EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

sábado, 29 de julio de 2023

Mexico: Educacion media superior en la UNAM

 Propiciar el estudio de la educación en el bachillerato de la UNAM

H

ablando de la importancia de la educación, viene a cuento al siguiente asunto. Es conocido el predominio de un pensamiento, casi mágico, identificado por Fernando Carmona, economista investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de antaño, como educacionismo, y expresado por la mayoría de los gobernantes mexicanos, a partir de finales del siglo XIX, quienes en el discurso ideológico han sostenido que la educación es lo primero, para alcanzar todo lo demás (que no haya niños sin escuelas. Lo demás vendrá por añadidura, dijo con desparpajo el presidente Luis Echeverría).

Ojalá así de simple fuera. Lo cierto es que, en la realidad mexicana, a pesar de tal discurso, la educación no importa a la clase gobernante; ha sido y sigue siendo ignorada, descuidada, abandonada, olvidada, relegada, maltratada y despreciada.

Como muestra, un botón. Se dice que la escuela, con sus planes y programas de estudio, se encarga de que todo lo importante se analice en los salones de clase de los distintos niveles de escolaridad. Pero resulta que, en la realidad, la educación es un tema ausente en los planes y programas de casi todos los niveles, salvo en las licenciaturas y posgrados, como los de pedagogía, o equivalentes. Algo así como si la educación fuese un tema de estudio privativo para los especialistas; pero no, desde la infancia, todos deberíamos interesarnos y conocer cuestiones generales acerca de la educación, su historia, contenido, significados, alcances, problemática, importancia y demás. Como corolario, insisto, la educación carece de importancia, y no es considerada digna de estudio por quienes toman las decisiones.

Los planes de estudio del bachillerato de la Universidad Nacional Autónoma de México, tanto los de la Escuela Nacional Preparatoria (incluido el de iniciación universitaria, en la Preparatoria 2, Erasmo Castellanos Quinto), como los del Colegio de Ciencias y Humanidades, comparten ese vacío de la enseñanza nacional: la educación no cuenta, está ausente. Sin embargo, considero que a mediano plazo el bachillerato en la UNAM podría ser el mejor escenario para que comience a subsanarse la mayúscula ausencia y convertirse así en un referente nacional, para que se proceda de manera similar en el resto de las instancias educativas, empezando por la Secretaría de Educación Pública.

Pero cuidado, mucho cuidado. Propongo que la medida anterior no se practique a través del estudio en cursos obligatorios, aburridos, memorísticos, sin sentido, para pasar exámenes y acumular créditos. Eso no conduciría a nada positivo, y mejor sería que las cosas se conserven tal cual. Pero eso tampoco. Insto en arriesgar. Apuesto por un proyecto educativo vital, como el proclamado por Célestin Freinet, en el que los jóvenes, adolescentes universitarios, algunos todavía niños (los benjamines universitarios), puedan reflexionar, leer, escribir, expresarse en torno a la educación, empezando por la propia educación, la que cada uno lleva dentro de sí.

Al respecto, los estudiantes, tienen muchas cosas importantes, sabrosas y sugestivas que decir. Dejemos que se expresen por medio de textos libres ilustrados y demás medios. ¡Que no suelten el papel y el lápiz! ¡Que emprendan el camino del amor por la palabra, la lectura y la escritura! ¡Que, a manera de taller, no ahorren ni trabajo ni sudor! ¡Que organicen con alegría y democracia sus asambleas grupales! Fomentemos la autonomía, la autoestima, la curiosidad, el buen sentido, la responsabilidad y el pensamiento crítico del estudiantado; tan ávido de comprensión, respeto y cariño. Todo lo anterior, y más, muy bien podrá practicarse en el bachillerato de la Universidad Nacional Autónoma de México , alrededor de una educación, que, dicho sea de paso de una buena vez, no es cosa exclusiva de mujeres, como suele pensarse.

Lo aquí expuesto implicará, claro está, contar con un equipo docente preparado en el tema, estable en su trabajo y bien remunerado, pero sobre todo apasionado por la propuesta. Además, se requerirá de planes de estudio flexibles, bien estructurados y acompañados por bibliografía pertinente que atrape a los estudiantes; así como de instalaciones adecuadas para la realización, cara a cara (no más pedagogía de las espaldas), de un trabajo grupal, cooperativo, dignificante y gozoso.

Con el devenir de los años, los egresados del bachillerato de la Universidad Nacional Autónoma de México podrán ser el fermento para que, en las licenciaturas a las que arriben, se ponga atención para favorecer que, por los campos universitarios, cabalgue a todo galope una educación liberadora, encaminada a la transformación personal, grupal, universitaria y social. Llegará el día en que pueda decirse con orgullo que a los universitarios nada educativo nos es ajeno, evocando a Publio Terencio Africano. ¡Vaya desafío, qué hermoso sueño!

Considero que en los tiempos de sucesión que vienen, el rector Enrique Graue, los candidatos a remplazarlo, los miembros de la Junta de Gobierno, los consejeros universitarios y técnicos y los universitarios, todos deberemos reflexionar para el futuro que se avecina en la conveniencia de preparar el camino de un proyecto, en las preparatorias y en los planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades para el estudio esmerado, vivo, entusiasta y amoroso de la educación, tema tan importante como las matemáticas, la filosofía, la biología, el lenguaje, la química, la historia y todo lo demás que, desde siempre, se viene estudiando en la escuela.

Enseñanzas todas ellas, además, que en conjunto deben ser fortalecidas e interrelacionadas en el bachillerato, por supuesto.

¡Elevemos la mirada de la educación!

En recuerdo de Adolfo Gilly

Profesor en la UNAM

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