Astillero
Morena (AMLO), a cuatro años // 30 mdv: vaticinio cumplido// (Casi) Todo el poder
Julio Hernández López
▲ LISTO EL TEPJF PARA APROBAR. Los magistrados Reyes Rodríguez, Janine Otárola y el presidente de la Asociación de Tribunales Electorales, César Wong, al término de la inauguración del encuentro Certeza Jurídica: rumbo a la validacion de los comicios de 2018.Foto Cristina Rodríguez
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uatro años atrás, el 9 de julio de 2014, la atención estaba centrada en los pormenores mundialistas de Brasil: en sesión de tiros penales, Argentina vencía a Holanda y pasaba a la final futbolera, que sería contra Alemania. Ese mismo día, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) otorgaba registro a tres nuevos partidos: Humanista, Encuentro Social y Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El último párrafo de la nota, publicada por la reportera Georgina Saldierna en La Jornada, asentaba: “Entre las tareas de Morena se encuentra la creación de una oposición real, pues el Pacto por México sepultó a la que había; que haya una fuerza política que defienda a la gente de medidas que la afectan, como los gasolinazos, y lograr cambios por la vía pacífica y electoral”. A la sesión del INE asistieron Martí Batres y Berta Luján, presidente y secretaria general del nuevo partido, y tres de los principales juristas de esa organización: Bernardo Bátiz, José Agustín Ortiz Pinchetti y Jaime Cárdenas Gracia.
En la misma edición del 10 de julio, en la que se publicó la nota sobre el registro de Morena, se incluyó una entrevista con el creador y dirigente real de ese partido, Andrés Manuel López Obrador. En un párrafo, Alma Muñoz y Roberto Garduño dejaron constancia de un vaticinio, casi increíble en su momento:
Calcula (López Obrador) que en cuatro años de trabajo con el pueblo podrá obtener 30 millones de votos, casi el doble de los conseguidos en las pasadas elecciones presidenciales, en 2012.
López Obrador excedió por 46 mil votos su profecía electoral: obtuvo 30 millones 46 mil voluntades a favor, lo cual constituyó 53.17 por ciento del total de sufragios emitidos: la más alta votación conseguida por un candidato presidencial en la etapa posrevolucionaria (Francisco I. Madero, en elección extraordinaria, luego de la partida de Porfirio Díaz, obtuvo 99.27 por ciento de la votación indirecta entonces vigente, en la que participaron 27 mil electores representativos). El candidato tabasqueño obtuvo más de la mitad de los votos emitidos, sin controversia alguna y dotado de la máxima legitimidad (Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, también obtuvo oficialmente más de la mitad de los votos, gracias a unas décimas de punto, pero envuelto en una evidente crisis de legitimidad).
Pero el triunfo de AMLO no fue único. El primer día del mes en curso cambió de manera escandalosa el mapa del poder político mexicano, en una dimensión que aún no se alcanza a apreciar en su totalidad y profundidad. Salvo Guanajuato, adonde ayer fue de visita el actual ocupante de Los Pinos, Enrique Peña Nieto, casi en confirmación geográfica de su soledad política, el huracán Andrés Manuel barrió con casi todo lo posible, haciéndose, en un giro que en sí mismo entraña el riesgo del caudillismo y el autoritarismo, siempre presentes en la historia nacional, del control del Poder Legislativo federal, con mayoría en la Cámara de Diputados y en la de Senadores; también, de las gubernaturas en disputa, entre ellas la estratégica Ciudad de México (con Claudia Sheinbaum al frente); de la mayoría de los congresos estatales (lo cual significa un trascendente paso hacia la fiscalización del dinero público en las entidades federativas, donde los gobernadores saqueadores han tenido permanente impunidad); y de las principales presidencias municipales del país que estuvieron en juego. Con esa fuerza podrá definir, además, cargos en organismos nacionales autónomos y nuevos ministros en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Hoy celebramos cuatro años del registro de Morena como partido político. Dejo a cada quien que haga sus propias reflexiones, porque yo, en este caso, no soy objetivo. Sostengo que es un fenómeno mundial, tuiteó ayer López Obrador. Ciertamente es un fenómeno mundial. Hay que puntualizarlo sin regateos, con la esperanza de que esa concentración de poder produzca los cambios urgentes que México demanda.
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