El malestar sanitario
Luis Hernández Navarro
E
l doctor Roberto Gerardo Frías era director médico de la clínica 86 del IMSS, en Monclova, Coahuila. El 22 de abril falleció a causa del Covid-19. Desde el 5 de ese mes se sabía que estaba contagiado. Hasta el 15 ingresó a la clínica 7. Antes que él, en ese hospital murieron cuatro médicos más y un subjefe de enfermería.
Tuvieron que transcurrir 40 días después del primer caso de Covid-19 en la clínica 86 del IMSS y se produjeran 51 contagios dentro del hospital para que, el 25 de abril, el director del IMSS, Zoé Robledo, viajara a Monclova para reconocer que se habían cometido dilaciones, descuidos, deficiencias y errores en el tratamiento de los primeros casos de coronavirus en la clínica 7, y anunciar acciones para enfrentar la pandemia.
El deceso del doctor Frías y el brote epidémico en la clínica 86 distan de ser las únicas tragedias médicas en las instituciones sanitarias. Hasta el martes pasado, más de 11 mil trabajadores de la salud se habían infectado en México de Covid-19 (12 mil, según la FSTSE). Trágicamente, 149 médicos, enfermeras, camilleros y personal sanitario fallecieron (https://bit.ly/3c36EPf).
Más al sur, los trabajadores sindicalizados del Hospital Regional de Alta Especialidad de Oaxaca solicitaron a los directivos declararlo en cuarentena, para contener el
brote epidemiológicopor el coronavirus. Según el subdirector general de los Servicios de Salud de la entidad, Juan Carlos Márquez Heine, en el estado se habían producido, hasta el pasado 23 de mayo, 200 contagios de Covid-19 en su personal de salud, de los cuales 80 son doctores. ¡Cerca de 23.5 por ciento de los enfermos en la entidad!
Alarmados porque 19 de los 26 médicos residentes del Hospital General Regional 72 del IMSS, en Tlanepantla, se contagiaron de coronavirus, los doctores de la institución exigieron a Zoé Robledo una disculpa pública, equipos de protección personal e insumos.
Negar la presencia de brotes en los hospitales no conducirá a gestionarlos, señalaron en carta pública.
Aunque las causas de los estragos provocados por la epidemia entre el personal sanitario son diversas, hay una constante: falta de previsión, incapacidad administrativa de la operación en la atención médica en gran escala y carencia de equipo de protección suficiente y adecuado.
No puede, entonces, extrañar que, al menos desde el 13 de marzo, se hayan producido incesantes protestas de los trabajadores de la salud en casi todo el país.
Nos están dejando morir, se escucha frecuentemente en las movilizaciones. Tampoco, el que no pocos galenos dedicados a la consulta en especialidades distintas a la pandemia no hayan querido atender enfermos de coronavirus.
Una de las primeras protestas fue la de los trabajadores del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). Denunciaron falta de protocolos para atender la contingencia, carencia de gel bacterial e insumos básicos, como tapetes microbianos. Señalaron que había un déficit de 300 enfermeras, 200 médicos y 400 trabajadores de otras áreas.
El INER es un instituto muy importante. Allí labora la crema y nata de la neumología y de los inhaloterapeutas. Su sección sindical (perteneciente al oficialista Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud) es poderosa, las corrientes democratizadoras fuertes y el personal combativo. Tanto así que, el pasado 21 de mayo, ante la amenaza de un paro de labores, la secretaria de Gobernación y el director de la institución recibieron a los representantes del personal. Entre otras cosas, los trabajadores se quejan de falta de equipo de protección deshechable (batas, pijamas, guantes, gorros, cubrebocas N95) y de que se les dieron instrucciones para reutilizar los cubrebocas N95 durante una jornada completa y a veces dos, además de tener que reciclarlos.
Las movilizaciones se han desplegado con tiempos y ritmos diferenciados en una parte importante del país. El 23 de marzo, en video dirigido
a la gran familia del IMSS, su director reconoció al menos 10 protestas del personal exigiendo equipos de protección en ocho estados.
Su exigencia es legítima. Esta semana se contará con el equipo necesario, declaró (https://bit.ly/2ztdWya). Obviamente, no fue así. El equipo que llegó es claramente insuficiente. Por ello, dos meses después de la promesa persisten movilizaciones demandando material de protección.
Para tratar de dar rumbo a este descontento se formó el Frente Nacional de Trabajadores de la Salud, agrupando a ocho organizaciones del sector. Entre muchos otros puntos, la convergencia rechaza
el vergonzoso papel que han jugado diversos funcionarios del sector salud al declarar que los profesionales de la salud caídos se han contagiado en lugares diversos a los centros de trabajo (...) acusando sin fundamento que se debe a la irresponsabilidad o falta de apego a los protocolos de uso de insumos y equipo, que además no se proporciona en forma suficiente, oportuna y adecuado con los criterios de la mayor calidad.
La inconformidad de las batas blancas no ha alcanzado aún su cresta; seguirá creciendo. Más que medallas de reconocimiento al heroísmo del personal médico, se necesita equiparlo adecuada y oportunamente, trazar una ruta eficaz para abatir la enfermedad y conservar sanos a quienes están en la primera línea del combate de la enfermedad.
Twitter: @lhan55
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