EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

viernes, 22 de octubre de 2021

Mexico SA

 

México SA

Privatizar ganancias, socializar pérdidas // Diccionario de eufemismos neoliberales // Apertura acotada, desinversión

¿C

uál fue la prisa y el objetivo de la política privatizadora del régimen neoliberal? El presidente López Obrador lo abrevió en una frase: socializar pérdidas y privatizar ganancias, siempre con el propósito de “saquear, hacerse ‘grandes’ con la riqueza mal habida, nada más que pomposamente a eso se le llamó política económica o tienen otros eufemismos para esconder lo que en realidad es robo; hablan de ‘desincorporación’ de empresas no estratégicas; eso lo usaron mucho para la privatización, o abrir el mercado o promover la inversión extranjera, pero eso sólo lo utilizaron para sacar beneficios personales, de grupos. No se ayudó al país, lo arruinaron”.

Andrés Manuel tocó un punto importante: cómo utilizaba los eufemismos el régimen neoliberal, lo que algunos consideran muy creativo, porque los tecnócratas se esforzaron en privatizar velozmente y al por mayor sin manejar la palabra privatización. Inventaron todo tipo de términos y calificativos, se exprimieron las neuronas, para evitar –por obvio que resultara el objetivo– la palabra real: privatización.

Fue tal su imaginación que crearon el Diccionario de eufemismos tecnocráticos (DET), en el que incluyeron centenas de términos –cada vez más rebuscados y pendejos– para que la palabra privatización no existiera, por mucho que en los hechos el régimen neoliberal, con sus seis gerentes en Los Pinos, privatizó prácticamente todo (y lo que no, por falta de tiempo) en beneficio del grupúsculo de siempre, el cual, como subraya López Obrador, se quedó con todas las ganancias y a los mexicanos transfirió todas las pérdidas, que no fueron pocas.

Por esa vía eufemística se fue todo, se desmanteló el aparato productivo y la infraestructura del Estado; se fortaleció el grupúsculo de poder económico que compartía el pan y la sal con el poder político, para que al final de cuentas el segundo dependiera del primero. Entonces, ¿qué sería de las fortunas de ensueño amasadas por los barones autóctonos marca Forbes sin las privatizaciones, concesiones, asociaciones estratégicas, contratos de obra pública, etcétera, etcétera, sin olvidar la catarata de dinero que les representó la devolución de impuestos y demás gracias fiscales por cortesía del régimen neoliberal? Es cuestión de hacer sumas y restas.

A lo largo de casi cuatro décadas el DET ilustró a los mexicanos. Por ejemplo, la petroquímica estratégica (exclusiva del Estado) no fue privatizada por los neoliberales; simplemente la reclasificaron para que el capital privado le clavara el colmillo a ese sector, y el resultado fue desastroso.

Entre 1991 y 1992 Salinas de Gortari no reprivatizó la banca; sólo democratizó el capital, y sus beneficiarios exprimieron y reventaron las instituciones financieras. Por cortesía de Zedillo, el tiradero ilegalmente fue traspasado a los mexicanos (vía Fobaproa), quienes en 26 años han pagado alrededor de un billón de pesos por el chistecito y aún deben otro tanto.

El propio Salinas decidió coinvertir en el sector carretero: otorgó más de 50 concesiones para los empresarios de siempre, pero éstos hicieron lo mismo que con los bancos. De nueva cuenta, Zedillo los rescató, sólo para que Fox les regresara esas concesiones, y algunas más. Los mexicanos siguen pagando los platos rotos.

El mariguanero rescató (con recursos públicos) a un grupo de ingenios azucareros privados; una vez saneados, regresaron a sus propietarios, como parte de la participación acotada en el sector, no sin antes celebrar la venta del siglo (Banamex-Citibank), libre de impuestos, que no extranjerizó al sistema financiero, lo globalizó.

Fox y Calderón inventaron los contratos múltiples y de riesgo compartido para que los privados sacaran jugo al negocio del gas natural (con Repsol a la cabeza), mientras permitían la participación conjunta de empresas (sobre todo trasnacionales) en energía eléctrica. Y Peña Nieto… bueno, ya sabemos qué barbaridades hizo.

Las rebanadas del pastel

En fin, el acervo es inagotable, pero para calentar motores favor de anotar los siguientes eufemismos tecnocráticos (todos sinónimos de privatización): participación conjunta, pluralismo económico, modernización, desincorporación, desinversión, permiso limitado, coinversión, capital complementario, apertura acotada, acompañamiento, liberalización, cogeneración, transición energética, apertura regulada, renta compartida, etcétera. Pero el resultado fue el mismo: privatizar ganancias, socializar pérdidas.

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