EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

domingo, 18 de agosto de 2019

Tomar la palabra

Tomar la palabra
Por Agustín Ramos
Renovar el poder judicial

“Las marchas, aunque sean en todo el mundo y en ellas participen millones de personas, no bastan.” Así presentó hace quince años el suplemento Masiosare un artículo de la intelectual india Arundhati Roy traducido por Tania Molina Ramírez. En él se señalaba que los “gigantes de la Oposición”, al convertirse en “Cabezas de Estado, se vuelven impotentes en el escenario global”. Arundhati Roy hablaba de los héroes de aquel momento: “Lula y Mandela son, a todas luces, hombres magníficos. Pero apenas cruzan el umbral entre Oposición y Gobierno se vuelven rehenes de un espectro de amenazas; la más malévola es la amenaza de la fuga de capitales, que puede destruir a cualquier gobierno de la noche a la mañana. Imaginar que el carisma de un líder hará mella al Cartel Empresarial –continúa Arundathi– es no tener la mínima comprensión de cómo funciona el Capitalismo, o de cómo funciona el poder. Un cambio radical no puede ser negociado por los gobiernos; sólo puede ser realizado por el pueblo.”
Es pues un error creer que ganando el gobierno se accede al poder. Porque el poder lo siguen teniendo los dueños del dinero más sucio, aquel que extraen de quienes según lo exija la tasa media de ganancia se arriesgan, se extenúan, se desgastan y sobresaltan entre incertidumbres y dolor. El poder, señoras y señores, lo siguen ostentando y no lo soltarán jamás por las buenas los dueños de la guerra y de la muerte, amén. Mientras más miserable sea nuestra vida, mejor resulta para los dominadores que titiritean además de robar mediante la explotación legal e ilegal. Sus títeres son los exdueños de la última palabra, los autocaricaturizados dictadores de la verdad; los catedráticos y sacerdotes del más vale no menearle al mejor de los mundos posible, merolicos de dioses ruines que se alimentan de sudor, sangre, azar, sumisión, resignación, conformismo y sufrimiento.
Hoy marcharemos contra la institución más inmunda del sistema más implacable, inhumano y depredador, el Poder Judicial, la Suprema Corte por delante pero también las comisiones de ddhh, las procuradurías de “justicia” y demás ministerios de amor y bondad de la maquinaria satánica, todos ellos títeres también en el tribunal de la farsa y la tortura, perros guardianes de la fe en la mentira, el odio y el acatamiento. Y por más que se aclare que la marcha no la organiza el partido gobernante ni la ordena el Presidente Constitucional, los títeres dirán que es para mandar al diablo y desmantelar las instituciones, porque la creatividad no es su fuerte y porque, simuladores aparte, la paranoia del poder no necesita de la verdad para montar operaciones Berlín ni para aplicar el manual del periodismo sicario. Sin embargo, como dijo Arundhati Roy, ni marchar ni tener la razón es suficiente: “es importante ganar algo. Para ganar algo –agrega– necesitamos estar de acuerdo en algo. Ese algo no necesita ser una predestinada ideología suprema en la cual hagamos que quepan a la fuerza nuestros seres encantadoramente facciosos y argumentativos. No necesita ser una lealtad incondicional a una u otra forma de resistencia que excluya todo lo demás. Podría ser una agenda mínima.”
Hace dos años Penelope Duggan, a propósito, mucho ojo, de la urgencia feminista de movilizarse mundialmente, pedía pasar de la protesta al movimiento. En México el malestar contra los criminales organizados de toga y birrete pasó del círculo cerrado a las redes sociales y de éstas a la marcha. Luego será imprescindible unir y verter los principales agravios del Poder Judicial en una “agenda mínima” (revictimización, ultra corrupción, complicidades, omisiones y prepotencia), para “ganar algo” (renovar el poder judicial) mediante una organización horizontal permanente e independiente de gobierno y partidos.
Después de la marcha, todos invitados a la presentación de la novela Cualquiera puede matar, de Pterocles Arenarius, Museo del Pulque, al lado de San Hipólito, 3 de la tarde.

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