EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

martes, 27 de noviembre de 2018

AMLO, Carranza y la esclavitud

AMLO, Carranza y la esclavitud
E
n la presentación delproyecto Memoria histórica y cultural de México, el 19 de noviembre en el Archivo General de la Nación, AMLO afirmó que a Venustiano Carranza se le debe la abolición de la esclavitud, lo que desató un pequeño revuelo (como pasará siempre, diga lo que diga). Sus palabras fueron estas: “A él se debe la abolición de la esclavitud en México… el cura Hidalgo proclamó la abolición de la esclavitud, pero tuvieron que pasar 100 años para que en los hechos, se aboliera” (https://bit.ly/2QgXwzB, minuto 45).
Como yo estaba presente y me citó como conocedor del tema, respondo. En términos legales, desde que México es Estado soberano, no existe aquí la esclavitud. Las lecciones del inmortal Hidalgo dejaron honda huella en los políticos mexicanos del siglo XIX (que todos los dueños de esclavos deberán darles libertad dentro de 10 días, so pena de muerte, decretó Hidalgo en Guadalajara el 6 de diciembre de 1810, ratificando decretos previos). Legalmente, como dijo AMLO, no existía la esclavitud.
¿Entonces? En 1908, el periodista estadunidense John Kenneth Turner contactó en la cárcel de Los Ángeles a Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Antonio I. Villarreal para preguntarles por qué convocaban a una revolución en México. Le contaron que en México existía esclavitud e insistieron: “Sí, esclavitud –dijeron–, verdadera esclavitud humana. Hombres y niños comprados y vendidos como mulas, exactamente como mulas, y como tales pertenecen a sus amos: son esclavos.
Si esto es verdad, tengo que verlo, se dijo Turner. (https://bit.ly/1svkXoY).
Turner encontró esclavitud. Pero durante décadas, los conservadores y neoporfiristas descalificaron su espléndido reportaje. Si hoy lo siguen haciendo sólo se debe a su ignorancia: decenas de estudios demuestran incontrovertiblemente que en el México porfirista la esclavitud real era un hecho. Podría recomendarles a Friedrich Katz, La servidumbre agraria en México en la época porfirista; o a Armando Bartra, El México bárbaro, donde, en homenaje a Turner, muestra la auténtica esclavitud en las plantaciones y monterías del sureste durante el porfiriato. Sostengo que ningún defensor del porfiriato puede seguirlo siendo luego de leer el libro de Bartra.
No se llamaban esclavos, pero había un sinnúmero de leyes locales que permitían la esclavitud real, que fueron barridas por el vendaval revolucionario. En el norte se abolieron esas leyes desde 1911; en los territorios zapatistas, de 1912 a 1914. Y en el sureste, donde la esclavitud real estaba más extendida (en las plantaciones y monterías de henequén, maderas preciosas, chicle, caucho, tabaco y café), ocurrió cuando revolucionarios, comisionados por Carranza, ocuparon los gobiernos estatales en 1914-15. Dos ejemplos: el 13 de septiembre de 1914, el general Jesús Agustín Castro (joven tranviario lagunero que el 20 de noviembre de 1910 encabezó la toma de Gómez Palacio) ocupó Tuxtla Gutiérrez e hizo válido su nombramiento como gobernador de Chiapas. El día 30 promulgó la Ley de Obreros o de Liberación de Mozos, que rompía insolentemente con las reglas del juego de la oligarquía regional, tan ducha en legislar en favor de la servidumbre. Esta ley desató fuerzas sociales muy profundas: hizo popular al gobernador entre muchos sectores... y causó la rebelión de los finqueros (mapaches), que estuvieron en armas hasta 1920 (la cita es de Antonio García de León).
El 19 de marzo de 1915 el general Salvador Alvarado (sinaloense radicado en Guaymas, boticario y lector contumaz antes de la revolución) ocupó Mérida, tras destruir a los contrarrevolucionarios sostenidos por la oligarquía henequenera. Sus primeras medidas como gobernador consistieron en la liberación de las deudas de los 60 mil peones y sirvientes, casi todos de las haciendas henequeneras (mayoritariamente mayas, sin olvidar a los yaquis, para muchos de los cuales la campaña genocida de Sonora consistía en enviarlos como esclavos a Yucatán) y simbólicamente, hizo quemar todos los libros de las tiendas de raya. Como escribió Alvarado, “cuando llegué a Yucatán… La esclavitud era un hecho real, positivo y tangible”. Estas medidas abrieron el camino para que en la Constitución de 1917 se impulsara un artículo 123 que suprimía las máscaras jurídicas de la esclavitud real.
AMLO tiene razón y no la tiene, porque hoy en México sigue existiendo la esclavitud real, entre trabajadores agrícolas forzados por las mafias; entre las personas (mayoritariamente mujeres y niñas) sometidas a la trata… abolir esa nueva esclavitud es tarea pendiente y urgente.
Pd. Mi hijo Pablo me regañará por decir esclavos: en el Palenque de Santa María, Colombia, nos enseñaron que son ­esclavizados.

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