El “virus” del hambre y la COVID -19
- Análisis
Las principales causas de que millones de personas pasen y mueran de hambre cada año son la crisis climática, los conflictos, la desigualdad y un sistema alimentario disfuncional; lo cual ha propiciado el empobrecimiento de millones de productores y productoras de alimentos, y de trabajadores y trabajadoras de ese sector. El surgimiento de la COVID-19 no es la causa directa de la hambruna mundial de miles de personas que mueren de hambre; pero esta enfermedad está agravando la crisis del hambre en los “puntos críticos del hambre” del mundo y creando nuevos epicentros del hambre en todo el planeta. Es decir, la pandemia del COVID-19 ha agravado una crisis alimentaria que ya iba en aumento, incluso desde antes del estallido de la pandemia.
Palabras claves.
COVID-19, seguridad alimentaria, nutrición, hambre, coronavirus.
Introducción.
La seguridad alimentaria no es un problema que surgió con la llegada del nuevo coronavirus, ella ha existido desde que la sociedad se dividió en clases sociales y se complicó aún más en el capitalismo e imperialismo como su fase superior.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se plantea una visión transformadora que reconoce que nuestro mundo está cambiando, que lleva consigo nuevos desafíos que deben superarse si hemos de vivir en un mundo sin hambre, sin inseguridad alimentaria y sin malnutrición, en ninguna de sus formas.
La población mundial se ha incrementado de forma notoria y en la actualidad, la mayoría vive en zonas urbanas. La tecnología ha evolucionado a un ritmo vertiginoso, en tanto que la economía ha pasado a estar cada vez más interconectada y globalizada. No obstante, muchos países no han experimentado un crecimiento económico sostenido.
El crecimiento de la economía mundial en su conjunto, no ha sido el esperado por la humanidad. Las políticas neoliberales, los estilos de gobernabilidad del tipo neocolonial, los conflictos y la inestabilidad social han crecido y se han hecho más complicados, desencadenando un mayor desplazamiento de la población hacia otros lugares, fundamentalmente del sur al norte.
El cambio climático y la creciente variabilidad del clima y sus fenómenos extremos están afectando a la productividad agrícola, a la producción de alimentos y a los recursos naturales, con repercusiones en los sistemas alimentarios y los medios de vida rural, entre las que cabe citar una disminución del número de agricultores. Todo ello ha conducido a cambios importantes en la forma de producir, distribuir y consumir los alimentos en todo el mundo, y a nuevos desafíos para la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud.
La llegada de la pandemia de la COVID-19, aceleró los procesos de muertes y desnutrición en el orbe, puso en juego la seguridad alimentaria, presentó al mundo un camino ignoto, ya que hoy se sabe los que mueren, pero aun no sabemos cuántos serán dentro de un año y es ahí donde está lo desconocido.
Los proyectos de las Organización de las Naciones Unidas (ONU) y Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las estrategias para el año 2030, la disminución de la pobreza y el hambre y el logro de una adecuada seguridad alimentaria se esfumaron de la faz de la tierra en un santiamén.
Los pobres entonces se manifiestan ahora más pobres, las economías se enfermaron, sin ellas la coyuntura mundial se torna infortunada, aquí se presentan esas apocalípticas situaciones, donde coronavirus, hambre y seguridad alimentaria, conforman una ecuación impredecible. Valore, investigue para que busque usted la verdad que necesitamos en un mundo lleno de incongruencias.
Situación pre- coronavirus.
En el año 2018 se valoraba que los últimos datos disponibles en relación al hambre y la malnutrición no eran positivos. Se alejaba el cumplimiento del objetivo de hambre cero. El número de personas subalimentadas aumentó por tercer año consecutivo.
El informe, conocido abreviadamente como Panorama, cumplía una década analizando los desafíos de la seguridad alimentaria y nutricional. Este era una fuente de información y de propuestas en materia de políticas. El mismo brindaba un instrumento a los países para la formulación y aplicación de políticas que garantizaría una vida sana para todas las personas y reforzarían el progreso regional hacia las metas internacionales de reducción del hambre y la malnutrición en todas sus formas. El resto del mundo se conformaba igual donde los países subdesarrollados eran mayoría.1
Específicamente en América Latina la desigualdad contribuía al hambre y a las distintas formas de malnutrición, por ejemplo el 8,4% de las mujeres se encontraban en situación de inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6,9% de los hombres. En diez países, el 20 % de los niños y niñas más pobres sufrían tres veces más la desnutrición crónica. Las poblaciones indígenas sufrían mayor inseguridad alimentaria que las no indígenas, y las poblaciones rurales más que las urbanas.2
En esta región, las personas subalimentadas se han incrementado en los últimos años, siendo considerada en este aspecto el 6,1% de la población; con hambre se ha aumentado constantemente desde el 2014, pasando de 38,5 millones de personas a 39,3 millones de latinoamericanos y caribeños en el 2017; asimismo la inseguridad alimentaria grave ha aumentado, siendo una situación que afecta a todas las regiones.3
La siguiente tabla expresa la prevalencia de la subalimentación en el mundo, 2010-2017
Años | África | Asia | América Latina y el Caribe | Oceanía | América Septentrional y Europa | Mundial |
2010 | 19,1 | 13,6 | 6,8 | 5,2 | < 2,5 | 11,8 |
2012 | 18,6 | 12,9 | 6,4 | 5,4 | < 2,5 | 11,3 |
2014 | 18,3 | 12,0 | 6,2 | 5,9 | < 2,5 | 10,7 |
2016 | 19,7 | 11,5 | 6,1 | 6,6 | < 2,5 | 10,8 |
2017 | 20,4 | 11,4 | 6,1 | 7,0 | < 2,5 | 10,9 |
Fuente: FAO
Fuente: FAO
Notas: * Los valores correspondientes a 2018 son proyecciones y se ilustran con líneas de puntos y círculos vacíos. La serie completa se sometió a una revisión exhaustiva para reflejar la nueva información disponible desde la publicación de la última edición del informe; esta sustituye a todas las series publicadas anteriormente.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indicó en su Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019 , que "los datos objetivos adicionales de este año confirman que, a nivel mundial, la prevalencia de la subalimentación ha permanecido prácticamente sin cambios, situándose a un nivel ligeramente por debajo del 11%, mientras que el número total de personas subalimentadas se ha ido incrementando lentamente durante varios años consecutivos. Esto significa que actualmente, algo más de 820 millones de personas padecen hambre, lo cual corresponde aproximadamente a una de cada nueve personas en el mundo".4
La tabla que se expone a continuación, muestra el número de personas subalimentadas en el mundo, durante el periodo 2010-2017
Años | África | Asia | América Latina y el Caribe | Oceanía | América
Septentrional y
Europa | Mundial |
2010 | 200,2 | 569,9 | 40,7 | 1,9 | < 27,0 | 820,5 |
2012 | 205,2 | 552,2 | 38,9 | 2,0 | < 27,2 | 805,7 |
2014 | 212,5 | 523,1 | 38,5 | 2,3 | < 27,3 | 783,7 |
2016 | 241,3 | 514,5 | 38,9 | 2,6 | < 27,5 | 804,2 |
2017 | 256,5 | 515,1 | 39,3 | 2,8 | < 27,6 | 820,8 |
Fuente: FAO
Como se puede apreciar ya antes de la pandemia de la COVID-19, el mundo padecía de otra pandemia, la del hambre.5
En la actualidad de los más de 820 millones de personas con hambre, 513,9 millones se localizan en Asia (el 11,3 % de la población), 256 millones en África (19,9 %) y 42,5 millones (6,5 %) en América Latina y el Caribe.5
La situación más alarmante está en África, donde la subalimentación ha crecido en casi todas sus regiones, mientras que en países de Oriente Medio como Siria o en Yemen no para de incrementarse desde 2010 por la inestabilidad. Además de una respuesta humanitaria, se debe sacar a la gente de la pobreza, reducir las desigualdades y fomentar el desarrollo de esas personas para que tengan la posibilidad de salir del hambre. Unos 2.000 millones de personas experimentan un acceso irregular a una buena alimentación, situación en la que se halla el 8 % de la población en Norteamérica y Europa, según un nuevo indicador que mide la inseguridad alimentaria moderada o severa.6Norteamérica y Europa, según un nuevo indicador que mide la inseguridad alimentaria moderada o severa.7
Muchos países tienen una alta prevalencia, de más de una forma de malnutrición. Las múltiples cargas de la malnutrición son más frecuentes en los países de ingresos bajos, medianos bajos y medianos y están concentradas en las personas pobres. En los países de ingresos altos, la obesidad también está igualmente concentrada en las personas pobres.
Las secuelas de la Covid-19
La pandemia por COVID-19 ha modificado la vida cotidiana, el estilo de vida de las personas y modos de vida de las familias. La alimentación y nutrición de la población se han visto severamente afectadas; ha cambiado la producción, distribución, comercialización; en fin la disponibilidad y acceso a los alimentos.
La Organización para la Alimentación y la Agricultura 8 (FAO), ha recomendado:
• La pandemia de COVID-19 es una crisis mundial que ya está afectando al sector de la alimentación y la agricultura. Es preciso adoptar medidas inmediatas para garantizar la continuidad de las cadenas de suministro de alimentos - a nivel nacional e internacional- a fin de mitigar el riesgo de perturbaciones importantes que tendrían consecuencias considerables para todos, en especial para la población más pobre y vulnerable.
• Aunque las interrupciones en la cadena de suministro de alimentos son - por ahora- mínimas, la situación ya ha planteado diversos retos logísticos. Los alimentos deben ser transportados a través de las fronteras sin restricción alguna y de conformidad con las normas actuales de inocuidad alimentaria.
• Para mitigar los efectos de la pandemia en la alimentación y la agricultura, la FAO insta a los países a satisfacer las necesidades alimentarias inmediatas de sus poblaciones vulnerables, impulsar sus programas de protección social, continuar con el comercio mundial de alimentos, mantener la cadena de suministro nacional y contribuir a desarrollar la capacidad de los pequeños agricultores para aumentar la producción alimentaria.
• Los países en situación de crisis humanitaria están particularmente expuestos a los efectos de la pandemia de COVID-19. Aunque sus propias necesidades internas puedan estar aumentando como consecuencia de la pandemia, es fundamental que los países donantes garanticen la prestación continua de ayuda humanitaria en aquellos lugares en los que la inseguridad alimentaria ya sea elevada. La enfermedad no entiende de fronteras. Si no se controla en un lugar, toda la humanidad seguirá estando en peligro.
• Aunque se está investigando el posible origen animal del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), la propagación y desarrollo de la pandemia humana actual se debe a la transmisión entre personas.
• Por el momento, no existen datos que pongan de manifiesto la contribución de los animales a la propagación del COVID-19. Como norma general, siempre hay que lavarse las manos antes y después de interactuar con cualquier tipo de animal.
• La carne de ganado sano cocinada a fondo continúa siendo inocua para el consumo. Las personas no deben manipular, sacrificar, condimentar, vender, preparar o consumir carne que provenga de animales silvestres o de ganado que esté enfermo o que haya muerto por causas desconocidas. No se debe consumir carne silvestre cruda, ni platos no cocinados que contengan sangre de animales silvestres, ya que tales prácticas colocan a las personas en un alto riesgo de contraer muchos tipos de infecciones.
• Se debe informar a las autoridades de sanidad animal sobre cualquier morbilidad o mortalidad animal inusual.
Sin embargo, ¿qué ha pasado en realidad después de casi nueve meses con el nuevo coronavirus? Cuánto nos falta a la humanidad en su conjunto para entender los problemas globales que nos pueden llevar a la desaparición de los seres humanos. Las propias cifras que se presentan a continuación hablan por sí solas.
En la última edición de “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, publicado el 13 de julio del 2020, se estima que casi 690 millones de personas pasaban hambre en 2019, es decir hubo un aumento de 10 millones de personas desde 2018 y de casi 60 millones en cinco años. Los altos costos y la escasa asequibilidad impiden también a miles de millones de personas lograr una alimentación saludable o nutritiva.
La cantidad de personas que sufren hambre es mayor en Asia, pero está creciendo con más rapidez en África. Según las previsiones del informe, la pandemia de COVID-19 podría provocar, a finales de 2020, un aumento de alrededor de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo. 8
Mientras se estancan los progresos en la lucha contra el hambre, la pandemia de COVID-19 agrava la vulnerabilidad y las deficiencias de los sistemas alimentarios mundiales, entendidos como todas las actividades y procesos que afectan a la producción, la distribución y el consumo de alimentos. Aunque es demasiado pronto para evaluar el pleno efecto de los confinamientos y otras medidas de contención.
La pandemia de la COVID-19 ha agravado una crisis alimentaria que ya iba en aumento, incluso desde antes del estallido de la pandemia. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que el número de personas que sufren hambrunas de nivel de crisis se incremente hasta alcanzar los 270 millones antes de que acabe el año; se calcula que el 82 % de este incremento tendrá su origen en la pandemia. Es de significar que antes de que se acabe 2020, podrían morir de hambre entre 6000 y 12 000, personas al día a consecuencia de los impactos sociales y económicos de la pandemia.9
En la actualidad, el riesgo de que se mantengan las indeseables tendencias del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, está incrementada por la enfermedad de COVID-19, la cual ha provocado la frágil situación de la economía a nivel mundial y por tanto, está agravando rápidamente la seguridad alimentaria y nutrición; se estima que el número de muertes diarias por hambre supere a las causadas por la enfermedad.
Por otra parte, la drástica desaceleración de la economía mundial, unida a las restricciones a la libertad de movimientos, se ha traducido en una pérdida masiva de empleos a nivel global en los últimos meses. Sin ingresos ni apoyo social, millones de personas se han quedado sin dinero para comer. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que se han perdido el equivalente a 305 millones de empleos a tiempo completo a causa de la pandemia, algo que ha afectado especialmente a jóvenes y mujeres. La consecuencia es que 500 millones de personas más podrían verse sumidas en la pobreza.10
En estos momentos se advierte, una desaceleración y estancamiento del crecimiento económico en muchos países, incluso en las economías emergentes y en desarrollo. La mayoría de las regiones decrecieron tras el marcado debilitamiento de la economía mundial.
Los problemas económicos están prolongando y empeorando la gravedad de la inseguridad alimentaria en los países sujetos a crisis, y de nutrición en aquellos lugares donde la pobreza extrema y las desigualdades son más pronunciadas. Por otra parte el costo más alto de los alimentos nutritivos, el estrés que significa vivir con inseguridad alimentaria y las adaptaciones fisiológicas a la restricción de alimentos, ayudan a que se recrudezca el hambre y la seguridad alimentaria.
Los acontecimientos económicos generalmente afectan la seguridad alimentaria y la nutrición, no solo en función del nivel de pobreza extrema sino también en función de la existencia de desigualdades en la distribución de los ingresos y en el acceso a servicios y activos básicos, muchas de las cuales son resultado de la exclusión social y la marginación de algunos grupos.
Allí donde la desigualdad es mayor, la desaceleración y el debilitamiento de la economía tienen un efecto desproporcionado en la seguridad alimentaria y la nutrición de las poblaciones de ingresos más bajos. La desigualdad aumenta la probabilidad de sufrir inseguridad alimentaria grave, y este efecto es un 20% mayor en el caso de países de ingresos bajos frente a países de ingresos medianos.
En momentos de crisis, los países se ven obligados a problematizar el sistema alimentario global y a la colaboración entre países, pero también el fortalecimiento de los vínculos entre diversos sectores y actores del canal agroalimentario, para mitigar –en lo inmediato– las consecuencias de cadenas alimentarias deficientes que afectan a las poblaciones más vulnerables, pero que a largo plazo involucran a toda la población.
En situación de pandemia se han modificado los ambientes y hábitos alimentarios, incluyendo cambios en la forma en que se adquieren los alimentos, en su preparación y en el consumo. En este sentido, la alimentación y la nutrición se podrían ver perjudicadas por el confinamiento, la disminución del poder adquisitivo familiar, por la depresión económica y por una potencial falta de disponibilidad y dificultad de acceso a alimentos sanos y seguros, en especial en los grupos más vulnerables; máxime que una de las medidas para evitar complicaciones graves por COVID-19, es una alimentación balanceada.
La cuarentena se traduce en menor cantidad de alimentos disponibles y de baja calidad nutricional (alto contenido calórico, de azúcares, sodio y grasas saturadas), muy por el contrario de lo que se ha planteado respecto a la importancia de acceder a una alimentación balanceada como una de las medidas para evitar complicaciones graves por COVID-19.
La enfermedad de COVID-19 también ha mostrado a la luz la situación precaria de los trabajadores de la industria agrícola y alimentaria y, por lo tanto, la precariedad del suministro de alimentos a nivel mundial. Estos trabajadores han seguido trabajando en gran medida para mantener el flujo de suministros de alimentos, y lo hacen a pesar de los importantes riesgos sanitarios. Las infraestructuras a lo largo de la cadena alimentaria no han podido adaptarse al distanciamiento físico y a las prácticas higiénicas sin pérdida de rentabilidad, y los trabajadores del sistema alimentario, que, irónicamente, ahora se consideran "imprescindibles" en muchos países, son los últimos en la lista para obtener material de protección, y a menudo trabajan sin prima de riesgo.
Responder ante los acontecimientos económicos que limitan el poder adquisitivo de los hogares requiere respuestas de políticas a corto y a largo plazo para salvaguardar la seguridad alimentaria y la nutrición. Las medidas dependerán de la capacidad institucional y de la disponibilidad de mecanismos y fondos para contingencias destinados a responder a esos acontecimientos.
Sobre lo expuesto con anterioridad, es de significar que, existen alrededor de dos mil millones de personas, el 61% de la población activa del mundo, que trabajan en la economía informal y por supuesto, no tienen salario por enfermedad ni seguro de salud y es posible que no sean elegibles para los beneficios del gobierno otorgados a los trabajadores despedidos. La situación es particularmente grave en África, donde el 86% del empleo es informal, según la OIT 11
Otro aspecto importante a tener en cuenta, es la situación de las áreas urbanas, donde esta población depende totalmente de los alimentos que son comprados, la falta de ingresos y el aumento de los precios, lo cual puede poner en riesgo la inseguridad alimentaria.
Asimismo la disponibilidad de alimentos a nivel mundial puede no ser suficiente, específicamente en los cereales básicos, por lo que, si los brotes en todo el mundo son graves o continúan durante largos períodos de tiempo, es probable que haya interrupciones graves que puedan reducir la disponibilidad de alimentos en los mercados a mediano y largo plazo. También debido a la reducción de los ingresos, el aumento de los precios y la disponibilidad limitada pueden restringir el acceso a alimentos esenciales.12
La COVID-19 está agravando la crisis del hambre en los puntos críticos del planeta y creando nuevos epicentros del hambre en todo el mundo. A finales de este año, 12 000 personas al día podrían morir de hambre derivada de la crisis del COVID-19, posiblemente más que de la enfermedad. 13
El nuevo coronavirus fue la gota que ha colmado el vaso para millones de personas que ya tenían que hacer frente a los efectos de los conflictos, el cambio climático y la desigualdad, más un sistema alimentario disfuncional, ha empobrecido a millones de productores de alimentos, y de trabajadores y trabajadoras de ese sector. Sin embargo, los más ricos siguen obteniendo beneficios: ocho de las mayores empresas de alimentación y bebidas han pagado a sus accionistas dividendos por un valor de más de 18 000 millones de dólares desde enero de este año, a pesar de que la pandemia ya se estaba extendiendo por todo el mundo. Esta cifra es diez veces superior a la cuantía que las Naciones Unidas ha solicitado para evitar que la gente siga pasando hambre. 14
La pandemia de la COVID-19 ha provocado una crisis económica y está agravando rápidamente la actual crisis de hambre, seguridad alimentaria y nutrición. En cuestión de semanas, el nuevo coronavirus ha dejado al descubierto los riesgos, fragilidades y desigualdades en los sistemas alimentarios mundiales, y los ha llevado al punto de ruptura.
Conclusiones.
La pandemia de la COVID-19 ha venido a empeorar la situación existente a nivel mundial mucho antes que surgiera el paciente cero. El virus del “hambre” ha llevado a la muerte millones de personas a nivel mundial en toda su geografía. No escapa una región del planeta que se libre de la pesadilla del hambre y la seguridad alimentaria, incluyendo en los países capitalistas poderosos.
Regiones como América Latina y el Caribe, África y una porción de Asia han padecido del sufrimiento del hambre, aportando fallecidos por inanición mientras pequeños grupos de personas se enriquecen con el sudor y la sangre de las grandes masas pobres.
El nuevo coronavirus trajo profundas desgracias para gran cantidad de pueblos del mundo, pero la mayoría han muerto y mueren aun porque no pueden alimentarse, debido a la falta de trabajo, la pobreza, la explotación despiadada que impone el neoliberalismo feroz y la práctica neocolonial con muchos países en el mundo por lo imperialistas del orbe.
¿Cuántos seres humanos morirán? No lo sabemos, lo que si es necesario que se sepa, es que el hambre no apareció en el 2019, el hambre ya estaba presente en todos los continentes y poco se hacía a pesar de los llamados de la ONU y la FAO. Hoy es más triste el panorama porque la COVID-19 acelera las muertes, sin saber hasta cuándo ni cómo quedarán los pueblos en la era postcovid.
Muchas personas en el mundo están pensando y exhibiendo las vacunas que acabarán con el virus, aun no sabemos cuándo esto ocurrirá, ni cuánto demorará su aplicación y si será efectiva por largo tiempo. Lo interesante de todo esto es ¿cuál es la vacuna para acabar con el hambre y tener una buena seguridad alimentaria? De esto no se habla. Podemos acabar con la COVID-19, pero mientras no terminemos de eliminar el hambre, existirá la posibilidad que sigan muriendo millones de personas, niños ancianos, mujeres y seremos esclavos permanentes de las grandes pandemias.
- Mario Antonio Padilla Torres es Dr. en Ciencias Filosóficas, Universidad de la Habana, Máster en Ciencias Históricas, está Diplomado en Cultura, Licenciado en Ciencias Políticas, es Profesor e Investigador Titular. Se desempeña como Secretario Académico y Jefe del Proyecto sobre el Terrorismo internacional del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de la República de Cuba. Es especialistas en temas globales y de teoría de las relaciones internacionales, actualmente es colaborador de Comunicación Política. Imparte docencia en diferentes universidades del país, en cursos de Maestría, Diplomados y estudios socioculturales. Es miembro permanente del Tribunal de Filosofía de la República de Cuba, miembro del Consejo Editorial de las revistas “Estudios Estratégicos” del CIPI, y de la de “Política Internacional” del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de la República de Cuba.
E-ail: padilla@cipi.cu marioapt1959@gmail.com Marite.ortiz@infomed.sld.cu .
- María Teresita Ortiz Gómez, es Máster en Psicología de la Salud, Máster en Bioenergía, Especialista en Psicología de la Salud, Licenciada en Psicología, profesora Auxiliar de la Universidad de Ciencias Medicas de la Habana y del Policlínico Universitario “Manuel Fajardo” del Municipio Playa en la Habana, Cuba.
E-ail: Marite.ortiz@infomed.sld.cu . maritesitamexico19@gmail.com
- Cecilia de Paula Duardo. Dra. Especialista de I er Grado en Medicina General Integral. Máster en Nutrición de salud, profesora, Metodóloga del Policlínico Universitario “Manuel Fajardo” del Municipio Playa en la Habana, Cuba.
E-ail: cpeduardo@infomed.sld.cu
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El COVID-19 y la crisis en los sistemas alimentarios: Síntomas, causas y posibles soluciones
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La nueva enfermedad coronavirus (COVID-19) y los Sistemas Alimentarios en América Latina y el Caribe #Conferencias Online FAO - Serie COVID-19 y Sistemas Alimentarios 19° sesión - 17/09/2020
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1 Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2018. Desigualdades y sistemas alimentarios. ISBN 978-92-5-131059-5 (FAO)
© FAO, OPS, WFP y UNICEF, 2018. ; https://creativecommons.org/licenses/ by-nc-sa/3.0/igo/deed.es_ES).
2 Ídem
3 Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe
4 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019 http://www.ipsuss.cl/ipsuss/estadisticas-e-indicadores/fao-numero-de-personas-subalimentadas-en-el-mundo/2019-07-23/184102.html Martes 23 de julio de 2019
5 https://www.lavanguardia.com/vida/20190715/463489932670/numero-personas-pasan-hambre-mundo-aumenta-tercer-ano-consecutivo-informe-naciones-unidas-fao.html
6 EFE, Roma 15/07/2019 20:00 | Actualizado a 16/07/2019 16:16
https://www.lavanguardia.com/vida/20190715/463489932670/numero-personas-...
7 EFE, Roma 15/07/2019 20:00 | Actualizado a 16/07/2019 16:16 https://www.lavanguardia.com/vida/20190715/463489932670/numero-personas-...
8 Comunicado de prensa de las Naciones Unidas 13 de julio de 2020
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9 El Programa Mundial de Alimentos (PMA) https://www.weforum.org/agenda/2020/05/how-many-people-die-each-day-covid-19-coronavirus/.
https://www.wfp.org/news/world-food-programme-assist-largest-number-hung...
10 El virus del hambre: cómo el coronavirus está agravando el hambre en un mundo hambriento- nota informativa de Oxfam 9 julio 2020 consultar: https://www.oxfam.org/es/informes/elijamos-dignidad-no-indigencia
11La Organización Internacional del trabajo acerca de los problemas de la COVID. Consultar: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_627189/lang-...
12 Para obtener más información, visite los sitios web: https://www.livelihoodscentre.org/ https://media.ifrc.org/ifrc/ https://www.redcross.org.uk/
13 El COVID-19 y la crisis en los sistemas alimentarios: Síntomas, causas y posibles soluciones
Comunicado del Panel Internacional de Expertos sobre Sistemas de Alimentación Sostenible (IPES-Food) – abril de 2020
http://www.ipes-food.org/_img/upload/files/COVID-19_CommuniqueES%281%29.pdf
14 El COVID-19 y la crisis en los sistemas alimentarios: Síntomas, causas y posibles soluciones
Comunicado del Panel Internacional de Expertos sobre Sistemas de Alimentación Sostenible (IPES-Food) – abril de 2020
http://www.ipes-food.org/_img/upload/files/COVID-19_CommuniqueES%281%29.pdf
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