EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

lunes, 9 de febrero de 2015

Estado ambiental del Golfo de Mexico

Estado ambiental del Golfo de México
Iván Restrepo
H
ace 18 años un grupo de especialistas convocados por el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma de Campeche y el Centro de Estudios Avanzados, unidad Mérida, unieron esfuerzos y publicaron los trabajos más puntuales sobre el estado ambiental del Golfo de México. No solamente por ser un ecosistema de gran importancia mundial, sino por las actividades económicas y los cerca de 20 millones de habitantes que hoy viven en la franja litoral de Tamaulipas, Veracruz, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo.
A casi dos décadas de distancia, esas tres instituciones lograron que más de 150 autores exploraran 55 grandes temas relacionados con los preciados recursos naturales que existen en el golfo y los efectos negativos que en ellos ocasionan las actividades humanas. Además, agregan los impactos derivados del cambio climático. Se tiene así una visión de conjunto de la acelerada destrucción de ecosistemas fundamentales para el progreso material de la nación y la calidad de vida de sus pobladores. Ordenar y presentar esos temas en dos tomos bajo el título Golfo de México, contaminación e impacto ambiental. Diagnóstico y tendencias, fue labor de los doctores Alfonso Vázquez Botello, Jaime Rendón, Jorge A. Benítez y Gerardo Gold-Boucht.
El maestro Alejandro Toledo y Luis A. Soto explican en la introducción de esos trabajos por qué la región estudiada es uno de los conjuntos ambientales más ricos y diversos del planeta: a lo largo de sus 4 mil kilómetros, que van de la península de la Florida a la de Yucatán, se encuentran islas, cayos, playas arenosas, ríos, deltas, estuarios, lagunas costeras, manglares, humedales, arrecifes, dunas, bahías. Una compleja combinación de hábitats marinos y terrestres que comparten también Estados Unidos y Cuba. Toledo y Soto destacan los aportes de agua y sedimentos que al gran mar interior del Atlántico hacen 38 sistemas fluviales, todos muy contaminados por las aguas negras de las ciudades, los desechos de la industria (destacadamente la petrolera y petroquímica) y la agricultura. Por su volumen sobresalen los aportes de los ríos Grijalva-Usumacinta, Papaloapan, Pánuco y Misisipi.
Pese a las normas definidas por las instancias oficiales para proteger esa invaluable riqueza marina y litoral, está sometida a presiones derivadas de las actividades económicas, los asentamientos humanos y la explotación desmedida de recursos. Por fortuna, y como lo prueban los trabajos de los especialistas, hay posibilidades científicas y humanas para resolver los desajustes ambientales y sociales que distinguen al Golfo de México. Pero a condición de que el conocimiento científico y la experiencia de los grupos humanos los tomen en cuenta quienes aprueban las políticas para la conservación y el manejo integrado y a largo plazo de una región que tiene un valor incalculable para mantener la vida en la Tierra. Una forma, además, de garantizar el bienestar de quienes viven en su litoral y utilizan sus recursos.
A este esfuerzo institucional se suma otro igualmente importante que engloba a universidades y centros de investigación ubicados en México, Estados Unidos y Cuba. Se trata del Consorcio de Instituciones de Investigación Marina del Golfo de México y del Caribe (Ciimar-Gomc), con sede en la Universidad Juárez de Tabasco. Su misión también es generar conocimiento científico para la correcta gestión ambiental del Mediterráneo de América del Norte. Precisamente en el más reciente número de La Jornada Ecológica se ofrece una aproximación a los trabajos que realiza el consorcio. Cabe destacar cómo ambos esfuerzos de investigación coinciden en el diagnóstico de los problemas y sus soluciones, y en plantear los retos que el sector público y la sociedad de los tres países tienen a fin de garantizar a esa región su salud ambiental e implantar un auténtico desarrollo. Hoy impera un modelo de crecimiento depredador de recursos, ajeno a toda idea de sustentabilidad, que contradice el andamiaje legal existente y la promesa oficial de crecer en armonía con el medio ambiente.


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