El globalista Tony Blair sacude el espectro del bioterrorismo
por el Islam radical

ntre la caótica derrota militar en Afganistán y el 20 aniversario del 11-S, Estados Unidos –y por extensión la anglosfera:
en particular la monarquía neoliberal globalista de Gran Bretaña,
otrora máxima potencia colonial durante varios siglos–, el ex primer
globalista Tony Blair (TB) no asimila aún la decadencia de su Occidente
, a lo que se han adaptado mejor Alemania y Francia.
TB, que invoca el orden neoliberal global bajo la férula supremacista
anglosajona y quien participó con Baby Bush en las cataclísmicas
aventuras en Afganistán e Irak –bajo el motivo del combate al terrorismo islámico
de Al Qaeda–, no sale de su estupor debido a la evacuación del ejército
de Estados Unidos –y por extensión de la OTAN– negociada por Trump con
los talibanes en Qatar y pésimamente implementada por Biden.
El globalista TB, quien también intenta monopolizar la agenda farmacéutica de las vacunas vía GAVI (https://bit.ly/2YD094n), libró lo que parece el último canto del canario en las minas anglosajonas en el relevante think tank Royal United Services Institute for Defence and Security Studies (https://bit.ly/3k4CRgk).
Su conferencia se basó en la desastrosa cuan obsoleta doctrina de R2P (Responsabilidad para Proteger)
–que encubre el injerencismo globalista de reingeniería multidimensional bajo el disfraz de los derechos humanos
que no aplican en Estados Unidos ni Gran Bretaña– con el fin de operar su cambio (sic) global
que subsume una vulgar aplicación de la fracasada globalización neoliberal financierista.
La desesperación de TB quedó manifiesta por sus imprecaciones de corte psiquiátrico, a grado tal que calificó de imbécil
(¡megasic!) la correcta evacuación de Estados Unidos –aunque muy mal ejecutada.
Con el Brexit a cuestas y una pandemia que no han podido detener,
sumada con el fracaso de su vacuna global AstraZeneca –que no ha sido
aprobada aún por Estados Unidos–, 20 años más tarde al 11-S, TB insta a
más intervenciones militares y ocupaciones de cambio de régimen
para imponer su monocultura anglosajona al resto del planeta más plural y ecuménico.
Con un pie en su debacle geoestratégica con su espada de Damocles del
11-S, y otro pie con su errado Covax/GAVI, que encubren su
neomaltusianismo multifactorial, TB mueve ahora su nuevo espantapájaros
del bioterrorismo
ahora por la vía del Islam radical
que, naturalmente, diferencia obscenamente de sus socios petromonárquicos del Golfo Pérsico (https://bit.ly/3z3pjps) y (https://bit.ly/3A8fqIy).
¿La dupla anglosajona no ha (per)vivido acaso del caleidoscópico terrorismo islámico
que ha prohijado hasta la fecha?
Su ominosa amenaza se centra ahora en el bioterrorismo
del Islam radical
y explota desde su nuevo panel farmacológico que el Covid-19 nos ha enseñado sobre sus letales patógenos
, por lo que “las posibilidades del bioterror
pueden parecer como el reino de la ciencia ficción, pero debemos ser
prudentes ahora (sic) para prepararnos a su uso potencial por los
actores no-estatales”.
Arguye que el Islam radical
no puede ser confrontado
únicamente por ataques de drones, fuerzas especiales y vigilancia, y
critica el derrotismo prevalente en Estados Unidos: la pérdida de la
voluntad para combatir, combinada con la incapacidad de pensar
estratégicamente (¡megasic!) representa una real amenaza autoimpuesta
(¡megasic!)
, cuando sus imperativos políticos de corto plazo han asfixiado el espacio para el pensamiento a largo plazo
.
¡Qué lejos se encuentra el Winston Churchill en Fulton, de hace 75
años, con la mediocridad geoestratégica del cacofónico locuaz TB que no
colige que el imperio británico expiró hace mucho ni asimila el retorno
geoestratégico de Rusia y el ascenso irreversible de China!
En un webinar del Washington Post sobre el 11-S, TB prosiguió su telenovela sobre Osama Bin Laden y asintió en que el Islam radical
, China, Rusia y otros
(sic) han adoptado una visión de largo plazo (https://wapo.st/3A5RS74).
El perdedor generacional TB tampoco entiende que su tan temido largo plazo
ya llegó y lo alcanzó feamente: la decadencia del mundo anglosajón.
Facebook: AlfredoJalife
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