Astillero
AMLO: designaciones polémicas // Toma parcial de poder // De la plaza, a la silla // Mondragón y Kalb: 1D 2012
Julio Hernández López
▲ ADIÓS AL PRI. Decenas de personas, la mayoría jóvenes, cantaron por 20 minutos Los dinosaurios, de Charly García, frente a la sede nacional del PRI. Algunos participantes dibujaron tres de estos animales en la entrada principal del inmueble y escribieron:
Los dinosaurios van a desaparecer.Foto Marco Peláez
E
n la relampagueante toma parcial del poder que ha ejecutado en una intensa semana (reunión con Enrique Peña Nieto, conferencia telefónica con varios jefes de Estado y en especial con Donald Trump, conferencias de prensa al mayoreo, baños viales de pueblo, cambios y anuncios de su pregabinete, esbozo de políticas prácticas en temas delicados), Andrés Manuel López Obrador ha ido transitando de la condición de líder opositor en plaza pública (12 años en ese ejercicio) a su nueva realidad, la de factor de equilibrio económico, político y social de un régimen que desde una sala de terapia intensiva le ha entregado un dominio parcial (Peña Nieto convertido desde hace meses en una figura decorativa de aquello que le es gozoso) y, dentro de pocos meses, el control casi total del aparato de poder (a partir del 1º de septiembre, el manejo del Poder Legislativo federal con mayoría en sus alianzas partidistas en las bancadas del Senado y la Cámara de Diputados; a partir del 1º de diciembre, la pieza rectora de la vida política nacional, la silla del presidencialismo superpoderoso).
Convertido en urgente pieza de salvamento (en el Astillero del pasado 3 se escribió:
Dicho con claridad: el triunfo de AMLO es el triunfo del sistema. De un sistema urgido de mecanismos de corrección para no hundirse ni provocar un estallido socialhttps://goo.gl/A8kHAB), López Obrador ha acelerado su exposición al ácido de la crítica y el desgaste. Aún no toma el poder presidencial, pero ya ejerce una supremacía política diariamente manifiesta. Sus nombramientos, ajustes, declaraciones y consideraciones aún no constituyen hechos políticos en firme, pues la portación de la banda presidencial le queda a menos de cinco meses de distancia, pero, en esa extraña suerte de cogobierno gratamente aceptado por ambas partes, los actos y dichos de AMLO tienen fuerza política (y causan discusión) cual si fueran decretos.
La precoz polémica se ha abierto paso a la hora de anunciar una pieza relativamente secundaria en el esquema de consulta pública sobre la amnistía en materia de delitos menores relacionados con el crimen organizado. Manuel Mondragón y Kalb, un médico con grado oficial en la Marina, usuario ostentoso de mano dura en los mandos policiacos que le ha tocado ejercer, apareció en el listado de quienes podrían asesorar en la organización de la mencionada consulta, que fue detallada por quienes serán secretarios de Gobernación y de Seguridad Pública, la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero y el político nunca en retiro Alfonso Durazo Montaño (ambos, a la vez, senadores electos; ella ha anunciado que ocupará su escaño tres meses y pasará a Bucareli, entre versiones de que podría ser instruida para que se enamore más de la vida legislativa que del rudo ejercicio político junto al Reloj Chino).
Mondragón y Kalb simboliza justamente el tipo de comportamiento policiaco que los votantes de izquierda o progresistas no desean más y, por ello, se generó una repulsa en redes sociales que fue reconocida por López Obrador en declaraciones, pero sin el correctivo correspondiente. Bienvenidas las críticas, pero Mondragón sigue adelante, era el mensaje práctico hasta este domingo. A Mondragón y Kalb se le recuerda especialmente por el operativo policiaco del día de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como ocupante de Los Pinos.
Ese 1º de diciembre de 2012, aún con Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno capitalino (no dejaría el cargo hasta el 5 de diciembre), el estilo tolerante (hasta excesos, incluso) de la policía capitalina cambió conforme a las necesidades de la imposición peñista, llegada al poder a billetazos, pero también a garrotazos. Hubo un muerto (el profesor de teatro Juan Francisco Kuykendall), centenares de golpeados, detenidos y consignados judicialmente y la instauración formal del método policiaco del
encapsulamientode protestas y manifestaciones.
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