Culebrón en el Elíseo
Suspenso, rebotes, revelaciones, mentiras y escándalos se suceden a un ritmo vertiginoso que convierte el tema en affaire de Estado y hace tambalearse al presidente Emmanuel Macron
Vilma Fuentes / I
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de julio de 2018, p. 40
Miércoles 25 de julio de 2018, p. 40
El palacio del Elíseo parece haberse convertido en el teatro de farsas, bufonadas y otros vodeviles. Comedias más picantes a cada mandato presidencial, con esa inclinación a las historias galantes de los franceses desde la época de la monarquía.
A la esposa del general De Gaulle no le agradaba mucho habitar un palacio
construido para una cortesana: la marquesa de Pompadour, favorita de Luis XV. Pero los gustos dieron un giro de 90 grados con la llegada de Giscard a la presidencia y sus escapadas nocturnas en busca de aventuras femeninas. Siguió Mitterrand y su doble vida: todo un servicio de espionaje telefónico para guardar en secreto la existencia de su hija natural que podía impedirle ser electo y relecto. De Chirac hubo rumores, pero logró evitar cualquier escándalo.
Con Sarkozy, la vida privada se vuelve pública: Cecilia lo abandona por el director de campaña apenas electo su marido, quien se consuela casándose con la atrevida modelo Carla Bruni. El vodevil parece llegar al colmo con Hollande, quien rehúye el matrimonio como la peste y llega al Elíseo con su compañera, la periodista Valerie Trierweiler, a quien engaña con una joven actriz. Fotografiado en una motoneta para ir a sus citas amorosas, Valerie estalla en una de esas escenas conyugales donde se arrojan los muebles, en el caso los del Elíseo, a la cabeza del otro.
Al fin, con la entrada de Emmanuel y Brigitte Macron al palacio, el público puede soñar con una bella historia de amor entre una mujer más de 20 años mayor que el joven alumno, por quien rompe con el padre de sus tres hijos.
Por desgracia para los crédulos lectores de novelas rosas, las cosas han tomado otro aspecto, bastante dudoso, desde hace unos cuantos días. Un verdadero culebrón tiene lugar en el Elíseo: suspenso, rebotes, revelaciones, mentiras y escándalos se suceden a un ritmo vertiginoso que convierte el culebrón en un affaire de Estado y hace tambalearse al inquilino del Elíseo, el presidente Macron.
Durante las manifestaciones del pasado primero de mayo, un tipo de civil, pero con casco y brazalete de policía, es filmado mientras golpea y patea en el suelo a un muchacho sin que los otros policías, éstos uniformados, intervengan. Aunque el video circula en Internet, el asunto pasa desapercibido. Quienes lo ven imaginan un abuso más de las fuerzas del orden. Además, desorden y pillaje se atribuye a los black blogs.
Sólo dos meses y medio después estalla el escándalo, cuando el diario Le Monde publica el video e identifica al falso policía como un tal Benalla, muy próximo del presidente Macron, considerado en un primer momento como su guardaespaldas. Interrogado, el Elíseo afirma haber suspendido durante 15 días a Benalla en castigo, pero Benalla goza de privilegios especiales: departamento de 200 metros cuadrados en el lujoso edificio de quai Branly, dependencia del Elíseo muy codiciada y cara, donde Mitterrand alojaba a su amante y a su hija natural; un sueldo de 7 mil y pico de euros; auto de lujo con chofer; un posible adelanto de 180 mil euros para remodelar el departamento. El asunto se envenena con testimonios de sus amenazas de arresto y otros abusos. Sigue la desaparición de videos comprometedores con la ayuda de funcionarios policiacos.
A esto se agrega que, a pesar del rechazo de las autoridades competentes a concederle licencia de porte de armas, Benalla está armado. La pregunta es: ¿por qué y de dónde vienen tantos privilegios? La Asamblea constituye una comisión de investigación parlamentaria.
Se interroga al ministro del Interior, quien, durante dos horas y media, responde que él no sabe nada, cuando debe ser la persona más informada, pues se trata de la seguridad del mandatario, y señala como responsables al Prefecto y al Elíseo, pues no le toca a él levantar una queja. El Prefecto apunta también hacia el Elíseo.
Un director de policía afirma que nunca se suspendió a Benalla. El conjunto de la oposición reclama una respuesta a Macron, mientras la policía levanta una queja por usurpación de identidad, ya que la impostura de Benalla los desprestigia. El Prefecto habla de
amiguismo malsanoen el Elíseo. Los políticos hablan de favoritismo, de protección demasiado aproximada e incluso de
favorito. Mentiras y revelaciones de un asunto de Estado.
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