El “recolector de úteros” del ICE y las políticas de inmigración racistas de Trump
Las histerectomías y los otros procedimientos de esterilización denunciados han provocado una tormenta en los medios de comunicación y en el Congreso y han hecho recodar a muchos que las esterilizaciones forzadas han sido demasiado comunes en este país.
“Él es el recolector de úteros”, le dijo una mujer inmigrante detenida a Dawn Wooten, enfermera de una cárcel del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por su sigla en inglés) operada por la empresa privada de gestión de cárceles LaSalle Corrections. La denuncia de Wooten, presentada ante el Inspector General de Seguridad Nacional, describe las horribles condiciones en el Centro de Detención del Condado de Irwin en la zona rural de Ocilla, Georgia, que incluye protecciones insuficientes ante la COVID-19 tanto para las y los prisioneros como para el personal, condiciones de vida insalubres, atención médica inadecuada y comida repugnante e infestada de hormigas y cucarachas. Wooten afirma que las mujeres inmigrantes encarceladas que atendía le dijeron que un ginecólogo las sometió a histerectomías y otros procedimientos de esterilización sin su conocimiento ni consentimiento. Las condiciones inhumanas en el Centro de Detención de Irwin exponen la crueldad con la que se trata a los inmigrantes en Estados Unidos, exacerbada por estas impactantes acusaciones de esterilizaciones forzadas, una práctica siniestra con una larga historia en Estados Unidos.
Los informes de prensa identificaron al ginecólogo como el Dr. Mahendra Amin, cuyo consultorio está cerca de la cárcel para inmigrantes de Irwin. En una entrevista para Democracy Now!, la enfermera Dawn Wooten explicó: “Un par de mujeres vinieron a verme y me dijeron ‘[sucede] cada vez que salimos, o cada vez que vamos a este lugar’, y al hablar con otras mujeres detenidas aquí, todas tenían eso en común.
Se referían a él como ‘el recolector de úteros’. Al escuchar esto no sabía qué decir ni cómo responder. Pero ese es el término que usaban, decían que era ‘el recolector de úteros’. Es increíble’”. Mahendra Amin fue el principal acusado en una causa federal por fraude contra Medicare y Medicaid que se resolvió por un acuerdo de 520.000 dólares en 2015. Según se informó recientemente, el Dr. Amin le realizó un procedimiento ginecológico a la prisionera de Irwin Pauline Binam sin su consentimiento y la dejó estéril. Tras denunciar esta situación, se inició un rápido proceso de deportación contra Binam, que fue subida a un avión con destino a Camerún, su país de nacimiento, el cual dejó a los dos años de edad cuando la llevaron a Estados Unidos. La protesta de la población y de miembros del Congreso presionó al ICE para sacarla del avión, después de lo cual recibió una liberación por motivos humanitarios.
Dawn Wooten también describió la respuesta inadecuada de LaSalle a la pandemia de COVID-19: “Inicialmente no teníamos el equipo de protección personal adecuado. Se daba una situación como de encubrimiento. Eso nunca existió”. Wooten recordó las instrucciones que recibió: A medida que pasaba el tiempo, dentro de las instalaciones aparecían sistémicamente más casos [de COVID] y todavía seguíamos en un lugar donde se escuchaba decir… era increíble: ‘No lo tuvimos. No hables de eso. No lo discutas’”. Su relato coincide con las descripciones de una denuncia de junio de 2020 presentada por el personal de otra cárcel privada del ICE dirigida por LaSalle, el Centro Correccional Richwood en Monroe, Luisiana. El personal acusó a LaSalle y al ICE de “mala conducta grave y fallas en el cumplimiento de las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades” en su respuesta a la COVID-19, “poniendo en peligro a los inmigrantes, a los trabajadores y a la población en general”. Al menos dos guardias en Richwood han muerto de COVID-19. En los últimos doce meses, 20 personas han muerto en cárceles del ICE, la cifra más alta en 15 años. Al menos siete de esas muertes fueron por coronavirus.
Azadeh Shahshahani, expresidenta de la Asociación Nacional de Abogados y actual directora legal y de defensa de la organización en defensa de la justicia económica y racial Project South, dijo en una entrevista para Democracy Now!: “Estas cárceles son centros de detención civil y muchas de las personas detenidas allí están a la espera de los procedimientos de deportación, o pueden ser solicitantes de asilo, podrían estar con temor de ser torturados en sus países de origen, y por eso huyeron a Estados Unidos, para intentar encontrar refugio en este país. En su lugar, el gobierno de Estados Unidos las coloca en estos lugares horrendos donde se les niegan los derechos humanos básicos en cuanto a atención médica, agua potable, alimentos en buen estado. Y cuando se quejan, el gobierno y las corporaciones carcelarias privadas toman represalias contra ellos, usando gas lacrimógeno en algunos casos, poniéndolos en confinamiento solitario, básicamente tratando de acallar sus voces”.
Las histerectomías y los otros procedimientos de esterilización denunciados han provocado una tormenta en los medios de comunicación y en el Congreso y han hecho recodar a muchos que las esterilizaciones forzadas han sido demasiado comunes en este país. A principios del siglo XX, el movimiento eugenésico creció en popularidad a medida que se disparaba la inmigración de países no blancos. Adam Cohen, autor del libro Imbeciles: The Supreme Court, American Eugenics, and the Sterilization of Carrie Buck (Imbéciles: la Corte Suprema, la eugenesia estadounidense y la esterilización de Carrie Buck), declaró lo siguiente en Democracy Now!: “La gente creía que necesitábamos mejorar la raza cambiando nuestro acervo genético. Pensaba que estas ‘personas inferiores’ estaban entrando al país e iban a dañar nuestro acervo genético, por lo que había que impedirles el ingreso”.
El fallo de la Corte Suprema en el caso de Buck contra Bell de 1927 estableció la legalidad de la práctica de la esterilización eugenésica y funcionó como una inspiración directa del programa de eugenesia de Adolf Hitler y la Alemania nazi. Durante varias décadas, hombres y mujeres afroestadounidenses e indígena estadounidenses fueron esterilizados sin su conocimiento. Dos documentales brindan escalofriantes detalles de esta práctica en California. El filme de 2016 “No más bebés” describe la esterilización de mujeres chicanas en el Hospital del Condado de Los Ángeles en las décadas de 1960 y 1970. El documental próximo a estrenarse “Belly of the Beast” (“El vientre de la bestia”) describe la esterilización sin consentimiento de más de 1.400 mujeres reclusas por parte del Departamento de Correcciones de California entre 1997 y 2013. El precedente que sentó la decisión de la Corte en el caso “Buck contra Bell” sigue vigente. Según Adam Cohen, “sigue siendo parte de las leyes nacionales en la actualidad”.
Las políticas racistas, xenófobas y antiinmigrantes del presidente Donald Trump y su asesor principal Stephen Miller actúan como gasolina que aviva el fuego de los abusos que sufren las mujeres inmigrantes indocumentadas. Para las aproximadamente 30.000 personas encarceladas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, la presión pública organizada y sin descanso para forzar su liberación en medio de esta pandemia letal es hoy más necesaria que nunca.
© 2020 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: https://www.democracynow.org/es/2020/9/25/el_recolector_de_uteros_del_ice
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