Grupos de musulmanes, judíos y cristianos convocan a marchas en su contra en Nueva York
Se intensifica el repudio a Trump dentro y fuera de EU por su retórica intolerante
Aun si no gana la candidatura republicana, su discurso es extremadamente peligroso: analista
Manifestantes de diversas religiones se congregaron ayer en el ayuntamiento de Nueva York para expresar su rechazo a la propuesta del precandidato republicano Donald Trump de impedir a todos los musulmanes el ingreso a Estados UnidosFoto Reuters
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de diciembre de 2015, p. 35
Jueves 10 de diciembre de 2015, p. 35
Nueva York.
El repudio al mensaje de intolerancia racial y étnica del precandidato presidencial republicano Donald Trump, dirigido sobre todo contra musulmanes y mexicanos, se intensificó con un amplio abanico de voces tanto a nivel de la cúpula política como en las calles en Estados Unidos y otros países.
Después de que Trump propuso prohibir el ingreso de todos los musulmanes a Estados Unidos esta semana –y repitió sus posiciones antimigrantes– se multiplicaron las expresiones de condena a lo que algunos califican de retórica
fascista, sumándose a las críticas expresadas en las últimas 48 horas por líderes de ambos partidos (incluido el republicano más poderoso del país, Paul Ryan, el presidente de la cámara baja del Congreso) y una amplia gama de defensores de derechos civiles.
La portada del rotativo New York Daily News hoy es una caricatura que muestra a Trump cortando con una espada la cabeza de la Estatua de la Libertad y como titular las frases: “Cuando Trump vino por los mexicanos, no me expresé, ya que no era mexicano. Cuando Trump vino por los musulmanes, no me expresé, por no ser musulmán. Después vino por mí…” (En referencia al famoso poema del pastor cristiano alemán Martin Niemoller, encarcelado por Hitler, que dice:
Primero vinieron por los comunistas, y no me expresé. Porque no era comunista. Después vinieron por los sindicalistas, y no me expresé. Porque no era sindicalista. Después vinieron por los judíos, y no me expresé. Porque no era judío. Entonces vinieron por mí, y ya no quedaba nadie para que se expresara por mí).
Ya se han convocado manifestaciones en Nueva York y otras ciudades por organizaciones de defensa de inmigrantes, y de musulmanes, judíos y cristianos para repudiar a Trump y expresar solidaridad entre diversos sectores atacados con su retórica. Líderes de comunidades musulmanas estadunidenses siguen deplorando las declaraciones de Trump; algunos señalan que es tan extremo que extrañan al presidente George W. Bush. Otros comparan las propuestas de Trump con las medidas iniciales de Hitler contra los judíos en Alemania. Todos alertan que estas declaraciones generan más violencia y discriminación contra ciudadanos e inmigrantes sólo por ser identificados como musulmanes.
En las calles, de repente aparecen botes de basura públicos con pintas que invitan:
deposite su voto para Trump aquí, mientras en las redes sociales se multiplican las expresiones de reprobación (aunque también ahí compiten las que apoyan a Trump). Spike Lee, el director de cine cuya nueva película Chi-Raq ha causado sensación, expresó que Trump, con sus propuestas, es “como los nazis, eso es como Hitler, Mussolini…” El columnista político del Washington Post Dana Milbank lo consideró
el Mussolini moderno de Estados Unidos.
El alcalde de St. Petersburg, en Florida, declaró:
he prohibido a Donald Trump la entrada a St. Petersburg hasta que podamos entender plenamente la amenaza peligrosa que representan todos los Trump.
El rotativo The Guardian lanzó una campaña digital en la que llama a lectores a expresarse contra la retórica de Trump. En referencia a su discurso cuando reiteró su posición de cerrar la entrada a todo musulmán, y dijo que sabía que eso provocaría críticas, pero
a mí no me importa, The Guardianinició su campaña con el hashtag: #wedocare
a nosotros sí nos importa.
Las declaraciones de Trump también provocaron respuestas desde otras partes del mundo, desde el primer ministro de Francia al canciller de Canadá, pasando por cómicos y artistas en varios puntos del planeta. En Londres, el alcalde Boris Johnson afirmó que
la única razón por la que no iría a ciertas partes de Nueva York es el riesgo real de toparme con Donald Trump.
En Inglaterra circula una petición con cerca de 300 mil firmas (se siguen agregando) que insta al Parlamento a prohibir el ingreso de Trump alpaís. Y la famosa autora de las novelas de Harry Potter, J.K. Rowling, expresó por Twitter:
Qué horrible. Voldemort ni de cerca era tan malo.
En Estados Unidos varios abundaron sobre qué dice sobre este país que una figura como Trump tenga un apoyo tan amplio, y qué implica.
Arun Kundnani, autor de ¡Ahí vienen los musulmanes! Islamofobia, extremismo y la guerra doméstica contra el terror, y catedrático de la Universidad de Nueva York, comentó en CNN que
Trump, con sus comentarios, está haciendo explícito en su retórica lo que ya está implícito en términos de la políticaen Estados Unidos. Recordó que poco después del 11-S hubo redadas para detener y deportar a miles de musulmanes en este país y que también ya se ha espiado en mezquitas.
Trump es síntoma de una cultura política más generalizada de islamofobia, y advirtió que eso tiene efectos y consecuencias para la comunidad musulmana en su vida cotidiana, al enfrentar nuevos niveles de hostilidad y violencia.
El periodista Glenn Greenwald escribe en The Intercept que las declaraciones de Trump son alarmantes, pero que vale recordar que no están tan al margen de esta sociedad. “Trump no debe ser tratado como una aberración radical. Esencialmente es el id estadunidense, simplemente canaliza sentimientos que permean sin adornos…” Advierte que aun si Trump no gana electoralmente, su retórica y el movimiento que alimenta
es extremamente peligroso, ya que está logrando
envenenar el discurso político sobre múltiples minorías marginalizadas: en particular, incita e inflama lo que ya era una volátil animosidad antimusulmana en Estados Unidos, expresó.
Como mujer musulmana y ciudadana estadunidense, se supone que vivo en un país libre, pero ¿cómo puedo ser libre cuando mi país se asusta de mí?, pregunta hoy Majida Rashid, escritora, en un artículo publicado en el Washington Post.
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