EL DELFÍN

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jueves, 26 de marzo de 2015

Extraviado protoganismo de la autoridad electoral


Los promotores de la abstención, el voto nulo o el boicot de las elecciones tienen ahora a un nuevo ideólogo: Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, por añadidura
Extraviado protagonismo de la autoridad electoral
Pablo Gómez
“Las elecciones no van a resolver los problemas que aquejan a México”, se atrevió a decir el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral. Entonces, ¿qué resolverá aquello que aqueja a la nación? Eso no lo ha dicho Lorenzo Córdova, pero afirmar que las elecciones “no van a resolver los problemas” es soslayar el papel del voto como la forma menos violenta justamente de resolver problemas, es decir, mediante la expresión de la decisión política de la mayoría. Negar esto es negar todo el discurso democrático. Pero que lo haga el consejero presidente del órgano electoral requeriría de un serio examen sobre la integración de esa institución de la República.
Las elecciones, agregó Córdova, “son la vía privilegiada en las democracias, para debatir públicamente, de cara a la ciudadanía, las distintas propuestas y las distintas soluciones que son planteadas por los partidos políticos”. Ahora se nos informa desde el INE que las votaciones ciudadanas sirven “privilegiadamente” para que los políticos debatan entre sí (mientras les escuchan los ciudadanos) las distintas soluciones ofrecidas por los partidos, mucho antes que el momento en que los ciudadanos toman las decisiones políticas fundamentales dentro la tal democracia. Si una de las críticas de la democracia representativa es que la ciudadanía decide en el plano político sólo en las elecciones periódicas pero casi nunca en la toma posterior de otras decisiones trascendentales, el consejero presidente del INE nos desvela que la elección en realidad sólo sirve para el debate pero no para decidir, es decir, para resolver siquiera alguno de los problemas que nos aquejan. Se desconoce también, para decirlo rápido, los cambios que en años recientes han ocurrido en América Latina mediante elecciones.
Lorenzo Córdoba sigue de frente: “necesitamos –dice-- un debate electoral tan franco como sea posible y tan ríspido como sea necesario para que la ciudadanía clarifique la oferta política de cada contendiente y emita su voto de manera informada con el único límite de los cauces que establece la propia ley”. ¡Wow!, el supuesto árbitro electoral les dice a los políticos lo que tienen que hacer. Este discurso no tiene desperdicio, pero hemos de dejarlo para entrar en algo quizás más importante: el protagonismo de la autoridad electoral.
Según la Constitución, el INE debe organizar las elecciones y ser en ellas la autoridad administrativa. Se trata de dirigir el sistema para recibir los votos y contarlos bien. Pero, además, el INE tiene la encomienda de garantizar la equidad en las contiendas, la cual, por cierto, ha estado verdaderamente escasa bajo la presidencia de Lorenzo Córdoba, quien no ha querido oír, ver ni hablar de las sistemáticas violaciones a la ley de parte del Partido Verde, así llamado, y del uso de los programas gubernamentales.
En conclusión, los organizadores y árbitros administrativos no opinan, no dan cátedras, no les dicen a los políticos lo que deben hacer, no actúan a título personal, no representan a la República, no han sido elegidos por el pueblo. Sólo cumplen con la ley en el marco de sus atribuciones constitucionales. Si quieren dar cátedras, ahí está la academia; si quieren dar consejos, ahí están las asesorías en gobiernos y partidos; si quieren irrumpir en la política, ahí están las organizaciones; si quieren teorizar sobre la democracia y el papel del sufragio, que se la jueguen con la publicación de sus personalísimas opiniones, pero que no traten de usar sus cargos públicos para tan aventureros propósitos.
El protagonismo de los consejeros electorales, en especial del consejero presidente, no viene de Córdova sino, más bien, éste es una réplica de los anteriores. Todos lo han hecho. Y, así, todos se han tenido que tropezar con la misma piedra de falta de rectitud en su precisa función constitucional. Mas Córdova ha ido más lejos que otros en este aspecto: ha mandado por un tubo el significado y valor del sufragio, lo ha reducido al momento en que los políticos han de hablarle a los electores pero negando la tarea decisoria de la ciudadanía a través del voto.
Así, los promotores de la abstención, el voto nulo o el boicot de las elecciones tienen ahora a un nuevo ideólogo: Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, por añadidura.

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