l presidente Andrés Manuel
López Obrador en el transcurso de menos de 10 días, tuvo importantes
participaciones en dos foros internacionales, en el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas y en la Cumbre de Norteamérica. Eventos que lo
pusieron en el foco de atención, sobre todo en el ámbito interno debido a
su reiterada posición en relación con que la mejor política exterior es la política interna
,
lo que, sin embargo, no debe excluir la importancia de que un
gobernante represente a escala internacional a sus ciudadanos, sus
valores y propuestas en el agitado concierto mundial. El resultado fue
muy exitoso porque sus planteamientos, en cada uno de los espacios
resaltaron algunos de los desafíos y retos que enfrentan los escenarios
actuales.
En el Consejo de Seguridad, el más poderoso organismo de la ONU, destacó la preocupación por los resultados de un sistema que ha favorecido y profundizado una enorme desigualdad, con enormes costos económicos y sufrimiento humanos, por lo cual resulta imperativo que la comunidad internacional lo supere. Y si bien la responsabilidad primordial del Consejo de Seguridad es mantener la paz y la seguridad internacionales, esto no debe ser, como señaló AMLO, sinónimo de poderío militar ni argumento para el empleo de la fuerza contra nadie, en la medida en que este camino no favorece la resolución negociada de los conflictos. Por el contrario, alcanzar la paz debe enmarcarse en el derecho a una vida libre de temores y miserias, fundamento para todas las ciudades y Estados. Planteó también que Naciones Unidas debería reformarse y salir de su letargo y formalismo con más liderazgo y protagonismo. Críticas por cierto de enorme actualidad, al ser preocupación de importantes intelectuales, activistas, periodistas e internacionalistas.
Uno de ellos, Ian Williams, presidente de la Asociación de
Corresponsales de Naciones Unidas y articulista en diversos periódicos y
revistas internacionales, manifiesta que en el Consejo de Seguridad las
grandes potencias tienen una larga tradición de proteger a sus aliados y
a sus propios intereses nacionales, mientras se cubren los pecados
militares de los demás, principalmente de forma recíproca. Por eso es
hora de que los mayores
de la ONU se reúnan para llamar a los
miembros permanentes del Consejo, especialmente a los reincidentes
abusadores del veto, como Estados Unidos, China y Rusia. Otros
internacionalistas señalan que, si bien otros miembros tienen planes
contradictorios sobre cómo debe ser la reforma, la realidad es que el
Consejo se ha convertido en un desaparecido en combate
ante los
temas más sensibles y cruciales de la actualidad mundial. Por tanto,
habría coincidencia con López Obrador en la necesidad e importancia de
reformar al organismo internacional porque tal como se encuentra
Naciones Unidas no está sirviendo a este mundo conflictivo y caótico.
AMLO pasó al espacio regional y pudo plantear sus propuestas de desarrollo e integración económica en la Cumbre de Norteamérica. Era un ámbito idóneo para dar a conocer, sobre todo, su visión en relación con el fenómeno migratorio. Por un lado, la necesidad de fortalecer la sustitución de importaciones a escala regional para crear fuentes de trabajo e impulsar la producción de la zona, priorizar la cooperación para el desarrollo y crear oportunidades económicas para todos. Pondera la idea de adoptar un enfoque ambicioso y comprensivo para atender las causas de origen de la migración para lo cual se requiere invertir en la región y crear oportunidades económicas. López Obrador enfatiza impulsar los programas de visas de trabajadores temporales, como una estrategia para el acceso a vías legales que den protección y oportunidad a los trabajadores. Sin embargo, su propuesta en relación con la migración ordenada, legal y segura debe ser tema de discusión en la medida en que supone una suerte de control y discriminación hacia la migración del sur, lo cual resulta contradictorio con el resto de la propuesta.
Podría ser aventurado afirmar que la aprobación del paquete de reforma migratoria en la Cámara de Representantes del 20 de noviembre que autorizaría a los indocumentados a trabajar por 10 años y que incluye la recuperación de visas tiene alguna relación con la reunión de los mandatarios de la Cumbre del día anterior, sobre todo porque falta la aprobación del Senado. Sin embargo, hay consenso en el sentido de que debe considerarse como la más importante reforma desde hace 35 años y si bien no se ofrece el camino para la ciudadanía, lo que es inaudito, por lo menos pueden ir a trabajar todos los días sin temor a la inhumana deportación en un periodo de 10 años (Verónica Escobar).
Las relaciones internacionales son una vía para establecer vínculos entre las naciones, apuntar hacia la posibilidad de convivencia sin conflictos, favorecer el beneficio mutuo y pueden convertirse en una oportunidad para generar acuerdos entre las naciones. No debe desdeñarse.
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