México SA
Acabar con el dogma neoliberal // México, república maquiladora
Carlos Fernández-Vega
M
ás de tres décadas neoliberales sin política industrial generaron una gruesa factura a los mexicanos: el país pasó de potencia sectorial en ciernes a mera república maquiladora, sin mayor impacto en el crecimiento económico ni en el bienestar de su población. Otras naciones rezagadas se reconvirtieron para avanzar sostenidamente en ambos renglones, pero la nuestra quedó anclada al subdesarrollo y el rezago social.
En este tenor, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico desmenuza la situación y las alternativas ( Recesión industrial: herencia de un modelo neoliberal sin política industrial), y de su análisis se toman los siguientes pasajes. Va, pues.
Negar la aplicación de una verdadera política industrial a México representó cerrar el camino al desarrollo social y económico.El desarrollo industrial moderno, vinculado con un sistema educativo de alta calidad e interrelacionado con la creación de empresas nacionales de alto valor agregado, constituye el mecanismo para superar los rezagos socioeconómicos y demográficos que todas las naciones enfrentan.
En México, por el contrario, se negó el desarrollo industrial y ello sigue pagando la factura: la destrucción sistémica de la industria nacional de alto valor agregado le ha convertido en una gran base maquiladora de exportación.
Pocas empresas nacionales han logrado sobrevivir y hoy enfrentan el acoso tanto de la competencia desleal externa como de la mal comprendida libre competencia interna. Las cifras del Inegi confirman la inercia que genera la carencia de una política industrial: recesión en el sector industrial; se acumulan 8 meses de caídas consecutivas; el promedio del descenso industrial durante los primeros 6 meses del gobierno del presidente López Obrador es de 1.8 por ciento, la más débil para un inicio de sexenio de los últimos cuatro.
No obstante, debe señalarse que el incremento positivo observado en mayo de cuatro componentes fue menor a uno por ciento, lo cual reafirmó que el producto interno bruto de la industria y el de la construcción siguen a la baja. Han sufrido un daño estructural que ha propiciado que su ciclo económico también disminuya.
El ciclo industrial de Estados Unidos también se ha debilitado y, en consecuencia, se reafirma la necesidad de establecer una estrategia de política económica diferente que se aleje del dogma neoliberal. Si prevalece la lógica heredada, la industria mexicana continuará en fase recesiva y se corre el riesgo de que ello llegue con mayor fuerza a un mercado interno que ya se ha debilitado.
Carecer de una política industrial generó una abultada factura que México sigue pagando: la destrucción sistémica de su industria nacional de alto valor agregado que la ha convertido en una gran base maquiladora de exportación. Pocas empresas nacionales han logrado sobrevivir y hoy enfrentan el acoso tanto de la competencia desleal externa como de la mal comprendida libre competencia interna.
Negar a México una verdadera política industrial fue rechazar el camino del desarrollo a su sociedad y economía. La ausencia de una estrategia integral en materia industrial cerró el paso a la innovación tecnológica, al encadenamiento productivo y al crecimiento socialmente inclusivo.
En los últimos 30 años el mayor avance social y económico radicó en las naciones que implementaron una política industrial ambiciosa: sin importar su rezago productivo, tecnológico y elevado nivel de pobreza, países como China, Corea del Sur, Vietnam y Singapur observaron inteligentemente que el futuro de su desarrollo no residía en las ventajas comparativas que les otorgaba su sector primario, dotación de recursos básicos o los bajos salarios, comprendieron lo que era una lección de la historia económica exitosa en Europa y Estados Unidos.
Las rebanadas del pastel
En eso de las Afore, ¿quién se queda con la rebanada más gruesa? Los empresarios, porque al ahorrador le dejan las pérdidas y las consecuencias de inversiones privadas fallidas.
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