México y la guerra económica
John Saxe-Fernández/II
L
os procesos electorales que vive la nación, ya en su etapa final, se realizan en un clima difícil por la ola de violencia. ¿Espontánea o desatada por fuerzas interesadas en desactivarlos? Ya que en estos comicios la propuesta económica alternativa al devastador neoliberalismo, articulada por Morena, concita un consenso arrollador. Este planteo se da frente a un enrarecido tablero económico y geopolítico mundial afectado por el unilateralismo comer- cial y militar de Donald Trump y su America first, dirigido a México y Canadá en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a la Unión Europea (UE) en el ataque al Acuerdo Nuclear (AN) con Irán, esto último con efectos negativos para firmas europeas, rusas, chinas e iraníes.
Con Ricardo Anaya y José Antonio Meade enfilados al continuismo, la propuesta de Andrés Manuel López Obrador cobra fuerza en un contexto mundial que ya roza en
guerra comercial, elevando la relevancia práctica para la seguridad, medidas como el fortalecimiento del mercado interno, el remozamiento y la ampliación de los encadenamientos productivos aniquilados por 36 años de ataques al aparato productivo nacional, industrial y agrícola, lo cual no es mirar para atrás, sino recuperar capacidades para enfrentar el momento actual.
Mientras Trump advertía que podría imponer aranceles a las importaciones automotrices de Canadá y México, también de Japón, Alemania y China, la prensa alemana anunció que la canciller Angela Merkel viajaba a China
en plena guerra comercial con Estados Unidos. Además, Heiko Maas, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, en visita a Washington y luego de promover sin éxito ante Mike Pompeo, ahora secretario de Estado, la renovación del AN, calificó el ataque de Trump a ese acuerdo de
clara amenaza a la seguridad internacional.
La economía mundial y la estadunidense, como puede apreciarse en los hechos históricos y contemporáneos, no se rige desde la sabiduría de la mano invisible del mercado. Así lo plantean quienes articulan sus codicias e intereses desde el
globalismo pop. El TLCAN no globalizó la economía mexicana, sino que la
imperializóy devastó. No es la dinámica del mercado sino la de las relaciones intrafirma del capitalismo monopólico/financiero, con intenso uso de los instrumentos de Estado, lo que rige a la economía mundial, máxime para una élite históricamente proteccionista y belicista, como ha sido y es la de Estados Unidos. Cierto que Washington utiliza la retórica
librecambista, es lo usual a todo hegemón, como ironizó Bismark,
temeroso de que otros sigan su ejemplo.
En este contexto es de relevancia mayor, para el público general y quienes aspiran a la construcción social y económica alternativa, la recuperación histórica y analítica del libro de Arturo Ortiz Wadgymar, La apertura económica de México 30 años después: del GATT a Trump(Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, 2017). Con lenguaje directo y línea argumental sólida se revisan temas relevantes como la política comercial de México entre 1980 y 1993, y sus antecedentes. La bien lograda síntesis del periodo sustitutivo de importaciones, sus grandes éxitos, como lograr tasas de crecimiento de poco más de 6 por ciento anual y sus fracasos y problemas; abre puertas para el estudio de las fortalezas y vulnerabilidades que hoy enfrenta la nación.
En un medio de gran crisis y confrontación mundial entre las grandes potencias, en México “Existió un fuerte nacionalismo, manifestado mediante políticas independientes y diversas nacionalizaciones como la petrolera y la de los ferrocarriles, todo esto sirvió de apoyo a una política de autodeterminación, que mucho preocupó a Estados Unidos (…) se inició el desarrollo industrial con el avance en materia de petroquímica, hierro y acero, industria alimenticia, fertilizantes y otras ramas estratégicas más, que se basaron en una fuerte intervención del Estado (…) los logros no fueron de ninguna manera despreciables, aunque reconociendo las limitaciones y errores de este periodo (…) hubo excesos y derroches, así como creciente dependencia del capital extranjero para financiar los persistentes déficit de la cuenta corriente, lo cual a la larga habría de generar el desequilibrio con el exterior y la deuda que llevó a que lo logrado se esfumara a partir de 1982, en que toma carta de naturalización la política económica antinflacionaria, basada en los programas de ajuste bajo la supervisión del FMI que persisten hasta nuestros días.”
Desde el inicio, Ortiz Wadgymar toma nota de la hostilidad de Trump como candidato y presidente hacia nuestro país y se alarma con razón: ahora el mandatario estadunidense plantea aranceles a la industria automotriz con dedicatoria a México. Los Angeles Times reveló que un alto funcionario en condición de anonimato dijo que Estados Unidos usaría la
seguridad nacional para presionar a México durante la etapa final de las negociaciones y justificar un arancel de 25 por ciento. Usó el mismo argumento en marzo para perjudicar las importaciones de acero y aluminio.
¿A qué gobierno mexicano daña ese ataque: al que sale o al que entra?
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