Francia Movimiento de los Chalecos amarillos
A propósito del Referendum de Iniciativa Ciudadana
15/01/2019 | Léon Cremieux
La reivindicación del Referéndum de Iniciativa Ciudadana (RIC) ha irrumpido en el debate político, suscitando numerosas discusiones.
Muchos responsables políticos lo han adoptado rápidamente, utilizándolo como un espejismo para desviar al movimiento de la lucha social hacia un debate institucional. Una forma de intentar atascarlo, de situarle en un terreno más favorable a especialistas y notables, que ven con terror la movilización popular y los métodos de acción directa de los Chalecos amarillos.
Exigencias democráticas
Del lado de estos últimos, el RIC intenta poner en cuestión radical el poder de las y los de arriba que, no contentos con confiscar las riquezas, confiscan también la palabra política. Esta reivindicación va acompañada de toda una serie de exigencias democráticas aparecidas en el movimiento, como la supresión del Senado, la proporcional integral, la paga a las y los diputados según el salario medio...
Por tanto, de entrada, se trata de un movimiento por la exigencia de más derechos democráticos para las clases populares a las que la representación política ha hurtado la palabra. Es el rechazo de un sistema en el que, cada 5 o 6 años, se demanda a electores y electoras sin derecho a la palabra que elijan a representantes sin ningún control de lo que hacen y de sus decisiones. El RIC representa la búsqueda de herramientas capaces de remediar esta confiscación. No tiene nada de revolucionario, pero en sí mismo tampoco es reaccionario. La Francia Insumisa lo tenía en su programa en 2017 igual que el FN o DLF [derecha extrema].
Es la idea de obtener un nuevo derecho, de hacer respetar en un momento dado una exigencia popular, igual que referéndums locales, referéndums de destitución de las y los electos. Va en el mismo sentido que la proporcional integral, la no acumulación de mandatos, el hecho de pagar a las y los electos según el salario medio, cuestiones todas ellas presentes en la campaña del NPA de 2017.
Una representación política más fiel a la realidad social no pone en cuestión la explotación capitalista y la naturaleza de clase del Estado, estructurado para mantener esta explotación. Pero el combate del movimiento obrero ha sido siempre, y con razón, luchar por una serie de exigencias, para imponer derechos democráticos para las y los explotados y oprimidos.
Para determinada gente, el RIC sería una reivindicación populista e incluso la puerta abierta a la dictadura, a decisiones forzosamente reaccionarias. Esto hace eco a la campaña que pinta a los Chalecos amarillos como sediciosos de extrema derecha. Detrás de ello, está el miedo a la movilización popular e incluso a la expresión popular directa.
A menudo, en nombre de la defensa de los valores de la República, se combate contra derechos democráticos: fue durante decenas de años el argumento planteado contra el derecho de voto de las mujeres sometidas a las ideas clericales o el de las y los inmigrantes que ponían en cuestión la representación nacional, o contra la proporcional integral para no favorecer al FN, etc.
Es también el viejo fantasma del pueblo frustrado, manipulable y violento cuando rompe su alienación y ataca las instituciones en las que está representado por gente educada e inteligente. ¡La democracia es algo demasiado serio para ser puesto en manos del pueblo! Es el miedo a las movilizaciones e insurrecciones populares que intentan derrocar un sistema de explotación y opresión.
¿Corregir un sistema antidemocrático?
En sentido contrario, hay que plantear la eficacia del RIC cuando se presenta como la panacea, la herramienta que permite cambiar las cosas. Presentado como la corrección de un sistema antidemocrático, se convierte en su muleta sin ponerlo en cuestión. Sobre este punto, Jean-Luc Mélenchon no es el último en respetar profundamente los mecanismos de las instituciones burguesas.
En el entorno de Francia, país ultrarreaccionario en el plano institucional, con un sistema presidencial monárquico que ni siquiera aplica la proporcional, en una mayoría de los países europeos existen sistemas de referéndum a iniciativa de un cierto número de firmantes. Italia prevé esta posibilidad sobre todas las cuestiones constitucionales y Matteo Renzi tuvo que dimitir a causa de ello en diciembre de 2016. Irlanda tiene una Asamblea ciudadana elegida por sorteo que estos últimos años impulsó el derecho al matrimonio para todos y todas, y al aborto. En Portugal, Luxemburgo, Países Bajos, entre otros, se pueden convocar un referéndum.
El mejor ejemplo de los límites de la eficacia de los referéndum es, por supuesto, el del Tratado Constitucional Europeo (TCE), rechazado mayoritariamente en 2005 y reintroducido por la puerta de atrás del Tratado de Lisboa. En un registro diferente, se puede pensar en el referéndum sobre el NDDL (el aeropuerto de Notre Dame des Landes ndt) cuyo marco e interpretación quedaban totalmente en manos de las instituciones existentes. Esto plantea evidentemente la cuestión de quien tiene el poder más allá de una consulta efímera.
Organizarse democráticamente para actuar
Sobre todo, lo anterior pone de relieve la exigencia de ir más lejos en la cuestión de los derechos democráticos y también de exigir la derogación de la Constitución gaullista producto del golpe de Estado de 1958. Sin que de solución a las cuestiones sociales, todo ello apunta a la obtención de derechos democráticos.
El RIC como tal, como existe en Suiza, no pone en cuestión el poder institucional. Como mucho puede dar más visibilidad a las exigencias populares y posibilitar campañas a los movimientos que quieren plantearlas. Por tanto, puede ser una herramienta, entre otras, pero en ningún caso la panacea.
El debate sobre el RIC puede ser la ocasión de plantear la necesidad, al margen de las estructuras institucionales del sistema, de organizarse democráticamente para actuar, debatir, hacer oír las exigencias populares y movilizarse, controlar y poner en cuestión las instituciones y el poder capitalista creando una correlación de fuerzas real.
Esto va en el mismo sentido que la puesta en pie, a escala local, de asambleas populares que tomen a su cargo estas tareas, sin delegar en una representación permanente.
Es también en este sentido en el que hay que responder a la mascarada de consulta lanzada por el gobierno: dar vida a las asambleas populares locales alrededor de los Chalecos amarillos, permitiendo que su palabra no sea confiscada por representantes autoproclamados y, también, permitiendo presentar verdaderos cuadernos de quejas (cahiers de doléances); no los rellenados educadamente en los cuadernos de la alcaldía o en una diálogo amañado, sino los defendidos por las estructuras de la movilización. Los dos llamamientos de los Chalecos amarillos de Commercy [a impulsar la democracia directa, auto-organizarse y coordinarse democráticamente] describen el camino a seguir y merecen ser ampliamente popularizados.
9/01/2010
https://npa2009.org/actualite/politique/mouvement-des-gilets-jaunes-propos-du-ric-et-de-la-representation
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
Muchos responsables políticos lo han adoptado rápidamente, utilizándolo como un espejismo para desviar al movimiento de la lucha social hacia un debate institucional. Una forma de intentar atascarlo, de situarle en un terreno más favorable a especialistas y notables, que ven con terror la movilización popular y los métodos de acción directa de los Chalecos amarillos.
Exigencias democráticas
Del lado de estos últimos, el RIC intenta poner en cuestión radical el poder de las y los de arriba que, no contentos con confiscar las riquezas, confiscan también la palabra política. Esta reivindicación va acompañada de toda una serie de exigencias democráticas aparecidas en el movimiento, como la supresión del Senado, la proporcional integral, la paga a las y los diputados según el salario medio...
Por tanto, de entrada, se trata de un movimiento por la exigencia de más derechos democráticos para las clases populares a las que la representación política ha hurtado la palabra. Es el rechazo de un sistema en el que, cada 5 o 6 años, se demanda a electores y electoras sin derecho a la palabra que elijan a representantes sin ningún control de lo que hacen y de sus decisiones. El RIC representa la búsqueda de herramientas capaces de remediar esta confiscación. No tiene nada de revolucionario, pero en sí mismo tampoco es reaccionario. La Francia Insumisa lo tenía en su programa en 2017 igual que el FN o DLF [derecha extrema].
Es la idea de obtener un nuevo derecho, de hacer respetar en un momento dado una exigencia popular, igual que referéndums locales, referéndums de destitución de las y los electos. Va en el mismo sentido que la proporcional integral, la no acumulación de mandatos, el hecho de pagar a las y los electos según el salario medio, cuestiones todas ellas presentes en la campaña del NPA de 2017.
Una representación política más fiel a la realidad social no pone en cuestión la explotación capitalista y la naturaleza de clase del Estado, estructurado para mantener esta explotación. Pero el combate del movimiento obrero ha sido siempre, y con razón, luchar por una serie de exigencias, para imponer derechos democráticos para las y los explotados y oprimidos.
Para determinada gente, el RIC sería una reivindicación populista e incluso la puerta abierta a la dictadura, a decisiones forzosamente reaccionarias. Esto hace eco a la campaña que pinta a los Chalecos amarillos como sediciosos de extrema derecha. Detrás de ello, está el miedo a la movilización popular e incluso a la expresión popular directa.
A menudo, en nombre de la defensa de los valores de la República, se combate contra derechos democráticos: fue durante decenas de años el argumento planteado contra el derecho de voto de las mujeres sometidas a las ideas clericales o el de las y los inmigrantes que ponían en cuestión la representación nacional, o contra la proporcional integral para no favorecer al FN, etc.
Es también el viejo fantasma del pueblo frustrado, manipulable y violento cuando rompe su alienación y ataca las instituciones en las que está representado por gente educada e inteligente. ¡La democracia es algo demasiado serio para ser puesto en manos del pueblo! Es el miedo a las movilizaciones e insurrecciones populares que intentan derrocar un sistema de explotación y opresión.
¿Corregir un sistema antidemocrático?
En sentido contrario, hay que plantear la eficacia del RIC cuando se presenta como la panacea, la herramienta que permite cambiar las cosas. Presentado como la corrección de un sistema antidemocrático, se convierte en su muleta sin ponerlo en cuestión. Sobre este punto, Jean-Luc Mélenchon no es el último en respetar profundamente los mecanismos de las instituciones burguesas.
En el entorno de Francia, país ultrarreaccionario en el plano institucional, con un sistema presidencial monárquico que ni siquiera aplica la proporcional, en una mayoría de los países europeos existen sistemas de referéndum a iniciativa de un cierto número de firmantes. Italia prevé esta posibilidad sobre todas las cuestiones constitucionales y Matteo Renzi tuvo que dimitir a causa de ello en diciembre de 2016. Irlanda tiene una Asamblea ciudadana elegida por sorteo que estos últimos años impulsó el derecho al matrimonio para todos y todas, y al aborto. En Portugal, Luxemburgo, Países Bajos, entre otros, se pueden convocar un referéndum.
El mejor ejemplo de los límites de la eficacia de los referéndum es, por supuesto, el del Tratado Constitucional Europeo (TCE), rechazado mayoritariamente en 2005 y reintroducido por la puerta de atrás del Tratado de Lisboa. En un registro diferente, se puede pensar en el referéndum sobre el NDDL (el aeropuerto de Notre Dame des Landes ndt) cuyo marco e interpretación quedaban totalmente en manos de las instituciones existentes. Esto plantea evidentemente la cuestión de quien tiene el poder más allá de una consulta efímera.
Organizarse democráticamente para actuar
Sobre todo, lo anterior pone de relieve la exigencia de ir más lejos en la cuestión de los derechos democráticos y también de exigir la derogación de la Constitución gaullista producto del golpe de Estado de 1958. Sin que de solución a las cuestiones sociales, todo ello apunta a la obtención de derechos democráticos.
El RIC como tal, como existe en Suiza, no pone en cuestión el poder institucional. Como mucho puede dar más visibilidad a las exigencias populares y posibilitar campañas a los movimientos que quieren plantearlas. Por tanto, puede ser una herramienta, entre otras, pero en ningún caso la panacea.
El debate sobre el RIC puede ser la ocasión de plantear la necesidad, al margen de las estructuras institucionales del sistema, de organizarse democráticamente para actuar, debatir, hacer oír las exigencias populares y movilizarse, controlar y poner en cuestión las instituciones y el poder capitalista creando una correlación de fuerzas real.
Esto va en el mismo sentido que la puesta en pie, a escala local, de asambleas populares que tomen a su cargo estas tareas, sin delegar en una representación permanente.
Es también en este sentido en el que hay que responder a la mascarada de consulta lanzada por el gobierno: dar vida a las asambleas populares locales alrededor de los Chalecos amarillos, permitiendo que su palabra no sea confiscada por representantes autoproclamados y, también, permitiendo presentar verdaderos cuadernos de quejas (cahiers de doléances); no los rellenados educadamente en los cuadernos de la alcaldía o en una diálogo amañado, sino los defendidos por las estructuras de la movilización. Los dos llamamientos de los Chalecos amarillos de Commercy [a impulsar la democracia directa, auto-organizarse y coordinarse democráticamente] describen el camino a seguir y merecen ser ampliamente popularizados.
9/01/2010
https://npa2009.org/actualite/politique/mouvement-des-gilets-jaunes-propos-du-ric-et-de-la-representation
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
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