ue Max Weber en La ética del protestantismo y el espíritu del capitalismo
(1905) quien señaló el dilema central que acabaría arrojando la
racionalización de las sociedades industriales sobre las condiciones de
vida. Tal y como sucedió, el cálculo (o la opción) racional convertiría
al trabajador en un engranaje más de una maquinaria burocrática cuya
única perspectiva de transformación sería pensar en un engranaje mayor y
más complejo. Tiempo después, Talcott Parsons tradujo la noción que
veía al ser humano siendo reducido a una pieza de los mecanismos de una
maquinaria burocrática como una jaula de hierro
. Desde entonces, la metáfora quedó adscrita, no sin buenas razones, al puño de Weber.
Un siglo después, ya en el XXI, la tecnocracia habría de sustituir a
la burocracia –dos formas de control y dominación radicalmente
distintas– y el principio de la jaula de hierro
se transformaría en una nueva maquinaria sin afuera ni límites predecibles. Por ahora la llamaremos la jaula 5.0.
La digitalización del mundo, si así se puede definir a la tendencia (ya irreversible) de la cibernetización de todas y cada una de las relaciones humanas –des-de la producción y el comercio hasta el aprendizaje y la sexualidad– ha traído consigo un proceso doble: ahora la antigua maquinaria de control burocrático ha devenido un auténtico organismo (casi como si fuera un ser vivo) de control tecnocrático y sus engranajes ya no son sólo los trabajadores, sino todos y cada uno de quienes se insertan en las redes. Los engranajes han sido sustituidos por los chips. Internet ha dejado de ser un medio para tener el mundo a la mano; ahora somos nosotros el medio a través del cual el organismo-red se expande.
Hace algunas semanas, un alto funcionario de América Móvil recaudó más de 50 opiniones de expertos para esbozar cómo se vería la sociedad después de la estampida a las redes provocada por el confinamiento y la reclusión inducidas por la pandemia del Covid-19. Dividió ese desolador paisaje en 20 aspectos. Enumero los más perturbadores.
1. La situación actual, que es vista como un paréntesis de excepción
pandémico, ya contiene los elementos esenciales de lo que será la nueva normalidad
. En otras palabras, la nueva normalidad
se asemeja mucho a lo que estamos viviendo en estos momentos.
2. El trabajo a distancia se impondrá cada vez más. Las formas híbridas de trabajo ( online y presencial) se reducirán drásticamente y, en muchos casos, desaparecerán por completo. El trabajo a distancia permite un control absoluto de los operadores (nuevo término que recibirán los trabajadores) y descarta las formas de solidaridad y resistencia entre ellos. Además aumenta exponencialmente los márgenes de utilidad y la eficacia productiva (léase: los niveles de explotación de las capacidades productivas de la gente).
3. Los grandes edificios y corporaciones de oficinas que hoy significan a la prosperidad de una ciudad, quedarán reducidos a monumentos de la era burocrática industrial. Algunos serán preservados como atractivos turísticos. Toda esa labor será ya invisible, disipada y fragmentada en el subsuelo de las conexiones digitales.
4. Los viajes y congresos de trabajo desaparecerán por completo. Las plataformas digitales producirán espacios virtuales y holográmicos para dar el efecto de presencias no virtuales. Y con ello, se hundirá toda la economía de la movilidad por razones de trabajo: rutas aéreas, hoteles, restaurantes, sitios de entretenimiento, etcétera.
5. Las casas se adaptarán al trabajo diario. Se abrirá una nueva época en el diseño, construcción y adecuación de interiores. Éstas serán los engranajes centrales de la jaula 5.0. La vida en sociedad –llámese oficina, fábrica, universidad, ONG, cine, cantina, etcétera– se reducirá gradualmente. Lo que quedará es un mar de vidas moleculares. Las cenas con los amigos, la familia o eventos casuales sucederán de vez en cuando durante el mes.
6. La productividad no dependerá de jefes ni de capataces. Sistemas digitales de autocontrol serán los encargados de vigilar y medir la eficiencia de cada actividad. Un orden jerárquico sin nombres ni rostros. No habrá protestas sociales, ya que no existirán los sujetos ni las instituciones que respondan a los sistemas de autocontrol.
7. La fuerza laboral se reducirá dramáticamente. Se avecina una era de despidos sin precedente en la era moderna. Las jornadas de trabajo se ampliarán a las cifras donde se encontraban en el siglo XIX: 10 o 12 horas al día. Los sindicatos y los organismos de resistencia quedarán inutilizados por la molecularización de la vida.
8. No habrá monedas ni billetes, ni dinero ni cajas y edificios bancarios. El dinero será estrictamente digital. Los bancos escaparán así a la condición que los obliga a mostrar sus activos en alguna forma dineraria o metálica. El seguimiento de los consumidores y sus vidas más íntimas será milímetrico.
9. La educación nunca regresará a lo que era. Será sustituida por la enseñanza a distancia o, a veces, los sistemas híbridos. Desaparecerá el estudiantado como fuerza política, social e intelectual.
Desde esta perspectiva, el confinamiento actual representa tal vez el
primer y más gigantesco experimento empresarial para transformar la
docilidad y adaptabilidad social de la jaula de hierro
a la nueva jaula 5.0.
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