a pandemia de Covid-19 no solamente ha generado mayor desigualdad y exclusión social, también ha trastocado los fundamentos de la democracia. Las calles y las asambleas constituyen los sitios predilectos para la expresión plena del poder del pueblo. En contraste, las pantallas y las redes sociodigitales cuentan con una capacidad organizativa y deliberativa limitada.
Estos casi dos años de alejamiento físico han generado un daño quizás irreversible a nuestras subjetividades. Cada día crece más el poder de las grandes corporaciones digitales trasnacionales, como Amazon, Google, Facebook, Twitter, YouTube, WhatsApp y Zoom. Estas empresas tienen acceso pleno a nuestros datos personales y trafican con ellos con absoluta impunidad. Y el control de estas plataformas privadas sobre el flujo de información rebasa los sueños más guajiros del peor déspota de la antiguedad. Las corporaciones sociodigitales hoy constituyen una amenaza mucho mayor a la libertad de expresión y el derecho a la privacidad que cualquier gobierno autoritario.
Adicionalmente, los sueños neofascistas de Mark Zuckerberg y Elon Musk de liberar
a la humanidad de todo límite físico o geográfico por medio de la
tecnología y la innovación privadas constituyen una auténtica amenaza a
la verdadera libertad de autodeterminación humana. No existen atajos
para alcanzar la utopía. Ningún metaverso
podrá resolver mágicamente las complejidades de la convivencia humana.
Para poder superar y expandir las fronteras del desarrollo humano el primer paso debe ser el frío reconocimiento de nuestras limitaciones como individuos que existen en un tiempo específico y un espacio determinado. La tecnología y la inversión privadas pueden ser elementos útiles, pero la verdadera liberación sólo se puede lograr a partir de la acción colectiva y la política democrática de masas. Hace falta tomar las calles y dialogar de frente para transformar las sociedades.
Bienvenida, entonces, la concentración masiva convocada por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo capitalino para el 1º de diciembre para celebrar sus tres años de gobierno y rendirle cuentas al pueblo. Ya hacía falta volver a abrazarnos y a reconocernos en persona como parte de un gran movimiento social por la transformación de la República. Los riesgos en salud pública causados por la aglomeración son menores a los riesgos en materia de salud política consecuencia del eterno alargamiento de la sequía de movilización popular.
El distanciamiento social causado por la pandemia ya está generando profundos estragos en el sistema político. El vacío generado por la falta de presencia ciudadana en las calles es lo que ha permitido a Lorenzo Córdova y sus aliados del bloque conservador de consejeros del INE presentarse tan cínicamente como adalides de la democracia. Los medios de comunicación conservadores y los intelectuales orgánicos del viejo régimen también intentan llenar el vacío político actual con su palabrería hueca y sus ideas perversas sobre el supuesto carácter dictatorial de la Cuarta Transformación.
Es cierto que el trance de la crisis del Covid también ha sensibilizado a la humanidad. La pandemia ha demostrado la importancia de trabajar de manera colectiva a escala global en favor de la resolución de los grandes problemas de la especie. La emergencia sanitaria también ha reivindicado el papel del Estado y de los servicios públicos de salud y de educación. En general, la experiencia de sufrir juntos el embate del Covid-19 nos ha hecho más sensibles y atentos a las necesidades y las vulnerabilidades de los demás.
Sin embargo, la utopía de generar un mundo más solidario y generoso a partir de una revolución de las conciencias en la época pos-Covid sólo será posible si estos nuevos sentimientos tan nobles encuentren cauce por medio de una potente lucha política y social, colectiva y revolucionaria.
Nos encontramos en un momento propicio para replantear los grandes
objetivos de la civilización moderna. Tal y como escribió ayer en estas
mismas páginas el gran pensador y político latinoamericano, Álvaro
García Linera: Se desvanecen las viejas certidumbres imaginadas que
organizaron el mundo desde 1980, aunque tampoco hay nuevas que reclamen
con éxito duradero el monopolio de la esperanza de futuro. Y mientras
tanto, en esta irresolución de imaginar un mañana más allá de la
catástrofe, la experiencia subjetiva de un tiempo suspendido carente de
destino satisfactorio agobia el espíritu social
(https://bit.ly/3p7tZb1).
La incertidumbre y el agobio civilizatorios actuales constituyen el
perfecto caldo de cultivo para trazar nuevas rutas para la
transformación social. Este viernes 3 de diciembre continuaremos con
estas reflexiones precisamente en presencia de don Álvaro García Linera,
junto con la distinguida participación de Jeremy Corbyn, ex presidente
del Partido Laborista y uno de los líderes internacionales más
importantes de la izquierda global, así como la Coordinadora de
Humanidades de la Máxima Casa de Estudios, Guadalupe Valencia, en la
Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La mesa de presentación
del libro Pos-Covid/posneoliberalismo: propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis
, editado por el PUEDJS/UNAM, se llevará a cabo de manera presencial y se podrá seguir de modo virtual en las redes (https://bit.ly/3D13qJr).
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