EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Peña y Videgaray, achichincles de Trump

Peña/Videgaray, achichincles de Trump Carlos Fazio
C on su diplomacia bananera, su falsa modestia y su camuflaje de aprendiz de canciller −maquillado adrede con un nuevo look−, Luis Videgaray oficia como caballo de Troya y achichincle de la administración Trump para destruir a México como Estado-nación. Según la Real Academia Española y otros ‘mataburros’ afines, de su etimología náhuatl (achichinqui, de atl ‘agua’ y chichinqui ‘que chupa’; en las minas, trabajador que saca el agua de los veneros), achichincle ha derivado en un sustantivo que define a una persona que cumple órdenes de un superior de manera incondicional, adulándole en todo. En Yahoo respuestas!, achichincle es quien muestra obediencia total a su superior, sea éste de la calaña que sea; es servir de gato arrastrado a un personaje por demás dudoso, deshonesto, adinerado y con poder. Y para el Regio Diccionario, achichincle es un pobre diablo, el que hace los mandados, y usado como sinónimo de saludo equivale a ‘güey’. Traducido al inglés, achichincle se lee lackey, que en español significa lacayo; criado de librea, persona aduladora, servil. Desde la lógica imperial, el amo desprecia al lacayo, quien, como perro faldero, con una caricia y unas croquetas mueve la cola feliz. Frankin D. Roosevelt los llamaba nuestros hijos de perra. Nunca quedó claro si se refería a Anastasio Somoza García o a Rafael Leónidas Trujillo, pero es irrelevante ya que lo esencial, desde el punto de vista imperial, es que ambos eran sus sons-of-bitches: brutales, voraces depredadores. Roosevelt los despreciaba, pero los necesitaba para controlar con eficacia y sin miramientos a sus repúblicas bananeras, al servicio de los intereses estratégicos del imperialismo. En La ventaja del achichincle, el culto y erudito Guillermo Sheridan señala que el uso del término de marras es un vituperio clasista con un ingrediente racial derogatorio, que contiene una paradoja significativa: convierte los oficios de pobre en un insulto de burgueses: lacayo, siervo, palafrenero, caballerango, criado, sirviente, chaflán. Añade: Achichincle nombra a los indígenas nahuas que ayudaban a sacar agua de las minas, faena de casi esclavitud. Sheridan nos introduce en otra variable: la relación amo-esclavo, que en términos de la lucha de clases conduce, también, a opresor-oprimido. En Los condenados de la tierra, Fanon y Sartre nos liberan de culpa y nos derivan a la relación colonizador-colonizado. A propósito de la Francia (colonialista) del general De Gaulle en Argelia, el filósofo, siquiatra y revolucionario martiniqués nos dice que “el colonialismo no es una máquina de pensar, no es un cuerpo dotado de razón. Es la violencia en estado de naturaleza…” Y en la introducción, Sartre, filósofo de la Sorbona, sentencia: El colono no tiene más que un recurso: la fuerza; el indígena no tiene más que una alternativa: la servidumbre o la soberanía. Servidumbre se relaciona con sometimiento. Ello remite al apóstol Martí, quien en 1889 descubrió y reveló los trajines anexionistas del gobierno estadunidense, confabulado con quienes llamó cubanos sietemesinos dispuestos al sometimiento yanqui. Caído en desuso el anexionismo, Videgaray y su jefe Enrique Peña Nieto quieren hacer de México un gran bantustán (tipo Lesoto o Gaza y Cisjordania), según se desprende del contenido del comunicado de las secretarías de Hacienda y Relaciones Exteriores en torno a las sanciones anunciadas por la administración Trump contra de Venezuela. Como señaló el capítulo México de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, “el grado de sumisión (de Peña Nieto et al.) ha rebasado los límites de la racionalidad, degradando la dignidad que cualquier país debe enarbolar”. A su vez, el editorial de La Jornada del 28 de julio, sintetizó: sumisión (a Estados Unidos) e injerencia (en la política interna de Venezuela). Por su parte, Cuauhtémoc Cárdenas calificó la posición gubernamental como abyecta, entreguista, oportunista, convenenciera, pusilánime e ignominiosa, por plegarse sin ningún tipo de argumentos propios a las instrucciones de Washington, en un claro sometimiento intervencionista y servil. Esto sucede, en parte, porque el combo trumpista Peña/Videgaray no tiene contrapesos en la Cancillería mexicana. El subsecretario Carlos de Icaza y su mafia se han plegado sin chistar a la línea dura del régimen, y la subsecretaria Socorro Flores exhibe una total falta de oficio diplomático. Se suma el hecho de que en su patio trasero, al alto mando imperial le conviene tener gobernantes corruptos y sin legitimidad; lacayos totalmente maleables y obedientes. Y aquí, como decía Carlos Fuentes, la corrupción lubrica al sistema (ver Manual del perfecto político). Dado que en México un político pobre es un pobre político, aunque tenga que tragar sapos y oficiar como siervo adulador y “ yes-man” del amo imperial, Peña sabe que la oportunidad de hacerse rico se la da el sexenio y aspira ingresar luego a la clase capitalista trasnacional (Robinson). Pero para ello, antes debe aplicar en México el modelo de la destrucción lucrativa vía la guerra permanente. Un prominente embajador emérito mexicano aseveró que la Secretaría de Relaciones Exteriores ya valió. Lo que está valiendo es México como Estado-nación. Si Anthony Scaramucci, jefe de Comunicación de la Casa Blanca (la de EU), dijo a la BBC hace un par de días que la tarea de Donald Trump es impulsar o hacer arrancar una nueva startup (empresa emergente con gran capacidad de innovación y cambio) disruptiva (como ruptura brusca) del sistema político estadunidense para regresarlo a las raíces de la disrupción original (la de los padres fundadores: la separación de las 13 colonias de Inglaterra) y hacerse cargo de la población, ¡imaginémonos −muro y xenofobia mediantes− qué le tiene reservado a México el nuevo doctor Strangelove (el doctor Insólito del filme de Kubrick) desde su cuarto de guerra en la Oficina Oval! Subir al inicio del texto

Amenaza y terror

Amenaza y terror Luis Linares Zapata
L a grotesca escena no tuvo igual. El sitio escogido para arrojar la amenaza fue la misma sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. Sólo un personaje de mayúscula incoherencia e irracional torpeza como Donald Trump fue capaz de llegar a ella para lanzar, sin tapujo alguno, sin rastros de humanidad, el grito salvaje: ¡Destruiremos Corea del Norte! No es un campo minado, no. Tampoco un páramo desolado, una plaga incontinente o un lejano asteroide. ¡No! Es un país habitado por millones de seres vivos, laboriosos, disciplinados, padres, madres, hijos y ancestros esparcidos por una tierra lejana. Lo hizo, con toda su estrafalaria facha a cuestas, pero con la investidura de presidente de Estados Unidos. Sólo recuerdo un caso en la historia donde se solicitó dentro de una sede política, la del senado de la antigua Roma, destruir a la legendaria Cartago, su odiada enemiga. Lo hizo Catón el viejo y Roma siguió el consejo. Otros tiempos y mucha violencia de por medio. Fue la cruenta lucha por la hegemonía del entonces mundo por ellos conocido. Rivales de similar poder destructivo enzarzados por ambiciones imperiales. Después de esas invectivas romanas, los cartagineses desaparecieron dejando apenas unas cuantas ruinas como huella de su paso por la historia. Otras potencias, otros tiranos, caudillos varios, reyes y líderes han ido a la guerra para saciar sus pulsiones de poder y dominio. Pero nadie había tenido el tupé de este incómodo personaje que, encaramado en el atril de la ONU, tronó contra el pueblo norcoreano. Su enfermizo desplante no precisó a un gobierno, grupo o facción específica. Se refirió, sin matices y con altisonante voz, simplemente, terriblemente, a todo un país. Aciago día para el concierto de las naciones ahí reunidas. No ha habido organismo gubernamental estadunidense que refute o mitigue tamaña desmesura. Se puede pensar que millones de ciudadanos de ese país disentirán de las atroces palabras de su presidente y dirán que no los representa, que no es incluso su presidente. Y habrá que aceptarlo aunque no hay placebo que atenúe la desmesura de este real energúmeno. Pero un refugio hay que encontrar, una excusa –aunque sea torpe– hay que formular para sobrellevar lo escuchado. Claro que ciertos críticos o simple gente normal y decente, se han horrorizado de esas ya indelebles palabras de Trump. Pero, por desgracia, no parecen haber encontrado el punto de inflexión que las nulifique. La soberbia de buena parte de los ciudadanos del vecino país ha sido, por desgracia, manifiesta. Han aceptado, hasta con orgullo, lo dicho por el descontrolado magnate que afirma gobernarlos. Lo cierto es que la amenaza no ha sido un hecho aislado, una muestra de su intemperancia. La paciencia del imperio –parecen decir a coro sus seguidores– es bastante limitada y las consecuencias derivadas serán terribles. Con el paso del tiempo desde que Trump apareció en el horizonte político de Estados Unidos no ha habido tregua ni reposo para sus obsesiones y denuestos. Los mexicanos hemos sido el referente de cuanta diatriba se puede lanzar de aquel lado de la frontera para este otro. Los epítetos han sido atroces: ladrones, violadores, traficantes, asesinos, ilegales y cada acusación ha quedado flotando sin la correspondiente defensa oficial. El gobierno de Peña Nieto ha optado por algo parecido a la contención, el bajo perfil y la calma. Una tesitura que más parece subordinación plagada de temores o franco miedo. Di todo lo que se te ocurra que no tendrás respuesta desde esta parte al sur del río Bravo, parece escucharse. Eres demasiado poderoso para plantarte cara, es la actitud asumida. Sólo se darán pasos laterales, rounds de sombra dentro de un estrecho cuadrilátero donde no se pueden esquivar los golpes, podría ser la conclusión. Si esa fuera toda la historia bien puede catalogarse desde ya como afrenta a la soberanía, a la misma dignidad nacional. Pero no todo queda ahí, por desgracia hay mucho más todavía. De pronto y sopetón el gobierno mexicano inicia una campaña de acoso al gobierno venezolano y de apoyo a su reaccionaria oposición. Se expulsa, con lujo de intemperancia, al embajador coreano y se incita a otras naciones latinoamericanas a coordinar ac­ciones para presionar al presidente Maduro y al resto del chavismo. Todo un plan diplomático, ahora capitaneado por el aprendiz Luis Videgaray, plegándose a la estrategia de los militares que circundan al Trump de todas las incoherencias guerreras. Tal vez la cercanía de las elecciones federales trae consigo presagios nefastos para el priísmo que intentan saciar plegándose al bravucón del norte. Es posible también imaginar que, con tales subordinaciones, se rebajarán ánimos belicosos o se recibirán apoyos de campaña. Lo cierto es que son, cuando menos, crasos errores estratégicos. Subir al inicio del texto

Mexico SA

México SA TLCAN: tercera ronda La última y nos vamos Rébsamen=corrupción Carlos Fernández-Vega
E n el circuito del silencio absoluto –sólo de vez en vez alterado por los tuitazos del salvaje de la Casa Blanca– oficialmente hoy concluye en Ottawa la tercera y última ronda de la autodenominada modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Es de suponer que en la capital canadiense también se darán discursos que no aportan nada y habrá fotografía de ocasión para patentizar lo que los negociadores llaman buena voluntad de las partes. Desde los tiempos de su campaña electoral, uno de los objetivos del xenófobo Donald Trump ha sido México (muro, bad hombres, migración, etcétera) y su pretexto económico se enfoca a lo mucho que nuestro país le cuesta al suyo por el desastre que a éste le representa el citado tratado comercial (pérdida de empleo, fuga de empresas e inversiones y mucho más). El gobierno peñanietista no deja de considerar al citado energúmeno amigo y socio del país que este personaje tanto odia, pero para efectos prácticos de esa amistad y sociedad no ha sacado nada, más que el creciente desprestigio y rechazo de los mexicanos. ¿Hasta dónde llegarán en Los Pinos para, eventualmente, concretar una negociación efectiva y acuerdos expeditos? Quién sabe, pero no le queda mucho tiempo. Si se atiende la siempre rosa versión de la delegación mexicana en la modernización del TLCAN, la primera ronda (en Estados Unidos) fue positiva y el proceso no se tambalea; la segunda (en México) fue exitosa y de la tercera (en Canadá) dirá que fue maravillosa. La última y nos vamos. Sin embargo, de acuerdo con la información que llega desde Ottawa, se espera que Estados Unidos proponga el borrador de un texto sobre empleo, inversión y propiedad intelectual, mientras líderes sindicales de Canadá y Estados Unidos acusan que las leyes laborales más flexibles y sueldos más bajos de México elevan las ganancias corporativas a expensas de los trabajadores de sus países, haciendo del asunto uno de las más disputados de las negociaciones del TLCAN, al tiempo que dirigentes empresariales mexicanos (los del cuarto de junto, que no cuenta con representación del llamado sector social) han dicho que los derechos y pagos a los trabajadores son un asunto interno que cada país debe resolver (La Jornada, Reuters). Y desde la primera ronda el pretexto de la fuga de empleos hacia México y los microscópicos salarios (la competitividad que cacarea el gobierno mexicano) que en nuestro país ha sido uno de los pretextos favoritos de Trump (junto con el déficit y la pésima negociación del TLCAN) y sus secuaces para bloquear, chantajear y, eventualmente, abandonar el tratado trilateral, toda vez que ha condicionado –dice– las negociaciones a que en nuestro país se paguen mejores salarios, con el fin de evitar que empresas estadunidenses generen plazas laborales en su país y no aquí. Desde luego que tal reivindicación no se da por razones sociales ni humanitarias, pero la exigencia de Trump pega en uno de los ejes de la política económica de las últimas tres décadas y media, es decir, la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias: la primera ha quedado clara con la constante pérdida del poder adquisitivo del salario; lo mismo la segunda, pero en sentido contrario, es decir, el constante aumento de la riqueza y el ingreso de los amigos y defensores del régimen. ¿Qué obtuvo México en las tres rondas? Sólo los íntimos lo sabrán, pero ahora que no está agendada una cuarta ronda, los negociadores nacionales deben informar detalladamente en qué cedió el gobierno peñanietista y qué obtuvo a cambio, si es que ello ocurrió, porque las valentonadas de ocasión del aprendiz Videgaray y el cuento del plan B de Guajardo no alcanzan ni para la botana. En vía de mientras, parece obvio que se desaprovechó la oportunidad de encontrar otras rutas económicas para el país, porque como bien lo ha advertido el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic) sin importar el resultado de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, México deberá modificar su modelo económico. Ello, porque la evidencia del agotamiento del modelo de apertura maquiladora, de lógica monoglobalizadora y dependiente de la dinámica manufacturera de Estados Unidos, volcada hacia el encadenamiento al exterior, al mismo tiempo que se debilitaba la vinculación interna, era contundente desde antes que Donald Trump planteara la necesidad de revisar el TLCAN. El Idic recuerda que la baja productividad del modelo mexicano de apertura fue puesta en evidencia por las propias instituciones oficiales; la mejor prueba de ello quedó reflejada en las declaraciones del (entonces) titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, en 2013, cuando el hoy aprendiz reclamaba: Vemos que en México hay dos historias, una de un crecimiento sostenido de la productividad entre 1950 y por lo menos a mediados de los años 70, y otra donde la productividad decae y después se estanca. Paradójicamente, el segundo periodo citado es el de la apertura económica, cuando en teoría se tenía que propiciar una mayor productividad y competitividad de la economía mexicana. Para el Idic el choque ha debido llegar del exterior, bajo la forma de la renegociación del TLCAN. El problema, dice, es que “la postura de Canadá y México es netamente defensiva; (Trump) desea desbordarlos con una negociación rápida y circunscrita a la agenda de Estados Unidos. Sólo la oposición de las grandes empresas trasnacionales estadunidenses podrá frenarlo; curiosamente esa es la Línea Maginot del Tratado. La reducción del déficit comercial, la brecha salarial y el combate a la corrupción sólo son distractores, pues el objetivo central es alinear a sus socios a un marco legal más cercano a los intereses de la Casa Blanca”. Las rebanadas del pastel Dice el consejero presidente del Invea, Meyer Klip Gervitz, que la institución a su cargo pidió el cierre del colegio Rébsamen por permiso falso, pero no lo cerraron; que hace siete meses invitó y conminó a las autoridades del colegio a dejar de operar como escuela, pero se mantuvo en operación; que pidió la suspensión de actividades, pero nada sucedió; y que, en fin, el uso de suelo era habitacional, pero ninguna autoridad impidió que funcionara como escuela. Nadie movió un dedo. Y el altísimo precio de tanta corrupción, negligencia y lesa madre lo pagaron quienes no eran responsables: los niños que allí perdieron la vida. Twitter: @cafevega cfvmexico_sa@hotmail.com Subir al inicio del texto

Dinero

Dinero ¿Dónde están los donativos en dinero? La IP forma fideicomiso, para mayor transparencia Colegio Rébsamen resbala a pleito político Enrique Galván Ochoa
E l fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, donó un millón de dólares; el jefe de Google, Sundar Pichai, otro millón; Tim Cook, director ejecutivo de Apple, no se quedó atrás y puso sobre la mesa uno más. Uber contribuyó con 5 millones de pesos. También el papa Francisco. Y un largo etcétera. Algunos donativos fueron enviados directamente a la Cruz Roja, ¿pero los demás? ¿Los anónimos, que deben ser muchos? Hay antecedentes muy lamentables sobre el manejo de recursos en otras catástrofes. ¿Quién está recibiendo los donativos? ¿Qué destino están dando al dinero? Por lo pronto, las agrupaciones empresariales de la Ciudad de México anuncian la creación de su propio fideicomiso, Fuerza México. El fideicomiso permitirá el manejo de donativos, como los de tiendas de autoservicio, de manera transparente, dice Vicente Yáñez, presidente de la Antad, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales. Integraran el fideicomiso representantes de las organizaciones que conforman el Consejo Coordinador Empresarial. Contará con un apartado especial al que el gobierno capitalino destinará los recursos que reciba del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales, o Fonden, según el presidente de Canaco, la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo, Humberto Lozano. ¿Puede Miguel Ángel Mancera, legalmente, aportar recursos públicos a un fondo privado? Ya lo hizo con el Fondo del Taxi. La iniciativa de los dirigentes del sector privado es buena, también es comprensible su desconfianza hacia los funcionarios, finalmente son sus aportaciones y están en su derecho de manejarlas como decidan. Sin embargo, no deberían ser excluyentes. ¿Y los jóvenes?, ¿y la sociedad civil? ¿Los van a excluir? ¿Por qué no integran a la UNAM, el ITAM, el Poli, la Ibero, la Universidad Anáhac y el Tec? Tantos halagos a la sociedad civil, en particular a sus jóvenes, pero los dejan fuera a la hora de instrumentar el rescate. Tragedia y política Además de Mónica García Rivera, la propietaria del Colegio Enrique Rébsamen, ¿hay otros responsables de la tragedia en la que perdieron la vida 19 niños y siete adultos? El edificio era una combinación de escuela y habitación. Meyer Klip, presidente del Invea, dice que la responsabilidad de emitir permisos de construcción corresponde directamente a la delegación Tlalpan, porque el instituto no tiene facultad para expedir permisos, autorizaciones, ni puede revocarlos. En cuanto a la presunta falsificación de documentos de uso de suelo y la investigación al colegio, Klip apuntó que en septiembre de 2016, el instituto realizó una visita de verificación a solicitud de los vecinos. El dictamen señaló que uno de los edificios no tenía permiso de uso de suelo para escuela, pero la propietaria impugnó ante tribunal para seguir operando. Por su lado, Claudia Sheinbaum, delegada de Tlalpan, precisó que en 2010 y 2014 el colegio recibió avisos de suspensión de obras. Asegura que la presunta falsificación de documentos (por uso de suelo) es responsabilidad del Invea, por lo que la delegación no podía clausurarla. La tragedia apunta hacia un conflicto político entre el PRD y Morena. Eso es secundario; lo importante es que los responsables, si los hay, no queden impunes. Foto Al volante El único país del mundo, Arabia Saudita, que prohibía a las mujeres conducir automóvil finalmente quitó el freno. Un derecho solicitado desde hace años por grupos de mujeres saudíes será posible a partir del próximo junio de 2018. ¡Gulp! (Comentario no machista, pretende ser divertido). Ombudsman social Asunto: un año de cuotas Por este medio queremos hacer la petición al secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Juan Díaz de la Torre, de que done las cuotas sindicales de un año para los damnificados por el sismo del #19S. Cabe mencionar que nunca se ha comprobado que estos recursos hayan sido destinados para fines sociales. Hemos subido la petición a change.org. Solicitamos firmas de apoyo. Blanca Itzel Mendoza R: Aunque reunieras un millón de firmas, la veo difícil. Twiteratti Continúa construcción de torre de 185 millones de dólares en Xoco, pese a tragedia y prohibición. Libre en el Sur @libreenelsur Ni los expertos en tecnología ni los gurús del marketing, un sismo nos vino a enseñar para qué sirven las redes sociales. Édgar G. Pichardo @ElDeCreativo Da igual si son plurinominales o no los diputados que se eliminarían. Nuestro Congreso es obeso, caro e ineficiente. Ángel Gilberto @Regino67 Twitter: @galvanochoa FaceBook: galvanochoa Foro: elforomexico.com/encuestas/ galvanochoa@gmail.com Subir al inicio del texto

El coeficiente corrupcion/ incompetencia

El coeficiente corrupción/incompetencia Claudio Lomnitz
P asé el terremoto muy lejos de México, siguiendo las noticias. Preocupado. Compadeciendo en el sentido preciso de esa palabra, sufriendo con otros. Imaginando. ¿Cómo será mandarle un abrazo a un país entero? No lo sé, pero aquí va. Ojalá que la gente en México pueda sentir el que llega desde todos los puntos de la Tierra, y que sí existan las buenas vibras, como con tanta seguridad afirman los esotéricos del mundo entero. Por mi parte, que sí las hay. Los grandes terremotos son siempre momentos que marcan a las generaciones. El gran terremoto de San Francisco de 1906, por ejemplo, fue posiblemente el primer gran evento mediático mundial. Las fotos de prensa tomadas allí circularon por todo el mundo casi instantáneamente, porque tenía poco que se había tendido el primer cable telegráfico trasatlántico. El mundo entero vio no sólo la destrucción y los incendios, sino que discutió también la corrupción política, el vértigo de la composición étnica de aquella ciudad tan nueva y tan moderna, y las distancias entre pobres y ricos. Con ese terremoto nació toda una generación de políticos, activistas y periodistas. Algo parecido sucedió en el gran terremoto del Japón en 1923, que fue interpretado como muestra de la corrupción moral de la sociedad japonesa, y tomado como un llamado a hacer una reconstrucción social que se usó también para reprimir a la disidencia política. La tierra traga, avienta y revuelve, colapsa edificios y agrieta avenidas, arrojando imágenes incongruentes, como de un carnaval macabro en que todo lo de adentro está afuera. Es el mundo al revés, donde hay encuentro con los extraños y lo conocido se desfigura. Luego comienza el arduo proceso de cotejar daños y también de volver a la rutina; pasamos entonces de encomendarnos humildemente a Dios a erigirnos en jueces implacables, listos para inculpar a quien sea. El estudio de la factura y las increpaciones a culpables reales o supuestos es algo tan inevitable, como lo son, en otro momento, los rezos y rogaciones hasta del más ateo. Todavía no ha habido en México una experiencia parecida a la que hubo en Chile hace unos años, cuando las construcciones resistieron casi todas una sacudida de magnitud ocho. En México siempre caen estructuras, pocas o muchas, pero cuando llega el momento de las increpaciones, da la impresión de que sólo hay una medida que interesa en la opinión pública, y esa es la corrupción. Es como si lo único que arrojara a la luz el terremoto es lo que ya todos estamos acostumbrados a denunciar. Sería bien útil si en este terremoto se fueran desarrollando también otras medidas, para con ellas discutir otros temas relevantes. Habría oportunidad de hacer una estadística basada en un conteo edificio por edificio y casa por casa. ¿Cuántas edificaciones se cayeron por prácticas de construcción que podríamos clasificar de corruptas? ¿Cuántas se cayeron por ser de autoconstrucción, o hechas con materiales y técnicas tradicionales? ¿Cuántas colapsaron por la incompetencia técnica algún profesionista? Convendría generar una estadística que revelara la razón que hay entre corrupción e incompetencia en la mala construcción, porque la incompetencia no es un tema tan discutido como la corrupción, y quizá tendría que serlo. Es más fácil canalizar el encono popular contra un corrupto que contra un incompetente, pero eso no significa que el incompetente sea menos dañino. Se podría comenzar estudiando casos de daños en edificios caros, construidos por arquitectos e ingenieros conocidos. ¿Cómo explica cada constructora la razón de que su edificio se cayera? ¿Cómo lo explica, en cambio, un peritaje imparcial? ¿Hubo estudios de suelo incorrectos? ¿El edificio se cayó porque los códigos de construcción resultaron ser inadecuados? ¿En qué aspecto? ¿Hubo errores de cálculo? ¿Alguien robó varilla? ¿Estaban mal hechas las soldaduras? ¿Por qué se cae un edificio caro? ¿Qué se requiere para construir en predios de zonas sísmicas tan complicadas como pueden ser las colonias Condesa o Roma? ¿Por qué luego se cayeron edificios ahí de cualquier modo? ¿Hubo corrupción a nivel de permisos? ¿Hubo incompetencia técnica de parte de los ingenieros? Ir computando respuestas paso a paso; elaborar una muestra representativa, y una base de datos que permita arrojar un número –llamémoslo el coeficiente corrupción/incompetencia– que nos ayude a visualizar el costo ya no sólo de la corrupción, a la que siempre le achacamos todo, sino también de la incompetencia, que rara vez calculamos. En medio de lo desgarrador de las tragedias que desencadenan, los desastres ofrecen también algunas oportunidades. Estamos ante una oportunidad de medir los costos de la corrupción, cierto, pero también el precio que tiene la incompetencia en una sociedad donde un cirujano puede olvidar su estetoscopio en el abdomen de su paciente, cocerlo, e irse tranquilamente a casa, sin temor alguno a perder su empleo, una sociedad rebosante de universidades patito, privadas y públicas, y colegios que gradúan analfabetas funcionales. Aquello tiene un precio que usualmente no medimos, pero que el terremoto nos permitiría conocer. A menos que nuestra incompetencia lo impida. Subir al inicio del texto

Desastres naturales y jerarquias de dominacion

Desastres naturales y jerarquías de dominación Alejandro Nadal
E n el año 464 antes de la era presente, un terremoto arrasó la ciudad-estado de Esparta y mató a 20 mil personas. Estudios modernos estiman que el movimiento telúrico fue de 7.4 en la escala de Richter. La catástrofe fue aprovechada por la población de ilotas, los siervos de Esparta, para alzarse en rebelión. Los ilotas no eran esclavos, pertenecían al Estado y debían trabajar la tierra a la que estaban adscritos bajo la supervisión y a las órdenes de los espartanos. A medida que había crecido la población de ilotas, el miedo de los espartanos fue aumentando. El maltrato, la intimidación y los rituales de masacres anuales se volvieron comunes para someterlos. Así que cuando sobreviene el terremoto y los ilotas se rebelan, los espartanos no titubearon en recurrir a sus archi-rivales en Atenas para pedir ayuda en sus esfuerzos por sofocar la sublevación. Según Tucídides, los malentendidos que siguieron entre Esparta y Atenas fueron una de las causas más importantes de las guerras del Peloponeso que habrían de durar más de 21 años. La lección de esta historia es muy importante. Lo que realmente inquieta al poder cuando sobreviene un desastre natural es el desorden social. A las rutinas de la dominación habitual se opone ahora, de pronto, lo accidental y el mundo de lo contingente. Ahora los dominados pueden erigirse en seres independientes y tomar conciencia de que las estructuras de dominación/subordinación son efímeras y frágiles. Los dominantes pierden su lugar en la cima de la jerarquía que se ha colapsado. En el ámbito de lo imprevisto se afirma la oportunidad de cambio para las clases oprimidas. En otras palabras, no son los peligros para la población lo que preocupa al poder, aunque los vulnerables puedan morir o perder su casa. Lo que realmente le inquieta del desastre natural es su ingrediente subversivo. Los espartanos lo tenían claro: la reconstrucción de la ciudad se llevará a cabo después y una vez que se regrese al orden social que existía antes de la catástrofe. Cuando el desastre perturba la jerarquía social existente, se puede utilizar la nomenclatura de la cultura de la protección civil. Con la varita mágica del vocabulario, se puede convertir a los abandonados de ayer en los damnificados de hoy. Se busca restablecer el orden social asignando papeles a cada grupo: los pobres serán de ahora en adelante, vulnerables y damnificados. Lo más apremiante no son sus necesidades y heridas. Lo principal es regresarlos a la rutina de la subordinación. Así se pierde la posibilidad de usar el mejor recurso disponible para enfrentar los desastres naturales: la propia población afectada. Esto es algo reconocido en los mejores análisis sobre los efectos y prevención de desastres. Hay tres razones por las que la población afectada por un desastre natural es el recurso más importante para prevenir y reducir los daños de un desastre natural. Primero, ya está en el lugar de los acontecimientos: puede vigilar, prevenir y, sobre todo, no necesita esperar a que llegue la ayuda. Segundo, esa población conoce mejor que nadie el terreno sobre el cual ocurrieron los hechos, llámese sismo o huracán. Sabe de primera mano cuáles son los caminos alternativos para llevar ayuda y está al tanto de los lugares en los que puede refugiarse la población para mitigar los daños. Tercero, después del trauma inmediato del desastre, la población dañada y sus amigos y familias van a permanecer en el lugar afectado. A pesar de lo largo y penoso de la reconstrucción, no se va a cansar, no presentará el síndrome de la fatiga y no se va a retirar. En síntesis, la población afectada tiene un grado de compromiso con la recuperación superior al de cualquier autoridad que aparece en la estela de un desastre natural. Eso explica por qué surgen tensiones entre los equipos de rescatistas locales y voluntarios, por una parte, y las autoridades que llegan desde el exterior a la comunidad. Pero para que la población pueda efectivamente convertirse en ese recurso y tenga la capacidad de enfrentar el desastre, se necesita que esté permanentemente movilizada y que disponga de instrumentos y herramientas adecuadas, equipos de comunicación y generación de energía, entrenamiento, simulacros, sus propias rutinas de inspecciones y protocolos para enfrentar la emergencia. Todo esto, por cierto, requiere un presupuesto adecuado a nivel federal y estatal. La población, organizada a nivel de manzana o barrios, debería también poder participar y supervisar el proceso de toma de decisiones sobre uso de suelo y reglamentos de construcción. ¿Estarán las autoridades federales y las de la Ciudad de México dispuestas a aceptar este tipo de movilización y participación de la población? No lo creo. Entonces la siguiente pregunta es si la sociedad tiene hoy la capacidad de organizarse para recuperar su derecho a decidir sobre su propio destino. ¿Tendrá la lucidez de rechazar el regreso a esa normalidad de los 43 estudiantes desparecidos de Ayotzinapa y la del homicidio industrial de las obreras de la calle de Chimalpopoca? Twitter: @anadaloficial Subir al inicio del texto Enlaces Patrocinados Más De La Red

martes, 26 de septiembre de 2017

La UNAM frente a loa sismos

La UNAM frente a los sismos Javier Flores
L a primera reacción ante los sismos del 7 y el 19 de septiembre provino de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El Servicio Sismológico Nacional, cuya sede se encuentra en el Instituto de Geofísica de esa institución, informó con exactitud a todo el país lo que estaba ocurriendo: el tiempo, el espacio y el origen de los dos movimientos principales, así como de las réplicas que les han seguido. Ante cada nuevo evento en estos días terribles, hemos conocido la ubicación geográfica del epicentro, la profundidad en el subsuelo del foco sísmico y su magnitud: 8.2 en el caso del movimiento originado en el Golfo de Tehuantepec –una de las mayores de la historia reciente de nuestro país– y 7.1 el que tuvo origen entre Puebla y Morelos, que afectó a las entidades del centro de la República, entre ellas la Ciudad de México. Y es que frente a las tragedias, una de las mayores necesidades humanas es conocer con la mayor certeza posible el fenómeno que les dio origen y sus causas. Los científicos de la UNAM han explicado que el origen de la sismicidad reciente encuentra su explicación en la tectónica de placas. La corteza terrestre se encuentra fragmentada y dividida en grandes segmentos, los cuales expresan desde hace millones de años movilidad. México es un país con gran sismisidad debido a que en nuestro territorio confluyen al sur las placas de Norteamérica, la de Cocos, la del Caribe, la de Riviera y la del Pacífico. Los movimientos recientes son el resultado del desplazamiento (subducción) de la placa de Cocos por debajo de la de Norteamérica. También sabemos por la explicación de los investigadores pertenecientes al Servicio Sismológico con sede en la UNAM, que dirige la doctora Xyoly Pérez Campos, que si bien se sigue estudiando su posible relación, los movimientos del 7 y el 19 de septiembre son fenómenos independientes. Debo a mi colega y amigo Horacio Salazar, de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia, recordarme que luego del sismo de 1985 investigadores de los institutos de Física y de Ciencias Físicas de la UNAM, entre ellos Jorge Flores y sus colegas en 1987 (en Nature), Víctor Cruz Atienza, del Instituto de Geofísica, y sus colaboradores también en Nature (2011), así como otros grupos de físicos de la máxima casa de estudios, como el encabezado por Alexander Franco Villafañe en Europhysics Letters (2016), entre otros, realizaron estudios que muestran cómo las características del suelo en el Valle de México, por sus orígenes lacustres, amplifican la intensidad y duración de las ondas sísmicas y lo hacen más vulnerable a los movimientos telúricos, lo cual, por otra parte, ha obligado al desarrollo de reglamentos de construcción muy estrictos para la Ciudad de México, en cuya elaboración han participado ingenieros de la UNAM y especialistas egresados de esta institución. En este sentido, la UNAM realiza también investigaciones en el área de la prevención de riesgos, no solamente en el caso de sismos, sino también de otros fenómenos naturales, lo que ha dado lugar a la elaboración de mapas de riesgos en todo el territorio nacional, algunos de ellos en colaboración con otras instituciones. Pero quizás uno de los aspectos recientes que más han llamado la atención ha sido cómo los jóvenes se han convertido en protagonistas de uno de los movimientos de solidaridad más importantes en los años recientes. Luego del terremoto de 1985 en el que la sociedad se volcara a brindar ayuda a sus hermanos en desgracia, no se había visto una expresión tan fresca, genuina y de los jóvenes en el país. Una generación a la que poco se ha entendido, vino a demostrar de qué está hecha y sin aspavientos ha dado lo mejor de sí para ayudar a las víctimas de esta tragedia. Los estudiantes de la UNAM no han sido la excepción, por el contrario, han desplegado acciones trascendentes de solidaridad. Han creado un importante y confiable centro de acopio en las inmediaciones del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, y se han organizado en brigadas que participan en las labores de rescate y de ayuda a los damnificados incluso en los sitios más olvidados por la ayuda oficial. También la Universidad Nacional Autónoma de México ha desarrollado una importante labor de divulgación a través de la Dirección General de Comunicación que lidera Néstor Martínez Cristo, mediante la difusión de información científica a través de una modalidad muy interesante, en la que se convoca a los medios de comunicación a ruedas de prensa para ponerlos en contacto directo con los investigadores en temas e interés periodístico, con lo que se busca garantizar la transmisión de información confiable a la población acerca de los sismos. No quiero decir con lo anterior que la institución que encabeza el doctor Enrique Graue sea la única universidad o instancia que ha hecho frente a los recientes acontecimientos que han enlutado a los mexicanos, pero sí se puede afirmar que ha jugado y juega un papel muy relevante en este momento en que se requiere de una respuesta decidida en favor de México. A todos los universitarios y a los mexicanos nos llena de orgullo. Subir al inicio del texto

Dinero

Dinero ¿Por qué ocultan el Atlas de Riesgos? No pagarán el seguro; quedó corto en grados Richter Los vericuetos financieros del PRI Enrique Galván Ochoa
¿P or qué no hacen público el Atlas de Riesgos de Ciudad de México? Se sabe que en las administraciones de Marcelo Ebrard Casaubón y Miguel Ángel Mancera se han destinado más de 100 millones de pesos para su elaboración. ¿Por qué costó tanto? No hay explicación oficial. Sin embargo, ese es un tema secundario ante las dudas que despierta su ocultamiento. Explica Gustavo García, activista social de la delegación Miguel Hidalgo: ‘‘Muchos de los programas delegacionales hacen referencia al Atlas. El punto es que nadie lo conoce. En CDMX se ha utilizado el criterio que sólo te lo dan si acreditas interés jurídico para alguna zona’’. Entonces, el comprador de una vivienda, desconocedor de la existencia del Atlas, ¿decide a ciegas?, ¿desconoce los riesgos que existen en la zona en la que está adquiriendo un departamento o una casa? ¿Por qué ninguna autoridad lo previno? ‘‘Ocultar dicho Atlas facilita la especulación inmobiliaria’’, dice Gustavo García. De acuerdo con datos de la Secretaría de Protección Civil, durante el gobierno de Ebrard fueron destinados 89 millones 612 mil pesos a la realización del Atlas, provenientes del Fondo Metropolitano y del Fondo para la Prevención de Desastres Naturales. Y entre 2013 y 2014, en el gobierno de Mancera, fueron invertidos 14 millones de pesos más. El paso siguiente será conocer si hay edificios que se desplomaron o salieron dañados en zonas de riesgo y que haya consecuencias. ¿Qué es una catástrofe? El terremoto que destrozó edificios, casas, comercios y oficinas en la capital del país y varias entidades, para la población es una catástrofe, pero para los propósitos de la ingeniería financiera puede no contar como tal. De acuerdo con una nota del Financial Times, el Fonden habría acordado el mes pasado que el Banco Mundial emitiera un bono de 360 millones de dólares en su nombre. Dicho acuerdo fue tomado como un ‘‘colchón’’ o ‘‘amortiguador’’ ante catástrofes naturales y se consideró una buena transacción; sin embargo, parece que hay una trampa. Dice el FT que la opinión pública mexicana se sintió descorazonada cuando supo que el bono sólo paga por terremotos de 7.8 o más grados en la escala de Richter. El desastre del martes 19 de septiembre ‘‘sólo’’ fue de 7.1, por lo que el seguro no podrá ser cobrado. Hay mexicanos que piensan que la medición Richter pudo haber sido manipulada. Se pasan de listos Al final de cuentas, el PRI sólo devolverá a Hacienda 258 millones de pesos del subsidio de este año. Es decir, como partido en el gobierno, se sacará el dinero de un bolsillo para meterlo a otro. Ya verán luego cómo se lo reponen, no necesariamente de un modo detectable. Las otras dos promesas que hizo el presidente del partido, Enrique Ochoa Reza, acompañado por Emilio Gamboa Patrón y César Camacho Quiroz, los jefes de las burbujas tricolores en el Senado y la Cámara de Diputados, están por verse, porque, según dijo Ochoa Reza, serán una iniciativa de reforma constitucional. La primera consiste en eliminar 100 por ciento de los subsidios para la campaña de 2018 (al tricolor le tocaban 1,675 millones de pesos) y eliminar los senadores y los diputados tanto federales plurinominales, como locales. Sin embargo, el PRI no tiene los votos suficientes en el Congreso para sacar adelante el reformón. Bastará con que se ponga de acuerdo con legisladores de otros partidos para ‘‘perder la batalla’’. Se pasan. Foto Ombudsman Social Asunto: lista de listos Incluye a todos los diputados asambleístas que han modificado la ley al antojo de las inmobiliarias para lucrar con la vida de la gente, con el uso irracional del agua, que colapsan el tránsito y ellos, con las carteras llenas, avalaron. Beatriz Astorga (vía Facebook) R: En el terremoto de hace 32 años, con saldo de más de 10 mil muertos, ningún funcionario, ningún promotor inmobiliario, fue sometido a juicio. Esta vez la agrupación Mexicanos contra la Corrupción se ha dado a la tarea de levantar una lista de edificios que se desplomaron o dañaron. Será la punta de la hebra que lleve a los responsables, si los hay. Tal vez la historia se escribirá de distinta manera. Twiteratti Me parece increíble que la vida de personas dependa de solicitudes de herramientas en redes sociales. ¿Dónde está el Estado? Sebastián Ramírez @Sebas_RM ¿Y a qué normalidad se supone que volvamos? Yeudiel Infante @yeudielinfante Si el pueblo puede remover escombros, también tiene que poder remover gobernantes corruptos. Ya habrá tiempo de ajustar cuentas.Epitacio Ladrillo @TachoLadrillo Twitter: @galvanochoa FaceBook: galvanochoa Foro: elforomexico.com/encuestas/ galvanochoa@gmail.com Subir al inicio del texto Enlaces Patrocinados Más De La Red

Las verguenzas

Las vergüenzas José Blanco
L as palabras del arquitecto Alejandro Her­nández, editor de Arquine, fueron dichas sin titubeos: La mejor defensa contra los sismos es un buen gobierno. Menudo problema. Lo cito de memoria: sería un lamentable desperdicio, frente a la tragedia de CDMX, que el gobierno no aprovechara el momento para llevar a cabo un programa urbano, desde la ciudad; no una decisión por la cual cada afectado se haga cargo de sus problemas, ya sea que haya daños menores, que se trate de construcciones que es necesario demoler o someter a reparaciones más o menos severas. Se trata de un problema técnico, de un problema económico y de un problema social. ¿Qué queremos como ciudad? Son necesarias estrategias de construcción mirando la textura de la ciudad. ¿Cómo hacemos para tener una mejor ciudad? CDMX es una ciudad muy extensa, y deberíamos crecer hacia arriba para concentrar más los problemas, piensa; México es un país que no llega en promedio a dos niveles, aunque hay espacios como la colonia Del Valle, que pueden ser de cuatro. París es una ciudad de siete niveles. Pero este crecimiento implica reconstrucciones en muy diversas direcciones, parques públicos, transporte, escuelas, vialidad, tipos de vivienda según zonas de la ciudad. Viena, en los años 20 y 30 decidió, frente a los problemas de los aposentos, construir vivienda pública de renta y sigue haciéndolo hasta la fecha, adecuadamente. El 25 por ciento de la vivienda de renta es así, pública. Éstos, algunos de sus criterios. Si en CDMX se precisa una reflexión política, colectiva y técnica, sobre tesis como esas, en Oaxaca y en Chiapas las cosas son del todo diferentes. La tragedia se multiplica por mil. O por más. En la década reciente (2007-2017), esos dos estados han tenido una tasa conjunta de crecimiento del PIB de –0.2 por ciento en promedio. Desde el centro del país hacia el norte, el crecimiento ha sido de 2 a 2.5 por ciento; una miseria de crecimiento, pero muestra dos mundos muy distintos. ¿Ahí termina todo? Qué lejos. Lo que apenas se sugiere para CDMX, una reconstrucción de gran angular, de fondo y de largo plazo, lo exige hace muchas décadas todo el país. Pero esto exige otro gobierno. El que tenemos es el gobierno del mercado, de las restricciones de todo tipo, de los recortes, de las genuflexiones frente a las agencias calificadoras. Tenemos que recordar nuevamente que estamos en una democracia en construcción y que ello requiere no sólo qué CDMX queremos colectivamente, en un diálogo que llegue a acuerdos vinculantes, sino igualmente qué país queremos. Pero necesitamos un gobierno abierto a la democracia. A la inclusión. Nadie votó por un país regido por la ilógica neoliberal. Nuestros problemas son avasalladores para, frente a una gran tragedia, reducirlo todo a ayudas humanitarias y dejar que los privados decidan lo que se les pegue le gana con independencia del impacto que generen sobre esta colectividad que es CDMX y sobre esta gran y heterogénea sociedad que somos México. ¿Es verdad, técnicamente, que sólo cuando el epicentro de un sismo está a más de 700 kilómetros de distancia es que tendremos alarmas y ocasión de ponernos a salvo? Sólo en el tema de los sismos, está claro que el gobierno no se ha propuesto tener una sociedad preparada a fondo para defenderse frente a ella. ¿Ha visto la sociedad mexicana el comportamiento de la sociedad japonesa, que habita un país con incidencias sísmicas mucho más frecuentes y severas que las de México? ¿No es hora de admitir cabalmente que somos un país sísmico y que debemos actuar en consecuencia en todos sentidos? ¿Por qué continúan siendo mayormente afectadas las mismas zonas de la ciudad en cada gran sismo? Si la respuesta es que ahí el suelo es un pantano, sólo estamos diciendo que, como brilla el sol, es de día. ¿No debemos tomar las medidas necesarias para que las colonias Roma y Condesa no sean las mismas zonas más afectadas de siempre? Tenemos que incorporar en la educación los conocimientos sistemáticos necesarios que debe tener toda sociedad que vive en una zona sísmica. ¿Alguien puede explicar el hecho insólito de que en este sismo las muertes de mujeres hayan sido prácticamente el doble que las de hombres? (57 hombres y 112 mujeres, hasta el domingo pasado). ¿No es una vergüenza democrática que después de que las instituciones y los partidos se hayan comido vivo a AMLO y a Morena porque propusieron donar 20 por ciento de sus recursos de campaña, ahora todos reculen y, por pura conveniencia política, siempre sí se suman a la propuesta? ¿No es una vergüenza que nadie sepa cabalmente qué pasó con la fábula de Frida Sofía? ¿No es una vergüenza que el primer medio en señalar la inexistencia de lo que Televisa convirtió en el símbolo del drama, haya sido The Washington Post? ¿No son una vergüenza inenarrable los políticos robándose la ayuda humanitaria de la sociedad? ¿No es el colmo de vergüenza que el signo del más puro subdesarrollo político fuera que el almirante responsable de las operaciones en el colegio Rébsamen se haya hecho eco, sin más, de lo que le habría dicho un supuesto Jorge, con playera que decía Houston en el pecho, sobre una niña inexistente, al tiempo que hacía de Televisa su principalísimo vocero? ¿No es tiempo de reconstruir el país, cabalmente? 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Los sismos de la ira

Los sismos de la ira Luis Hernández Navarro
E l delegado de Xochimilco, Avelino Méndez, puso pies en polvorosa en el pueblo de San Gregorio. El pasado 21 de septiembre, una multitud enfurecida lo corrió de ese barrio a patadas, golpes, piedras y mentadas de madre. Le reclamaba la falta de atención a los damnificados y el sólo irse a tomar la foto. Protegido por un grupo de colaboradores, el funcionario logró escapar trepando a un camión en movimiento. Días antes, el 12 de septiembre, en Juchitán, Oaxaca, un grupo enfurecido de padres de familia, abuchearon, gritaron y reclamaron al secretario de Educación, Aurelio Nuño, la escasa ayuda del gobierno federal a los damnificados por el sismo. Impotente, el funcionario demandó: Déjenme hablar. Déjenme decir a lo que vengo. Fue inútil. Los gritos en su contra arreciaron y debió de pasarle el micrófono al gobernador de Oaxaca para que lo rescatara. No corrió con mejor suerte el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Cuando el 20 de septiembre se presentó en mangas de camisa a las ruinas de la fábrica derrumbada en Chimalpopoca y Bolívar, fue increpado por los rescatistas del barrio, en su mayoría albañiles y obreros, que habían trabajado con picos y palas en remover escombros más de 24 horas seguidas. Rodeado de granaderos, el funcionario trató de abrirse paso infructuosamente entre los voluntarios, mientras recibía un alud de insultos y proyectiles improvisados. ¡Fuera, fuera!, le gritaban, mientras pedía calma. El 22 de septiembre, decenas de enfurecidos integrantes de organizaciones sociales tomaron el centro de acopio del DIF estatal en Morelos, abrieron tres tráileres de ayuda humanitaria sin descargar y vaciaron la bodega llena de víveres sin distribuir, secuestrados por el gobierno de Graco Ramírez. Los indignados decidieron distribuir por su cuenta varias toneladas de apoyos a quienes los necesitaban. El enojo les nació de la pretensión del mandatario estatal (es un decir) de monopolizar la distribución de las ayudas. Todos estos casos de explosiones de encono popular contra autoridades gubernamentales distan de ser hechos aislados. Son parte de un clima general de inconformidad que se incuba en muchas partes del país. Muchos rescatistas tienen los ánimos crispados. Convencidos de que están en la primera línea del desastre para tratar de salvar vidas, chocan con quienes fueron enviados allí para recibir órdenes. Cuando menos se han suscitado tres enfrentamientos a golpes entre voluntarios y policías (en Chimalpopoca, Tlalpan y Álvaro Obregón); los pleitos con funcionarios delegacionales, a los que se acusa de agandallarse la ayuda y entorpecer los rescates, han sido incontables y, con harta frecuencia, se han producido jaloneos con marinos y soldados. Los sismos de septiembre abrieron una enorme cuarteadura en el edificio institucional de la democracia representativa. Lejos de apaciguarse con el paso de los días, la ira de rescatistas y ciudadanos hacia políticos, partidos e instituciones electorales crece. La exigencia de destinar a la reconstrucción recursos para el financiamiento de campañas electorales y partidos políticos se ha convertido en una bola de nieve, que rueda impulsada por una profunda indignación. La rabia crece también al evidenciarse las huellas de la rapiña inmobiliaria y la corrupción detrás de los 40 edificios que se colapsaron y los casi 4 mil que tienen severos daños estructurales en Ciudad de México. Miguel Ángel Mancera abrió de par en par la puerta de los negocios salvajes a los especuladores de bienes raíces. Las licencias de construcción se repartieron como billetes de lotería. El resultado está a la vista: edificios nuevos que se desplomaron como castillos de naipes y antiguas construcciones dañadas por los sismos de 1985 que, en lugar de ser derruidas fueron remozadas. Miguel Ángel Velázquez, puso el dedo en la llaga en una crónica en La Jornada publicada el 20 de septiembre: Pero, ¿quién le dio permiso a la muerte? De alguna manera alguien puso la firma en un papel que permitió que la ambición del o los dueños del inmueble abriera la puerta a esta desgracia que ya había sido pronosticada. Parte de esta tragedia fue alimentada por un claro conflicto de interés entre quienes edifican y quienes deben vigilar que se haga de acuerdo con las normas establecidas. El 22 de septiembre, la investigadora en educación Alma Maldonado denunció: Uno de los mayores problemas de las constructoras es que tienen su propia supervisión para hacer porquerías. Dos días después, The New York Times explicó cómo la inspección de obras ha sido concesionada a ingenieros que son contratados y pagados por los mismos desarrolladores inmobiliarios. Son juez y parte. Por ello, con frecuencia la misma persona es empleada por una sola empresa para supervisar diversas obras y muchos inspectores ni siquiera están presentes en todas las fases de la construcción. El enojo ciudadano crece también con la burla y manipulación informativa de Televisa y Semar en casos como el de Frida Sofía. Aunque nunca ha dejado de estar allí, con esta cobertura el Canal de las Estrellas se metió de lleno en la era de la posverdad, en la conversión de la realidad en telenovela para promover la candidatura de Aurelio Nuño, en la trasmutación de la tragedia en espectáculo para el rating. Los alquimistas de la comunicación, que creyeron encontrar en el show del rescate de la niña inexistente su nuevo flogisto mediático, ofendieron a las víctimas y faltaron el respeto a la audiencia. Con furia, hace hoy justo tres años, la desaparición forzada de 43 normalistas rurales de Ayotzinapa sacudió la conciencia de una nueva generación y la lanzó a la calle para exigir al Estado la presentación con vida de los estudiantes. Ira sobre ira, los sismos de septiembre han vuelto a convocar a los jóvenes a tomar las calles, ahora para organizar el rescate de los sobrevivientes, remover escombros y alimentar a los damnificados. Lo han hecho con generosidad, valentía, tenacidad e inteligencia. Dueños de su destino sin intermediario político alguno, su solidaridad y cooperación son simiente para un otro México. A La Jornada, en sus primeros 33 años. Twitter: @lhan55 Subir al inicio del texto

¡Poder ciudadano!,lo que el sismo nos dejo

¡Poder ciudadano!, lo que el sismo nos dejó Víctor M. Toledo
S i un terremoto es la liberación de la energía acumulada en la corteza terrestre, los sismos en México han inducido nuevamente la liberación de una formidable energía social acumulada por décadas de contención. Ni Estado ni capital: ¡sólo el pueblo salva al pueblo! Sólo la sociedad civil empoderada logra superar las más tremendas vicisitudes y crisis. Ante la catástrofe, la rapidez de la solidaridad recobró lo mejor del ser humano, ese instinto de hormiga que ha permitido a la especie humana, al mono sapiente, mantenerse durante 200 mil años y evolucionar. Fueron los anónimos, la gente común y corriente, pero sobre todo los jóvenes, quienes inundaron la nación de una nueva esperanza. Ante la devastación de los temblores, la vieja herencia de la comunalidad (campesina e indígena) y del cooperativismo (la mano vuelta, el tequio, la guelaguetza) se conectó con la nueva generación de mexicanos, nuestros hijos. Los que ya no quieren saber de ideologías, ni de objetivos falaces o ilegítimos, ni de pretensiones basadas en el individualismo y en lo mercantil, que les venden día con día los medios prostituidos de comunicación de masas. La limpieza de sus vidas se ha expresado y ha florecido en estos días aciagos. Con las acciones masivas de solidaridad venimos a confirmar que las principales reservas humanitarias, éticas y espirituales del país siguen vigentes. Este es el gran mensaje. ¡Las hormigas tricolores rescatando y reconstruyendo el hormiguero nacional! El poder ciudadano ha mostrado de nuevo su gigantesco potencial. Este es el yacimiento más valioso con que contamos no sólo los mexicanos sino los ciudadanos de todo el mundo, y que las élites del Estado y del capital se obstinan en limitar y suprimir porque amenazan su existencia. La sociedad organizada y empoderada se vislumbra ya como la única vía capaz de superar la tremenda crisis de civilización a la que nos han llevado los dominadores de la era moderna. Los monos desnudos que fuimos, que somos y que seguiremos siendo, siempre hemos superado las situaciones extremas, las catástrofes y las injusticias. Como humanidad o como especie, porque no hay diferencia entre estas dos palabras, el Homo sapiens ha logrado siempre salir de sus crisis mediante la autorganización ciudadana. Sea en su primera fase organizada en hordas, clanes, tribus o comunas aldeanas, sea en ciudades libres sin Estado, como ocurrió en Europa durante 300 años (de 1000 a 1300), sea hoy como en muchas regiones indígenas (Kuna-Yala, en Panamá, Valle del Cauca, en Colombia, o los caracoles zapatistas, en México). Porque, además, el sismo reprodujo en la capital del país lo que ha estado sucediendo en otros 400 puntos del territorio nacional: la sociedad agredida y devastada por la perversa asociación entre Estado y capital, por las clases dominantes de la cúspide de la pirámide. Se trata de las amenazas a la seguridad o los daños provocados por la minería a cielo abierto, la extracción de gas y petróleo, la fracturación hidráulica, las termoeléctricas, las presas gigantes, los oleoductos, los parques eólicos, los megaproyectos turísticos, la contaminación del aire, agua y suelos, los tiraderos de tóxicos peligrosos, la contaminación genética con maíz y soya transgénicos, los desarrollos urbanos para las minorías ricas. El mecanismo es el mismo: el Estado corrupto permite o tolera proyectos del Capital voraz violando normas, leyes y disposiciones legales incluso de carácter internacional (como el derecho a la consulta de las comunidades donde se realizan los proyectos) en aras de la ganancia de las empresas y corporaciones, sacrificando a la naturaleza y a la sociedad. En el caso de CDMX ha sido el auge inmobiliario, el auge comercial y el auge automovilístico tolerados e incluso auspiciados por las autoridades que absurdamente han hecho crecer a la ciudad verticalmente, han privilegiado los gigantescos centros comerciales (malls) y han puesto las vialidades al servicio del auto. La paradoja surge inevitable: la capital del país gobernada por la izquierda desde hace dos décadas se ha ido convirtiendo poco a poco en una verdadera ¡ciudad neoliberal! ¿Qué sigue? Los sismos han revelado la posibilidad de que esa energía social desatada dé lugar mediante la organización societaria a procesos políticos que impulsen la ciudadanización y transiten hacia una verdadera ciudad sustentable, ecológica, orgánica, diversa, segura y libertaria. ¿Cómo? Movilizándose y organizándose en torno a demandas concretas como moratoria a los autos, agua para la gente no para los negocios, comedores populares, proliferación de bibliotecas públicas, museos barriales, azoteas verdes, creación de centros de arte y ecología al estilo del Huerto Roma Verde (ver), conversión de baldíos, parques y jardines en áreas de producción agroecológica de alimentos sanos, tianguis y mercados alternativos, programas masivos de captación de agua de lluvia, incremento de ciclovías, multiplicación de hogares con energía solar, etcétera. Para ello deben surgir comités y brigadas ciudadanas a escala de edificios, barrios o colonias. Recuperando, en suma, el derecho a la ciudad promulgado en la nueva Constitución de CDMX, como ha señalado atinadamente Julio Moguel (ver). Pero sobre todo teniendo claro que existe adormecido un poder ciudadano, social o popular, que se hizo presente con las sacudidas de los sismos, que debemos mantener permanentemente despierto. ¡Ni Estado ni capital, poder ciudadano! Subir al inicio del texto

Astillero

Astillero La trampa del dinero privado Tumbar dos zanahorias ¿Qué hacen con las donaciones? Dejar cargos, ¿para buscar otros? Julio Hernández López
E n esencia y sin entrar aún en detalles, la iniciativa dada a conocer por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiene visos positivos y responde a una creciente exigencia social de poner freno al despilfarro de recursos públicos para financiar las actividades partidistas, sobre todo en materia electoral. La propuesta priísta tiene como referente una competencia desbordada entre dirigencias partidistas para mostrarse solidarios con los damnificados. Una rápida y eficaz lectura del nuevo ánimo nacional, radicalmente modificado a partir del sismo del pasado 19, ha hecho que los principales partidos se muestren insólitamente dispuestos a reducir sus privilegios. Cancelar cien por ciento el financiamiento de los partidos para actividades electorales tiene, sin embargo, una contraparte sombría, pues abre la puerta a la recaudación subterránea de fondos, materia ésta en la que el PRI tiene una experiencia doctoral, particularmente en el ámbito empresarial (recuérdense los famosos pases de charola) y, marcadamente en tiempos recientes, en el ámbito de las relaciones espinosas con segmentos del crimen organizado. Con ese planteamiento, el tricolor cree posible eliminar al pez de Morena en una pecera sin agua, suprimiendo las fuentes públicas de aprovisionamiento y enviando al vigilado partido de oposición a la búsqueda de financiamiento en los pantanosos terrenos de lo privado. A pesar de la entrega y la pasión de muchos cuadros del partido lopezobradorista, la falta de recursos económicos oficiales podría significar una grave desventaja respecto de los comicios del año entrante. La supresión de curules y escaños por la vía conocida como plurinominal tendrá como consecuencia que los partidos no puedan llevar a esas postulaciones privilegiadas a cuadros intelectuales que no ganarían su asiento mediante mayoría de votos. Sin embargo, tal intención cualitativa original ha sido largamente distorsionada, de tal forma que su eliminación no degradará la vida legislativa, ya bastante degradada. No está de más señalar que, de aprobarse la propuesta anunciada ayer por Enrique Ochoa Reza (aprobación que está sujeta a demasiadas variables), entrañaría el fin de los 40 años de sometimiento de las oposiciones a las zanahorias de las plurinominales y el financiamiento público, que fue la clave de la reforma política impulsada en 1977 por Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación, con José López Portillo como presidente de la República. La inmensa solidaridad hacia los damnificados por el reciente sismo ha batallado para encontrar cauces confiables hacia los cuales dirigir ayuda, sobre todo en efectivo. En un México profundamente dominado por esquemas de corrupción, resulta difícil poner a salvo los mecanismos institucionales del gobierno, pero también a la mayoría de los privados. En nuestro país existe la industria asistencial, tanto la practicada por los gobiernos, en especial mediante programas desarrollados por las secretarías de Desarrollo Social, la federal y las estatales, como la realizada por entidades particulares, cuyos gastos (entre otros, los de las plantillas administrativas) suelen ser discrecionales y sin una adecuada y comprobada rendición de cuentas. Foto MÉXICO NO ESTÁ SOLO: VIDEGARAY. Al comenzar la partida de brigadistas internacionales que participaron en el rescate de víctimas del sismo de la semana pasada, el canciller Luis Videgaray Caso aseguró que emociona saber que en estos momentos difíciles México cuenta con países amigos de todos los continentes; amigos que han venido con rapidez y grandes capacidades y que actúan como si fueran mexicanos. Es algo que conmueve y agradecemosFoto Fabiola Martínez Una de las tareas inmediatas a las que obligan las circunstancias de desastre en varias zonas del país, y la extraordinaria solidaridad suscitada tanto aquí como en el extranjero, es la de regular, transparentar y hacer plenamente confiables los mecanismos de recepción, administración y aplicación de los recursos económicos donados por tantas personas de buena fe. A la natural y fundamentada desconfianza respecto de esas entidades beneficiadas con donaciones, se han agregado las vergonzosas demostraciones de voracidad clientelar de políticos como el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, decididos a manejar los recursos ajenos como si fueran propios y a entregar esas ayudas a los destinatarios que mejor convengan a sus intereses facciosos. Para confirmar la validez de la conocida máxima que asegura que la política es tiempo y circunstancia, varios precandidatos en firme deberían valorar si los tiempos de tragedia y las circunstancias que se viven en México son propicios para que dejen sus cargos, transfieran responsabilidades a recién llegados a ese nivel y se lancen alegremente a la búsqueda del voto para ocupar otras sillas, legislativas o de mando ejecutivo. Un ejemplo de esa encrucijada lo tiene Aurelio Nuño, el secretario de Educación Pública a quien las circunstancias derivadas del sismo lo han colocado ante la disyuntiva de dar continuidad a un trabajo delicado de reconstrucción de planteles y de garantizar seguridad a las comunidades escolares o, eventualmente, dejar lo educativo atrás y saltar al movedizo terreno de las campañas electorales. Algo similar sucede con Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación a cuyo cargo está la coordinación de los programas de protección civil y la seguridad pública, y con el secretario de hacienda, José Antonio Meade, quien debería centrar su esfuerzo en mantener a flote la economía nacional y los proyectos de reconstrucción. En el plano capitalino también habrá de verse si los actuales jefes delegacionales en Tlalpan y Cuauhtémoc, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal, respectivamente, dejarán sus demarcaciones, con todos los problemas agravados que ahora tienen, para concentrarse en las batallas electorales. El tiempo y las circunstancias que se viven en México llevan a preguntarse si la presente es una ocasión en que los funcionarios públicos deberían cumplir ejemplarmente sus compromisos originales de estancia en los cargos hasta el último día, como originalmente prometieron hacerlo, sin el chapulinismo clásico, tan pernicioso en general y, sobre todo, en estos momentos tan definitorios como exigentes. Y, mientras la tentativa de vuelta a la normalidad en la Ciudad de México ha evidenciado, una vez más, la muy reducida confianza de los mexicanos respecto a dictámenes y determinaciones gubernamentales, ¡hasta mañana! Twitter: @julioastillero Facebook: Julio Astillero Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx Subir al inicio del texto

lunes, 25 de septiembre de 2017

La condesa

La Condesa León Bendesky
E n cuanto empezó el sismo del martes pasado, salimos de la oficina y nos paramos a media calle. Era impresionante y, claro está, teníamos miedo. De pronto, el edificio de enfrente, de seis pisos, se movió alocada y ruidosamente, como una gelatina con cascabeles. Se desprendían trozos de cemento y fragmentos de vidrio en medio de una nube de polvo. Pensamos que se desplomaría sin remedio, pero se sostuvo; ¿quién sabe en qué condiciones quedó? Ahí nos convencimos de la magnitud del terremoto, como si el potente movimiento debajo de nuestros pies no fuera suficiente. Lo comprobaríamos en seguida tan sólo caminando por calles aledañas. Un edificio tenía boquetes en las paredes, los ladrillos desparramados en la acera y podía verse el interior de las casas, sin pudor. De una ventana colgaban unas bolsas de mujer. La cotidianidad se rompió, literalmente. Por doquier se veían vidrios, paredes y fachadas desgajados. Pronto llegó la noticia del derrumbe del edificio de la esquina de Laredo y Ámsterdam, a unas cuantas cuadras. Tantas veces había visto ese inmueble al caminar hacia el parque México y en ese instante no podía traer su imagen a la memoria, que se bloqueó pensando en la gente que habría quedado atrapada, tal vez ya sin vida. Poco a poco íbamos sabiendo de los muchos daños que había en el barrio y también en La Roma. Otra vez, como en 1985. Personas lastimadas, muertas. Edificios caídos, otros maltratados o inservibles; algunos se desalojaron de inmediato, muchos más siguieron después. Las familias cargaban vehículos con sus pertenencias. Algunos caminaban por las calles arrastrando sus maletas, cariacontecidos. En la colonia se instaló primero el caos por el sismo y luego por las labores de rescate y el abundante acopio de víveres y materiales diversos. El relativo orden que logró imponerse se debió a los voluntarios, a la ciudadanía; jóvenes primordialmente que se mezclaron sin distinciones sociales y de ningún otro tipo para ayudar a los otros, a los afectados y apoyar a los rescatistas. El tráfico se desvío de las áreas ocupadas, siempre por jóvenes que a señas y gritos indicaban a los conductores por donde circular. En la zona que pude abarcar había un puesto del Ejército, pero nunca apareció siquiera un policía de tránsito. Los vecinos llevaban todo tipo de cosas a los muchos puntos de acopio que se instalaron. Privaba un ambiente de pesadumbre y congoja. Se ha ensalzado merecidamente la activa participación de la gente para auxiliar a las víctimas del sismo. Ese es, por cierto, un gran activo social sobre el que hay que reflexionar y aprovechar. Son los ciudadanos y, en especial, los jóvenes, los que en masa se organizaron de modo espontáneo para ayudar a los otros. Esto llegó incluso a un punto de saturación. ¿Cómo y cuándo se transita desde la espontaneidad provocada por una crisis hasta la organización? ¿Cómo será una ciudadanía organizada? Este asunto debe confrontarse necesariamente con la corrosión social que crece en el país. Apenas tembló y había robos y saqueos. Las semanas que siguen serán muy delicadas en muchas partes por la escasez de víveres y medicinas, la indefensión de quienes quedaron sin casa y la atención a las necesidades sociales. Los primeros días tras un temblor son una carrera contra del tiempo para el rescate de los heridos y la recuperación de los fallecidos. Pasados unos cuantos días se pasó de la muchedumbre de jóvenes que llenaba las calles y ayudaban incansables; del incesante sonido de las sirenas, el paso de camiones de volteo y vehículos del Ejército, lo que provocaba un ambiente de mucha tensión, a una especie de abandono, como si los habitantes del barrio no quisieran dejarse ver. El fin de semana había algo de fantasmal en el vecindario. Entre los ingenieros se dice que los temblores no matan a la gente, que la matan los edificios. Hay, por supuesto, muchas razones por las que un inmueble puede caer o quedar dañado por un sismo. Me pregunto cuántos de los que ahora cayeron o se hicieron inhabitables estaban ya dañados desde el sismo de 1985 y a causa de los que siguieron hasta este 19 de septiembre. Según el Servicio Sismológico Nacional se cuentan 30 con magnitudes entre 6.5 y 8.2, como el del pasado 7 de septiembre. Para que los edificios no maten o maten menos es imprescindible un mínimo de responsabilidad de los dueños y constructores. También es un asunto colectivo que exige normas de edificación bien definidas y aplicadas con rigor, cosa que como vecino de largo tiempo de La Condesa he podido constatar que no ocurre. Se requiere de una zonificación sobre el tipo de construcciones permitidas y la densidad poblacional y urbana que provocan, lo que tampoco sucede. La delegación Cuauhtémoc es especialmente laxa con las regulaciones vigentes, lo que se advierte en los proyectos inmobiliarios que se han hecho en los años recientes y en particular durante esta administración. De nada sirven las constantes protestas de los vecinos, tercos a pesar de la impunidad reinante. Se trata, simple y llanamente, de una cuestión de convivencia que repercute en la calidad de vida y, finalmente, es una cuestión de vida o muerte. La ciudadanía tiene muy poca confianza en quienes gobiernan a escalas federal y local. Este desgaste no se supera con declaraciones y lleva mucho tiempo restituirla. Subir al inicio del texto

Mexico SA

México SA Terremoto y presupuesto Reconstrucción y promesas Graco: ¿moral mínima? Carlos Fernández-Vega
G obierno de infinidad de promesas y escasísimo cumplimiento, para el cierre sexenal el peñanietista se comprometió a ejercer un presupuesto federal responsable y con sensibilidad social (José Antonio Meade dixit). Eso dijo, y más le vale que lo cumpla, porque los furiosos terremotos y huracanes recién ocurridos en el país no sólo sacudieron la geografía y la infraestructura de algunas zonas, sino que hicieron lo propio con el paquete económico para el próximo año, amén de que la siempre solidaria sociedad civil retomó las calles. El titular de la Secretaría de Hacienda entregó tal propuesta económica al día siguiente del megasismo del 7 de septiembre –los huracanes ya habían dañado poblaciones costeras de Baja California Sur y continuarían por esa ruta, así como al Golfo de México incluido–, y a partir de ese acontecimiento las promesas gubernamentales fluyeron en un volumen más allá de lo normal, en la creencia de que el daño quedaba allí y siempre recordando que 2018 no sólo será un año electoral, sino el de la sucesión en la residencia oficial. Y para estos efectos, las promesas –junto con el incumplimiento– son la especialidad de la clase política. Pero dos semanas después, en plena fecha conmemorativa del registrado en 1985, otro terremoto acabó con la ilusión de Los Pinos, porque los daños se incrementaron, y de qué forma, y no hay presupuesto gubernamental que cubra siquiera la mínima parte de la oferta oficial de reconstrucción de las zonas devastadas. Cuando mucho alcanzaría para mantener los albergues medianamente en operación y a los damnificados sin tantas carencias. Pero no más. Tras el sismo de 1985, el apanicado Miguel de la Madrid prometió lo mismo y más de tres décadas después una buena cantidad de los damnificados de entonces se mantiene en esa circunstancia, aunque integrantes del gobierno, sus amigos de la iniciativa privada y los partidos políticos hicieron pingües negocios políticos, económicos y electorales con el pretexto de la solidaridad, la ayuda y la reconstrucción. ¿Qué hará el gobierno peñanietista para cumplir con aquello de ejercer un presupuesto responsable y con sensibilidad social? ¿Modificará el paquete presupuestal? Dudoso. No hay dinero para la reconstrucción, aunque sí, y un mundo de billetes, para cubrir el costo financiero de la deuda pública. Y de siempre la responsabilidad y sensibilidad sociales es lo primero que el gobierno tira a la basura. De acuerdo con las cifras oficiales, en 2017 el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) cuenta con un remanente de 7 mil millones de pesos. En 2018 se sumarían 9 mil millones y está en veremos la activación del llamado bono catastrófico, que en el mejor de los casos ampararía un monto de 150 millones de dólares. En total (sin considerar que la magnitud del terremoto del pasado día 19 no cumplió el requisito de ser de ocho grados o más) alrededor de 18 mil millones de pesos, en números redondos. Ni para arrancar, pues. Sólo para dar una idea de qué se trata, en 2018 de las arcas nacionales saldrán alrededor de 664 mil millones de pesos para el pago de intereses de la deuda pública, un monto casi 37 veces superior al que, eventualmente, se destinaría a la reconstrucción de las zonas dañadas por los sismos y huracanes. Ello, con el agravante de que el presupuesto para el débito es intocable, y el destinado a los damnificados una verdadera quimera. Y el grueso de los presupuestos de los estados afectados por los sismos y huracanes depende en grado sumo de los dineros que canalizados desde el centro, es decir, del llamado gasto federalizado, sin olvidar que las entidades de la República se mantienen endeudadas hasta la coronilla y puntualmente pagan exorbitantes cantidades por los intereses generados. Oaxaca, por ejemplo: de acuerdo con información de la Cámara de Diputados, el gasto federalizado representa aproximadamente 90 por ciento de los ingresos brutos totales del estado y alrededor de 69 por ciento de los ingresos brutos de sus municipios. Y por si fuera poco, Gabino Cué heredó al nuevo gobierno una deuda cercana a 15 mil millones de pesos y alrededor de 2 mil millones por el pago de intereses y comisiones (estas últimas insignificantes si se comparan con los réditos), amén de los casi 9 mil millones que pagará a proveedores y contratistas, más las obligaciones a corto plazo. Lo mismo sucede en Chiapas, donde 90 por ciento de los ingresos brutos totales del estado y alrededor de 83 por ciento de los ingresos brutos de sus municipios son aportados por la Federación. Y está el caso de Morelos: de la misma procedencia es 85 por ciento de los ingresos estatales brutos totales y 66 por ciento de los municipales, y Graco Ramírez de Duarte, su esposa, Elena Cepeda, y su banda de rapiñeros siempre están como viles zopilotes sobre los dineros de la entidad y de la Federación. En Puebla la relación es 91-52 por ciento; estado de México 84-71 por ciento y la Ciudad de México –la más independiente en esta materia– 53 por ciento (la deuda de la CDMX se acerca ya a 100 mil millones de pesos). Ese es el triste panorama, y si la Federación no tiene con qué cumplir su rosario de promesas en torno a la reconstrucción en las zonas dañadas por terremotos y huracanes, como tampoco la responsabilidad y la sensibilidad social, mucho menos los eternamente dependientes estados de la República, especialmente los más depauperados. Entonces, ¿de dónde, y sobre todo con quién?, porque, además, ha sido fehacientemente documentado el sucio cuan jugoso negocio entre autoridades (federales, estatales y municipales) y constructoras, los miles de permisos otorgados a cambio de jugosas mordidas, sin importar las consecuencias, que están a la vista de todos. La creciente corrupción en el sector inmobiliario es un verdadero delito de lesa madre, pero ni de lejos desperdiciará la oportunidad de reconstruir para hacer más chanchullos. Las rebanadas del pastel El obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, denunció, y no de oídas, que elementos del mando único retuvieron tres camiones con víveres que venían a Cáritas (Morelos) y los obligaron a trasladarse a las bodegas del DIF estatal, a cargo de Elena Cepeda, esposa de Graco Ramírez (de Duarte), para que ahí descargaran, lo que sobrepasa cualquier lógica moral mínima. El error del prelado es suponer que este tipo de ruin fauna nociva tiene moral mínima; simplemente no la conoce. Twitter: @cafevega cfvmexico_sa@hotmail.com Subir al inicio del texto

Astillero

Astillero Agarra una pala, exigen a EPN Estudiantes contra el Estado Mayor Amplio repudio a políticos Temor a organización social Julio Hernández López
E l reloj de los políticos profesionales está atrasado. Se quedó en los tiempos anteriores al sismo del pasado martes, y aunque ahora le miren con la esperanza de que les dé la nueva hora, sólo les reporta mediciones anteriores, sin la actualización a las nuevas circunstancias. Enrique Peña Nieto actuó ayer conforme a esa cronometría obsoleta. Lo hizo desde un museo del peor pasado, el que reconstruye a marchas forzadas Alfredo del Mazo Maza, en el estado de México. Ahí, en Joquicingo, mientras elementos del Estado Mayor Presidencial repelían a estudiantes (de la Universidad Autónoma del Estado de México, según las primeras versiones), Peña Nieto desempolvaba una retórica casi diazordacista, incapaz de leer los nuevos tiempos. La confrontación entre elementos del Ejército mexicano y estudiantes mexiquenses se produjo, conforme señalaron algunos de los jóvenes involucrados, cuando una persona de edad avanzada gritó a Peña Nieto agarra una pala, mientras éste cumplía con los rituales de la supervisión a conveniencia de acciones gubernamentales en favor de los damnificados por el pasado sismo. De acuerdo con tales reportes, militares maltrataron a quien proclamaba el poder pedagógico de la pala, por encima de la escenografía demagógica, ante lo cual los jóvenes, defendiendo a la persona que había gritado tan entendible consigna herramental, entraron en colisión con el grupo del Estado Mayor Presidencial. En un país que aplaude el ejemplo de los muchos miles de ciudadanos, sobre todo jóvenes, que han tomado la pala y se han puesto a trabajar en la búsqueda de supervivientes, y con una sociedad que atestigua emocionada la profusión de solidaridad y generosidad provenientes de todos los ámbitos, Peña Nieto soltó arengas con olor a naftalina: “A veces no falta gente que, no siendo del lugar, llega a alterar y a provocar (¿Sólo los que son ‘del lugar’ específico pueden protestar, aunque sean del mismo estado e incluso del mismo país? ¿Protestar, criticar al poder demagógico y defender a ciudadanos es ‘alterar y provocar’? ¿Inducción al linchamiento de los ‘otros’, al estilo de Canoa, Puebla, en septiembre de 1968?). Lo que no se vale es que alguna gente pretenda obstruir y obstaculizar la ayuda. Son condenables las expresiones de gente que quiere entorpecer la ayuda a quien lo necesita (...) Hemos visto en las redes sociales mucha desinformación, a veces información falsa, noticias falsas que verdaderamente entorpecen la labor de auxilio y apoyo de las personas damnificadas. No se dejen engañar, no se dejen confundir.” Peña Nieto parece no darse cuenta de que el estremecimiento no fue solamente en términos físicos, terrestres, sino también, y sobre todo, políticos y sociales. Tampoco da muestras de percibir y justipreciar el cambio en el ánimo político respecto de personalidades como dicho ocupante de Los Pinos, sus secretarios de Estado (en especial Aurelio Nuño, lastimado con severidad por la engañifa de la presunta niña a rescatar, Frida Sofía), gobernadores (sobre todo el siempre tan impugnado Graco Ramírez, dedicado a despojar a la sociedad de la ayuda particular enviada a Morelos con motivo del sismo; otro caso a la baja, Miguel Ángel Mancera), partidos y otras formas de presunta representación popular. No hay manera de saber si la salida a las calles de tanta gente (dando un ejemplo que requiere una lectura cuidadosa, el de la generación a la que suele identificarse como millenials) habrá de significar un golpe de trascendencia al tambaleante aparato del sistema político mexicano. Nada fuerte y sostenido sucedió, por ejemplo, luego de la irrupción social a causa del gasolinazo, a principios del año en curso, que parecía fuego sobre pasto seco y, finalmente, quedó en una especie de anécdota preventiva. Sin embargo, en esta ocasión es visible una determinación crítica de amplio espectro: muchos mexicanos, sobre todo jóvenes, confirmaron la insuficiencia (por decirlo en términos suaves) de las acciones de los gobiernos y tomaron la decisión de salir a las calles, organizarse por sí mismos, conseguir material de trabajo y ponerse a hacer lo que esos gobiernos (federal, estatales, municipales) deberían realizar. Esa movilización social significa una amenaza para el ejercicio político tal como hasta ahora lo hemos conocido. Por ello, la clase política tradicional lo confronta y pretende estigmatizarlo o diluirlo. En Morelos, en una más de las joyas de cinismo del gobernador Graco Ramírez, ha hablado de una campaña sucia en su contra, cuando él y su esposa han despojado a miles de activistas de la ayuda que de manera particular consiguieron para los damnificados de Morelos. Graco, como muchos otros políticos y gobernantes, ha pretendido robar la ayuda social para convertirla en recurso electoral, en una treta muchas veces realizada por otros políticos, que atiborran de material las bodegas bajo su control, donde luego se deterioran los productos o desde donde se organizan brigadas de reparto de esas ayudas, pero a la clientela electoral del gobernante en turno, a su partido y candidatos. Ante ese evidente robo a particulares, ciudadanos se organizaron para retomar de las bodegas del DIF el material que incautaron los esposos Ramírez, quienes pretenden dejar como sucesor en Morelos al hijo, Rodrigo Gayoso, en nombre del PRD. Es probable que muchas cosas cambien a partir de la toma social de conciencia que se produjo con el pasado sismo. El mapa que suponían definía una ruta electoral con claridad, ha de ser repensado y vuelto a elaborar. De golpe se reveló el gran abismo entre la sociedad civil, sobre todo los jóvenes, y un sistema político anticuado, obsoleto y dañino para esa misma sociedad. Pero Peña Nieto, como la inmensa mayoría de los miembros de la clase política, sean del partido que fueren, sigue creyendo que lee la hora política al asomarse al reloj del pasado. ¡Hasta mañana! Twitter: @julioastillero Facebook: Julio Astillero Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx Subir al inicio del texto

El sociomoto

El sociomoto Gustavo Esteva
L a contabilidad gubernamental de vidas que se perdieron o de construcciones dañadas ofrece una imagen distorsionada de lo ocurrido. La tragedia es profunda y extensa. Y es otra. Por eso el sociomoto tendrá más efectos que el terremoto y conduce a una honda transformación política. El aparato tecnoburocrático que pretende hacerse cargo de emergencias ante desastres naturales muestra rápidamente sus límites: su estilo vertical y homogéneo, típicamente patriarcal, cada vez más militarizado y privatizado, resulta enteramente inadecuado ante circunstancias tan complejas como diversas. Sus limitaciones se hacen aún más evidentes a la hora de reconstruir. Recuentos practicados en el mundo entero muestran que la ayuda causa a menudo más daños que los desastres naturales que pretende atender. El caso de Haití es el más espectacular y conocido, pero los ejemplos se repiten en todas partes. Políticos, partidos, agencias públicas y hasta organismos privados de ayuda realizan un tráfico obsceno de víctimas para atender sus propias agendas e intereses. En Oaxaca, corporaciones y funcionarios llegaron rápidamente a la conclusión de que el desastre permitiría acelerar la operación de la zona económica especial que encuentra creciente resistencia. Ahí, como en el resto del país, empresas y funcionarios empezaron a cocinar el negocio de la reconstrucción… y a organizar sus tropelías habituales. En contraste, hemos visto en estos días la inmensa capacidad de sanación que aún tiene la gente. Cunden relatos de heroísmo, astucia y habilidad; de la notable organización de esfuerzos de rescate y de apoyos directos y creativos; de las respuestas orgánicas de innumerables colectivos y grupos de toda clase y condición. Las cocinas comunitarias que montó rápidamente Francisco Toledo en Juchitán o el Consejo para la Reconstrucción y Fortalecimiento del Tejido Comunitario que se formó inmediatamente en Ciudad Ixtepec son sólo un par de ejemplos de una ola inmensa de iniciativa y solidaridad. En Ciudad de México, la brigada Para todos todo y el campamento Fuerza y Resistencia Indígena son también gotas de un vaso desbordante. Es posible ver, sentir y tocar, en las áreas directamente afectadas y en lugares muy distantes, que se deja atrás la fragmentación individualista y la obsesión por el propio interés y la competencia, para abrirse a la solidaridad profunda que regenera el tejido social y construye nosotros nuevos o recompone los que se habían debilitado. Desde abajo empezamos nuestra propia reconstrucción, para volver a ser lo que somos. Las respuestas de emergencia son parte de un empeño de más largo alcance para reparar los daños que nos han hecho el capital y sus administradores estatales. Un ímpetu amoroso cunde entre nosotros y hace a un lado la violencia reinante en las relaciones personales. En vez de selfies, como expresión de narcisismo, se usan wefies: la tecnología que dominan las nuevas generaciones queda al servicio de ese ímpetu, con tanto ingenio como corazón, al dedicarse a ­ nosotrear. Peña Nieto se sorprendió en Tonalá, Chiapas, por tantos güeros que veía. Que su cabeza y su corazón hayan podido concebir la idea muestra su racismo profundo y el desconocimiento radical del país que ha pretendido gobernar. Que se haya atrevido a pronunciar la frase en público exhibe su falta de competencia y sensibilidad política, y por qué no logra componer su imagen pública aunque gaste en la tarea un millón de pesos por hora… El aparato no puede ni quiere aprender, bajo la convicción de que todo lo sabe. Ahora aparecen más marinos que soldados o policías, pero llegan siempre tarde y hacen lo de siempre: dividir, separar, obstaculizar, subordinar, controlar… Se multiplican las historias en que hábiles vecinos dedicados al rescate son expulsados por marinos u otros agentes, que demuestran de inmediato su ineptitud. En 1985 se produjo la primera gran rebelión contra los medios, dedicados por 24 horas a convencer a la gente de que permaneciera en sus casas y dejara todo en manos del gobierno. En estos días se han visto forzados a inventar historias como la pifia de Frida Sofía para rescatar audiencias que ya se les fueron de las manos, entre otras cosas porque ahora las personas se comunican entre sí con sus propios medios. La gente sabe aprender. Las experiencias colectivas dejan un sedimento profundo, también de naturaleza colectiva, en que los aprendizajes quedan encarnados en las nuevas generaciones. Jóvenes y jóvenas que mostraron sorprendente aptitud desde el primer momento, con una participación masiva que sorprendió a todos, eran portadores de la experiencia de 1985 aunque nacieron mucho después. La conmoción social y política se hará cada vez más honda. La causa principal de que el PRI perdiera Ciudad de México fue la fiesta de autonomía y capacidad de organización que produjo el terremoto de 1985. Hoy estará cada vez más a la vista de todas y todos la descomposición creciente de aparatos podridos y mafiosos, su ineptitud abrumadora, en claro contraste con la capacidad de autogobierno y respuesta organizada de la gente. Es nuestro desafío encauzar a la reconstrucción social y política la conciencia generalizada de la corrupción e incompetencia de arriba frente al compromiso amoroso, apto y creativo que nace abajo. Los desastres naturales son semillas de renovación política, que alientan una nueva esperanza en medio de la tragedia. gustavoesteva@gmail.com Subir al inicio del texto

Trump, Maduro y la guerra asimetrica

Trump, Maduro y la guerra asimétrica Carlos Fazio
C aracas. Tras la purga del estratega Steve Bannon del entorno ultranacionalista de Donald Trump por la troika de generales que se apoderó de la Casa Blanca: James Perro loco Mattis, secretario de Defensa; H. R. McMaster, consejero de Seguridad Nacional, y John Kelly, jefe de gabinete, la guerra no convencional y asimétrica contra Venezuela, parcialmente declarada por el presidente nominal de Estados Unidos, podría pasar a una nueva fase de escalada bélica. A ello obedecería el brutal discurso maniqueísta y descarnadamente imperialista de Trump en Naciones Unidas del pasado 20 de septiembre, que tras manipular el concepto de soberanía, y con Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela como renovado eje del mal, retoma las aristas más agresivas del enfoque militar de guerras múltiples y políticas de cambio de régimen de las administraciones Clinton/Bush/Obama, ahora bajo la doctrina Mattis. Trump dijo estar preparado para tomar nuevas acciones contra la dictadura socialista de Nicolás Maduro. Washington impuso sanciones financieras contra Venezuela, y en agosto pasado la administración de los generales del títere Trump (como la llama J. Petras) no descartó la opción militar. Esa noche, durante una cena a la carta con sus perritos falderos Michel Temer, Juan Manuel Santos y Juan Carlos Varela −de Brasil, Colombia y Panamá, respectivamente−, y de la vicepresidenta de Argentina, Gabriela Michetti, Trump pudo haber adelantado algunos aspectos de la estrategia militar diseñada por quienes coloquialmente llama mis generales, con eje en una nueva ofensiva desestabilizadora encubierta que facilite una intervención humanitaria. El gobierno constitucional y legítimo de Nicolás Maduro ha logrado sobrevivir a 120 días (abril/julio de 2017) de la más brutal ofensiva bélica que, en el marco de una guerra irregular o híbrida, utilizó tecnologías de última generación y a una élite de expertos en guerra electrónica, realidad virtual y propaganda democrática. Fue apenas la última fase de cuatro años de una descomunal guerra de cuarta generación, que, con eje en una estrategia de espectro completo, ha incluido de manera simultánea y continuada la guerra sicológica (inteligencia); económico/financiera (acaparamiento y desabastecimiento por 20 trasnacionales de los rubros alimentario y farmacéutico, manipulación del tipo de cambio de la economía en mercados ilegales y riesgo país como armas de guerra, etcétera); cibernética (a través de plataformas sociales como Facebook, Twitter, WhatsApp, Youtube, Instagram), articuladas con campañas de propaganda blanca, gris y negra hegemonizadas por las siete grandes corporaciones de la comunicación que trabajan sobre una misma ideología global (Time Warner Corporation, General Electric, News Corporation, Sony Pictures, The Walt Disney Company, CBS Corporation y Bertelsmann), mismas que, cartelizadas, controlan más de 70 por ciento de los medios de difusión masiva del mundo (televisoras, radios, medios impresos y las web noticiosas privadas) y actúan como policías de la dictadura del pensamiento único neoliberal (controlando la superestructura cultural), a lo que se suma la guerra política vía la OEA del inefable Luis Almagro y los 12 países del llamado Grupo de Lima, con México como mascarón de proa. Con José Vicente Rangel, se puede afirmar que Maduro ha sido el mandatario más acosado y ofendido de la historia de Venezuela, y el blanco obsesivo de los ataques de EU, la ultraderecha internacional y la oposición escuálida al proyecto político alternativo bolivariano, que encarna un modelo mixto que combina la democracia representativa con la democracia participativa y protagónica (consejos comunales, asamblea constituyente, etcétera), proceso doctrinario que tiene al pueblo como lugar de la ciudadanía originaria y que después del 30/J está activado en la Asamblea Nacional Constituyente. Los ataques de la reacción no prosperaron, porque con astucia, coraje y decisión, y una gran habilidad estratégica y táctica y un acertado manejo de la información de inteligencia y de las nuevas tecnologías de la comunicación (la guerra simbólica y tecnológica en redes en el terreno digital y de las telecomunicaciones), Maduro y su equipo gubernamental han logrado abortar varias intentonas golpistas (incluidos golpes blandos y duros), guarimbas, maniobras para socavar la lealtad del alto mando militar, guerra económica y planes desestabilizadores urdidos en laboratorios especializados del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero la derrota en la etapa de EU y sus aliados ha sido posible, también, porque, a diferencia de las instituciones castrenses de los otros países del área (que a excepción de Cuba han sido concebidas como fuerzas para la dominación y/o ejércitos de ocupación interna, cuando no para el ejercicio de la acción subimperialista), Venezuela cuenta con un Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Ceofanb), que desde hace 12 años tiene una estructura y una doctrina antimperialistas, antioligárquicas, humanistas e integracionistas (latinoamericana). Derivada del genio y la visión geopolítica del comandante Hugo Chávez, que en 2004 definió una nueva estrategia castrense con base en que Estados Unidos constituía una amenaza cierta para Venezuela, se ha venido construyendo una unión cívico-militar, que tiene como una de sus premisas fundamentales la participación activa del pueblo en las tareas de la defensa integral de la nación, bajo el principio de la corresponsabilidad. Con ese marco de referencia, y ante las amenazas bélicas de Trump, a finales de agosto 200 mil soldados de la FANB y 700 mil milicianos, reservistas y civiles participaron en el ejercicio militar Soberanía Bolivariana 2017, bajo la concepción de que ante una invasión de EU, la Fuerza Armada se dispersaría –nos haríamos tierra, aire y agua− y conduciría una guerra de resistencia. Subir al inicio del texto