Las siglas que nos gobernarán. Cartas Latinoamérica-Cataluña
Gustavo Duch
O
tra vez, Luz María, el reto de intentar explicarte los resultados de unos comicios aquí en el Estado español, esta vez los de las elecciones generales, me viene de fábula para ordenar mis pensamientos. Y de nuevo, ya me conoces, me pongo las gafas de las soberanías. ¿Son los resultados favorables para quienes pensamos que es necesario que la gobernanza de los territorios vuelva a las personas para que en pequeñas comunidades, pueblos o barrios puedan gestionar en común sus bienes colectivos que desde economías de los cuidados son garantía de alimentación, vivienda, energía, salud y un entorno sano?
De hecho, para quienes pensamos así, no deja de ser una contradicción las esperanzas y los esfuerzos que ponemos en las votaciones a las que nos llaman cada cuatro años, pues este mecanismo de democracia representativa nos aleja mucho de nuestras aspiraciones. Con nuestro voto, por radical que sea, ¿no legitimamos un sistema impuesto y que nos arrincona e invisibiliza hasta las próximas elecciones?
Pero en fin, con esta salvaguarda y como bien sé que ya conoces los resultados, creo que vale la pena centrarse, en primer lugar, en el resultado de Podemos y sus confluencias. Sus resultados –muy buenos– nos indican que mayoritariamente su electorado, en mayor o menor grado, han sido personas con anhelos de alcanzar más cuotas de soberanías. Soberanías desde el punto de vista social, pues muchas de las propuestas recogidas en su programa emanan en buena parte de los planteamientos surgidos del movimiento del 15M o los indignados, así como de otros movimientos sociales de largo recorrido. La presencia activa en la campaña de Ada Colau vinculada a la Plataforma contra los Desahucios es una buena muestra. Y también, como indican los resultados, soberanías desde el punto de vista territorial. De los 69 escaños obtenidos 36 proceden de las diferentes formaciones con las que han gestado alianzas en los Països Catalans, Euskal Herria i Galiza. Para todas ellas, y para Podemos en genérico, el derecho a decidir y la aceptación del referendo de autodeterminación son puntos centrales de su programa.
Es decir, tenemos un resultado muy notorio que, junto con el fracaso de las fuerzas más reaccionarias del Partido Popular (PP) y Ciudadanos, nos podrían hacer pensar que desde esta concepción de
retomar el control de los mandoslas cosas han ido bien y que llegan nuevos tiempos. Pero las matemáticas, me temo, nos llevarán a un escenario del todo diferente y por siempre conocido.
De todas las combinaciones de pactos posibles sólo hay dos factibles. Una gran coalición del PP con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) o bien que, gracias a la abstención del PSOE, el PP pueda gobernar en minoría. Y esto que se presentará como un gran debate y que nos llevará semanas de tertulias y tiras y aflojas es una nimiedad. Es el juego al que quienes administran sus decisiones les dejarán jugar. Porque no nos engañemos, si cuestionamos este sistema de softdemocracia representativa es precisamente porque la soberanía, diga lo que diga la Constitución, no reside en el pueblo; ni en sus representantes elegidos, ni en el rey, ni el jefe del Estado si estuviéramos en una República. Al final, la soberanía la ejerce el mercado y sus fuerzas que siempre le acompañan, como dirían los héroes globalizados de la Guerra de las Galaxias, léase: el poder financiero y las grandes corporaciones, también globalizadas.
Y en el Imperio de los Mercados están tranquilos, sus números les cuadran muy bien. Su precioso bebé, del que tanto esperan, duerme plácidamente. Sólo sumando los escaños de estas fuerzas, PP y PSOE, quien realmente gana por goleada estas elecciones es la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Europa, que obtiene una mayoría demoledora, como demoledora será su aplicación. Los ahora distantes Mariano Rajoy y Pedro Sánchez cuando oigan la voz de su amo no tardarán en declinar a dúo y cogidos de la mano: Yo aprobaré el TTIP, tu aprobarás el TTIP, nosotros aprobaremos el TTIP.
Las siglas del TTIP, las siglas del mayor mercado imaginado, son las vencedoras de estas elecciones.
¿Un análisis simple? Sí. Y espero que equivocado
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