La guerra y la destrucción juegan un papel importante en la reproducción del capital y la reorganización del espacio. Resulta muy interesante ver lo que ha pasado con Wall Street, el distrito financiero de Manhattan, donde después del 11 de septiembre de 2001, a contrario de la creencia de que los ataques "terroristas" producirían un despoblamiento generalizado de este lugar, se ha experimentado desde aquel suceso un incremento exponencial en el valor del suelo, una oleada de nuevas construcciones habitacionales y el arribo de sectores con alto poder adquisitivo están convirtiendo a este lugar, no ya en un mero centro comercial y bancario, sino en uno residencial. ¿Cuál ha sido el papel del Estado? Todos sabemos que el poder estatal fue el principal estructurador de la política de guerra y destrucción que ha acontecido desde los sucesos de 2001 -ellos mismos entrenaron a Osama Bin Laden y los talibanes para combatir al comunismo en Afganistán-, pero también es el responsable de la nueva política del espacio que se instrumentaliza en Manhattan.
Sería bueno reflexionar sobre el papel de la guerra y la destrucción que la política del capital y el Estado han implementado en México para reorganizar las fuerzas productivas, el caso de la minería es un buen ejemplo: en 2012 la inversión en el sector minero alcanzó 7 647 mdd, un incremento de 36.3% respecto al año anterior, mientras que en 2007 la inversión en el país era de 2,156 mdd. El 27% de esa inversión en 2012 se destinó a nuevos proyectos, el 22% a adquisición de equipo, el 12% en expansión y el 10% en exploración. Durante los primeros 8 años de la década pasada se otorgaron en México 24,713 concesiones a 231 empresas extranjeras, por lo que se asistió a un aumento exponencial del despojo territorial. Para el 2010 el total de concesiones otorgadas en México era de 26 559, que representaban una superficie de 56 007 756 has. Dichas hectáreas concesionadas representan el 28.58% del territorio nacional. Una expansión territorial exponencial del capital minero en nuestro país. Para 2011 el principal país receptor de las exportaciones minerometalúrgicas fue Estados Unidos con 20 494 660 pesos, seguido de China con 20 538 635 pesos, en términos de valor de las exportaciones. Las exportaciones de minerales a Estados Unidos cayó bruscamente, pero sigue siendo el principal destino como lo demuestran los más de 44 millones de pesos que México exportó para 2010. En 2012 en México el valor de producción minera alcanzó 291 mil millones de pesos, monto que representó un incremento de 12% con relación al año anterior. En la actualidad México se coloca como el primer país en la recepción de inversiones mineras en toda América Latina.
La importancia que ha tenido el proceso de militarización emprendido por Calderón desde 2006 –y que se retrotrae hacía 1994 en la guerra que desató el Estado contra el EZLN- ha sido estratégica para generar las condiciones propicias para la inserción del capital minero trasnacional. Claramente las reformas estructurales a la Ley minera y a la constitución en la década de los noventas proveyeron del soporte jurídico necesario para esta destrucción de las fuerzas productivas -el aniquilamiento de poblaciones vía el crimen organizado estatal, la desindustrialización y privatización de reservas y plantas mineras del sector estatal entre 1988 y 1996, la destrucción del campo y el campesinado con la firma del TLC, etc, etc- que ha resultado benéfica para la acumulación de capital en el sector minero. Se hace necesario rastrear esa dialéctica de la destrucción y creación, como dialéctica fundamentante del capital, en todos los órdenes de la vida social de nuestro país para de esta forma organizar las acciones de resistencia y lucha en contra del Estado mexicano y los capitales aliados a éste.
¡¡FUE EL ESTADO!! ¡¡FUE EL CAPITAL!!
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