Astillero
Partidos (cuando menos) a la mitad // ¿Para qué tantos? // Membretes y prerrogativas // Menos dinero y cargos
Julio Hernández López
▲ PRESENTA ONU FRENTE AL RIESGO Y EL CAOS EN EL SENADO . Jan Jarab, representante del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, exigió que los funcionarios públicos de todos los niveles, incluido el Presidente, condenen públicamente los ataques y asesinatos contra periodistas y activistas, situación que se ha vuelto
muy preocupanteen el país.Foto Marco Peláez
T
al vez la pregunta clave sea: ¿necesita México tantos partidos, con tanto dinero y prerrogativas cada uno de ellos? Y, como cuestiones derivadas: ¿se necesitan tantas campañas y tanto derroche en ellas? ¿Se necesitan, por ejemplo, tantos miembros de los congresos legislativos en los niveles federal y estatales?
Sobre la mesa de discusión se ha puesto, para bien, el tema del presupuesto para la operación cotidiana de los partidos políticos en 2020. El Presidente de la República ha sugerido (con la fuerza que una sugestión suya puede tener) a los dirigentes de esas organizaciones que renuncien cuando menos a cincuenta por ciento del dinero que tendrán a su disposición. El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, ha dicho a su vez que tal devolución sí es posible, aunque advirtió que cerrar la llave del dinero público podría abrir la del dinero privado, incluso el de orígenes oscuros o francamente ilícitos.
La pretensión de reducir sensiblemente las cantidades de dinero asignadas a las operaciones partidistas goza de gran aceptación popular. Los partidos políticos son entidades públicas que se han ganado a pulso un gran rechazo ciudadano. Pero reducir la corrupción y la inmoralidad en dichos partidos no pasa necesaria o solamente por la aplicación de una merma importante de recursos: hoy, en México, hay más partidos de los que se necesitan, y hay otros grupos (Felipe Calderón y Margarita Zavala, con su México Libre; Elba Esther Gordillo y grupos de maestros, con las Redes Sociales Progresistas) que se alistan en busca de obtener su registro y disfrutar de dinero y canonjías.
Aun cuando México está polarizado en cuanto a sus expresiones y preferencias políticas (un México dividido en chairos y fifís, en conservadores y cuatroteístas, en obradoristas y antiobradoristas), el abanico partidista pareciera el de una sociedad múltiple y diversa. En realidad, el partido dominante es Morena, con aliados rémoras y sin una verdadera oposición enfrente. Para conseguir mayorías camarales, Morena ha hecho pactos muy beneficiosos con minorías que no tienen razón verdadera de ser. Los nuevos partidos satélite son el del Trabajo, fundado durante el salinismo y acompañante lo mismo del Partido Revolucionario Institucional que del obradorismo, con el Partido de la Revolución Democrática y Morena, no tiene base social ni un acento ideológico real que lo vuelva imprescindible; el de Encuentro Social, plenamente derechista, que perdió su registro nacional, pero no sus bancadas legislativas de privilegio y que busca reconstituirse como
Encuentro Solidarioy, en el colmo del oportunismo (y del pragmatismo extremo de Morena), el Verde Ecologista de México, antes apoyador del foxismo panista y del priísmo peñista, ahora hermanado con el morenismo-obradorista. ¿Realmente son necesarios PT, PES y el PVEM?
La oposición está en condiciones de desahucio en dos casos claros: el Revolucionario Institucional está reducido a dimensiones impensables hasta hace pocos años, soñando con
refundaciones, y el de la Revolución Democrática es una suerte de fideicomiso de liquidación, en busca de enjaretar su registro a algún proyecto de supervivencia. Análisis aparte requiere Acción Nacional, que deshilachado y con un débil liderazgo formal (Marko Cortés) mantiene las mejores tendencias electorales de esta franja derrotada en julio del año pasado.
En los congresos, realmente trabaja en la verdadera faena legislativa una franja reducida de quienes consumen grandes cantidades de recursos a título de diputados y senadores. Así pues, no basta reducir el gasto de los partidos a la mitad (lo cual es positivo, pero no suficiente): es necesario rediseñar el sistema de partidos, la forma de adquirir registros y, con ellos, financiamiento y privilegios.
Y, mientras Trump recibía en Ohio y en Texas parte del rechazo social que se merece, por más que haya cambiado hipócritamente su discurso, ¡hasta mañana!
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