Efrén Capiz Villegas
eyendo Memoria en el tiempo…, de mi amigo Plutarco García Jiménez, una autobiografía que es también una historia en primera persona del movimiento campesino, encontré una amorosa remembranza de don Efrén Capiz Villegas, que me llevó a mis propios recuerdos, que empiezan así:
Un día de 1983 Esther Sanginés le preguntó a Efrén Capiz: ¿Ni con este calor deja el gabán?
Él improvisó: Caminar por el sendero me toca a mí / Andar las veredas del indio / Sentir la tierra bajo mis pies / ¿dónde me llegará la noche? / Si en alguna comunidad amiga / Si a campo abierto / Con la luz de las estrellas / Si en la cárcel ¿tal vez? / Gabán de mi tierra para librarme del frío / Gabán de mi gente que traigo aquí
. Algunas veces acompañé a mi madre en su trabajo de campo, y a mi corta edad aprendí a escuchar y a admirar a ese hombre. Me prendé de su sombrero, su bigote, su gabán. Lo rencontré en Chiapas en 1994 y me identifiqué como hijo de la maestra Esther Sanginés
. Le dio mucho gusto.
Capiz nació en la Meseta Purépecha en 1924, donde estudió hasta cuarto de primaria y en diversos trabajos fue testigo de la irrupción de las resineras y las compañías madereras, que acentuaron la injusticia contra los indios. Indios, decía él: No indígenas, indios. Como indios nos discriminan, nos despojan, nos quitan la tierra y los medios para vivir. Como indios ahora recuperamos la palabra, y en la lucha demostramos la dignidad que jamás nos quitaron
.
Adolescente, se mudó a Morelia para estudiar, pretextando que terminaría de aprender talabartería. Llevaba el deseo secreto de convertirse en abogado de los comuneros y fue el enlace de las comunidades con la oficina del Departamento Agrario. Fue dirigente estudiantil, lo que le costó sus primeros ingresos en la cárcel, desde 1949, y luego el más prolongado (1966-71), causado por su destacada participación en la insurrección cívica de los estudiantes de la Universidad Nicolaíta, que fue asaltada por el Ejército.
Mientras entraba y salía de la cárcel, ejidatarios y comuneros eran despojados por los empresarios resineros, los concesionarios del bosque y en ocasiones por las autoridades ejidales. Desde la cárcel Capiz enseñaba a las comunidades a organizarse, redactar documentos y defender su tierra. Eva Castañeda, su compañera, asistía a los tribunales. Tras la amnistía de 1971, encontró un movimiento campesino en ascenso y de acompañante se convirtió en dirigente. En 1979 fundó la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ), clave en la creación de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala.
“Desde la UCEZ se combatía para recuperar las formas colectivas de trabajar y tomar decisiones en las comunidades indias. La comunidad era la idea unificadora de los ejidatarios, comuneros y los jornaleros agrícolas sin tierra. Por eso se consideraba que el órgano más importante era la asamblea. Un arma de lucha fue la toma de tierras no cultivadas. Los campesinos se unían a la organización, convencidos de que no invadían tierras, no eran delincuentes, sino que recuperaban la tierra que les había pertenecido y de la que habían sido despojados.”
La UCEZ estaba por cumplir 15 años cuando irrumpió el EZLN. Capiz y sus compañeros participaron en la primera reunión nacional de indígenas y campesinos, convocada por el EZLN. El discurso de Efrén enfatizó la lucha de Hidalgo, Morelos, Villa, Zapata, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.
Reivindicó el derecho de los indios, recordando que los mexicanos pobres somos indios, y que cada pueblo ha de tener su propio gobierno, sus leyes, su tradición y cultura. Dos años después fue uno de los fundadores del Congreso Nacional Indígena. En enero de 1997, policías secuestraron a Efrén y a Eva, los golpearon y torturaron, a Eva la soltaron pronto, a Efrén lo liberaron después de una masiva movilización. Y siguió trabajando por la unión de los movimientos de defensa de la tierra; participó en la marcha de los pueblos zapatistas en septiembre de 1997 y fue delegado al encuentro Intergaláctico por la Humanidad, contra el neoliberalismo.
“El éxito de la UCEZ se debió a esa coordinación de liderazgo y democracia, al respeto por la asamblea y al énfasis en la educación política y el estudio de la historia de México, para que las decisiones colectivas se hicieran de manera consciente e informada, sólo una cultura comunal podía fortalecer la resistencia ante la explotación y el despojo de tierras. Era la utopía sí, pero también el conocimiento de los aportes del marxismo, del socialismo utópico, de la antropología e historia, del lugar de la mujer en el movimiento y el gusto por las compañeras que sabían expresarse.
El 3 de mayo de 2005 Efrén Capiz dejó este mundo, como consecuencia de un cáncer de estómago provocado por las torturas y los golpes. Efrén y Eva no lucharon para tener tierras ni dinero, vivieron para construir una utopía que uniera comunidad, trabajo y vida digna.
Según su hijo, Efrén Capiz Castañeda, su último deseo fue recordarle al mundo que Zapata vive, la lucha sigue
.
Las citas textuales son de Esther Sanginés, Efrén Capiz Villegas
, en Somos pueblo, somos gente, núm., 19, marzo 2019.
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