Estados Unidos, “influenza española” y “virus chino”
Hace cien años aparecieron en España los primeros casos de una nueva enfermedad que por esta razón fue bautizada como influenza española.
Ese nombre ha prevalecido a lo largo de todo un siglo, a pesar de que existen abundantes evidencias de que los primeros brotes de esa patología se dieron en una granja avícola en el estado de Kansas, en EU, y que llegó a Europa con los soldados yanquis enviados a participar en los momentos finales de la Primera Guerra Mundial.
Algo semejante ha acontecido con el covid. Se sabe que los primeros brotes en, 2019, se dieron en la provincia china de Wuhan y, por ello el virus causante de la nueva enfermedad comenzó a ser designado como virus chino, equívoco en el que jugó un papel destacado el entonces presidente de EU, Donald Trump.
Para evitar la repetición del añejo equívoco de la influenza española, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió rápidamente bautizar a la nueva patología como covid 19, en razón del nombre del virus, coronavirus, del vocablo inglés disease, que significa enfermedad, y del año de la aparición de los primeros brotes, 2019.
Pero lo que también se sabe, aunque ese conocimiento ha carecido de difusión, es que igualmente en Wuhan en octubre de 2019 se realizaron los Juegos Militares Mundiales; que los primeros enfermos de la nueva enfermedad fueron soldados estadounidenses; y que, dado el periodo de incubación del microbio, la enfermedad tuvo que haber nacido en momentos anteriores y en un lugar distinto a Wuhan, muy probablemente en EU. Este hecho explicaría el exagerado interés de Washington por desviar hacia China, “el nuevo gran enemigo del Este”, las sospechas sobre el origen del virus.
Frente a esta situación, el gobierno chino ha invitado reiteradamente a la OMS a visitar el país para investigar in situ el asunto. Pero hasta ahora la organización ha mantenido una postura ambigua.
En sentido contrario el gobierno estadounidense se ha negado a responder las dudas de la comunidad científica internacional sobre el laboratorio biológico de Fort Detrick y las más de 200 bases de experimentos biológicos estadounidenses fuera de su territorio.
La demanda de la comunidad científica internacional tiene bases sólidas, pues son bien conocidos los históricos esfuerzos de EU por desarrollar un arsenal biológico utilizable contra países insumisos. ¿Hace falta recordar las de otro modo súbitas e inexplicables apariciones en Cuba de la fiebre porcina, el dengue hemorrágico y la roya del café en los años 80 del siglo pasado?
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