Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica
A la medida de Estados Unidos y las transnacionales
30/10/2015
Opinión
La firma del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica evidencia el intento de Estados Unidos de recuperar el rol hegemónico en la economía mundial, perdido durante la última década.
Estados Unidos dio un paso hacia acuerdos de libre comercio que lo reposicionen a nivel global y contrapesen la influencia de Beijing.
Con la discusión abierta sobre el Acuerdo en Comercio de Servicios (Tisa) en 23 países del mundo –impulsado por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Canadá– y el intento de constituir la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (Ttip) que liberalizará la circulación de capitales y mercancías entre Estados Unidos y la UE, el Acuerdo Transpacífico tiene implicancias que trascienden su especificidad comercial.
El propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama aseguró que, con más del 95% de sus clientes potenciales viviendo fuera de su país, no podían permitir “que países como China escriban las reglas de la economía global”. “Nosotros deberíamos escribir esas reglas, abriendo nuevos mercados para los productos estadounidenses”, aseveró.
Con el mismo espíritu, desde 2011 celebran en el Norte la conformación de la Alianza del Pacífico entre México, Chile, Perú y Colombia. “Estoy seguro que, debido a la presencia importante de Estados Unidos en cada uno de los socios, va a haber una relación más estrecha”, indicó al respecto el embajador estadounidense en Perú, Brian Nichols. Todos los países miembros poseen Tratados de Libre Comercio (TLCs) con Washington y constituyen un bloque regional aliado a sus políticas y proyecto económico.
Los tres acuerdos motorizados actualmente por Estados Unidos tienen su contracara en la estrategia de su principal adversario económico, China, que intenta acelerar la conformación de la Asociación Económica Integral Regional (conocida como Rcep junto con 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático: Australia, India, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Este bloque abarcará el 30% del PIB global y reafirmaría el protagonismo chino en la economía mundial.
Empresas y Estados al mismo nivel
Los 12 países firmantes del TPP son a su vez miembros del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (Apec). Se trata de Estados Unidos, Canadá y Japón con México, Chile, Perú (socios de Colombia en la Alianza del Pacífico), Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam, y suman un total de 800 millones de habitantes. Antes de entrar en vigencia deberá ser ratificado por el parlamento de cada uno de los Estados.
Dado que el contenido específico del acuerdo es mantenido en secreto desde el comienzo de las negociaciones en 2008 y recién se difundirá el 5 de noviembre, lo único que ha trascendido fueron documentos filtrados por Wikileaks. Estos dan cuenta de que el TPP implicará una severa limitación del poder de los Estados sobre la acción de las empresas transnacionales y un endurecimiento de la normativa en materia de propiedad intelectual.
El nuevo esquema consensuado en Atlanta (Estados Unidos) a principios de octubre permitirá a las empresas de capital extranjero situarse en igualdad de condiciones jurídicas con los Estados. Bajo este tipo de acuerdos de resolución de conflictos las compañías tendrán el derecho de acudir a tribunales de arbitraje privados para exigir compensaciones a los países que regulen contra sus intereses y cuyas legislaciones reduzcan sus expectativas de beneficios.
El modelo no es novedoso: la poderosa empresa Phillip Morris presentó en 2010 una demanda ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi, el tribunal de resolución de controversias del Banco Mundial), contra el Estado uruguayo por sus medidas antitabaco. Como argumento plantearon que éstas violan las disposiciones del Acuerdo de Protección de Inversiones Uruguay – Suiza, y vulneran su propiedad intelectual, al exigir que las cajas de cigarrillos porten etiquetas contra el tabaco. Para la tabacalera esto implica una expropiación sin compensación.
Propiedad intelectual
El documento firmado consta de 30 capítulos en los que se menciona tanto la eliminación de aranceles de importación y de otras normativas del comercio internacional como la intención de establecer reglas uniformes sobre la propiedad intelectual y el medioambiente.
“Los nuevos derechos de monopolio para grandes compañías farmacéuticas pueden poner en peligro el acceso a medicamentos en los países del acuerdo. El TPP podría costar vidas”, advirtió Wikileaks al dar a conocer el capítulo sobre propiedad intelectual en su versión definitiva.
El TPP afectará, de la mano con esto, sectores claves de la economía de los países firmantes como el caso de la industria farmacéutica mexicana. “No le trae ninguna ventaja al sector de los medicamentos genéricos. Este es un tratado que ha estado siendo promovido, apoyado, respaldado desde el punto de vista económico y político desde las grandes empresas farmacéuticas”, afirmó el director de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos, Ricardo Romey. Según los términos del acuerdo, el plazo de las patentes se extenderá a 15 años, momento hasta el cual la fórmula no se podrá utilizar para medicamentos genéricos, que son los que consume el 85% de la sociedad mexicana (más de 50 millones de personas).
“Lo que separa a los países desarrollados de los países en desarrollo es una brecha en el conocimiento, y este TPP hará que esa brecha sea más difícil de cerrar”, indicaron en una carta dirigida al presidente de Perú, Ollanta Humala, los economistas Adam S. Hersh y Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía.
Basándose también en esta defensa pautada de la propiedad intelectual, las empresas proveedoras de internet podrán vigilar la navegación, dar de baja contenidos y prohibirles a determinados usuarios el acceso a la web, bajo la excusa de combatir la piratería y sin intervención ni control de los organismos estatales.
Impacto en el Mercosur
El ex presidente uruguayo, José Mujica opinó que el TPP fue armado por Estados Unidos “para frenar al monstruo chino”, a lo que sumó, analizando el futuro en la región, que “la integración no debe ser sólo por negocios, sino algo necesario para el mundo que viene” ya que no se puede resistir “atomizados en países” el empuje de los poderes económicos.
En un sentido similar, los industriales brasileños mostraron su preocupación: “El mundo se cierra en grandes bloques y Brasil y el Mercosur siguen aislados”, indicó el titular de la Confederación Nacional de la Industria, Robson Andrade en el mismo comunicado en el que exigía al gobierno de Dilma Rousseff acelerar el acuerdo con la Unión Europea. Luego de 16 años de rondas de entendimiento, el tratado de libre comercio del Mercosur con Bruselas parece empezar a consensuarse y en noviembre se realizará una próxima reunión para avanzar con las ofertas.
Si en noviembre de 2005 en la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata, Argentina, los mandatarios de la región encabezados por Hugo Chávez rechazaban la conformación del Alca impulsado por Estados Unidos –que hubiera sido el mercado de libre comercio de mayor envergadura mundial– 10 años después la estrategia yanqui para recuperar el protagonismo económico en el mundo apunta a aislar a China y ampliar el alcance de productos, capitales y servicios estadounidenses. TPP, Ttip, Tisa y Alianza del Pacífico son herramientas para el cumplimiento de los objetivos de Washington.
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