Economía Moral
Múltiples tendencias anuncian que el capitalismo ha llegado a su fin /X
Libro de Naomi Klein:
Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima
Julio Boltvinik
N
aomi Klein es canadiense, tiene 44 años de edad y se volvió famosa por dos de sus libros anteriores, ambos traducidos al español: No Logo (Paidós, 2002) y La doctrina del shock (2007, Paidós). Su nuevo libro (2014), cuyo título he tomado para esta entrega, se está traduciendo a 17 idiomas, incluido el español. La introducción de este voluminoso libro empieza con dos epígrafes:
“La mayor parte de las proyecciones del cambio climático suponen que los cambios futuros –emisiones de gases de efecto invernadero, alza de temperaturas y sus efectos como elevación del nivel del mar– ocurrirán gradualmente. Que un aumento de la emisión llevará a un cierto nivel de aumento en la temperatura, lo que a su vez llevará a un aumento suave del nivel del mar. Sin embargo, los registros geológicos para el clima reflejan instancias donde un cambio relativamente pequeño en un elemento del clima llevó a un cambio abrupto en el sistema en su conjunto. En otras palabras, empujar las temperaturas globales más allá de cierto umbral puede desencadenar cambios abruptos, impredecibles y potencialmente irreversibles con impactos de gran escala y masivamente destructivos. En ese punto, incluso si ya no añadimos bióxido de carbono adicional a la atmósfera, procesos potencialmente imparables se ponen en marcha… el problema y sus consecuencias son entonces algo fuera de nuestro control” (Informe de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, 2014).
Amo el olor de las emisiones, Sarah Palin (ex gobernadora de Alaska)
Confronta así Naomi Klein (NK) las visiones de la ciencia y de la derecha política de EU. Cada desastre natural produce instantáneas cargadas de ironía sobre un clima crecientemente inhospitalario para las mismas industrias responsables por el alza de temperaturas. Ejemplifica con la sequía que bajó tanto el nivel del agua en el Río Mississippi que impidió el transporte de petróleo y carbón en barcazas. Empieza aquí NK su narración de cómo ella y muchas otras personas hemos desviado la mirada del cambio climático y aclara el título de su libro:
“Negué el cambio climático por más tiempo del que puedo admitir. No como Donald Trump o los militantes del Tea Party que sostienen que la continuada existencia del invierno muestra que todo es una farsa. Pero los detalles me quedaban brumosos y sólo echaba una ojeada a las noticias, especialmente a las más terroríficas…Muchos de nosotros nos involucramos en este tipo de negación del cambio climático. Miramos por una fracción de segundo y desviamos la mirada. O miramos pero entonces lo convertimos en una broma. Lo que es otra manera de desviar la mirada. O miramos pero nos contamos historias reconfortantes sobre la astucia humana que inventará una tecnología milagrosa… lo cual es otra manera de desviar la mirada… O vemos pero nos decimos que estamos demasiado ocupados para que nos importe algo tan distante y abstracto… y ésta es otra manera de desviar la mirada… O quizás sí miramos, miramos de verdad, pero entonces, inevitablemente, parecemos olvidar. El cambio climático es así; es difícil mantenerlo en tu cabeza por mucho tiempo. Nos enganchamos en esta rara forma de amnesia ecológica a intervalos por razones perfectamente racionales. Negamos porque tememos que dejar entrar la realidad plena de esta crisis lo cambiará todo. Y tenemos razón. (pp. 3-4).
Sabemos, continúa NK, que si seguimos por la ruta actual de dejar crecer las emisiones año con año, el cambio climático lo cambiará todo. Y que no tenemos que hacer nada para que esto ocurra. Todo lo que tenemos que hacer es no reaccionar como si esto fuera una crisis hecha y derecha. Todo lo que tenemos que hacer esseguir negando lo asustados que estamos. Advierte que no todo está perdido, que hay maneras de prevenir este siniestro futuro o al menos hacerlo menos calamitoso. Pero la trampa es que estas maneras también significan cambiarlo todo. Involucra cambiar cómo vivimos, cómo funcionan nuestras economías, incluso las historias que contamos sobre nuestro lugar en la tierra. La buena noticia es, añade, que muchos de estos cambios no son catastróficos. Muchos son completamente emocionantes, lo cual tardé mucho en descubrir, señala NK. Narra la influencia que tuvo, para que ella dejara de apartar sus ojos del cambio climático, una diplomática boliviana que propuso ante Naciones Unidas (en el peor momento de la crisis actual, 2009) un Plan Marshall para el planeta. Un plan que movilizara transferencias financieras y tecnológicas en escalas nunca antes vistas para que todos los países redujeran sus emisiones al mismo tiempo que elevaban el nivel de vida de su población. Un plan así, comenta Klein, sería muy costoso, quizás millones de millones de dólares (trillones para los anglosajones). La crisis, paradójicamente, hace más viable esta propuesta. Todos vimos cómo trillones (anglosajones) fueron movilizados para salvar a los bancoscuando las élites decidieron declarar una crisis. Al hacerlo, dice nuestra aguda autora, quedaron expuestas importantes ficciones sobre la esencia de nuestras economías:
¿Necesitas más dinero? Imprímelo. También se declaró una crisis después del 11 de septiembre del 2001 y los presupuestos nunca se plantearon como problema para construir las redes de vigilancia y seguridad. Pero NK hace notar que el cambio climático nunca ha recibido el tratamiento de crisis por parte de los líderes de los países ricos, a pesar de que conlleva el riesgo de destrucción de vidas en una escala inmensamente más amplia que el derrumbe de bancos o de edificios. Y aquí viene otro punto culminante de esta deslumbrante introducción:
Portada del libro de Naomi Klein (Simon and Schuster, Nueva York, 2014)
“Lo que resulta declarado como crisis es una expresión de poder y de prioridades y no sólo de hechos duros. Pero no tenemos que ser espectadores en todo esto: los políticos no son los únicos con el poder de declarar una crisis. Los movimientos masivos de gente común también pueden declarar una crisis. La esclavitud no era una crisis para las élites británicas y americanas hasta que el abolicionismo la convirtió en una. La discriminación sexual no era una crisis hasta que el feminismo la convirtió en una. Elapartheid no era una crisis hasta que el movimiento anti-apartheid la convirtió en una. De la misma manera, si un número suficiente de nosotros deja de desviar la mirada y decide que el cambio climático es una crisis que merece una respuesta del nivel de un Plan Marshall, entonces se convertirá en una crisis y la clase política tendrá que responder, tanto haciendo que los recursos estén disponibles como doblando las reglas del libre mercado que se han mostrado tan flexibles cuando los intereses de la élite están en peligro”.
Recibí el siguiente texto sobre el libro de NK de un amigo y lector deLa Jornada y de Monthly Review, que vive en Vermont, EU. Describe el éxito de lectores que está teniendo y los círculos donde se discute el libro, y se pregunta por qué:
En primer lugar, porque es exhaustivo. Demuestra la falsedad de las ilusiones sobre la posibilidad de que el capitalismo pueda coexistir con la vida en el planeta. Es inmisericorde al exponer las farsas de las grandes ONGs ecológicas. Otros factores de su éxito son: ciertos pasajes están escritos en primera persona en una forma que despierta la empatía; el lenguaje evita la jerga técnica hasta donde es posible y, cuando la tiene que usar, la explica. Pero el elemento clave de su éxito es que deja claro que el asunto central es el capitalismo contra el planeta. No nos deja cavilando qué hacer. Define nuestra tarea como unir los muchos movimientos de resistencia y deshacernos del sistema económico como un todo, pues no hay manera de enmendar el capitalismo o domesticarlo. Es un sistema que glorifica la codicia y apoya la explotación y está detrás de casi todas las injusticias sociales. Entender esto es el punto de partida, la única base confiable para resolver nuestros muchos problemas, especialmente el más grande: la sobrevivencia de nuestra especie.