EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Mexico SA

México SA México: oficial vs. real Gasolinas, bara, bara Liberación en puerta Carlos Fernández-Vega
D esde que Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray anunciaron (2013) con bombos y platillos que, gracias a la reforma energética, los mexicanos tendrían precios más baratos de las gasolinas, éstos se han incrementado 30 por ciento, o lo que es lo mismo, casi tres veces más que la inflación acumulada en el periodo. Así es. La distancia entre el México oficial y el México real es cada día más grande (José Alfredo Jiménez dixit), y parece que viene lo mejor, pues a partir del primer día de 2017 (también gracias a la reforma energética) el mercado de las gasolinas se libera y los consumidores ya no sentirán lo duro sino lo tupido. Cuando Peña Nieto se instaló en la residencia oficial y Videgaray junto a él (o al revés), el litro de gasolina Magna se vendía a 10.81 pesos, el de Premium a 11.37 y el de diésel a 11.17. Ahora, ya con la reforma en operación, los consumidores pagan 13.98, 14.81 y 14.63 pesos, respectivamente. He allí el efecto real de la reforma y el tamaño del compromiso cumplido, pero el asunto lejos de concluir con tales abaratamientos agarrará velocidad en el año a punto de estrenar (los especialistas prevén aumentos de entre 10 y 20 por ciento a los precios), cuando comience formalmente la liberalización del mercado interno de los combustibles. De hecho, desde octubre pasado la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas) advirtió sobre la inexistencia de condiciones para una competencia efectiva, que generalice la liberación de los precios en gasolinas y diésel en 2017, debido a la imposibilidad de que las empresas trasnacionales puedan ofrecer sus petrolíferos a corto plazo; no existen terminales de almacenamiento ni poliductos propiedad de terceros que permitan una real competencia de precios y calidad de las gasolinas. No sólo eso: además hay que considerar el impredecible impacto que tiene el precio de barril al alza, que se refleja en mayores costos de compra o de referencia en 70 por ciento de los combustibles importados. A ello se suma el diferencial en la cotización de tipo de cambio del dólar, hoy en 19.10 pesos (eso fue en octubre; hoy es cercano a 21 pesos). Otro elemento, subrayaba la Amegas, es la recaudación vía cuota del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS), que en octubre tiene un rezago en la gasolina Magna de un peso con 20 centavos por litro y que se cobrará completa la cuota de 4.16 pesos por litro de IEPS a partir de 2017. En la gasolina Premium el rezago no cobrado es por 1.28 pesos por litro. El costo de referencia o de compra en importaciones ha sido impactado por estos dos factores, y en datos de la memoria de cálculo de los precios máximos al público la gasolina Magna en marzo de 2016 se compró en 4.78 pesos el litro y en octubre se compra en 6.84 pesos, lo que representa 2.06 pesos más por litro, que provocó ajustar con subsidio o estímulos fiscales negativos para no rebasar el precio tope fijado por el Congreso para 2016. En 2017 la factura, más las actualizaciones, íntegramente se pasarán a los consumidores mexicanos, es decir, a los mismos que el gobierno peñanietista prometió combustibles más baratos, quienes a partir del próximo enero –ya con el banderazo de salida para la adelantada liberalización del mercado– podrán esperar precios mínimos de entre 15 y 16 pesos por litro, o mayores, sin olvidar la creciente importación de combustibles, todos ellos cotizados y pagados en dólares cada día más caros, y el lamentable estado en el que encuentra el Sistema Nacional de Refinación de esta República de discursos. Pero lo que suceda en el México real ni lejanamente acongoja al México oficial. Dice el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, que la liberalización en el precio de la gasolina no debe generar ningún espacio a la incertidumbre de los consumidores ni a la especulación con el costo final del combustible. Los márgenes de ganancia de los proveedores se determinarán por la competencia y los beneficios de la logística por las inversiones que realicen las empresas, por lo que no hay un solo elemento que vaya a determinar el precio que no sea conocido. No debe haber especulación; va a haber una enorme predictibilidad (La Jornada, Roberto González Amador). Tranquiliza saber que en este país de especuladores no habrá especulación (Meade dixit) con los precios de los combustibles, y que al compromiso peñanietista de abaratarlos oficialmente ahora se anuncie que a partir de enero próximo el precio de la gasolina subirá cuando suban sus costos y bajará cuando bajen, y eso implicará que su impacto inflacionario se vaya atenuando en el tiempo, toda vez que habrá ocasiones cuando suba y otras en que baje. Los consumidores deben estar serenos, pues la cantinflesca explicación gubernamental permite prever que con la citada liberalización la Secretaría de Hacienda a veces los pasará a cuchillo, y otras también. Aquí el punto es que la presunta autoridad, con su reforma energética, se comprometió a abaratar los combustibles (léase a bajar los precios), y no a subirlos cuando suban y bajarlos cuando bajen. La experiencia es que en México los precios siempre suben, nunca bajan, y si eventualmente esto último sucede sólo es para tomar impulso. Por ejemplo, ahora el precio de la gasolina Premium que se vende en el país (12 por ciento más cara que la que expende en Estados Unidos) equivale al imperante en países como Yemen y Georgia, pero resulta ligeramente mayor al que se registra en Afganistán, nación destrozada por una guerra que acumula décadas, y carente de una reforma energética que abaratará los combustibles. Claro, se dan casos como el de Hong Kong, Noruega e Islandia, donde los consumidores pagan el litro de Premium a 1.90, 1.79 y 1.74 dólares, respectivamente, pero al mismo tiempo el ingreso de sus habitantes resulta 15 o 20 veces mayor que el obtenido por los reformados mexicanos. Y sus respectivos gobiernos nunca les prometieron que abaratarían los combustibles. Preparaos, pues, que todo indica que los mexicanos no dejarán de pagarla modernidad del país. Las rebanadas del pastel Qué bonita reunión: ex secretarios de Hacienda con el actual titular de esa cartera. David Ibarra (quien lo fue con JLP),Pedro Aspe (Salinas), Jaime Serra Puche (efímeramente con Zedillo), Francisco Gil Díaz (Fox), Ernesto Cordero, Agustín Carstens (estos dos con Calderón) y José Antonio Meade (Calderón y Peña Nieto). Lástima que no asistieron Guillermo Ortiz, José Angel Gurría (ambos con Zedillo) y Luis Videgaray (EPN). Cuatro décadas de moderna y exitosísima política económica en una sola mesa. Y los mexicanos, felices. Twitter: @cafevega D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com Subir al inicio del texto

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