Precariado: ¿una clase nueva o nueva lucha de clases?
Maciek Wisniewski*
L
as últimas décadas eran las décadas de las
teorías del fin: se acababan –supuestamente– los conflictos ideológicos y la
viejalucha de clases (Fukuyama).
Moría el trabajo(Rifkin).
Más que un reflejo de la realidad, fue una cortina de humo para el recrudecimiento de la guerra de clases bajo el neoliberalismo –
un proyecto esencialmente clasista, David Harvey dixit– y los cambios en las modalidades del capital.
El antagonismo (o contradicción) capital/trabajo no desaparecía, se intensificaba; la explotación no disminuía, aumentaba; también la clase trabajadora como un sujeto no bajaba de la escena de la historia, sino crecía a escala global (¡China!), pasando al mismo tiempo –eso sí– por una profunda transformación.
Pero incluso algunas teorías que parecían explicar los nuevos fenómenos en torno al trabajo y el paso al posfordismo –flexibilización, desregulación, deslocalización,outsourcing, etcétera– resultaban igualmente problemáticas que las que tomaban al trabajo por
muerto.
Este es el caso de Guy Standing, el economista británico, ex experto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del
precariado, término que éste popularizó para hablar de una
nueva clase emergente–“ class-in-the-making”–,
distinta al proletariado,
atomizaday
unida sólo por el miedo y la inseguridad(El precariado, la nueva clase peligrosa,2011).
Zygmunt Bauman aplaudió el término y a Guy Standing incluso por
haberlo acuñado(¡sic!) –en realidad el
precariadoapareció en Francia e Italia ya en los años 80 y reapareció con la crisis actual–, viéndolo igual como una
clase nueva(“ the un-class”), formada cuando el capital
sólidose volvió
líquido(Social Europe, 14/6/11). Pero eran las críticas las que resultaban más interesantes.
Jan Breman, poniendo la creciente inseguridad laboral (empleo temporal, autoempleo, etcétera) en el contexto del avance neoliberal (privatización, desindustrialización, etcétera) y ataque a la capacidad organizativa del trabajo –algo ignorado por Standing–, concluía que nada de esto es nuevo bajo el capitalismo y que el precariado es un...
término chafa(New Left Review, no. 84, 11-12/13).
El mismo Standing, respondiendo a esta crítica insistía en las
características singulares del precariado, tratando de poner su argumento en términos marxistas:
mientras el proletariado hacía el trabajo de acuerdo con sus capacidades, el trabajo del precariado es muy inferior a éstas(Open Democracy, 4/3/14).
Pero así sólo confirmaba que su narrativa sobre el
retroceso(y
fin de un cierto contrato social) partía de una visión estrecha de la clase trabajadora
élitecon su formación especializada y sus logros sociales, un fenómeno históricamente y geográficamente limitado.
No obstante, el capital siempre vivía de los trabajadores
precariose
inestables, sujetos a diferentes modalidades del empleo. Marx los llamaba el
ejército industrial de reserva, una raison d’être del modo de producción capitalista. Esta siempre fue la cara del proletariado, sobre todo a escala global. La
inseguridady no la
estabilidadfue la condición original de la proletarianización. Hoy el grupo de los trabajadores precarios vuelve a crecer, pero apenas ayer estuvo con nosotros.
Sigue en las páginas del Manifesto comunista (1848):
La creciente competencia entre burguesía y las crisis comerciales hacen los salarios de los trabajadores más volátilesy
el desarrollo de la maquinaria hace sus vidas más y más precarias, lo que
lleva a una creciente confrontación entre las dos clases.
O de El Capital (1867):
El movimiento de la industria moderna reside en la transformación constante de la gente trabajadora en desempleados y semiempleados.
También Richard Seymour –autor de Against austerity, 2014– vio al precariado como un término
poco convincentee
impresionista, rechazando categóricamente –desde el marxismo y la mirada de Nicos Poulantzas– el erróneo afán de Standing de tratarlo como una
clase nuevae incluso de suplantar las viejas clases por un sistema
actualizado–¡sic!– (New Left Project, 10/2/12 y los intercambios siguientes: New Left Project, 15/3/12, y Lenin’s Tomb, 15/3/12).
A unas conclusiones parecidas llegó Jarek Urbanski, sociólogo polaco y activista sindical, en su nuevo libro (Prekariat i nowa walka klas/El precariado y la nueva lucha de clases,2014), donde argumenta que lo que cambia no son las clases, sino las estrategias del capital para dominar al trabajo y moldearlo según sus necesidades y ciclos productivos, ocasionando –también mediante la precarización– la recomposición de la clase trabajadora (confundida a menudo con su
fin).
Apoyándose en la
teoría de la composición de clase, que enfatiza el tema del conflicto, subraya que los cambios dentro del sistema no son sólo resultado del avance del capital, sino también de la reacción de los trabajadores, que pasan por un proceso constante de transformación. Así, los trabajadores precarios no emergen como una
clase nueva, sino fruto de una nueva fase (neoliberal) de la lucha de clases.
Bien recordaba Seymour que la
clasees un concepto
relacionalque no existe empíricamente por sí solo: se forma sólo
en relacióncon otras, algo fundamentalmente antagónico centrado en el capitalismo en torno a la producción y la reproducción del sistema.
Aquí resulta atinada la percepción (dialéctica) de Noam Chomsky que, hablando de la situación del mundo de trabajo –muy diferente, por ejemplo, a la de los años 30–, apunta al reverso del precariado: el
uno por cientoy la
plutonomía, economía gobernada por y para los ricos.
Cita un folleto de Citigroup que invitaba a los ricos a invertir en bienes de lujo
en el mundo dividido entre la plutonomía y el resto; subraya, en el contexto estadunidense, el papel de la Fed en empujar la inseguridad laboral para
someter a los trabajadores y hacerlos más dóciles, evidenciando que la precarización no es algo
objetivo, vinculado, por ejemplo, sólo con el cambio tecnológico, sino fruto de la campaña de los de arriba (Counterpunch, 8/5/12).
Warren Buffet, el cuarto hombre más rico del mundo, dijo una vez (algo que le gusta mucho repetir a Harvey):
Claro que existe la lucha de clases, y es mi clase la que va ganando.
*Periodista polaco
Twitter: @periodistapl
- Excelente artículoYolandaGracias a la Jornada por este excelente artículo. Son materiales que vale la pena leer.
- Extraordinario artículo...Aprendiz (12:25)...en el que se refleja la realidad mexicana donde la “precarización” de la clase trabajadora viene imponiéndose desde el naciente neoliberalismo mexicano con De la Madrid y su renovación moral, siguiendo Salinas y su liberalismo social, Fox y la changarrización, y ahora Peña con su Prospera y las micro(nano)empresas. Subocupación de la mano de obra en el desperdicio de su potencial productivo y constante inestabilidad frente a una producción a gran escala contra la que no puede competir y en que el capital, aún sin emplearla, se apodera de su plusvalía. La Cruzada contra el Hambre que tanto cacarea Rosario Robles al proponerse apoyar “la creación de microempresas” a las cuales financia con 10 o 15 mil pesos [sic] para que inicien actividades, no hace sino fomentar esta precarización en que sostener al “ejército de reserva” del capital, y que antes se mantenía laboralmente ocupado por el estado quien se encargaba de mantener a favor del capital la relación oferta–demanda de la mano de obra.