La historia oficial de la Revolución oculta datos; es un dispositivo de dominación
Francisco Pineda Gómez publica La guerra zapatista
▲ Una parte del mecanismo de la dominación sirve
para que el pueblo de México no recuerde la lucha social, la más importante que se ha tenido, señala el historiador en entrevista.Foto Roberto García Ortiz
Ericka Montaño Garfias
Periódico La Jornada
Viernes 31 de mayo de 2019, p. 3
Viernes 31 de mayo de 2019, p. 3
La investigación histórica no busca crear ídolos, sino analizar las partes que conforman procesos complejos, como el de la Revolución Mexicana y el papel de Emiliano Zapata y el Ejército Libertador, dice el historiador Francisco Pineda Gómez, autor de La guerra zapatista 1916-1919.
Pineda Gómez, antropólogo y académico, inició su investigación hace 30 años, y dio como resultado una tetralogía: La irrupción zapatista, 1911; La revolución del sur, 1912-1914; El Ejército Libertador, 1915 y, el más reciente, La guerra zapatista, 1916-1919, todos publicados por Editorial Era.
La publicación de La guerra zapatista coincide con el centenario del asesinato de Zapata, el 10 de abril de 1919 en Chinameca. Un siglo después todavía se escucha el grito
¡Zapata vive!
Eso significa
que el pueblo trabajador mexicano en sus movimientos, en sus luchas, no olvida la gesta heroica de Emiliano Zapata, los pueblos insurrectos y su Ejército Libertador. Significa que están vigentes los principios de la lucha, no rendirse, no venderse y llevar a cabo una pelea digna y honrada, señala en entrevista.
Cuando empezó su investigación
Emiliano Zapata era un símbolo que no conocía, porque no había leído, pero siempre lo había tenido presente. Tres décadas después, Zapata es el general en jefe del Ejército Libertador.
La Revolución Mexicana no es sólo lo que nos dicen los libros de texto: buenos contra malos. Existe todo un ocultamiento de todo lo que ocurrió: genocidio, hambruna, el racismo de personajes como Venustiano Carranza.
“Es un dispositivo de la dominación. El régimen emanado de la Revolución Mexicana se apropió de la Revolución y seleccionó lo que quería: Madero, Zapata, la frase sufragio efectivo, el título del Plan de Ayala, pero el contenido nunca lo van a decir, porque es la declaración de guerra contra Madero.”
Por ejemplo, “un dato fundamental sobre la cuestión agraria: los zapatistas acabaron con el régimen de las haciendas coloniales en la zafra de 1912-1913 en Morelos, régimen que había durado cuatro siglos. Zapata y Otilio Montaño tenían conciencia de ello. No necesitaban leerlo, esa es la historia que habían vivido sus pueblos, su gente, en conflicto permanente con las haciendas durante cuatro siglos.
“Ellos acabaron con ese régimen colonial. Ahora dicen en el dispositivo de dominación: ‘Zapata no logró nada’, que fue la reforma agraria carrancista. En realidad, quienes acabaron con ese régimen fueron los pueblos insurrectos y su Ejército Libertador. Sí hay ocultamiento. Es una parte del dispositivo de la dominación para que el pueblo de México no recupere la memoria de la lucha –la lucha revolucionaria más importante que ha tenido México–: la lucha social.”
Encubrimiento
Lo que ocurrió durante la Revolución “fue un crimen de lesa humanidad: el genocidio no prescribe y los encubridores deben ser condenados como si estuvieran encubriendo a Hitler, Franco o a Estados Unidos, que lanzó dos bombas atómicas contra población civil en Hiroshima y Nagasaki. Esos genocidios se pasan por encima, con frasecitas como ‘sufragio efectivo’, ‘artículo 27’, ‘reforma agraria’. Han ocultado gravemente esto para ejercer una dominación más apabullante”.
Después de estos años de trabajo “también cambió mi opinión sobre lo que sucedió. Si uno lo mira desde el punto de vista de la revolución social campesina de México, fue una guerra tremenda entre la revolución y la contrarrevolución. Todos los gobiernos se opusieron a la revolución campesina y llevaron a cabo una guerra de exterminio, genocida.
“Francisco León de la Barra, presidente provisional que se acordó de nombrar a Porfirio Díaz en los acuerdos de Ciudad Juárez con Madero, Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza, todos se opusieron violentamente, en forma genocida, a la revolución campesina de México. Todos vienen de la élite porfirista en una continuidad que los distorsionadores de la historia llaman ‘guerra fratricida’, entre hermanitos; pero no: fue una guerra entre la revolución y la contrarrevolución. Una guerra atroz la de los contrarrevolucionarios.”
En esta historia todavía falta mucho qué contar. Son miles los documentos zapatistas que aún falta por analizar, así como el papel de las mujeres en la revolución campesina:
había profesoras, doctoras; hubo presidentas municipales zapatistas aquí, en la cuenca de México. No podría estimar un porcentaje, pero sí falta mucho por recuperar de la historia.
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