EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

domingo, 10 de junio de 2012

Ni juste, ni crecimiento

Ni ajuste ni crecimiento León Bendesky L as semanas recientes han sido de creciente tensión en la economía mundial. La incertidumbre en los mercados crece y los indicadores financieros, productivos y de empleo empeoran. No hay ideas claras que marquen siquiera y, aún menos, que impongan una línea de acción; las fórmulas políticas y técnicas que prevalecen no atajan el curso de la descomposición. La creación de empleos en Estados Unidos está muy por debajo de las expectativas y, por supuesto, de las necesidades de la población. En Europa el desempleo también sigue acumulándose. Póngase a la gente primero, para variar. Con ello, el gasto de consumo e inversión se reduce y el motor del crecimiento no tiene combustible. El ajuste fiscal y financiero no está saneando nada y, más bien, provoca una creciente espiral descendente que agrava las condiciones mismas que pretende mejorar. La fragilidad financiera es cada vez mayor. Los bancos no se prestan entre sí, secando una de las principales fuentes de recursos para el crédito. Es más, los capitales se refugian en lo que consideran espacios de seguridad, lo que lleva a que los inversionistas prácticamente paguen para que reciban sus fondos. Las tasas de interés son negativas una vez descontada la inflación en los títulos de deuda pública estadunidense o alemana. Al mismo tiempo, otros países deben pagar seis o diez veces más para tratar de colocar su deuda. Esta no es sólo una anomalía, sino una disfuncionalidad que no puede durar mucho tiempo. Los brotes de crecimiento que se mantenían en algunos espacios nacionales tienen menos empuje. Así ocurre en China o Brasil y el aura de los países apodados BRIC (esos dos más India y Rusia y que fue un acrónimo creado en el banco Goldman Sachs en una época de arrebatos) ha decaído sensiblemente. El entusiasmo que genera México en algunos medios financieros (notoriamente el británico Financial Times) por su estabilidad macroeconómica es una buena publicidad y el gobierno ha podido colocar bonos de deuda a tasas que en el contexto parecen razonables, sobre todo para los compradores. Pero eso no supera una situación endeble, como se advierte en la severa fluctuación del tipo de cambio, que en apenas pocos días superó los 14.50 pesos por dólar. La atonía de la economía de Estados Unidos aún está por pasar la factura. También la puede pasar la crisis bancaria española. Los bancos de esos dos países tienen una posición claramente dominante en el sistema financiero de México. Sirva este escueto bosquejo para plantearnos un par de preguntas. Una tiene que ver con la capacidad de recrear una cierta racionalidad sobre lo que aparece como una condición eminentemente irracional. Tal escenario se expresa en la destrucción de la riqueza que se está provocando en distinta magnitud por países y regiones, pero que ocurre a escala mundial. La otra se refiere a la capacidad de aplicar un pensamiento complejo, tal y como exigen situaciones sociales de este tipo, pero sin perder de vista las evidencias y apreciar sus aspectos simples. En el debate público hay quienes sostienen que es relativamente sencillo enfrentar la crisis. Esta es la posición de Paul Krugman. La gestión de la demanda en términos keynesianos, dice, es la política requerida. Inyectar liquidez a la economía mediante el gasto público, el que sea necesario, para desencadenar el consumo de las familias y los pedidos a las empresas. La crisis no tiene ahora, según aduce, un componente estructural y hay que proveer las fuentes del gasto. (Su libro más reciente se titula de modo claro End this depression now!). El ajuste se hará en épocas de expansión. Del otro lado están quienes no ven más allá del ajuste de la deuda y el déficit públicos. No importa que esto se imponga en plena recesión y que los hechos muestren que ésta se profundiza. El saneamiento hoy, aseveran, creará las condiciones del crecimiento estable de mañana. Cabe preguntar en qué condiciones quedará la sociedad cuando eso sea realizable. Las ranuras abiertas en esta postura, sostenida férreamente por el gobierno alemán son muy limitadas. La discusión sobre cómo provocar el crecimiento no puede prosperar en el escenario de degradación persistente y de conflicto cada vez más grande. El debate sobre Europa en el seno mismo de los organismos de la Unión es realmente patético. No mejora mucho en los terrenos del FMI y del Banco Mundial. Así que lo razonable no es claro y lo irracional se impone. Lo mismo ocurre con una aproximación a la complejidad que habría que enfrentar con un pensamiento claro que hiciera posible desenredar la madeja y que, en cambio, hace que los elementos de simpleza, que siempre los hay, se pierdan en la confusión. Lo complejo, recordemos, no es lo opuesto a lo fácil. Desde una latitud geográfica como la de México, esta crisis resucita cuestiones de índole política con implicaciones relevantes. El gobierno español se resiste a la investigación oficial de la quiebra de Bankia, el tercer banco más grande de ese país. El rescate equivale a 23 mil millones de euros (más que el recorte en sanidad y salud impuesto por el gobierno) y, no obstante, no se considera necesaria ninguna transparencia con respecto a la gestión de los administradores o de la injerencia de los partidos políticos, en este caso el de la Comunidad de Madrid, del Partido Popular, en la gestión de las Cajas que hoy en su mayoría no se sostienen. La similitud con la opacidad del manejo de Fobaproa y la creación del Ipab llama la atención.

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