Poniatowska, la memoria compartida
Javier Aranda Luna
E
s común que los archivos de escritores sean adquiridos por universidades extranjeras. El de Carlos Fuentes lo resguarda la Universidad de Princeton, el de Gabriel García Marquez la Universidad de Texas, el de José Emilio Pacheco la de Maryland y los archivos de las revistas Vuelta y Pluralse encuentran también en la Universidad de Princeton.
En 2006 las universidades de Princeton y de Stanford hicieron una oferta bastante atractiva a Elena Poniatowska para adquirir su archivo personal. Decidió dejarlo en México porque para ella los archivos de los escritores deben permanecer en el país donde se generaron. Por eso decidió dejar el suyo aquí.
Miles de fotografías, más de mil 500 horas de audio y cientos de cartas, manuscritos, documentos y dibujos forman parte del archivo personal de Elena Poniatowska y son, sin duda, uno de los mejores registros de la segunda mitad del siglo XX mexicano.
Es común que historiadores consulten las crónicas y novelas de Elena pues por su riguroso trabajo periodístico ha documentado como pocos la vida política, artística, social y cultural de nuestro país. Su novela sobre Leonora Carrington, por ejemplo, es uno de los mejores documentos sobre la pintora.
Imposible entender el movimiento estudiantil de 1968 sin su clásico libro La noche de Tlatelolco. Imposible seguir acercándose a él sin los cientos de fotografías, documentos, testimonios y entrevistas reunidas por la escritora para documentar ese año oscuro y que forman un capítulo sustancial de su archivo.
Hace unos días la Secretaría de Cultura federal entregó a la Fundación Elena Poniatowska el inmueble que será su sede y el sitio que albergará su archivo personal. Allí se custodiará y digitalizará, por ejemplo, la abundante correspondencia de la escritora con personajes como José Revueltas, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Luis Buñuel y Francisco Toledo. Correspondencia esta última muy atractiva por estar llena de dibujos del pintor juchiteco.
Felipe Haro, director de la Fundación, me explica que una parte importante del archivo tiene que ver también con la ciencia pues alberga correspondencia, fotografías y documentos de Guillermo Haro, reconocido astrónomo, quien fue esposo de Elena Poniatowska.
Da gusto que ahora que se habla de patrimonio existan iniciativas como ésta de rescate de archivos que son memoria de unos, cierto, pero que forman parte de la vida de una comunidad.
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