Venezuela: coyuntura peligrosa
Ángel Guerra Cabrera
L
a caricatura de golpe de Estado del 30 de abril en Caracas se desinfló al atardecer sin que fuera necesaria una acción militar contraria. De hecho, la gran mayoría de los militares
alzados, citados mediante engaño para la madrugada en el distribuidor vial de Altamira, al darse cuenta de que pretendían usarlos en una acción golpista se comunicaron con sus jefes superiores y al mediodía habían dejado a los sublevados y vuelto a sus unidades.
Sin embargo, no debe subestimarse el hecho, pues pudo haber desembocado en un enfrentamiento entre militares y hasta en un considerable derramamiento de sangre si militantes opositores hubiesen concurrido masivamente al lugar del conato a la convocatoria del autoproclamado presidente Juan Guaidó. Era lo que buscaban éste y el recién fugado de prisión domiciliaria Leopoldo López, ambos miembros del partido Voluntad Popular, conocido por sus credenciales terroristas. Ello reitera no sólo el rechazo por la democracia, sino el carácter criminal, la vocación homicida, ausente de escrúpulos, de gran parte del liderazgo opositor venezolano, en particular del autoproclamado y de su mentor López, huésped de la embajada de España después de su efímera actuación en la escaramuza. Los criminales deben haber calculado que con unos cuantos muertos podrían conseguir la anhelada ruptura en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Si el 30 de abril no ocurrió una tragedia en Caracas, se debe a la prudencia y unidad de acción demostrados ya muchas veces, frente a trajines golpistas, por el presidente Nicolás Maduro, sus más inmediatos colaboradores civiles y los mandos de la FANB.
Lo anterior contrasta con la irresponsabilidad, el aventurerismo y la subordinación a Estados Unidos del liderazgo opositor. Como se ha hecho evidente más que nunca con Guaidó, éste, desde su autoproclamación el 23 de enero ha sido teledirigido en tiempo real por el
equipoVenezuela de la Casa Blanca: los mentirosos Bolton, Pompeo, Abrams, Marco Rubio y el vice Mike Pence. Por cierto, sólo reseñar las mentiras que dijeron el día 30 requiere una nota aparte.
Pero de qué asombrarse, si esta oposición pidió las sanciones de Estados Unidos, que tanto sufrimiento y dolor han ocasionado al pueblo venezolano y Guaidó ha admitido que la intervención militar imperialista es una opción. La guerra económica le impone un costo humano incalculable a nuestros hermanos de Venezuela. Un reciente estudio estima en 40 mil las personas que habrían fallecido a consecuencia de las sanciones. Y éstas se han recrudecido.
Es cínico y desvergonzado cómo la potencia del norte, en violación del derecho internacional y de los valores éticos más elementales, impone duros castigos económicos a Venezuela y a Cuba, para luego culpar a sus líderes por los efectos que ocasionan. Pero el cinismo también se manifiesta porque lo que buscan las sanciones es despertar disgusto y desesperanza en la población para convertirla en presa fácil de los planes golpistas y desestabilizadores urdidos por las mismas cabezas que elucubran las sanciones.
Venezuela resiste porque cada día se ve más claro que el chavismo es un modelo muy eficaz de resistencia. Se aprecia en la conciencia política y disciplina de sus bases populares, gestadas en la lucha antimperialista, el comunalismo y las aspiraciones socialistas; la sensibilidad humana de su liderazgo, evidente en el presidente Maduro, su apreciación correcta de las coyunturas más difíciles y de la correlación de fuerzas local, regional y global, que le ha permitido, desde la época de Chavez, desarrollar una muy inteligente política de alianzas.
Lo importante ahora son las secuelas de la intentona golpista. El presidente Maduro dijo que no habrá impunidad y lo cierto es que Guaidó fue, a todas luces, el instigador y responsable máximo del conato, incluyendo la fuga de Leopoldo López. Queda claro que después de tres meses de las más brutales presiones y amenazas la FANB permanece sólidamente unida y cohesionada, lo que disipa la posibilidad del golpismo al que Washington ha apostado mucho para derrocar a Maduro. Por otro lado, Guaidó no ha logrado ninguno de los objetivos que se esperaban de él y su capacidad de convocatoria, que nunca ha sido grande, va camino de diluirse.
De modo que a Estados Unidos le van quedando dos opciones: la intervención militar directa o el diálogo y la negociación que propone el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo más conveniente para todas las partes involucradas. La situación es muy peligrosa y la responsabilidad y la cordura son lo que más escasea en Washington. Basado en la soberana mentira de Bolton y Pompeo sobre las supuestas tropas y operaciones militares de Cuba en Venezuela, ya Trump amenazó a la isla con imponer un bloqueo total. Sube la temperatura en el Caribe. Coyuntura peligrosa.
Twitter: @aguerraguerra
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