperado la revisión hecha por dos importantes economistas del FMI de los valores de los multiplicadores fiscales. Se ha reconocido que los pronósticos de que cada punto porcentual como porcentaje del PIB de reducción del gasto público implicaría 0.5 puntos de reducción del producto son erróneos. Lo cierto ha sido que cada punto de reducción del gasto público ha disminuido 1.5 puntos el PIB. La austeridad fiscal le ha costado a las economías mucho más de lo que se esperaba.
No se trata de errores inocuos de pronóstico. Por el contrario, han implicado que millones de personas hayan sido enviadas al desempleo y que no puedan incorporarse nuevamente al mercado de trabajo. Las ideas económicas que están detrás del principio de austeridad siguen vigentes. Lo están en todos los países. Son válidas para quienes están en el poder. En Estados Unidos, en Europa y también en México.

miércoles, 16 de enero de 2013

Reformas estructurales y el mito del mercado laboral


Reformas estructurales y el mito del mercado laboral
Alejandro Nadal
N
ingún mito ha sido más importante en la teoría económica que el de la existencia del mercado laboral. Para la plácida ideología del capitalismo contemporáneo, plasmada en la teoría económica ortodoxa, esta fábula se usa para explicar la determinación del salario y el fenómeno del desempleo (o negar la existencia de desempleo involuntario). Es también el fundamento para recomendar la completa flexibilidaden el mercado de trabajo, es decir la eliminación de obstáculos al movimiento de los salarios para realizar el ajuste en este peculiar mercado. Este es el fondo de la llamada reforma laboral en México y en muchos otros países.
Pero hay un problema. En realidad no existe el llamado mercado laboral. Para empezar, consideremos la estructura de un mercado cualquiera. En él se encuentran los productores de una mercancía para cuya producción se han tenido que cubrir los costos de insumos variados y los consumidores que demandan ciertas cantidades de dicha mercancía.
La demanda de las mercancías comunes está determinada por las preferencias e ingresos de los consumidores, mientras su oferta depende de los costos de producción y de una tasa de ganancia. Pues en el caso del llamado mercado laboral, las cosas no son tan fáciles. Para empezar, el trabajo no se demanda para consumirlo sino para usarlo en la producción de mercancías. Además, el trabajo no se produce por empresas cuyo único objetivo es llevar su producto a vender en el mercado.
En otros términos, en el supuesto mercado laboral las relaciones entre las fuerzas de la oferta y la demanda están invertidas. La demanda de trabajo está fijada por los productores, mientras la oferta de trabajo está determinada por los que son, en el fondo, consumidores. O, si se prefiere, los productores se convierten en consumidores y éstos en aquéllos. Esta alteración acarrea una serie de complicaciones que terminan por destruir la noción de mercado laboral.
En la teoría económica estándar cuando se incrementa el precio de una mercancía, la oferta de esa mercancía aumenta (porque los oferentes obtienen mayores utilidades con el aumento de precio). En el caso del supuesto mercado laboral, cuando sube el precio de la mercancía los trabajadores pueden llegar a ofrecer menos de esa mercancía (al contrario de lo que acontece con todas las demás mercancías). ¿Por qué? La explicación es que en ese caso un trabajador puede obtener el mismo ingreso con menos horas de trabajo.
En la jerga de los economistas se diría que la curva de oferta del trabajo tiene una pendiente negativa (a mayor salario menos oferta de trabajo). Eso es un desastre para la teoría ortodoxa. Se ha buscado resolver este problema teórico aduciendo que existe un efecto sustitución y un efecto ingreso cuando aumenta el salario. Por el primero el trabajador sí aceptará trabajar más horas porque cada hora de asueto que es sustituida por una hora de trabajo le proporciona un ingreso mayor. Pero si eso suena lógico el razonamiento se viene abajo cuando se observa que el llamado efecto sustitución se destruye por el efecto ingreso: cuando el salario aumenta el trabajador reduce sus horas de trabajo y obtiene simultáneamente más tiempo de asueto y mayor ingreso. Se destruye el efecto sustitución, desaparece la curva de oferta de trabajo y el tristemente célebre concepto del mercado de trabajo se cae al agua.
En el desastre que es la teoría económica convencional queda claro que también se desmorona el supuesto fundamento racional de la llamada política de flexibilidad laboral: nada justifica la idea de que la legislación sobre salarios mínimos o que la presencia de sindicatos provocan desempleo. Ese tipo de desplantes dependen crucialmente de la idea de que existe un mercado laboral que, al igual que el mercado de manzanas, respeta la ley de la oferta y la demanda.
Si no existe el mercado de trabajo, ¿qué es lo que sí existe? La respuesta es que en una economía capitalista existen estructuras de empleos con sistemas de remuneraciones heterogéneas. Pero esto también tiene otras repercusiones negativas para la teoría ortodoxa. Ésta sostiene que la demanda de trabajo está regida por la productividad marginal del trabajo, es decir, por la aportación al producto de la última unidad de trabajo utilizada. Según este razonamiento la remuneración de los trabajadores refleja su contribución al producto social. Pero en una estructura heterogénea de empleos no es posible calcular la productividad de la última unidad de trabajo utilizada.
Todo esto confirma que el salario no es un precio. Es una variable de distribución del ingreso y se determina no por un mecanismo impersonal anónimo, sino por las relaciones de poder entre capitalistas y trabajadores. Por eso en las últimas décadas la productividad totaldel trabajo (que sí se puede calcular) ha crecido mucho más que el salario real: los beneficios de la mayor eficiencia no han sido para los trabajadores sino para los dueños de las empresas en las que laboran.

jueves, 10 de enero de 2013

agro: euforia privatizadora


Agro: euforia privatizadora
John Saxe-Fernández
E
stremece cuando en medio de un desplome del empleo, déficit alimentario de más de 20 años y un ominoso ingreso de capitales golondrinos (en 2012 entraron unos 140 mil millones de dólares –mmdd–), voceros oficiales y de la IP anuncien, como en riesgoso trance de euforia, que los fundamentales están sólidos. Quizá es por la perspectiva de fabulosos negocios al abrigo del Programa de Ajuste Estructural (PAE) impuesto por Estados Unidos cuya macroeconomía incluye la austeridad y mantener la desregulación de los flujos especulativos, como la que agilizó la debacle de diciembre 1994 y el gran saqueo que siguió bajo un rescate a favor de los especuladores, que puso la reserva petrolera de aval y bajo la jurisdicción de la Corte del distrito de Manhattan. Desde entonces las grandes firmas extranjeras y asociados locales, gracias a los PAE, cosechan enorme riqueza en sectores que van de la agricultura, el comercio, los ferrocarriles y la maquila, a la banca, la cerveza, las pinturas.
Como muestra un botón: el desastre humano y económico del PAE agrícola, el Agricultural Sector Structural Adjustment Loan –AGSAL I y II– dotado en 1988 con 400 mdd para: 1) eliminar los subsidios globales a los alimentos, 2)reducir la intervención del gobierno en los mercados agrícolas eliminando precios de garantía de los granos, exceptuando en una primera fase el maíz y frijol, ya que, según el BM-FMI-BID, 3) los precios debían ser determinados por el mercado. Como resultado de la eliminación de los mecanismos de regulación –finiquito de Conasupo– se dio un cheque en blanco a la especulación con los granos, fundamento de la dieta popular. Empezó el festín agrario y a los 400 mdd se agregaron otros 700 mdd para que los agricultores prosperaran más, 4) eliminando los controles de exportación y las restricciones cuantitativas en productos clave, 5) reduciendo el papel de nuestras paraestatales agrícolas, 6) liberalizando el comercio agrícola, 7) retirando los subsidios a los insumos, 8) reduciendo la inversión pública en el campo, 9) aplicando la descentralización y recorte de personal en la Secretaría de Agricultura.
Según la presidencia del BM, el éxito mayor fue la modificación (1991) del artículo 27 Constitucional porque propició la subdivisión de los ejidos y su conversión a propiedad privada. Se abrieron las puertas a las grandes firmas transnacionales, que hoy devastan al país. Se alentó la desregulación y la eliminación de la producción nacional de granos, en favor de las importaciones, mientras que se orientó a la agroindustria mexicana a la producción de legumbres y frutas para exportar. Un estudio de Carlos Heredia y Mary Purcell (Development Gap, 1995) muestra cómo con la eliminación de Fertimex y Pronase, el Ajuste Estuctural Agrario dejó a los campesinos sin la protección de los precios de garantía, sin fertilizantes y sin semillas mejoradas, reduciendo todo subsidio.
Lanzaron a 2 millones de campesinos –y sus familias– a la calle y a la frontera. Pero para el BM-FMI-BID los éxitos fueron y siguen siendo considerables: las importaciones crecieron año con año a un ritmo de más de 20 mil mdd. Entre enero y septiembre, 2012, según el Banco de México, el país erogó 17 mil 926 millones 391 mil dólares para comprar alimentos a otros países (La Jornada 6/1/13). Aunque el déficit puede ser mayor en alimentos vitales a la canasta básica, los cereales registran un déficit de 4 mil 306 mdd el mayor entre todos los alimentos, México compró 12 veces más cereales de los que vendió y las semillas y frutas oleaginosas tuvieron un saldo negativo de 3 mil 92 mdd; el déficit de las carnes fue de mil 857 mdd, el de grasas animales o vegetales fue por mil 158 mdd y el correspondiente a la leche, lácteos, huevo y miel ascendió a mil 156 mdd” (id).
Para manejar el estallido se instituyó el Procampo (4 mil mdd iniciales) que, según los asesores del embajador de Estados Unidos James Jones, fue creadoa la luz del TLC para opacar el dolor del campesinado, ya que la privatización ha tenido consecuencias abruptas y catastróficas para la población rural mexicana que pocas posibilidades tiene de modernizarse para competir en el marco del TLC. El gran beneficiario fue Estados Unidos porque, como lo dicen esos asesores, “el giro en los cultivos de las tierras mexicanas favorecerá una mayor importación de maíz y frijol en el corto plazo. El giro en los cultivos mexicanos hacia otros productos básicos –trigo, sorgo, soya, arroz y algodón– hará que para el mediano y largo plazos se dé una mayor demanda de estos bienes sobrepasando la capacidad productiva nacional e incrementando las importaciones de Estados Unidos”.
Los PAE, bajo facha de reformas estructurales, impulsan la economía de Estados Unidos, sus grandes firmas y a un selecto grupo de cómplices locales. Con la agricultura en ruinas, ahora van tras el platillo mayor del festín privatizador: electricidad, petróleo y el gas ¡shale!
¿De ahí la euforia?