PND y crecimiento
José Blanco
E
n la inauguración del foro de consultas sobre el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-24, el secretario Carlos Urzúa dijo que por primera vez en la historia el plan fijará metas a sus objetivos. El crecimiento de la economía se ha vuelto piedra de toque de todos los sectores. Urzúa no se refirió a la meta de 4 por ciento de crecimiento para el producto interno, pero en muchos otros momentos el Presidente se ha referido a ella. El pasado 27 de febrero, en una reunión celebrada entre el Consejo Coordinador Empresarial y el Presidente, anunciaron su colaboración en materia de inversión para alcanzar esa meta de 4 por ciento ¿Será posible alcanzarla?
La economía muestra buenas pautas financieras y, a veces, el Presidente las ha señalado respecto a la inflación, al tipo de cambio, al endeudamiento, a la bolsa de valores. Ese desempeño es favorable al crecimiento, pero no está directamente relacionado con él. La clave fundamental es la inversión a la que se comprometieron los empresarios. Sin embargo, éstos no van a invertir porque ese es su compromiso. Lo harán si, y sólo si, la tasa de ganancia alcanza la proporción que esperan.
La inversión productiva exige, además, infraestructura: caminos, energía, comunicación digital, gasoductos, carreteras, puertos, aeropuertos… En el norte del país existe esa infraestructura en gran medida, aunque siempre es posible mejorarla. No obstante, hacerlo en el norte del país significaría seguir ampliando la brecha de desarrollo con el sur-sureste; pero hacerlo en esta región demanda una cuantía mucho mayor de inversión porque ahí la infraestructura es paupérrima.
Las tendencias actuales, de otra parte, están muy lejos de colaborar a alcanzar la meta de 4 por ciento: según cifras de Inegi, la economía se ha desacelerado notoriamente: creció en 2015 a 3.3 por ciento; en 2016 a 2.7; en 2017 a 2.3, y a 2 por ciento en 2018. Más aún, en el último trimestre de 2018 aumentó apenas, en cálculo anual, uno por ciento. No es factible revertir esa tendencia en el primer trimestre de 2019. Es decir, la desaceleración no es atribuible a la Cuarta Transformación (4T). Con clara tendencia al descenso inició el gobierno de AMLO. Diferentes entes privados y públicos han estimado un crecimiento de 1.6 por ciento para 2019; es un punto medio muy probable para este año, siempre que las tensiones entre Estados Unidos y China no continúen debilitando el crecimiento de EU.
De otra parte, la inversión bruta total, la fuerza que impulsa el crecimiento, aumentó de noviembre 2015 a noviembre de 2016, en uno por ciento; en ese mismo lapso 2016-17, en -3.7; y en el de 2017-18, en -2.1 por ciento. Es decir, está más que claramente comprometido el crecimiento futuro. El gobierno de Peña Nieto contribuyó a esa caída, olvidándose de la inversión pública.
La relación inversión/PIB ha sido en la última década de 21.5 por ciento en promedio, con una aportación privada de alrededor de 19 y pública de 2.5 puntos. Algunas estimaciones hacen llegar a 29 por ciento la relación indicada, para crecer a 4 por ciento. Vale decir, hacen falta al menos 7 puntos porcentuales más, equivalentes a 85 mil millones de dólares adicionales (con un PIB de 1.15 billones de dólares, en castellano), por año, a lo que actualmente se invierte. Es una suma imponente por año que no podría ser invertida en 2019, acaso ni en varios años más, porque la infraestructura para invertir es preciso construirla y, además, los empresarios tendrían que tomar su decisión, en definitiva, de cara a una tasa de ganancia esperada que les satisfaga.
Todo ello significa que la meta de 4 por ciento para el crecimiento del producto interno es remota. Ojalá mis números estén equivocados. ¿Cómo podrían repartirse los sectores público y privado esos 7 puntos porcentuales del PIB adicionales en inversión? Dos puntos más el sector público y cinco más los empresarios, por ejemplo. Dos puntos porcentuales significan 23 mil millones de dólares más en inversión pública adicional. ¿Puede el gobierno de Andrés Manuel López Obrador gastar ese dinero sin incurrir en déficit fiscal y conservando sus planes en Petróleos Mexicanos y en las inversiones ya decididas en el sur-sureste? Si el gobierno inviertiera esa suma adicional ¿hará lo suyo el sector privado? Dudoso.
Frente a ese intríngulis, puede ponerse la atención no en el crecimiento del PIB, sino en las ramas productivas que interesen al nuevo gobierno. Puede tenerse un crecimiento del PIB de 2/3 por ciento, pero crecimientos de 6 por ciento o superiores en las ramas que aporten más a una reconfiguración productiva más acorde con una mejor distribución del ingreso. El crecimiento del sector agropecuario es muy importante, aunque aporta poco al crecimiento del producto interno porque su tamaño no supera a 3 por ciento del producto. En el sector industrial es preciso impulsar el crecimiento de las ramas que produzcan bienes-salario. Se aumenta así el empleo en esas ramas, el monto de la nómina salarial de ahí derivada, y la demanda de esos mismos bienes.
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