Una investigación argentina confirmó que la agenda académica en salud y biomedicina está muy condicionada por el sector privado, en especial por las grandes farmacéuticas. Llaman a debatir el modelo científico hegemónico, el rol de las revistas del sector, las formas de evaluación y apuntan a las causas ambientales de las epidemias.
«El estudio de patógenos y vectores biológicos relacionados con las últimas epidemias y pandemias queda en un lugar marginal. Se dejan de lado abordajes centrados en la prevención y en el estudio de los factores socio-ambientales vinculados con el origen y progresión de las enfermedades», es una de las conclusiones de un grupo de investigadores argentinos que cuestiona, en un publicación científica, cómo las grandes empresas farmacéuticas condicionan la agenda de la investigación académica. Afirman que las revistas científicas más importantes dejan de lado las causas de las enfermedades y pandemias, cuestionan el modelo científico hegemónico y proponen alternativas que privilegian el trabajo colaborativo y a las sociedades.
“¿Sobre qué hombros se para la investigación en salud? Determinando los actores claves y los contenidos de la agenda global de investigación biomédica”, es el título del artículo científico, publicado en la revista PlosOne, en el que se analizaron más de 90.000 papers académicos del periodo 1999-2018.
Una de los interrogantes iniciales fue cómo se decide qué investigaciones en salud y biomedicina se priorizan a nivel mundial. «Responder esta pregunta es relevante en cualquier contexto, y en medio de una pandemia como la que estamos atravesando resulta indispensable», explican los autores Federico Testoni, Mercedes García Carrillo, Marc-André Gagnon, Cecilia Rikap y Matias Blaustein, de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y responden: «Estar mejor preparades para futuras pandemias requiere priorizar la salud integral de las personas. Sin embargo, la agenda global de investigaciones en salud se encuentra influida por los intereses privados de grandes farmacéuticas, que priorizan los temas más rentables».
La investigación precisa que la agenda predominante en salud y ciencias biomédicas (SCBM) está basada mayormente en biología molecular (40 por ciento), con una inclinación hacia la investigación en cáncer y temáticas cardiovasculares (15 y 8 por ciento, respectivamente). Los trabajos sobre patógenos y vectores biológicos son marginales. «La agenda de investigación prioriza la intervención farmacológica por sobre el estudio de los factores socio-ambientales que influyen en la aparición o progresión de las enfermedades, y el estudio de enfermedades infecciosas resulta marginado», explicó Matías Blaustein, biólogo, investigador del Conicet y coordinador del Grupo de Biología de Sistemas y Filosofía del Cáncer (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales). Y remarca que las grandes farmacéuticas apuntan a una «perspectiva reduccionista que prioriza la intervención terapéutica» que favorece al mercado de medicamentos de esas mismas empresas.
El trabajo da un paso más y presenta nombres propios: afirma que las agendas investigación de las farmacéuticas como Roche, GlaxoSmithKline, Pfizer, Merck, AstraZeneca y Amgen Inc, entre otras, están entrelazadas con las de las principales instituciones académicas de los países centrales, donde influyen en la orientación de las agendas de investigación de todo el mundo.
Los investigadores recuerdan que no es novedad que las investigaciones financiadas por empresas pueden generar conflictos de interés. Citan el caso de la industria del azúcar financiando investigaciones odontológicas, las tabacaleras con estudios que desligaban culpas de enfermedades, y, más reciente, «investigaciones» de Monsanto-Bayer desmintiendo que el herbicida glifosato produce cáncer (hecho señalado por cientos de investigaciones independientes de una decena de países y por la Organización Mundial de la Salud).
En sintonía con medios de comunicación y discursos públicos, los investigadores alertan que la mayor parte de la discusión pública (y de la intervención científica) pasó y pasa casi totalmente por abordar las consecuencias de la pandemia y muy poco por las causas. «Se revela una ausencia casi total de publicaciones referidas a enfermedades infecciosas y provocadas por virus patógenos (como el Sars-CoV-1 y el Mers-CoV), bacterias u otros microorganismos y vectores biológicos (por ejemplo, murciélagos). Estos resultados proveen evidencia de que existe un cúmulo de enfermedades que son marginadas de la agenda de investigación global en salud», afirma Cecilia Ripak.
El grupo de investigación señalan que, si estos temas hubieran tenido mayor espacio en la agenda científica, «no es para nada descabellado pensar que se habrían aumentado las chances de producir antecedentes valiosos para prevenir o tratar la actual Covid-19 de manera más eficaz». Y destacan que, curiosamente, los pocos artículos científicos (que alertaba de la existencia de grandes reservorios de coronavirus y preveían una «bomba de tiempo» previo a la pandemia) se publicaron en revistas que no pertenecen a las «de mayor factor de impacto académico».
Entre las conclusiones de la investigación se destaca la necesidad de una agenda de investigación científica más balanceada, junto a enfoques que consideren los factores socioambientales asociados a la transmisión de enfermedades. De esta forma «se podría contribuir a estar mejor preparados para prevenir y tratar distintas patologías, mejorando los resultados en salud». Y, para el modelo científico en general, destacan la necesidad de superar la competencia entre investigadores y emprender una profunda redefinición de los sistemas académicos de evaluación: «Así, quizás, logremos desterrar esa búsqueda de vínculos con privados que se ofrece como solución sin dar cuenta de sus consecuencias en materia de marginación de temas de investigación centrales para la salud».
Debatir el rol de las revistas científicas
Federico Testoni, otros de los coautores de la investigación y doctorando de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras, explica que el trabajo publicado es una prueba más al momento de evidenciar «la existencia de un discurso dominante científico» que no está en línea con lo que sucede en la sociedad ni mucho menos con lo que sufren los sectores más desprotegidos. «Las enfermedades virales, a pesar de ser importantes, no estaban bien posicionadas en la agenda científica. Esto causó la desinversión en estas líneas», remarca.
Es central el rol de las revistas científicas más importantes, «de mayor impacto» dentro de los circuitos académicos. Cecilia Rikap resume por qué los académicos siguen privilegiando esas publicaciones: «Se buscan esas revistas porque así nos evalúan. Los criterios del Conicet son así, sobre todo en las áreas de exactas y naturales, son criterios cuantitativos que poco hablan de la calidad de las investigaciones y mucho hablan de las editoriales, que son las que tienen mucha plata para generar mayor circulación y mayor presión. Hay un gran negocio detrás de esas publicaciones». Y suma otro factor al momento de qué investigador y dónde publicar: la búsqueda de reconocimiento dentro de la comunidad científica y crecer en la carrera de investigador.
Remarca que «claro que se puede cambiar» el modelo de ciencia hegmónica. Entre otros aspectos, habría que modificar los criterios de evaluación y, al mismo tiempo, debatir qué se investiga y qué impactos se buscan. También privilegiar otras formas de publicación científica y privilegiar el trabajo con comunidades locales, movimientos sociales y sindicatos, entre otros. Por Dario Aranda
Artículo publicado en el diario Página/12 el 13 de octubre de 2021.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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