Malas noticias de Afganistán
Robert Fisk
L
as noticias de Afganistán son muy malas. Nadie lo dice, por supuesto. El presidente Ghani tiene un
gobierno de unidad nacionalque propugna una sociedad fuerte con Estados Unidos”, según dijo Barack Obama hace dos meses. Cierto, Kunduz fue capturada por el talibán, pero luego los afganos la recobraron (aunque sin un hospital bombardeado por Estados Unidos, y sin la mayoría de sus pacientes y doctores). Cierto, Sangin fue capturada por el talibán, pero ahora el ejército afgano combate para recuperarla. Pero ¿acaso no más de un centenar de soldados británicos murieron por conservar Sangin? Sí, pero soldados estadunidenses en Irak murieron por capturar Faluya, luego la perdieron, volvieron a morir para recapturarla, y ahora Faluya está en manos del Isis.
No damos malas noticias de Afganistán o Irak. Es como una película que se repite una y otra vez cada Navidad. Hace apenas dos semanas, el general John F. Campbell, comandante de las fuerzas estadunidenses y de la OTAN en el país, reconoció que el Isis ha aparecido en Afganistán. Podría haber 3, 4 o 5 mil hombres de Isis que ahora intentan consolidar nexos con su
matrizen Irak y Siria; nótese el lenguaje hollywoodense. El Isis quiere establecer su
provincia de Khorasanpre afgana en la provincia de Nangarhar.
Pero Obama nos asegura que el compromiso de su país con Afganistán y su pueblo perdura, y que las fuerzas afganas
luchan por su país con bravura y tenacidady
continúan reteniendo la mayor parte (sic) de la zonas urbanas. Los éxitos del talibán eran predecibles, dice el presidente estadunidense, pero casi 10 mil soldados permanecerán en Afganistán, pese a que la guerra ha terminado y que, hace 14 meses, David Cameron dijo a nuestros muchachos que sus logros en Afganistán
vivirán por siempre. Pues ya no.
Nuestro ex jefe del estado mayor, el general Dannatt, dijo la semana pasada que
no le sorprendíala caída de Sangin. Para nada. Después de todo,
siempre supimos que la situación una vez que saliéramos de Sangin sería difícil. Salimos de Afganistán en una situación en la que los afganos estaban en control y tenían el futuro en las manos. No es gran sorpresa que el talibán haya continuado presionando en el sur del país: es su patria.
Así que ahora los hombres del Isis combaten por millares en el país que llegamos a
liberarhace 14 años, muy aparte de las decenas de miles de hombres que
presionanen su
patriaen torno a Sangin (basta de los dichos de Cameron acerca de logros que vivirían por siempre). Y sin embargo Obama dice a los estadunidenses que en el corrupto gobierno afgano Estados Unidos tiene
un socio serio, un aliado estable y comprometido a prevenir amenazas futuras. En 1940, cuando los soldados alemanes irrumpían en Francia –un
enjambrebastante más peligroso que el que tiene obsesionado a Cameron exactamente en la misma zona–, Churchill decidió decir la verdad a los británicos.
Las noticias de Francia son muy malas, comenzó. Y soldados británicos morían por millares para contener la invasión. Su
logrono fue la victoria, sino Dunquerque.
Sin embargo, no se nos permite usar la misma expresión,
muy malas noticias, acerca de Afganistán. No, Cameron tenía que hablar de un
logro, y ahora la madre de un soldado muy mal herido habla de su
desesperada sensación de desperdicio. Para el general Dannatt, el futuro depende de los amigos afganos. No es la gran novedad; siempre supimos que el talibán seguiría combatiendo.
No hay más que leer a los periodistas afganos, los reportes del país, para saber que hasta el churchilliano
muy malas noticiasestá un poco del lado optimista. Veamos el caso de los afganos musulmanes chiítas Hazara capturados en un autobús en el camino a Kabul este año. Los chicos del Isis detuvieron el autobús, secuestraron a 30 y querían canjearlos por familiares presos –uzbekos, al parecer– en manos del gobierno afgano. Los cautivos fueron sujetos al trato usual del Isis: por lo menos una decapitación, días de golpizas, más videos de chiítas con cinturones suicidas. Sólo después de nueve meses fueron liberados, luego de un asalto armado del talibán a sus captores. Sí, los chicos malos de pronto se volvieron buenos, los mismos chicos malos que han capturado Sangin, pero que ahora combaten a los aún más horribles chicos malos. Si no fuera trágico, sería fársico.
Y, sólo para dar una idea, tomemos la reciente historia local en Afganistán acerca del pobre Qais Rahmani, quien, junto con su familia y su bebé de cuatro meses, partió entre el ejército de refugiados hacia Europa y en Turquía abordó un barco hacia Grecia, que casi de inmediato se hundió. El bebé murió en sus brazos. Sólo un Alan Kurdi más, dirán ustedes, pero lo que impactó a los afganos fue que Qais era un conocido presentador de televisión; su esposa y familiares tenían estudios universitarios. Los Rahmanis no eran de la masas pobres y arracimadas. Eran de la clase media, de la gente que hubiera querido quedarse a construir el nuevo Afganistán y trabajar para su gobierno, que –vuelvo a citar a Obama–
trabaja para combatir la corrupción, fortalecer las instituciones y sostener el estado de derecho.
Así que detengámonos a mirar el guión. El talibán terminó con el régimen ilegal de las milicias afganas y hacia 1996 tenía el control de casi todo el país. Pero también dio refugio a Al Qaeda después del 11-S, así que invadimos Afganistán para destruir tanto a Al Qaeda como a los viles misóginos, asesinos y antidemocráticos talibanes. Pero el talibán no fue conquistado. Y ahora está venciendo. Y ahora queremos que combata al aún más vil, misógino y asesino Isis. Por eso, oculto al final de su perorata al pueblo estadunidense, Obama dijo que todos deberían
presionar al talibánpara que haga su parte en la persecución de la paz que los afganos merecen. Así pues, el horrible talibán puede convertirse de nuevo en el bueno y valiente talibán. En verdad, las noticias de Afganistán deben de ser muy malas.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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