EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

martes, 28 de enero de 2020

Juan Pirulero

Juan Pirulero
S
i apreciamos la salud actual del capitalismo por su gobernanza mundial y los principios que la rigen –emitidos por sus principales capitanes y capos–, puede hablarse de un caos paradigmático. Este sistema económico es, de suyo, el mejor ejemplo de la anarquía; si algo define a los mercados es, precisamente, la perturbación ­perpetua.
El capitalismo por hoy cubre al planeta; no obstante, está organizado por Estados-nación y, en cada uno, existen instituciones y leyes que lo articulan. Además, están los tratados e instituciones y leyes internacionales (que nunca acaban de adquirir el estatus de tales) pero, por encima de leyes e instituciones está la fuerza económica de cada empresario, de cada empresa, de cada Estado. Donald Trump lo ha recordado al mundo con frecuencia inusitada.
Leyes e instituciones se asientan, a su vez, en principios y postulados que varían con los tiempos, aunque no es el caso del propósito básico de la principalísima organización existente en el mundo: la empresa. Como dijo en su tiempo Milton Friedman (por supuesto) Premio Nobel de Economía, el negocio de los negocios es el negocio o, lo que es lo mismo, el objetivo de la empresa son las ganancias; entre más altas, más valiosa es la organización por antonomasia del capitalismo. Leyes e instituciones deben posibilitar (dar la libertad) para que los hombres de negocios maximicen sus ganancias financieras.
La élite global se reunió una vez más en Davos, esta vez en el 50 aniversario del Foro Económico Mundial (FEM), reunión en la cual Klaus Schwab, su fundador y presidente, lanzó un nuevo Manifiesto por un capitalismo de las partes interesadas ( stakeholder capitalism). Como lo referí en mi colaboración anterior, también la UE Business Roundtable (Mesa de Negocios de Estados Unidos) promueve la idea de ese nuevo capitalismo.
El sesudo nuevo Manifiesto tiene ocho breves párrafos y 3 mil 137 caracteres en inglés. Desde luego, no fue un acuerdo, ni fue firmado por la élite reunida en Davos. Fue el documento de Schwab, quien en su discurso dijo: “En general, tenemos tres modelos entre los cuales elegir. El primero es el ‘capitalismo de accionistas’, adoptado por la mayoría de las corporaciones occidentales, que sostiene que la meta principal de una corporación debe ser maximizar sus ganancias. El segundo modelo es el ‘capitalismo de Estado’, que confía al gobierno la responsabilidad de establecer la dirección de la economía, y que ha cobrado importancia en muchos mercados emergentes, entre ellos China. Sin embargo, en comparación con estas dos opciones, la tercera es la más recomendable. El ‘capitalismo de las partes interesadas’”. El portal del FEM no reseña nada acerca de los largos bostezos que Schwab debió provocar.
Los críticos internos del propio FEM dicen que sólo hay métrica para medir las ganancias; no la hay para que la empresa mida compromisos con el medio ambiente, ni con objetivos de orden social. Por su parte, Trump indicó que era una gran noticia que los mercados de valores estaban alcanzando nuevos máximos. No es momento para el pesimismoEs un momento pa­ra el optimismo. También dijo que el sueño americano estaba de vuelta, más grande, mejor y más fuerte que antes, y que los beneficios del crecimiento se dirigían principalmente a los trabajadores de bajos ingresos. Además afirmó que Estados Unidos está en pleno auge económico, como nunca se había visto en el mundo. Y en unas líneas claramente dirigidas a sus electores: los alarmistas de siempre exigen lo mismo: poder absoluto para dominar, transformar y controlar cada aspecto de nuestras vidas. Nunca permitiremos que los socialistas radicales destruyan nuestra economía, destrocen nuestro país o erradiquen nuestra libertad. El FEM también informó que Trump pagó por su estancia de dos días 3.4 millones de dólares. ¿Capitalismo de las… qué?
La jefa del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, advirtió que la actual economía mundial podría compararse con los felices años veinte que culminaron con el gran colapso del mercado de 1929. “El aumento de la desigualdad y la ‘creciente incertidumbre’ causada por la emergencia climática y las guerras comerciales evocan la primera parte del siglo XX, cuando las fuerzas gemelas de la tecnología y la integración condujeron a la primera edad dorada, los felices años veinte y, en última instancia, al desastre financiero”. Nadie se arredró por su propuesta central: ¡un sector financiero inclusivo! (¡ja!) ¿Capitalismo de las… qué?
La UE Business Roundtable está formada por los CEO de grandes empresas estadunidenses, pero no pudo hacerse oír en esa reunión en la que los miembros de la élite mundial se reúnen a competir por quién paga la cuenta más alta, y que tan bellas van ataviadas las señoras de los señores. Pero, al menos a este grupo de capitanes parece atemorizarles el monstruo que parieron en los 1970, que ahora es el presente neoliberal, la extrema amenaza climática y, claro, las cada vez más agitadas sociedades del mundo.

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