Reitero una vez más
Guillermo Almeyra / II Y Último
E
n mi larga vida he dicho y hecho muchas estupideces, pero jamás por interés propio sino, simplemente, porque entonces era más pendejo que hoy. Llegué a México en 1979 invitado a trabajar en el periódico Uno más Uno, dirigido por Manuel Becerra Acosta, y en la UNAM para estar en nuestro continente previendo importantes cambios y dejé para eso mi trabajo en la FAO, en Roma, donde tenía un sueldo superior.
En varias oportunidades rechacé chayotes, intentos de soborno, privilegios. Hoy, sumando mis ingresos totales con los de mi compañera desde hace 60 años, vivimos como espartanos, con el equivalente a medio salario mínimo francés, optando entre comer y comprar un libro. Por consiguiente, cuando elogio un nombramiento no me vendo.
Podré quizás equivocarme, pero sé corregirme y, además, no ignoro que los intelectuales confían demasiado en sus ideas y políticamente pueden ser muy ingenuos y hasta infantiles, como Einstein y los otros padres de la bomba atómica que creían que ésta acabaría con las guerras y pasaron por alto que Estados Unidos era capitalista, tenía un negro pasado imperialista y que los militares no eran damas caritativas. Por eso ni me hago cargo de cada una de las posiciones adoptadas en el pasado por gente que hoy respeto ni tampoco por lo que podrían hacer en el futuro.
Con respecto a Víctor Toledo o a Luciano Concheiro y otros funcionarios honestos y capaces, creo que sobrestiman su capacidad de convencer y subestiman la densidad y consistencia de las posiciones y relaciones existentes en el semiestado capitalista mexicano. En el mejor de los casos, me atrevo a predecir, en algún momento tendrán que renunciar azotando la puerta de salida, como hizo el ecologista Nicolas Hulot cuando se dio cuenta de que Emmanuel Macron lo utilizaba para engañar a los ecologistas, mientras ejecutaba la política depredadora del gran capital y desmentía una a una sus promesas electorales respecto a la eliminación de sus usinas atómicas, la política energética o el fin de la caza de fauna silvestre.
Los incendios provocados, la dependencia de Petróleos Mexicanos y del hidrocarburo, los desastres ecológicos y sociales colaterales que provocarán la usina térmica en Huexca, Morelos, el Tren Maya y el Corredor Transístmico, son una especie de bombas de tiempo que hay que desarmar lo antes posible y que pondrán a prueba a Toledo como ecologista y como funcionario estatal. Muchas veces tendrá que enfrentar la disyuntiva entre protestar en nombre de sus principios o callar y tragar sapos e incluso mentir en nombre de la cohesión del gabinete ministerial y, como por principio siempre pienso lo mejor de la gente de valor, espero que optará por los intereses del pueblo mexicano y de la entera humanidad sin traicionar sus ideas.
Dicho esto, paso a lo que para mí podría favorecer la construcción de una alternativa al capitalismo: la autorganización y el protagonismo de los deseosos de una sociedad mejor y más justa mediante el registro de las necesidades materiales y sociales comunidad por comunidad cuantificando los recursos disponibles y las carencias desde el punto de vista del empleo, la seguridad, la sanidad, la educación, la vivienda, los servicios indispensables –electricidad y agua potable– para elaborar planes locales de desarrollo aprobados por asamblea y seguido por asambleas en su aplicación diaria.
Así se constituirían en un proceso colectivo verdaderas comunas autónomas que darían la base para la autogestión social generalizada y reducirían drásticamente la violencia contra la mujeres. La formación por doquier de grupos vecinales de vigilancia, de policías comunitarias y de grupos de autodefensa pondría a raya a la delincuencia y controlaría la formación social de la juventud. Si las asambleas funcionan y controlan y la población participa masivamente, el peligro de utilización de la fuerza por grupos de delincuentes sería mucho menor, pues no podrían contar –como hoy– con el apoyo de las fuerzas armadas, las policías estatales o las autoridades corruptas.
Todo lo anterior debería ser completado con un esfuerzo especial y prioritario en la educación popular, con maestros bilingües bien remunerados, centros de enseñanza y universidades con recursos y salarios razonables y grupos de estudiantes de posgrado becados en el exterior, tal como hizo la paupérrima China en la década de los años 50, para sacar de su atraso a un país que no lee y, por tanto, no puede pensar, investigar o escribir.
Los obreros que se presentaron en Tamaulipas como candidatos independientes lograron más votos que el PRI. No hay que depender de los partidos del sistema: los trabajadores pueden organizarse democrática e independientemente si los grupos anticapitalistas les ayudan creando bibliotecas populares, Casas del Pueblo, cooperativas, círculos de instrucción y discusión gratuitos.
No hay tiempo para esperar y recibir desde arriba lo que se puede empezar a construir colectivamente desde abajo. La seguridad y la autoestima vienen trabajando y cosechando resultados. Lo que está en juego requiere, sobre todo, iniciativa y audacia.
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