Sorpresas te da la vida y Cristina también
LA SEMANA POLITICA
Ayer la expresidenta dio un volantazo político de aquellos. Y al país no le quedó más remedio que sentarse a escucharla, verla y formarse una opinión, favorable o no. Sorpresas te da Cristina. Buenas o malas, esa es otra historia.
SERGIO ORTIZ
Una parte del espectro político elogia la jugada política de Cristina Fernández de Kirchner; los más entusiastas y seguidores, a veces acríticos de sus decisiones, llegan a calificarla de genial. Otros, entre los que se incluye el cronista, son más bien críticos porque esperaban que ella fuera la candidata a presidenta y sobre todo querían un perfil de frente y futuro gobierno que recuperara muchas de las mejores políticas que su gobierno puso en práctica entre 2009 y 2013. También la división y contradicción se presentan entre los que son adversarios políticos y hasta enemigos irreconciliables de la expresidenta, que no tienen claro si esta novedad los favorece o no de cara a las elecciones. Hay varios que guardan un silencio, de estupor, más que de cálculo oportunista.
El debate recorre entonces a todo el espinel político y por supuesto habrá que aguardar algunos días o semanas para que baje la polvareda y se puedan ver con más claridad las consecuencias de la movida de CFK.
De todas maneras, hay algunas cosas que venían de antes y otras que se pueden pronosticar, a grandes rasgos, de modo que el «silenzio stampa» es una actitud propia de los Coco Basile, no de los políticos ni del periodismo.
Lo primero a subrayar es la enormidad de la sorpresa que sacudió el tablero político nacional y seguramente regional, por parte de Cristina. Eso solamente lo pueden hacer los y las grandes como ella.
Hace pocos días, más precisamente el 9 de mayo, dio un golpe maestro con la presentación del libro «Sinceramente», convertido en un éxito editorial, pero sobre todo político, en la 45º Feria Internacional del Libro. Cuando aún no se habían acallado las voces que eso generó, dio otra sorpresa, un poco anunciada, concurriendo personalmente a una reunión del Consejo Nacional del Partido Justicialista y su Mesa de Acción Política, en el local de calle Matheu, lugar que ella no había pisado nunca. Fue allí y se reinsertó entre los popes del PJ como una vieja amiga, que de hecho lo era de varios y varias. Y allí bajó una línea de conciliación, ya planteada con anterioridad, a favor de un rejunte pejotista donde ella estaba dispuesta a sumar, ocupando el lugar que los demás estimaran conveniente.
Y ayer a la mañana, irrumpió con un video y mensaje grabado anunciando que le había propuesto a Alberto Fernández integrar una fórmula con él como candidato a presidente y ella vice. El cronista escuchó primero el mensaje grabado, y nobleza obliga, por lo impensado del nombre, creyó que era una imitación o remedo de Fátima Flores. Al escucharlo por segunda vez se dio cuenta que no, que era realmente CFK, con un tono muy sosegado, casi de resignación, que les hablaba a sus compañeros y al país. No parecía ni sonaba como un texto feliz ni convencido, militante, de llamamiento a una ofensiva política (no digamos de tomar el cielo por asalto), sino más bien propio del posibilismo y cálculos electorales, con una pátina del renunciamiento a los honores.
SERGIO ORTIZ
Una parte del espectro político elogia la jugada política de Cristina Fernández de Kirchner; los más entusiastas y seguidores, a veces acríticos de sus decisiones, llegan a calificarla de genial. Otros, entre los que se incluye el cronista, son más bien críticos porque esperaban que ella fuera la candidata a presidenta y sobre todo querían un perfil de frente y futuro gobierno que recuperara muchas de las mejores políticas que su gobierno puso en práctica entre 2009 y 2013. También la división y contradicción se presentan entre los que son adversarios políticos y hasta enemigos irreconciliables de la expresidenta, que no tienen claro si esta novedad los favorece o no de cara a las elecciones. Hay varios que guardan un silencio, de estupor, más que de cálculo oportunista.
El debate recorre entonces a todo el espinel político y por supuesto habrá que aguardar algunos días o semanas para que baje la polvareda y se puedan ver con más claridad las consecuencias de la movida de CFK.
De todas maneras, hay algunas cosas que venían de antes y otras que se pueden pronosticar, a grandes rasgos, de modo que el «silenzio stampa» es una actitud propia de los Coco Basile, no de los políticos ni del periodismo.
Lo primero a subrayar es la enormidad de la sorpresa que sacudió el tablero político nacional y seguramente regional, por parte de Cristina. Eso solamente lo pueden hacer los y las grandes como ella.
Hace pocos días, más precisamente el 9 de mayo, dio un golpe maestro con la presentación del libro «Sinceramente», convertido en un éxito editorial, pero sobre todo político, en la 45º Feria Internacional del Libro. Cuando aún no se habían acallado las voces que eso generó, dio otra sorpresa, un poco anunciada, concurriendo personalmente a una reunión del Consejo Nacional del Partido Justicialista y su Mesa de Acción Política, en el local de calle Matheu, lugar que ella no había pisado nunca. Fue allí y se reinsertó entre los popes del PJ como una vieja amiga, que de hecho lo era de varios y varias. Y allí bajó una línea de conciliación, ya planteada con anterioridad, a favor de un rejunte pejotista donde ella estaba dispuesta a sumar, ocupando el lugar que los demás estimaran conveniente.
Y ayer a la mañana, irrumpió con un video y mensaje grabado anunciando que le había propuesto a Alberto Fernández integrar una fórmula con él como candidato a presidente y ella vice. El cronista escuchó primero el mensaje grabado, y nobleza obliga, por lo impensado del nombre, creyó que era una imitación o remedo de Fátima Flores. Al escucharlo por segunda vez se dio cuenta que no, que era realmente CFK, con un tono muy sosegado, casi de resignación, que les hablaba a sus compañeros y al país. No parecía ni sonaba como un texto feliz ni convencido, militante, de llamamiento a una ofensiva política (no digamos de tomar el cielo por asalto), sino más bien propio del posibilismo y cálculos electorales, con una pátina del renunciamiento a los honores.
¿Presidenciable?
Cristina anunció que se corre de la candidatura presidencial y que le propuso a Alberto Fernández que ocupe ese lugar. Y el bendecido por esa decisión ya aceptó alegremente la misión encomendada, según lo expresó por Twitter al agradecer las felicitaciones de otros políticos que fueron y vinieron varias veces, como él, caso del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora.
El argumento central de la expresidenta es que lo conoce desde hace 20 años, que lo vio con Néstor Kirchner y ella misma deliberar y adoptar decisiones políticas en tiempos muy difíciles. Y que sabe que AF tiene gran capacidad de diálogo y negociación, algo que se precisa en estos tiempos más crudos aún que los del 2001.
La descripción es interesada y parcial. Omite decir que en los últimos casi 10 años el personaje abandonó el barco kirchnerista y recaló en puertos opositores, de derecha. No solamente cuando fue condescendiente y cómplice de la Mesa de Enlace Rural, en 2008, sino luego, cuando fue armador de Sergio Massa, sobre todo, y de Florencio Randazzo, al punto de haber recomendado el voto en blanco en el balotaje de 2015 y haber dicho que estaba tranquilo con Macri porque estaba acompañado de Alfonso Prat-Gay.
Por supuesto que para los políticos y en general los hombres es difícil cuando no imposible resistir los archivos. Por eso no se trata de abrir interrogantes sobre la pertinencia de la candidatura en base a hechos del pasado, que no obstante deben ser tenidos en cuenta. La clave es el presente y el futuro inmediato.
Allí radica el interrogante sobre que las decisiones de la expresidenta sean las mejores y en particular en este caso que su dedo se haya posado sobre la figura indicada.
Es que Fernández viene diciendo desde hace mucho tiempo que sería una locura insistir con proyectos como el que fue la ley de servicios de comunicación audiovisuales. Esto implica no sólo una revisión de derecha, liquidadora, de una de las mejores decisiones que tuvo en 2009 el gobierno K, sino, peor aún, anticipa un tiempo de reconciliación y nuevos acuerdos con el monopolio Clarín. Esto, siempre y cuando el CEO Héctor Magnetto decida dar vuelta la página y dejar de apostar por Mauricio Macri y eventualmente María E. Vidal, cosa improbable.
Por lo pronto Magnetto se salió con una victoria parcial: quería correrla a CFK de la presidencia y lo habría logrado. El martes 21 empieza un juicio amañado en su contra. Estos ataques de la Cloaca Py algo tuvieron que ver con su corrimiento.
Otra de las garantías que el flamante candidato venía asegurando al público de centro es que tampoco habría lugar para elucubraciones tales como reformas a la Constitución.
A la luz de los cambios macristas y neoliberales, que han destruido al país y convertido en una semicolonia norteamericana, ¿por qué Fernández quiere cerrar a priori el debate sobre si se necesita o no una nueva Constitución para reafirmar derechos convertidos en letra muerta desde 2015?
Dicho con todo respeto, Alberto Fernández no parecía el más indicado para la etapa que se vive y la que se avecina. Cristina creyó que sí y procedió en consecuencia. Restaría saber si esto lo consultó con algunos sectores de su movimiento, porque tiene toda la apariencia de un dedazo. Y su dedo ya mostró que no era infalible. Remember Cobos, los dos Fernández, Moreno, Pichetto, Milani, Barañao y Scioli en 2015.
Cristina anunció que se corre de la candidatura presidencial y que le propuso a Alberto Fernández que ocupe ese lugar. Y el bendecido por esa decisión ya aceptó alegremente la misión encomendada, según lo expresó por Twitter al agradecer las felicitaciones de otros políticos que fueron y vinieron varias veces, como él, caso del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora.
El argumento central de la expresidenta es que lo conoce desde hace 20 años, que lo vio con Néstor Kirchner y ella misma deliberar y adoptar decisiones políticas en tiempos muy difíciles. Y que sabe que AF tiene gran capacidad de diálogo y negociación, algo que se precisa en estos tiempos más crudos aún que los del 2001.
La descripción es interesada y parcial. Omite decir que en los últimos casi 10 años el personaje abandonó el barco kirchnerista y recaló en puertos opositores, de derecha. No solamente cuando fue condescendiente y cómplice de la Mesa de Enlace Rural, en 2008, sino luego, cuando fue armador de Sergio Massa, sobre todo, y de Florencio Randazzo, al punto de haber recomendado el voto en blanco en el balotaje de 2015 y haber dicho que estaba tranquilo con Macri porque estaba acompañado de Alfonso Prat-Gay.
Por supuesto que para los políticos y en general los hombres es difícil cuando no imposible resistir los archivos. Por eso no se trata de abrir interrogantes sobre la pertinencia de la candidatura en base a hechos del pasado, que no obstante deben ser tenidos en cuenta. La clave es el presente y el futuro inmediato.
Allí radica el interrogante sobre que las decisiones de la expresidenta sean las mejores y en particular en este caso que su dedo se haya posado sobre la figura indicada.
Es que Fernández viene diciendo desde hace mucho tiempo que sería una locura insistir con proyectos como el que fue la ley de servicios de comunicación audiovisuales. Esto implica no sólo una revisión de derecha, liquidadora, de una de las mejores decisiones que tuvo en 2009 el gobierno K, sino, peor aún, anticipa un tiempo de reconciliación y nuevos acuerdos con el monopolio Clarín. Esto, siempre y cuando el CEO Héctor Magnetto decida dar vuelta la página y dejar de apostar por Mauricio Macri y eventualmente María E. Vidal, cosa improbable.
Por lo pronto Magnetto se salió con una victoria parcial: quería correrla a CFK de la presidencia y lo habría logrado. El martes 21 empieza un juicio amañado en su contra. Estos ataques de la Cloaca Py algo tuvieron que ver con su corrimiento.
Otra de las garantías que el flamante candidato venía asegurando al público de centro es que tampoco habría lugar para elucubraciones tales como reformas a la Constitución.
A la luz de los cambios macristas y neoliberales, que han destruido al país y convertido en una semicolonia norteamericana, ¿por qué Fernández quiere cerrar a priori el debate sobre si se necesita o no una nueva Constitución para reafirmar derechos convertidos en letra muerta desde 2015?
Dicho con todo respeto, Alberto Fernández no parecía el más indicado para la etapa que se vive y la que se avecina. Cristina creyó que sí y procedió en consecuencia. Restaría saber si esto lo consultó con algunos sectores de su movimiento, porque tiene toda la apariencia de un dedazo. Y su dedo ya mostró que no era infalible. Remember Cobos, los dos Fernández, Moreno, Pichetto, Milani, Barañao y Scioli en 2015.
Grandes desafíos.
Otro límite de Fernández es su falta de experiencia como gobernante. El profesor de Derecho Penal en la UBA es un hábil político, pero no ha sido ni intendente ni menos gobernador, y carece de antecedentes de estar en un puesto ejecutivo. Ha sido legislador de la Ciudad de Buenos Aires y después jefe de Gabinete, con ese final abrupto aflojando frente a la Suciedad Rural.
Por supuesto que la experiencia se construye y él no es un novato. El otro elemento flojo es que carece de fuerza propia en una provincia o municipalidad, así como de una relación propia con la masa de algunos lugares del país. Y para ser presidente hay que haber caminado la Patria, escuchado a su gente, charlado mate en mano con personas diferentes y ganado su aprecio. No es el caso. Los que coinciden con esta fórmula dirán que esa parte, de relación con las bases, la pondrá Cristina. Y aceptando la aclaración, de todos modos, es cierta la objeción sobre la casi nula visibilidad de masas del presidenciable. Es posible que Alberto Fernández tenga menos calle que Macri, para graficar la carencia.
De todos modos, nunca es tarde para empezar a caminar por las veredas del pueblo argentino. Justamente el punto más álgido es con qué propuestas se tiene pensado recorrer el camino hacia las PASO de agosto y luego la pulseada final contra el neoliberalismo fondomonetarista extremo, de Cambiemos, y la seudo Alternativa Federal, de Sergio Massa y Roberto Lavagna, apadrinados por Juan Schiaretti.
¿Tiene un buen programa Alberto Fernández? No se lo conoce y obvio que cualquiera que elabore, junto con CFK, será mejor que el de esas dos variantes de la dependencia recién mencionadas.
¿Alcanzará con un programa light y lavado, como el que se desprende de las expresiones de extrema moderación de ambos Fernández, Alberto y Cristina?
La expresidenta dejó en claro que si vuelven al Gobierno no repetirán lo del 2003 al 2015. Lo dijo con elegancia: «el mundo está distinto y nosotros también».
Eso también se deduce de otro concepto suyo de ayer: «está claro, entonces, que la coalición que gobierne deberá ser mucho más amplia que la que haya ganado las elecciones».
La fórmula FF está pensando en la amplitud como un valor único. Y es importante, pero le falta el otro valor, indispensable. Unos pueden llamarlo profundidad, contenido popular, o medidas de fondo contra el Fondo, afectación de la banca, retenciones a los exportadores, aumento general de salarios y jubilaciones, congelamiento de tarifas, etcétera. De esos temas básicos, por ahora, mutis por el foro.
Otro límite de Fernández es su falta de experiencia como gobernante. El profesor de Derecho Penal en la UBA es un hábil político, pero no ha sido ni intendente ni menos gobernador, y carece de antecedentes de estar en un puesto ejecutivo. Ha sido legislador de la Ciudad de Buenos Aires y después jefe de Gabinete, con ese final abrupto aflojando frente a la Suciedad Rural.
Por supuesto que la experiencia se construye y él no es un novato. El otro elemento flojo es que carece de fuerza propia en una provincia o municipalidad, así como de una relación propia con la masa de algunos lugares del país. Y para ser presidente hay que haber caminado la Patria, escuchado a su gente, charlado mate en mano con personas diferentes y ganado su aprecio. No es el caso. Los que coinciden con esta fórmula dirán que esa parte, de relación con las bases, la pondrá Cristina. Y aceptando la aclaración, de todos modos, es cierta la objeción sobre la casi nula visibilidad de masas del presidenciable. Es posible que Alberto Fernández tenga menos calle que Macri, para graficar la carencia.
De todos modos, nunca es tarde para empezar a caminar por las veredas del pueblo argentino. Justamente el punto más álgido es con qué propuestas se tiene pensado recorrer el camino hacia las PASO de agosto y luego la pulseada final contra el neoliberalismo fondomonetarista extremo, de Cambiemos, y la seudo Alternativa Federal, de Sergio Massa y Roberto Lavagna, apadrinados por Juan Schiaretti.
¿Tiene un buen programa Alberto Fernández? No se lo conoce y obvio que cualquiera que elabore, junto con CFK, será mejor que el de esas dos variantes de la dependencia recién mencionadas.
¿Alcanzará con un programa light y lavado, como el que se desprende de las expresiones de extrema moderación de ambos Fernández, Alberto y Cristina?
La expresidenta dejó en claro que si vuelven al Gobierno no repetirán lo del 2003 al 2015. Lo dijo con elegancia: «el mundo está distinto y nosotros también».
Eso también se deduce de otro concepto suyo de ayer: «está claro, entonces, que la coalición que gobierne deberá ser mucho más amplia que la que haya ganado las elecciones».
La fórmula FF está pensando en la amplitud como un valor único. Y es importante, pero le falta el otro valor, indispensable. Unos pueden llamarlo profundidad, contenido popular, o medidas de fondo contra el Fondo, afectación de la banca, retenciones a los exportadores, aumento general de salarios y jubilaciones, congelamiento de tarifas, etcétera. De esos temas básicos, por ahora, mutis por el foro.
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