EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

domingo, 31 de marzo de 2019

La dialectica del Capital

La dialéctica del capital



Por Julia Expósito
El debate sobre el marxismo hoy día supone pensar antes que nada desde la crisis teórico-política que atraviesa. Sin embargo, asumir esta crisis significa, también, recuperar su gesto crítico frente a lo existente. Así, una actualización de la crítica precisa de una caracterización de la especificidad de su crisis, que no deja de vincularse con las transformaciones que desde los años 70 atraviesa el capitalismo, pasando de una hegemonía industrial o una financiara. Por lo tanto, pensar la actual crisis del marxismo tiene como uno de sus puntos nodales una crítica a la dialéctica materialista en tanto método para caracterizar al capitalismo y analizar los devenires de las luchas emancipatorias. Aquello que revela esta cuestión es que no se han puesto en crisis simplemente toda una serie de categorías que posibilitan una secuencia de reformulaciones o ajustes teóricos del marxismo, como ha sucedido en crisis anteriores, sino que son los mismos presupuestos de la dialéctica los que se han puesto en entredicho en los análisis del capitalismo contemporáneo.
En términos histórico-políticos, es posible suponer que, la actual crítica a la dialéctica marxista se presenta en clave de ataque al materialismo dialéctico, vinculado a un repudio del estalinismo saliente. No obstante, es posible inferir que, pos-caída del Muro y como consecuencia de las mutaciones a nivel capitalista global, se comienza a producir un cuestionamiento de la dialéctica más allá de la versión del método prescriptivo de la burocracia soviética estalinista. Entonces, a primera vista parece que la puesta en cuestión de la dialéctica es un gesto político rupturista frente a un momento histórico decisivo del marxismo: terminar de una vez por todas con la aberración de la herencia estaliniana que había transformado la utopía marxista de emancipación humana en uno de los hechos históricos más sangrientos y brutales. En este sentido, la dialéctica devenía sinónimo de adoctrinamiento y ortodoxización. Sin embargo, el problema radica en que, al cuestionar el materialismo dialéctico estaliniano, muchas veces se pone en entredicho, sin distinción, el gesto revulsivo de Marx frente a la filosofía, frente a la política, frente al conocimiento, frente a la historia, que tiene de dialéctico mucho más de lo que ciertxs marxistas pretenderían. Pero esto no es un hecho casual, la misma historia del marxismo presenta un debate complejo en relación a la dialéctica y a la herencia hegeliana que ella supone.
Una gran cantidad de autorxs y militantxs marxistas han tomado postura frente a este problema, y podríamos aventurar que dos han sido las apuestas más consideradas: o bien, se entendía que toda esta confusión del método había sido culpa de Hegel, del hegelianismo de Marx – posición que tanta mella hizo, que Althusser (2004) la glorificó en su famosa tesis del completo antihegelianismo de Marx –; o bien, se comprendía que marginar el legado de Hegel significaba un gesto político, dado que habilitaba la negación de una dialéctica marxista ya sin excusas estalinianas.
Acorde a la primera posición, Marx no solamente no había dejado de ser hegeliano en su madurez, como se afirmaba comúnmente y se acusaba al joven e inexperto Marx de encontrarse empapado del espíritu hegeliano de su época de principiante, sino que Hegel se encontraba ausente de toda su obra. La revolución teórica de Marx comenzaba, entonces, con la desaparición de Hegel en términos filosóficos, y de la vinculación dialéctica y capital en términos de economía-política. Por lo tanto, dentro de cierta herencia marxista, a partir de la crisis más general del hegelianismo y de las mutaciones del capitalismo, ha existido una fuerte tendencia de deshegelianizar la obra de Marx y de borrar todo rasgo dialéctico de su análisis del capitalismo. Podemos nombrar, por ejemplo en el siglo XX, los trabajos de Althusser y su escuela en Francia, pero también al revisionismo de Bernstein en Alemania y la interpretación de Della Volpe y Colletti en Italia y de Sacristán en España. Para Colletti (1977), es preciso construir –desde el marxismo– un método que se centre en Kant y en Hume, contra la herencia de Spinoza y Hegel, demostrando que la relación capital-trabajo es una oposición real, no una contradicción dialéctica. Por su parte, Sacristán (1984), argumenta que la herencia hegeliana transmite una representación bastarda de la ciencia que impediría a Marx precisar el estatus epistemológico de su trabajo intelectual. La Segunda Internacional (formada en 1889) por su parte, cooperó en la puesta en cuestión de la herencia hegeliana de la dialéctica de Marx. En este sentido podemos incorporar, a su vez, a la corriente denominada marxismo analítico que tenía como objetivo librar a Marx de Hegel, y al fin de la dialéctica.
Por otra parte, podemos incluir a una generación de filósofos de herencia francesa (conocidos comúnmente como pensadores de la diferencia) que, luego de un primer acercamiento a Hegel, reaccionan contra su propia tradición y con ello frente a todo hegelianismo. Ya en su temprano texto Diferencia y repetición (1967), Deleuze planteaba que los signos de su época evidenciaban un “antihegelianismo generalizado”. Derrida (1967), por su parte, realiza una puesta en jaque del concepto de identidad hegeliano-marxista. La diferencia del concepto no es diferencia hacia otro, sino hacia sí mismo, mostrando el dislocamiento de la identidad por sí misma. De este modo, el destino de Marx, si no quedaba ligado al de Hegel, sólo podía rescatarse mediante un distanciamiento respecto de la dialéctica. También, podemos referenciar los trabajos de Hardt y Negri para quienes la relectura de Marx debe pasar por una herencia spinoziana y ya no hegeliana. En sus producciones apuestan por una teoría marxista no teleológica de la lucha de clases contra la dialéctica de la historia, proponiendo una reformulación de la teoría del valor-trabajo: “Al haber alcanzado el nivel global, el desarrollo capitalista se encontró directamente enfrentado cara a cara con la multitud, sin ninguna mediación. De ahí que se evaporara la dialéctica” (Negri y Hardt, 2002: 222).
Por último, pensadores pertenecientes al marxismo posestructuralista como Rancière, Badiou y Laclau, sostienen que el fallo del socialismo muestra en términos políticos la crisis de la idea de revolución y de sujeto que el marxismo pregonaba. Laclau (1985) asume una apuesta teórica posdialéctica que le permite poner en cuestión la centralidad ontológica de la clase obrera y junto con ella a la idea de una sociedad futura pasible de ser socialista. Badiou (2011), por su parte, si bien afirma que, una vez que se critica la dialéctica hegeliano-marxista, aquello que entra en crisis es la misma idea de revolución tal como el marxismo la planteaba, no obstante es preciso volver sobre la pregunta de la negatividad con un nuevo tipo de dialéctica materialista.  
La segunda postura teórico-política afirma que marginar el legado de Hegel significaba un claro gesto político, ya que admitía el peligro de echar “el niño con el agua sucia”, esto es, descartar en el mismo movimiento la posibilidad dialéctica de Marx y con ello del capitalismo. El desafío radica en la pregunta de tinte lukácsiano: ¿tiene el marxismo alguna especificidad que suponga su propia condición de ser? Es decir, que si esta especificidad no existiera o se demostrara “superada”, el marxismo habría perdido su capacidad tanto práctica como teórica para dar cuenta de la “realidad” y al mismo tiempo para ser el “horizonte” de una sociedad nueva. La respuesta de Lukács en este aspecto sería terminante: esa especificidad última es el método dialéctico, puesto que es la dialéctica la que habilitaría al marxismo a encontrar aquel método de investigación crítico que permite especificar lo social a través de sus movimientos, su devenir, siendo por tanto la herramienta que habilita la posibilidad de un pensamiento emancipatorio.
En las últimas décadas, en el mundo anglosajón, han surgido una serie de publicaciones que se proponen reconstruir la dialéctica de Marx en estrecha vinculación con la Lógicade Hegel, lo que se ha dado en llamar la “nueva dialéctica” o “dialéctica sistemática” (Arthur, 2004). Nos referimos a pensadores como Arthur, Murray, Reuten, entre otros, a los que se unen también algunos teóricos como Robles Báez o Dussel.
En Latinoamérica, podemos ubicar toda una serie de autores que afirman que “si se llegase a demostrar que el método dialéctico es un mero recurso retórico y no una estrategia válida de reconstrucción de lo real en el plano del pensamiento, las tesis centrales de la teoría marxista difícilmente podrían sobrevivir” (Borón, 2006: 39) y esto es precisamente lo que no ha sido demostrado. Así autores como Kohan (1998), Löwy (1994), Moreno (1980) sostienen que el desarrollo creador del marxismo y la superación de su actual crisis requieren de la radicalización de su método dialéctico. Nahuel Moreno argumentaba, en los años 80, en favor de una actualización de la dialéctica marxista dada la nueva etapa socio-histórica del capitalismo, que exigia una urgente inversión dialéctica donde lo determinante en última instancia pasaba a ser la lucha política.
También podemos ubicar a pensadores como Žižek (2011), Jameson (2011) y Bensaid (2013), quienes sostienen que la recuperación política del comunismo en la actualidad necesita un apoyo de las prerrogativas totalizadoras de una dialéctica materialista. Por último, podemos recuperar las obras feministas de autoras como Firestone (1976) y las referentes del feminismo materialista francés (Guillaumin, Tablet y Claude Mathieu, 2005), quienes sostienen que el método de análisis marxista, a la vez dialéctico y materialista, permite recuperar un sustrato sexual en la dialéctica de la historia, posibilitando comprender al sexo como fenómeno de clase en el capitalismo contemporáneo.
Se dicotomiza el tablero: o bien se margina a Hegel y se abandona a la dialéctica del capital, o bien se lo recupera como parte de una herencia a la que se pretende filtrar, cribar, criticar, para escoger entre los varios posibles de la inyunción que dice siempre, como afirmara Derrida, elige y decide dentro de aquello de lo que has heredado. Se hereda, por tanto, un secreto que implora ser leído. Aquel secreto que atormenta la cabeza de lxs marxistas, aquel espectro que pretende ser aquí conjurado lleva el nombre de dialéctica marxista. Sin embargo, nuestro objetivo es volver sobre los pasos de la dialéctica en Marx sin pretender ni hegelianizarla, ni deshegelianizarla. Es decir, buscar la dialéctica en algunos textos centrales de Marx, principalmente en El capital, ubicando a Hegel como una referencia importante e incluso fundamental en el desarrollo su pensamiento, pero con la ambición de que no sea Hegel quien la justifique y la conjure.
El problema no es de fácil solución. Si El capital es y ha sido el texto de Marx en el cual el método ha sido más buscado, discutido y criticado, es porque este no se presenta de modo explícito. Como nos advierte Althusser (2006), no hay en este texto un trabajo filosófico con respecto a la dialéctica, como si lo había en la Lógica de Hegel. En efecto, la complejidad que supone develar su método ha sido ampliamente debatida, incluso ya en la época del mismo Marx. Pero entonces ¿cuál es el método de El capital, es metafísico, es deductivo, es analítico?
Marx sostendrá que, por un lado, su método no parte de principios a priori como el método axiomático que caracteriza la esencia de lo matemático y que, a partir Descartes, se instituía como rasgo fundamental de la modernidad. Por otro lado, tampoco sostiene un sentido kantiano que se liga con la metafísica tradicional que opera axiomáticamente, es decir, a través de la “facultad de los principios”. Sino que es a partir de un encuentro con la obra de Hegel donde se presentan las primeras intuiciones del método de El capital. Marx relee hacia fines de 1857 la Lógica de Hegel, la cual le aporta toda una serie soluciones a la hora de pensar el método con el cual va a trabajar el problema del capitalismo, puesto que aquel muestra que no se procede por principios absolutos, sino más bien que los principios son, en todo caso, un resultado, un producto del movimiento mismo.
Tres preguntas iniciales acechan a la dialéctica en tanto método de El capital: una por el tiempo, otra por el movimiento y una última por el materialismo.
La dialéctica es una pregunta por el tiempo, por la temporalidad del capital, pero no por un tiempo escolástico, sino por un tiempo en devenir, por un devenir del tiempo. Una idea de dialéctica para la cual el ser arrojado ahí supone al tiempo como condición de posibilidad de existencia. Por tanto, si la lógica formal, pretendía sostener sus principios desde la formula A es igual a A, sólo podía sostenerse este enunciado de modo axiomático, es decir fuera del tiempo, de la existencia. Puesto que sólo A es igual a A, es decir una cosa es igual a sí misma, si no cambia, si no está en el tiempo, si no existe. La dialéctica, por el contrario, no se afirma de modo axiomático, sino que se presenta en el devenir, en el constante cambio de todo.
En este sentido, la dialéctica en Marx es también una pregunta por el movimiento, por la historia. En esta cuestión habita una tensión fundamental. Por un lado, la historia sería comprendida como una historia dada, siempre ya entramada, pero no con mayúsculas. Esto supone que no habría en la historia leyes naturales y absolutas, o en todo caso la naturalización y absolutización de determinadas leyes se encuentran en íntima relación con momentos históricos determinados. Así como tampoco existiría “capitalismo” en general, sino siempre un capitalismo dado. Entonces El capital no sería un tratado de economía en general, sino que sería un estudio de la economía política capitalista en particular en un determinado momento histórico. Sin embargo, por otro lado, Marx sostiene que los fenómenos históricos que estudia (como el capitalismo) se encuentran en “un determinado nivel de desarrollo”, y esto supondría que la historia presenta etapas, despliegues, niveles, que se subsumirían a un movimiento histórico general.
Esta tensión es irresoluble en la obra de Marx: La historicidad entramada, contingente y compleja se desprende de una sucesión de modos socio-históricos de producción y reproducción de la vida de las personas que suponen momentos superiores del desarrollo histórico. La dialéctica en Marx, es entonces, una pregunta constante sobre el movimiento histórico entre estas dos lógicas.
En reiteradas ocasiones se ha vinculado a la dialéctica, tanto en Hegel como en Marx, a la idea de evolución y progreso. Evolución en Hegel, puesto que comprendía que el despliegue de la historia estaba contenido ya desde el origen, que mostraba su desenvolvimiento de modo creciente, pasando de momento en momento, dando como resultado un fin plenamente desarrollado, es decir arribando así a la finalidad de la historia. Progreso en Marx, puesto que la historia era comprendida como la sucesión progresiva de distintos modos de producción que, conjugada con la hipótesis comunista, supondría la consumación de una sociedad sin clases. Es decir, el movimiento histórico pre-supone o bien la superación de las contradicciones y antagonismos, que tendrían como corolario el final mismo de la (pre)historia y de la política; o bien la barbarie final de humanidad.
En este sentido, es importante comprender que el contexto de producción de Marx estaba signado por un positivismo reinante, que hacía de la idea de progreso una categoría central a la hora de entender la historia y de construir una visión del mundo. No obstante, si bien comprendemos que dentro de las obras de Marx es claro el contagio de un lenguaje positivista (recordemos que en ellas se encuentra toda una serie de referencias a las ciencias físicas y naturales para explicar lo social) y más aún, la concreción de una idea fuerte de progreso de lo social, lo cierto es que el porvenir en Marx también habilita la irrupción de otra temporalidad y de otro movimiento. El porvenir lejos de ser aquello que viene después del presente, también es lo que difiere de él, lo que lo vuelve diferido de sí mismo, es la posibilidad, la apertura del presente. Así la tensión que marcábamos más arriba continúa operando, puesto que si bien es posible descubrir en Marx, o en un tipo de lectura de Marx, la idea de progreso como sustento –más o menos oculto– de todo su desarrollo histórico, económico y político, es preciso escuchar a ese otro Marx que entiende al conflicto social en términos de procesos, a partir de sus cortes y rupturas.
Si tomamos como ejemplo La miseria de la filosofía (1847) veremos que para Marx, Proudhon entiende que cada categoría económica muestra la contradicción entre un lado bueno y un lado malo, es decir entre la ventaja y el inconveniente. Para Proudhon, el problema sería el de cómo hacer para conservar el lado bueno, eliminando el malo. Pero para Marx no hay posibilidad de realizar tal ecuación. El lado bueno no puede ganar, sólo puede ser conservado junto al lado malo, sólo puede expandir sus márgenes, sus límites: “La coexistencia de dos lados contradictorios, su lucha y su fusión en una nueva categoría constituyen el movimiento dialéctico. El que se plantea el problema de eliminar el lado malo, con ello mismo pone fin de golpe al movimiento dialéctico” (1983: 58). Marx reconoce que la historia no se hace por el lado bueno – es decir, la fidelidad y universalización de los valores humanistas de libertad y progreso –, sino que esta se escurre por el lado de los intereses, de las crisis, de las revoluciones. En este sentido, Marx no está simplemente interesado en el progreso histórico, sino en su proceso, que es siempre contradictorio, que expone constantemente lo negativo, lo reverso, lo conflictivo. El lado malo se presenta como insuperable si se pretende continuar por los arduos caminos del devenir dialéctico.
El progreso no está dado, discurre en los procesos siempre antagónicos y concierne en definitiva a estos. Entonces, como categoría compleja de la dialéctica de Marx, es antes que nada un concepto lógico-político. Puesto que, por un lado, apela a la lógica (más allá de Hegel) desde el momento en que se afirma en favor del movimiento dialéctico donde la contradicción es inconciliable. Por el otro, es político, porque no cesa de buscar en las condiciones reales, materiales y específicas del momento histórico, las contracciones y los antagonismos socialmente operantes.
Esto nos conduce a la última cuestión: la pregunta por el materialismo de la dialéctica marxista. Es conocida la famosa aseveración de Marx donde sostiene que su método supone una inversión de la dialéctica hegeliana: “Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino lo material traspuesto y traducido en la mente humana” (Marx, 2002: 11). Entonces, si para Hegel el sujeto autónomo del proceso es lo ideal, para Marx es lo material. Así el stalinismo logró hacer de esta inversión el fundamento de todo el problema filosófico-político soviético: la lectura hegemónica de la dialéctica marxista se sustentaba en la presunción de la materia como principio absoluto del materialismo de Marx. Es decir, si para Hegel lo ideal era, como afirma Marx, el demiurgo de lo social, ahora lo material, como afirmaba la doctrina oficial de la URSS, era su demiurgo. No obstante, la tesis de la inversión sin más, que develaría una puesta sobre sus pies, un enderezamiento del método dialéctico, fue considerada por Althusser como una falta de respeto a la revolución teórica de Marx. La metáfora de la inversión, no implicaría, por lo tanto, la dicotomización del problema del objeto sobre el cual el método opera: la idea para Hegel, la materia para Marx. Supondría, por el contrario, “el problema de la dialéctica considerada en sí misma, es decir, el problema de sus estructuras específicas” (Althusser, 2004: 75). Entonces, el materialismo de Marx, dista mucho de ser una simple elevación de la materia al lugar de la idea.
¿Por qué “materialismo” entonces? ¿Para diferenciarse, para batallar y desentramar la discusión imperante de su época entre idealistas y materialistas? Puede ser, puesto que sustituir un principio de organización (espíritu) por otro (materia), no hace más que mantener ocultando un fuerte componente idealista, como sostiene Marx. De ahí que se apueste por el nombre de materialismo, pero ahora combatiendo no sólo al idealismo – que se sostenía en remitir al orden del mundo, a la representación, a la acción de un sujeto que los constituye –, sino también al materialismo “antiguo” (como Marx lo llamaba) – que entendía que cualquier explicación del mundo tiene por principio a la materia. Entonces, no es difícil atinar en Marx la siguiente hipótesis de claro tinte dialéctico: si el materialismo tradicional ocultaba en realidad un fundamento idealista (la representación), es posible afirmar que el idealismo moderno esconde un gesto materialista en el lugar que le otorga a la acción del sujeto, poniendo en tensión la idea de representación y de actividad, en tanto práctica transformadora.
El intento de Marx no es otro que el de hacer estallar esta contradicción, para demostrar que la actividad – incluso la del pensar – es siempre práctica. Entonces sí hay algo que Marx invierte: la misma consideración sobre lo ideal, la perspectiva sobre el proceso del pensar. Para el idealismo, lo ideal es un sujeto autónomo que se produce a sí mismo y se reproduce como un mero epifenómeno exterior; para Marx lo ideal expone adecuadamente el movimiento real de la materia, pero sólo después de consumar el trabajo de investigación, es decir, luego de trabajar la materia. El proceso del pensar no es más que la traducción (en el lenguaje de “la cabeza humana”) de la vida material. Materialismo aún, dado que lo significativo no es simplemente aquello que los sujetos reflexionan sobre sus actos, sino sus actos mismos, el hacer mismo de sus actos.
En la Tesis VIII sobre Feuerbach, Marx afirma que la vida social es primeramente práctica, por lo tanto “todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica” (2004: 589). En este sentido, la teoría es ante todo práctica teórica. Parafraseando a Lenin, podemos decir que la máxima de esta ecuación conduce a afirmar que, sin teoría, es decir sin práctica teórica, no hay práctica política ni revolucionaria. Marx y Lenin estarían yendo más allá de lo que sus propios enunciados muestran, puesto que recordándonos la importancia de la teoría en la práctica revolucionaria marxista enuncian, de hecho, “una tesis que interesa a la Teoría, es decir, la Teoría de la practica en general: la dialéctica materialista” (Althusser, 2004: 138). De este modo, la dialéctica materialista, pasaría a ser la Teoría de la práctica en general, es decir, la Teoría de la(s) teoría(s) práctica(s) en el modo capitalista de acumulación. La dialéctica, por tanto, no puede ser algo ajeno al objeto al que, como conciencia subjetiva, puede aplicarse, sino que supone el desenvolvimiento mismo de la relación sujeto-objeto. Entonces, el método dialéctico materialista no puede ser algo que se emplea.
Pero entonces, “¿en qué consiste la especificidad de la dialéctica marxista?” (Althusser, 2004: 143), en que ella se presenta en estado práctico, en su solución práctica, en la práctica teórica (con minúsculas) de Marx. En efecto, El capital resuelve y ajusta cuentas con la dialéctica hegeliana sin poder ser una Teoría de la práctica teórica (la Dialéctica), sino una práctica dialéctica concreta y especifica. Entonces, la especificidad misma de la dialéctica marxista, es decir, su gesto de ruptura para con Hegel, pero también frente a toda la filosofía precedente, es justamente esta apuesta práctica en que se desarrolla el método. Es decir, no sería precisamente esta la especificidad de la dialéctica de Marx, la de exponer el método a través de una relación irresoluble entre teoría y práctica, entre dialéctica y capital.
Así la dialéctica haría de la praxis su base material pero también teórica, a través de una exposición de un problema práctico como lo es el capitalismo. No habría posibilidad de aplicación del método, este se descubre justamente de las lógicas mismas del “capital”, en su propio devenir histórico-político. El gesto revulsivo de Marx, no sería entonces el de prefigurar que la dialéctica no podría entenderse como un universal o una generalidad del tipo que permite ejemplos o aplicaciones. Sino que cada momento dialéctico es único y no es generalizable, y de ahí que sólo podamos describirla “como referencia a sus diversas formas [...]. Solo la historia es única pero significativa de esta manera dialéctica; el capitalismo no es un concepto sino un fenómeno histórico [...]. El capital es en sí mismo un acontecimiento histórico único, y eso constituye su dialéctica” (Jameson, 2011: 168s.).
La dialéctica de Marx, encuentra su especificidad en lo social mismo como su punto de partida, no en leyes abstractas sino en las complejidades de los procesos históricos. Un método sin principios abstractos ni a priori, que supone un proceso dialéctico que se mueve por especificidades complejas y no por simplificaciones silogísticas. Una dialéctica que es materialista, no por partir de la materia, sino de fenómenos sociales enigmáticos, ocultos y confusos. Pero también es una dialéctica que crea totalidades ricas, que se mueven por contradicciones, que no teme nombrar la objetividad de lo social. En definitiva, Marx es un pensador que apuesta por el devenir de lo social, por lo social en devenir, a partir de que asume un secreto, un método en secreto y que nos invita, ya sin mayúsculas, a heredarlo para analizar las complejidades del capitalismo contemporáneo.
La crisis actual del marxismo se liga por ello a las transformaciones en el modo de acumulación capitalista y el problema de la dialéctica a un análisis actual del neoliberalismo. De este modo, si el gesto marxista de emancipación es aún posible, lo es en parte porque el debate sobre el método dialectico, es decir sobre cómo se producen las lógicas del capital, aun continua presente. Entonces la salida de esta crisis del marxismo no puede ser resuelta desde un problema netamente teórico, sino que el problema del método nos enfrenta al debate político-organizativo que debemos darnos para hacer frente a la avanzada neoliberal.

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[*] Artículo enviado por la autora para ser publicado en este número de Herramienta.
** Julia Expósito es Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Estudios Culturales y Licenciada en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario. Docente investigadora de la cátedra de Análisis Político, UNR. Activista marxista-feminista. Autora del libro El marxismo inquieto/Sujeto, política y estructura en el capitalismo neoliberal (Buenos Aires: Prometeo, 2018).

Medio Oriente: una region explosiva

Entrevista a Gilbert Achcar
Irán, Arabia Saudita, Medio Oriente: una región tremendamente explosiva
14/03/2018 | Yann Cézard
Se habla mucho de una especie de "guerra fría" entre Irán y Arabia Saudita. ¿Cómo se manifiesta en concreto?
Si se entiende por guerra fría un antagonismo agudo, en el que Arabia Saudita e Irán están en competencia político militar y se hacen la guerra por países terceros sin entrar en guerra directamente uno contra otro, tal es el caso.
Desde su advenimiento, el régimen iraní surgido de la "revolución islámica" de 1979, ha estado en hostilidad permanente con el reino saudita. Son regímenes antitéticos en el plano político, representantes los dos del integrismo islámico. El reino saudita está ligado a los Estados Unidos, mientras que la República Islámica de Irán nació del derrocamiento de una monarquía y es ferozmente antiamericano. Lo que hace que esta guerra fría se haya recalentado desde hace algún tiempo, es que la invasión de Irak realizado por los Estados Unidos en 2003, abrió una caja de Pandora; dio a Irán la posibilidad de extender, y luego de consolidar su influencia en Irak, y por tanto de poner el pie directamente en un país árabe limítrofe del reino saudita.
Hasta entonces Irán tenía por principal auxiliar en la región al Hezbolá libanés, pero esto seguía siendo una preocupación relativamente limitada para los saudíes. Por el contrario, la expansión de la influencia iraní en Irak se ha convertido para ellos en una fuente de gran inquietud, que no ha dejado desde entonces de reforzarse, en particular con el nuevo impulso de la influencia iraní con ocasión de lo que se ha llamado la "primavera árabe".
Irán se aprovecha de la desestabilización del Medio Oriente árabe: en primer lugar la aportada por la invasión estadounidense de Irak luego la causada por la "primavera árabe" algunos años más tarde. Después de Irak, Irán ha intervenido en Siria a partir de 2013, por medio de auxiliares regionales pero también con personal iraní sobre el terreno. Luego vino Yemen, donde los hutis están apoyados por Teherán, aunque el papel militar iraní siga siendo limitado en ese país en comparación con Irak y Siria.
No faltan comentaristas en occidente que expliquen que tenemos aquí un nuevo episodio del antagonismo secular de chiítas y sunitas. ¿Qué piensas de este "análisis"?
Es una explicación típicamente "orientalista" en el sentido peyorativo del término, que lleva a una lógica que remite siempre todo a culturas supuestamente perennes. Esto no se sostiene: el pretendido conflicto entre sunitas y chiítas no era un aspecto mayor de la política regional hasta la invasión de Irak y la guerra civil que siguió en 2006 y que tomó un giro confesional oponiendo a sunitas y chiítas en ese país.
Es un hecho, sin embargo, que desde la "revolución islámica" en Irán, Arabia Saudita -cuya ideología oficial es ferozmente antichiíta- ha utilizado la carta confesional para aislar a la revolución iraní, explicando que el jomeinismo era un avatar del chiísmo contradictorio con el sunismo. Los dirigentes de la República Islámica, por su parte han utilizado su liderazgo religioso chiíta para extender su influencia en el mundo árabe. En particular, han intervenido en Líbano para la fundación, el armamento y la financiación de Hezbolá, pero como regla general su política oficial declarada es más panislámica que chiíta.
Han intentado convocar al islam en general, y han tejido lazos bastante fuertes con los Hermanos Musulmanes, que son sunitas, pero tan integristas como ellos. Se vanagloriaban en particular de apoyar a Hamás, la rama palestina de los Hermanos Musulmanes, en una especie de binomio con Hezbolá. Había pues en todo esto una política panislámica de Irán que molestaba a los sauditas y provocaba entre ellos una puja para ver quien era más islamista...
Lo que ha ocurrido, sin embargo, desde la invasión de Irak y sobre todo desde la guerra civil en ese país, es que se ha visto una escalada en el confesionalismo iraní, que se ha hecho cada vez más determinante. Teherán ha extendido su influencia en Irak utilizando la carta confesional, convertida entonces en una carta mayor en su planteamiento. Esto ha contribuido mucho a envenenar las cosas con los sauditas que, por supuesto, no han dejado de difundir su ideología violentamente confesional.
Decir que hoy hay una dinámica confesional sobre el terreno, es algo indudable, pero explicar esta dinámica por el simple hecho de que hay sunitas y chiitas, no explica nada, es una tautología. Es un proceso político el que ha dado al conflicto este aspecto confesional. Por otra parte, se puede decir lo mismo de todas las supervivencias históricas como el confesionalismo o el tribalismo: no son elementos culturales eternos, sino elementos culturales que han sido mantenidos o recuperados, y utilizados para fines políticos....¿Porqué ya no hay guerras entre católicos y protestantes en Europa, a parte del conflicto de Irlanda del Norte, mientra que Europa ha conocido tales conflictos y de los más mortíferos en el pasado? Si este factor confesional juega en el presente tal papel en Medio Oriente, es por razones de historia política, y no por razones culturales o religiosas. La fuente del conflicto no reside en las diferencias religiosas, sino en conflictos de intereses muy profanos.
A propósito del expansionismo iraní señalado tanto por el gobierno de Arabia Saudita, el egipcio, como por los gobiernos occidentales.. ¿qué hay realmente? Se han producido esas ocasiones dadas a Irán para aumentar su influencia en Irak y en Siria, cierto, pero ¿cuáles son los límites de esta influencia, y en qué es realmente una amenaza acuciante para los intereses sauditas, israelíes o americanos?
Hay amenaza para los tres países que has citado, en la medida en que el Estado iraní despliega una política que les es completamente hostil. Pero querría subrayar también que el expansionismo del régimen iraní es al mismo tiempo una amenaza para las poblaciones de la región. Su explotación del factor confesional hace estallar a las sociedades de la región, lo que es extremadamente grave.
Esta política expansionista está conducida en particular por los Guardianes de la Revolución, que son un Estado dentro del Estado en Irán: controlan un sector muy importante de la economía del país y son el brazo armado del expansionismo del régimen por su naturaleza de fuerza militar-política. Son quienes intervienen en Irak, en Siria, en Líbano, donde encuadran a tropas seleccionadas sobre una base confesional. No se puede ser miembro de Hezbolá, por ejemplo, sin ser chiíta: es una organización confesional. Todo esto introduce divisiones extremadamente peligrosas en las sociedades concernidas.
Los sauditas no actúan mejor, no hay duda, pero en este caso la política de expansión ofensiva de Teherán contrasta con el conservadurismo saudita. No se ve a estos últimos construir tentáculos armados locales como hace Irán. Incluso en Siria, han financiado y apoyado grupos que no controlan por completo. El reino saudita es hiperconservador y teme esta desestabilización de la región ¡que a Irán no le asusta!
¿Quieres decir que la inestabilidad beneficia a Irán, no a Arabia saudita, que prefiere el statu quo?
Tomo Líbano como ejemplo: Arabia Saudita no ha incrementado su presencia y no busca poner en pie una versión sunita de Hezbolá, aunque este último tenga el monopolio de la fuerza en Líbano. El régimen saudita es ciertamente aún más reaccionario que el régimen iraní, en el plano social y cultural, pero éste es bastante más agresivo y expansionista. Juega un papel aún más peligroso en la confesionalización de los conflictos en la región.
Esto ha sido un antídoto esencial contra la ola revolucionaria de la "primavera árabe". Si no ha podido extenderse a Irak a pesar de las tentativas de movilización social, ha sido sobre todo a causa de la división confesional. Idem en el caso libanés. Si en Siria el régimen ha podido resistir la ola revolucionaria y contraatacar, es igualmente utilizando el factor confesional, pero también y ante todo gracias al apoyo de Irán por medio de milicias confesionales venidas de Irak, de Líbano y del propio Irán (en particular tropas constituidas por refugiados afganos en este último país, a menudo enroladas a la fuerza). Estas milicias juegan un papel crucial en el mantenimiento del régimen.
Pero ¿qué ocurre actualmente con el Estado iraquí? ¿Es exagerado describirle como un vasallo de Irán pero está profundamente ligado a este último a la vez que sigue siendo beneficiario de la ayuda americana?
Es paradójico, en efecto. Hay desde hace mucho una competencia combinada con una colaboración entre Estados Unidos e Irán en Irak. La invasión americana se hizo desde el comienzo con la complicidad de Irán, lo que hace que nacionalistas árabes sunitas como la gente del Baas, acusen regularmente a Irán de ser cómplice de los Estados Unidos, y se presenten como víctimas de un complot irano-americano. Es un hecho innegable que, cuando las tropas americanas invadieron Irak, llevaron con ellas el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, supeditado a Irán, así como el partido Dawa, partido confesional chiíta ligado a Irán... ¡La ocupación les instaló incluso en el gobierno!.
Se puede discutir sobre en qué medida era estupidez por parte de la administración Bush, pero hubo indudablemente una parte de estupidez... El equipo Bush declaró incluso, un año después de la invasión, haber sido engañado por un aventurero, un tal Chalabi, que había sido su principal guía en su aventura iraquí, y al que acusaron luego de haber sido un doble agente a cuenta de Irán. El resultado, en cualquier caso, es que instalaron a Irán en el poder en Irak, y esto cuando las tropas americanas estaban aún allí. Instalaron a Maliki a la cabeza del gobierno, siendo el hombre que ha reforzado considerablemente las relaciones entre el Estado iraquí en reconstrucción e Irán.
Cuando los Estados Unidos abandonaron Irak en 2011, dejaron un país que estaba bastante más sometido a Teherán que a Washington. Y cuando, tres años más tarde, el Estado Islámico hizo su avance en Irak, los Estados Unidos pusieron como condición para su intervención la dimisión de Maliki, el hombre que ellos mismos habían puesto a la cabeza del gobierno. Obtuvieron que fuera reemplazado por Abadi que juega la carta del neutralismo, pero sobre el terreno, cualesquiera que sean los deseos del primer ministro actual, las fuerzas directamente ligadas a Irán son tan poderosas como el ejército oficial, él mismo controlado por Irán. El jefe de los Guardianes de la Revolución iraníes se pasea por toda la región, visita las tropas, da consignas, como en territorio conquistado...
¿Cómo analizas la política americana, o quizás las políticas americanas, visto el caos que parece reinar en estos momentos en la cúspide del Estado americano? ¿Es más bien seguidista/oportunista en relación a las actuaciones sauditas, o están ellos mismos en el puesto de mando? ¿Tienen una estrategia coherente hoy?
En efecto, no hemos visto nunca tal cacofonía en Washington, en efecto. Ni siquiera en tiempos del Watergate hubo tal cacofonía en la política exterior. Hoy está Trump, que desearía llevar a cabo una cierta política, y el establishment, el ejército, el Pentágono, que no le siguen en numerosos asuntos. Por no citar más que un ejemplo, Trump había prometido a Erdogan dejar de apoyar a las fuerzas kurdas en Siria, y el Pentágono ha dicho exactamente lo contrario un mes más tarde.
Trump apostaba por un acercamiento con Moscú, y quería desarrollar una política a partir de este acercamiento. Contaba con Rusia para echar a Irán fuera de Siria, pero eso no ha funcionado. Ha visto levantarse un montón de obstáculos contra su voluntad de acercamiento a Putin. De otra parte, está el Pentágono que decidió, desde 2014-2015, apoyarse en los Kurdos sirios, en las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y que se felicita de haber tomado esa decisión: son excelentes combatientes... Washington les ha empujado a crear una fuerza que incluye árabes, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), para no seguir apareciendo como una fuerza exclusivamente kurda. Las FDS han ganado la batalla contra el EI en el territorio sirio.
Se ve toda la complejidad de esta situación, que un cierto "antiimperialismo" campista (que por otra parte es exclusivamente antiamericano y a menudo incluso proruso), como se ha manifestado sobre Siria o Libia no puede explicar. En efecto, hay casos , que ciertamente siguen siendo excepcionales, en los que los Estados Unidos apoyan, como en Siria hoy, a una fuerza progresista en su lucha contra un enemigo reaccionario. Las YPG son indiscutiblemente la fuerza más progresista del país en Siria, en particular sobre la cuestión clave de la condición de las mujeres, y esto cualesquiera que sean sus límites ciertos y sin caer en el delirio que consiste en creer que la Comuna de París ha sido reinventada en las zonas kurdas sirias.
Ahora bien, resulta que esa gente es la que el Pentágono ha decidido apoyar, lo que ha sembrado el desconcierto en los espíritus campistas, a los que no se ha visto manifestarse contra la intervención americana en Siria, puesto que difícilmente podían condenar a las fuerzas ligadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización a la que apoyan desde hace muchos años. Es evidente que no se puede censurar a las fuerzas kurdas por haber aceptado el apoyo de los Estados Unidos, sin el que habrían sido aplastadas por el EI. La ciudad de Kobane no habría podido ser salvada sin el apoyo aéreo americano y el armamento lanzado en paracaídas por los Estados Unidos a las fuerzas kurdas, para disgusto de Ankara.
Pero al mismo tiempo las fuerzas kurdas se equivocarían si contaran demasiado con los Estados Unidos, que tarde o temprano las abandonarán; es inevitable. Hay una especie de utilización recíproca en este momento, y menudo espabilado sería quien en nombre del "antiimperialismo" se lo reprochara, lo que equivaldría a recomendarles el suicidio. Pero no es evidentemente un apoyo fiable: Washington utiliza a las YPG por el momento como muralla no solo contra el EI, sino también contra Irán. El Pentágono sabe que si abandonara a los kurdos ahora, los iraníes lograrían probablemente tomar el control de la región al este del Eúfrates.
¿Piensas que la "guerra fría" puede convertirse en caliente?
Los conflictos entre Irán y Arabia saudita se inflaman y lo que te deja perplejo es la complejidad de los actores, de las tensiones, y por tanto el riesgo de que se desencadene todo.
El reino saudita está escaldado: su expedición a Yemen ha fracasado; todo lo que ha logrado producir es un gigantesco desastre humanitario. No veo al reino lanzarse a una aventura militar contra Irán, contrariamente a otros, como Israel o los Estados Unidos, sobre todo con una administración Trump tan ferozmente antiiraní. De ese lado, no se puede excluir nada.
Tomemos por ejemplo el reciente bombardeo americano de tropas sirias que ha provocado un centenar de víctimas. Es una forma de decir: no os acerquéis a las zonas en las que estamos presentes. La situación entre Irán y los Estados Unidos puede degenerar. Lo que bloquea las cosas es la prsencia de Rusia, que no desearía ver arrastrarse por Teherán y aún menos por el régimen sirio a un enfrentamiento con los Estados Unidos. Pero es una situación explosiva, ciertamente.
¿Hay una relación entre esos ruidos de botas y las revueltas de la primavera árabe de 2011? Se puede por otra parte añadir ahora la primavera iraní, pues si las manifestacines de comienzos de año han acabado rápidamente, no dejan de ser un sintoma. ¿Hay una relación entre la política exterior de unos y otros y los problemas interiores a los que deben hacer frente?
Por supuesto. Hay ya una relación objetiva: estas aventuras militares son costosas, e Irán en particular, bastante más que Arabia saudita, hace frente a graves problemas económicos, que son producto de las sanciones y de los precios del petróleo, de una parte, pero también de la política de expansión que el gobierno intenta ahora financiar a costa de la población, aplicando las recetas del FMI. Es, en efecto, el FMI quien ha sido llamado al rescate para definir una nueva política económica en Irán. Y son sus recetas las que han provocado el comienzo de levantamiento popular que hemos visto. Uno de los temas fuertes en este levantamiento era el rechazo por una parte de la población de esta política de expansión regional. La gente sabe que las aventuras del régimen en Irak, en Siria y en Líbano le cuestan caras y se hacen a su costa.
En cuanto a Arabia saudita, su problema económico está ligado a la bajada de los precios del petróleo, pero es una bajada que ella misma han desencadenado de forma deliberada en 2014. El reino es, por supuesto, mucho más rico que Irán. Mohamed Ben Salmane, apodado MBS, el nuevo "hombre fuerte" saudita, está realizando el paso del reino de una familia ampliada, del tamaño de un clan en el sentido tribal, al reino de una sola familia restringida, más conforme a la tradición monárquica. En otros términos y de alguna forma, es el paso de la participación en la propiedad del Estado de algunos miles de personas, miembros de la progenie del fundador del reino, a una dinastía fundada en la progenitura del rey Salmane mucho más reducida, y del paso de la transmisión del trono de hermano a hermano a una transmisión de padre a hijo.
Es una revolución de palacio, en todos los sentidos de la fórmula. Si MBS esá sacudiendo el cocotero -ha detenido a varios miembros de la familia reinante ampliada a fin de obligarles a restituir al Estado una parte de las fortunas que han acumulado explotando sus privilegios-, no lo hace en ningún caso por rectitud moral puesto que él mismo ha hecho cosas peores. Lo que está permitido a unos ya no lo es a otros, y es también una forma cómoda de reflotar las arcas del Estado.
¿Desde qué punto de vista la situación puede degenerar? Incluso si unos y otros no quieren una guerra frontal verdadera.... Has dicho algo que puede sorprender: Arabia saudita sería más bien temerosa y conservadora. Pero visto de lejos son ellos quienes siembran hoy el desorden secuestrando el primer ministro libanés, bloqueando a Qatar, interviniendo militarmente en Yemen. Ahora bien, dices "contrariamente a Israel y a Irán"? ¿Ves la política de Netanyahu como aventurera?
La política israelí lo es desde hace mucho, en particular, desde la invasión de Líbano en 1982. La política que lleva a cabo Netanyahu con su gabinete de extrema derecha es una política que se sitúa al borde del precipicio, una política extremista que no hace mas que echar gasolina a la hoguera. Esta política ha encontrado ahora un aliado en la persona de Trump, como lo ha mostrado su posición sobre Jerusalén, que es una provocación. En el plano militar, incluso vista la situación interna en Israel, es poco probable que el país se lance a una operación de gran envergadura en lo inmediato. Pero, sin embargo, la frecuencia en la prensa israelí de artículos sobre "la guerra que viene" deja presagiar algo.
Hay en Israel una inquietud sobre el avance de Irán en Siria. Irán está presente en la frontera israelo-libanesa a través de Hezbolá, y lo está ahora cada vez más en la frontera con Siria. Esto es efectivamente un problema para Israel y, tarde o temprano, el gobierno israelí va a tener que coger al toro por los cuernos, a menos que los Estados Unidos logren sacar a Irán de Siria. Por el momento, cuentan con Rusia: Netanyahu (un gran amigo de Putin) y Trump están de acuerdo en este tema. Pero cada vez que hay maniobras iraníes que consideran ser potencialmente peligrosas para ellos, los militares israelíes proceden a ataques aéreos. Y es forzosamente con el acuerdo de los rusos puesto que éstos han instalado un poderoso sistema antiaéreo en Siria que no ataca a la aviación israelí.
Por le momento, los militares israelíes marcan su territorio, trazan líneas rojas. Pero todo va a depender de lo que va a ocurrir con la presencia iraní en Siria en el próximo período. En cualquier caso, las partes están en alerta en esta región extremadamente explosiva.
2/2018
Revue L’Anticapitaliste n°95
https://npa2009.org/idees/international/entretien-avec-gilbert-achcar-iran-arabie-saoudite-moyen-orient-une-region
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur


 

Venezuela asediada

Idiota, no es Maduro, es el petróleo, es Bolívar contra Monroe
¿Q
ué se esconde detrás del continuo asedio contra el gobierno del Presidente Nicolás Maduro?
Hoy en Venezuela se disputa la América Latina, región con las principales reservas de recursos naturales del planeta y una reserva moral con una poderosa carga antiimperialista.
A pesar de las posverdades y manipulaciones, las razones humanitarias no se sostienen. La realidad, aunque muchos no quieran creerla, está ahí en las calles de Venezuela, abriéndose paso por las anchas alamedas bolivarianas.
El poder hegemón y sus satélites quieren intervenir a un país que, en este momento, es el centro del conflicto geopolítico mundial.
Una vez más los derechos humanos y lo humanitario quieren ser usados como justificación para invocar la polémica norma internacional de la Responsabilidad de Proteger (R2P) y la injerencia humanitaria como una de las principales opciones sobre la mesa.
La R2P es una nueva norma de seguridad internacional y de derechos humanos, que fue concebida para detener los genocidios, crímenes de guerra, limpieza étnica y crímenes contra la humanidad. Este compromiso estipula:
El Estado tiene la responsabilidad primordial de proteger a la población del genocidio, los crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y limpieza étnica.
La comunidad internacional tiene la responsabilidad de ayudar a los Estados en el cumplimiento de esta responsabilidad.
La comunidad internacional debería utilizar los medios diplomáticos, humanitarios y otros pacíficos para proteger a las poblaciones de estos crímenes. Si un Estado no protege a sus poblaciones, o es en realidad el autor de los crímenes, la comunidad internacional debe estar preparada para tomar medidas más fuertes, incluyendo el uso colectivo de la fuerza a través del Consejo de Seguridad de la ONU.
Entonces, ¿por qué tanto interés con Venezuela?
Las razones parecen ser varias y de distinto orden:
La más evidente es la económica; controlar la primera reserva de petróleo del mundo, la segunda reserva de oro, la octava de gas natural, el cuarto con mayor biodiversidad, además de importantes yacimientos de coltán y diamantes.
También existen razones geopolíticas que sitúan a Venezuela como un importante territorio en la actual disputa global, donde se desarrolla la batalla por la construcción de una verdadera arquitectura multilateral en las relaciones internacionales y por el respeto real al derecho internacional y la Carta de Naciones Unidas, versus EU como potencia hegemónica que constantemente viola la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.
En el fondo, esa disputa global es la misma que Salvador Allende denunció en las Naciones Unidas en 1972: estamos frente a un verdadero conflicto frontal sobre las grandes corporaciones trasnacionales y los Estados. Estos son interferidos en sus decisiones fundamentales; políticas, económicas y militares, por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado. Y que en la suma de sus actividades no están fiscalizadas por ningún parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo, la que está siendo socavada.
Es la pelea por sostener la arquitectura internacional de los Estados-Nación enmarcada en el derecho internacional, frente al gobierno mundial de las mega corporaciones trasnacionales por medio de la balcanización y caotización de los Estados y regiones con importantes recursos naturales.
En el continente americano la Revolución Bolivariana, encabezada por Hugo Chávez, trajo al presente siglo la histórica disputa entre las antagónicas e irreconciliables doctrinas Bolivariana y Monroe. La derrota del ALCA fue el primer gran triunfo del bolivarianismo frente al monroísmo.
La visión geoestratégica de Chávez, fue clave para debilitar el dominio unipolar estadunidense en la región y en el mundo, pero además contribuyó como nadie en este siglo, a levantar nuevamente las banderas del socialismo y a revitalizar a las izquierdas a nivel mundial.
Por eso la gran importancia de Venezuela en el escenario mundial, es todo lo que tiene y todo lo que representa. Esa es la razón para ser considerada una verdadera amenaza inusual y extraordinaria para los interesesimperialistas.
Por eso el terrible e incesante asedio hacia la patria de Bolívar, por eso la épica lucha del bravo pueblo chavista.
* Nieto de Salvador Allende / Médico, coordinador del capítulo venezolano de la Red en Defensa de la Humanidad.

Maria Consuelo Mejia Piñeros, feminiza a Mexico

María Consuelo Mejía Piñeros feminiza a México
¿C
ómo quiere mi corazón? ¿Entero o en cachitos? ¿Envuelto en una tortilla? ¿Frito, rebosado o enchilado? María Consuelo Mejía va por la vida con su corazón en la mano, listo para ofrecérselo a ti y a mí y a nosotros tres y a la multitud de menesterosos que somos todos. Seguro, en el cielo asoleado de Yucatán, la luchadora visionaria nacida en 1878, Elvia Carrillo Puerto, primera defensora de la mujer, se felicitó de que se le concediera el premio que lleva su nombre a María Consuelo Mejía Piñeros, comprometida, teóloga feminista quien alega que Jesucristo es el primer feminista.
El martes 26, a la una de la tarde, en sesión solemne en el Senado, María Consuelo, directora de la multipremiada asociación Católicas por el Derecho a Decidir, católica roja y liberal, según sus palabras, recibió la presea Elvia Carrillo Puerto. La senadora Malú Micher (promotora y convincente oradora) nos explicó que Elvia Carrillo Puerto fue conocida como la Monja Roja y María Consuelo, alumna del Sagrado Corazón, heredó ese título: Monja Roja del Siglo XXI. También Malú informó que la galardonada está convencida de que la moral sexual limita la autonomía de las mujeres, su libertad y su empoderamiento y que la maternidad tiene que ser voluntaria, que la violencia y la desigualdad están causando embarazos que las mujeres no buscan, no quieren, no planean, y provoca que en pleno siglo XXI todavía la mayoría de las mujeres sean víctimas de sus condiciones sociales.
Originaria de Colombia, de donde salió porque peligraba su vida por guerrillera, María Consuelo Mejía, en tanto que socióloga, trabajó durante cinco años en la Univrsidad Nacional Autónoma de México al lado de don Pablo González Casanova, ex rector de esa institutción y autor de La democracia en México, a quien le atraen los rebeldes y ha entregado gran parte de su vida (nació en 1927) a los indígenas y al estudio de los movimientos sociales. María Consuelo Mejía no sólo se ocupó de los temas de González Casanova, sino que los amenizó con canciones de protesta y de libertad acompañándose con su guitarra. Su repertorio es tan grande como el de Mercedes Sosa. Hoy por hoy, sus hijos Carlos y Angela también cantan a María Consuelo, orgullosos de tener una mamá que se la juega, nunca les miente, jala parejo y les da la certeza de que una intelectual puede ser divertida, entenderlo todo e insuflarles la certeza de que las mujeres tienen derecho a una maternidad libre y voluntaria.
Después de cinco años de clandestinidad en la guerrila al lado de la excelente escritora colombiana Laura Restrepo, María Consuelo Mejía optó por la Teología de la Liberación y escogió a los olvidados de siempre. Siguió el ejemplo de quienes combaten los fundamentalismos religiosos como don Sergio Méndez Arceo y don Alejandro Solalinde. Por eso, María Consuelo se entregó a niñas y a mujeres marginadas que son las grandes olvidadas de la historia, adolescentes víctimas de una sociedad en la que cunde una violencia que, a las privilegiadas como yo, nos golpea en la mañana al abrir el periódico. ¿Cuántas mujeres no han muerto o desaparecido en México? Ni siquiera me atrevo a poner la cifra.
María Consuelo Mejía Piñeros feminiza a México. Maternal, lo toma entre sus brazos y protege a niñas y a mujeres a quienes enseña a respetarse a sí mismas: Esta soy yo y esto es lo que decido hacer. La serie televisiva Catolicadas, bien recibida por creyentes y no creyentes, hizo la delicia de muchos televidentes. Demostró la necesidad de defender los derechos humanos femeninos y proteger la laicidad como principio básico de la democracia. Sin laicidad no podríamos vivir libremente de acuerdo con los dictados de nuestra conciencia, concluyó su formidable discurso en el Senado, así como aclaró que sin la laicidad tampoco hubiera sido posible su presencia en el Senado. La conciencia es libre. El Estado es laico. Final contundente que logró que nos levantáramos y aplaudiéramos frente al sonriente senador Martí Batres.
Al presidir hoy nuestro Senado, Martí trata con esmerada cortesía a diputadas, senadoras, reporteros, visitantes, despistadas y envía desde el presidio mensajes cordiales como el que recibí al aparecer antes de tiempo en su sala: Dice el presidente del Senado que si gusta puede sentarse en su curul.