a falta de decisiones para detener el calentamiento global en la recién finalizada COP26 (reunión de ONU sobre el clima) conlleva que la temperatura global aumentará en promedio tres grados centígrados en este siglo, sobre la media preindustrial. Quizá suene poco, pero es un escenario catastrófico. Con el aumento de 1.1 °C que ya vivimos, hay decenas de miles de migrantes climáticos, incendios e inundaciones devastadoras, alteración de corrientes oceánicas y otros graves impactos. Aún así, en lugar de acciones reales, la COP26 avanzó en retóricas engañosas y de alto riesgo.
El hilo rojo con que los grandes contaminadores nos quieren hacer
creer que están haciendo algo para enfrentar la crisis es el concepto cero neto
.
Se refiere a que en lugar de reducciones reales de las emisiones de los
gases de efecto invernadero (GEI), se puede seguir aumentando las
emisiones si se las compensa
con medidas tecnológicas o de mercado. Sin cambios reales, plantea hacer sumas y restas que resultarían en cero emisiones netas
(https://tinyurl.com/ypsyfmhm).
Más de mil 500 empresas trasnacionales, incluidas las mayores
petroleras y automotoras, las empresas de agronegocios y alimentarias,
las mayores financieras y gestoras de activos, las gigantes tecnológicas
han anunciado que alcanzarán cero emisiones netas
entre 2040 y 2060. Esta lógica se basa en tres pilares: las llamadas soluciones climáticas basadas en la naturaleza
,
que incluyen desde megaplantaciones y monocultivos a la apropiación,
conversión y/o redefinición de todo tipo de áreas naturales y agrícolas
como áreas prioritarias de captura de carbono; una serie de técnicas de
geoingeniería (que aún no existen) desplegadas a gran escala para captar
carbono o reflejar la luz solar para bajar la temperatura; nuevos
mercados de carbono para comerciar créditos de carbono en suelos
agrícolas, mares y humedales, junto a compensaciones
por contaminación y destrucción del clima y la biodiversidad.
Cada pilar conlleva serios problemas. La suma de promesas realizadas
planea usar más tierras y bosques de los que hay disponibles en el
planeta, por lo que no funciona para enfrentar la crisis climática, pero
alienta una ola global de acaparamientos y desplazamiento de
comunidades de sus territorios (https://tinyurl.com/53y57kpj). Como no será suficiente, muchos de los mismos actores impulsan también peligrosas nuevas tecnologías para aumentar la capacidad de la naturaleza
para absorber carbono (por ejemplo manipulación genética de cultivos,
árboles, microbios del suelo) y para captar carbono de la atmósfera con
geoingeniería.
Es muy preocupante que Estados Unidos y China, los dos mayores
emisores de GEI globales, en su declaración conjunta a la COP26 incluyen
la cooperación para el despliegue y aplicación de tecnologías como
la captura, uso y almacenamiento de carbono y la captura directa de aire
(CCUS y DAC por sus siglas en inglés)
(https://tinyurl.com/9rd3w49h).
Son propuestas de geoingeniería que demandan enormes cantidades de
energía, agua y ocupación de tierras, por lo que tomadas en su ciclo
completo producen más GEI que los que dicen capturar
. La captura
directa de aire se hace con grandes ventiladores que filtran aire y
separan el CO₂ con solventes tóxicos. Este se podría volver a usar en
combustibles u otros productos, o inyectarlo en fondos geológicos
terrestres o marinos, como pozos petroleros (https://tinyurl.com/253hapnv).
Más de 85 por ciento de los proyectos de captura y almacenamiento de
carbono planean inyectar ese CO₂ para extraer reservas profundas de
petróleo a las que antes no podían acceder, lo que resulta en mayor
extracción y emisiones. Con otros usos, o emiten más gases de los que
dicen capturar o sólo posponen por un corto tiempo volver a emitir los
GEI.
Ambos procesos requieren nueva infraestructura, materiales,
transportes y conllevan riesgos de contaminación tóxica: el CO₂
concentrado y líquido es tóxico para la vida humana, animal y vegetal,
los solventes son tóxicos, etcétera. La alta demanda de energía resulta
en el uso de más combustibles fósiles o de energía nuclear altamente riesgosa y con desechos radioactivos que persisten miles de años
o en competencia por el uso de energías renovables que no existen en
cantidad suficiente y son necesarias para actividades que eviten las
emisiones existentes, no para contrarrestar nuevas (https://tinyurl.com/3dsx7578).
Además de riesgosas, son tecnologías que no existen o apenas están desarrolladas a escala. No está demostrada su eficiencia ni su viabilidad ecológica, económica o social. Es significativo que los principales inversores de ambas tecnologías son grandes petroleras, automotrices y mineras como Chevron, Exxon, Occidental, BHP Billiton, Shell, Total y Volkswagen, que esperan así justificar la explotación petrolera y recibir más subsidios públicos y nuevas ganancias en mercados de carbono, al clasificarlas como tecnologías climáticas (https://tinyurl.com/2djxf94v).
El concepto cero emisiones netas
es una trampa letal, una
coartada para que los contaminadores del clima y el ambiente no cambien
nada y hagan nuevos negocios. Malgasta el poco tiempo que tenemos para
enfrentar realmente la crisis climática. Por ello más de 700
organizaciones lanzaron en la COP26 un llamado global que exige a los
gobiernos abandonar esa estafa y apoyar las soluciones reales, que sí
existen. https://www.realsolutions-not-netzero.org/home
* investigadora del Grupo ETC
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