l 17 de noviembre se conmemoró el 38 aniversario de la fundación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), por un pequeño grupo guerrillero integrado por cinco hombres y una mujer, tres mestizos y tres indígenas, en su implantación en la zona montañosa de la Selva Lacandona del sureste mexicano. Esta proporción de su composición habría de cambiar: la organización político-militar es hoy mayoritariamente indígena y con presencia significativa de mujeres en todos sus espacios organizativos.
Muchos caminos han andado los mayas zapatistas durante estos 38 años de clandestinidad, reclutamiento y crecimiento exponencial de sus filas entre los pueblos tseltal, tsotsil, chol, tojolabal y nam, preparación militar y política para el levantamiento del 1º de enero de 1994, diálogo y negociación de los acuerdos de San Andrés con el gobierno federal (1996) y, posterior a la traición de la clase política y de los tres poderes de la unión, el extraordinario proceso que se abre con la construcción y el fortalecimiento de los autogobiernos locales, municipales y regionales, a partir de la autonomía.
El EZLN hace del ejercicio autonómico una estrategia de resistencia pacífica contra la guerra de contrainsurgencia, el crimen organizado, el paramilitarismo y la invasión corporativa de los territorios, que va más allá de los autogobiernos, trasformando al sujeto autonómico en varias direcciones: las relaciones intergeneracionales y de género, que promueven una singular participación de mujeres y jóvenes, la permanente concientización política, cultural e ideológica de su membresía, la preparación y el relevo de la militancia en los espacios políticos de sus estructuras y jerarquías. Esta experiencia de autonomía integral constituye un ejemplo paradigmático de la naturaleza revolucionaria de estos procesos en la forja de comunidades altamente politizadas y participativas, que pueden establecer un nuevo tipo de democracia y de formas de gobierno, que se sintetizan en el concepto mandar obedeciendo, una redefinición con el entorno circundante, local y nacional, un cambio real en el desarrollo de una economía solidaria. La defensa de los sujetos autonómicos a la acción del mercado y sus agentes estatales significa el control del territorio desde las comunidades. Asimismo, los mayas zapatistas fortalecen en los espacios donde prevalece su hegemonía, un tejido multiétnico de pueblos diversos, superando conflictos seculares por linderos y recursos, a través de consensos, tolerancia y superación de diferencias religiosas, étnicas y culturales. Igualmente, y sin pretender caer en el vanguardismo, que también caracterizó a muchos de los agrupamientos de liberación nacional, los mayas zapatistas propiciaron la formación del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG), que en la actualidad encarna la resistencia de los pueblos indígenas contra el proceso de recolonización, continuado con especial vigor por el actual gobierno del cambio histórico.
Como ninguna de las organizaciones político-militares que surgen tras el triunfo de la revolución cubana, el EZLN supera las perspectivas proletarizantes sobre los sujetos revolucionarios, formando su ejército popular con los pueblos indígenas, que se apropian del proyecto insurgente y lo transforman. Este hecho significa un cambio cualitativo en la concepción del mundo indígena que venían sosteniendo las organizaciones de liberación nacional, en las que se concibe a los pueblos indígenas, en el mejor de los casos, como aliado secundario y subalterno de los procesos revolucionarios, a los que hay que imponer una forma velada de asimilacionismo paternalista. Lejos de una versión anquilosada del marxismo, éste se aplica a las condiciones objetivas y subjetivas que encuentra el grupo fundador, lo que, era de esperase, provocó rupturas, críticas y desencuentros que todavía hoy en día afloran, en reclamos equívocos, fuera de lugar y cargados de resentimiento que, en el contexto actual, sólo ayudan a la contrainsurgencia y al poder establecido.
Pese a una estrategia de contrainsurgencia que no ha dejado de estar activa desde 1994, recrudecida en la actualidad por acciones extremas de provocación del paramilitarismo delincuencial, la militarización y el militarismo desplegados en la extensión y profundidad del territorio nacional por el actual gobierno cuartotransformista, el EZLN celebra su 38 aniversario con una audaz iniciativa política por la vida, contra el capitalismo, el racismo y el patriarcado, que lleva a los confines del mundo su interlocución con los pueblos y movimientos en lucha, iniciando en la tierra insumisa de Europa.
Mantener la llama de la utopía concreta y posible, la congruencia ética del para todos todo, para nosotros nada
, es un extraordinario mérito político del EZLN en sus 38 años de lucha, sin rendirse, sin venderse y sin claudicar.
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