Armamentismo
Frente a las guerras y amenazas de guerra, antimilitarismo e internacionalismo
16/07/2019 | Julien Salingue. Pierre Rousset. Yvan Lemaitre
Carrera de armamentos y rivalidades interimperialistas
Julien Salingue
"Mohamed bin Salmán ha hecho un trabajo espectacular": así se expresaba Donald Trump durante la cumbre del G20, organizada en Osaka (Japon) los días 28 y 29 de junio, sin suscitar comentarios de los otros participantes. Peor aún: la cumbre ha dejado constancia de que su próxima reunión se celebrará, en 2020, en Riad, capital del reino de Arabia Saudíta. No importa la guerra sucia contra Yemen, las ejecuciones de opositores (entre otras, la muy mediática del periodista Jamal Khashoggi), las detenciones arbitrarias: Mohamed bin Salmán es bienvenido en los cenáculos de los poderosos, donde incluso se aplaude, con ironía mórbida, la calidad de su "trabajo".
Carrera de armamentos
Nada asombroso cuando se observa cómo va el mundo, con el desarrollo de regímenes autoritarios y la fiebre militarista. La mundialización capitalista atraviesa una crisis económica, social y política histórica, que permite decir a un guasón Vladimir Putin que "el liberalismo está obsoleto", y que se traduce entre otras cosas, desde hace varios años, en un ascenso de las tensiones interimperialistas, con grandes unas potencias muy decididas a no contentarse con un statu quo que no satisface a nadie. Los Estados Unidos de Trump son en este sentido un paradigma: medidas proteccionistas cada vez más agresivas para "proteger el mercado interior", pero manteniendo las miras imperialistas, incluso extendiéndolas, de Oriente Medio al Asia del Pacífico, pasando por América Latina.
¿Estamos en vísperas de una conflagración militar mundial? Sería precipitado llegar a esta conclusión alarmista. Aunque hay que constatar en todo caso que se ha relanzado la carrera de armamentos, con un aumento espectacular de los gastos militares mundiales y, por consiguiente, un mercado del armamento en plena expansión. En un informe del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI) publicado el pasado abril, se señala que entre 2017 y 2018 ha habido un aumento global del 2,6 % de los gastos militares a escala del planeta. Yendo al detalle, los gastos militares estadounidenses han aumentado, por primera vez desde hace siete años, un 4,6 %, los de China, adversario señalado por Trump, el 8,1 %, los de Europa central el 12 %, los de América central el 8,8 % y los de Europa occidental el 1,4 %. Elocuentes disparidades mundiales puesto que, en ese mismo período de tiempo, los gastos militares del Africa subsahariana bajan el 11 %, los del Norte de Africa el 5,5 % y los de Oceanía cerca del 3 %. Durante los últimos 10 años, se señala una progresión del 29 % en India, del 73 % en Pakistan, del 27 % en Rusia, del 28 % en Corea del Sur, etc.
Guerra fría, guerras calientes
Estos gastos no se destinan sólo a la modernización de los ejércitos (muy espectacular en Rusia y China) o a la disuasión, sino a intervenciones militares concretas. Hay que recordar que, pese a las promesas no intervencionistas de Trump, los Estados Unidos están hoy día directamente comprometidos en siete conflitos (Afganistán, Irak, Siria, Yemen, Somalia, Libia, Níger); que Rusia, pocos años después de la guerra en Crimea, ha desplegado medios militares consecuentes para socorrer a su aliado Bashar al-Ásad; o incluso que Turquía, cuyos gastos militares han aumentado un 24 % (!) en 2018, ha multiplicado en los últimos tiempos sus intervenciones contra zonas kurdas, en particular contra el cantón de Afrín en Siria.
Guerras calientes con un fondo de guerras frías entre potencias mundiales y/o entre potencias regionales, siendo el ejemplo más flagrante de este último tipo de conflicto la guerra fría entre Irán y Arabia Saudita, que intervienen militarmente fuera de sus fronteras para preservar o extender sus zonas de influencia, se enfrentan por medio de grupos satélites interpuestos, y presionan a cada país de la región a escoger su campo, en una región donde el Estado de Israel multiplica por su parte sus intervenciones y dispara hacia arriba los gastos militares y la carrera de armamentos.
Francia no se queda atrás, ya que forma parte del podio de los exportadores de armas y se sitúa en el 5º puesto a nivel de gastos militares, justo detrás de India. Una Francia que, aunque no tenga las ambiciones de Estados Unidos, China o Rusia, forma parte de estas grandes potencias que no dudan en poner al mundo a sangre y fuego para defender o extender sus intereses. Potencias que elevan hoy muchas amenazas, con riesgos reales de explosiones de consecuencias difícilmente medibles, y que obligan a las fuerzas progresistas a reforzar sus posiciones internacionalistas y anti-imperialistas.
El teatro de operaciones indo-pacífico
Pierre Rousset
En el plano militar, los océanos Indico y Pacífico se han vuelto el eje del cara a cara mundial entre Estados Unidos y China, hasta el punto de que el Pentágono lo ha convertido en un teatro de operaciones unificado para oponerse mejor al ascenso potencial de las fuerzas armadas chinas. Lo que está en juego es enorme.
Donald Trump ha hecho lo que Barack Obama quería pero no llegó a conseguir, al quedar engullido en la crisis de Oriente Medio: reforzar cualitativamente la presencia de la VII Flota, sobre todo en el Pacífico occidental. En 2020, dos tercios de la US Navy deberían estar situadas en Asia-Pacífico, cuando antes la mitad se encontraba en el Atlántico. Simultáneamente, Washington quiere integrar más estrechamente en un frente común antichino a Japon, India, Australia… La Francia de Macron ambiciona entrar en este juego occidental, a pesar de la debilidad de sus medios, invocando sus posesiones insulares (y las amplias zonas económicas exclusivas que van asociadas).
Cambio de la doctrina militar china
Xi Jinping, por su parte, ha modificado radicalmente la doctrina militar china. Bajo Mao mantenía una perspectiva defensiva y local: oponer la guerra popular a un eventual invasor, garantizar sus reivindicaciones fronterizas (Himalaya, Siberia, Taiwan…). El ejército de tierra constituía el corazón de esta política. En adelante se sitúa en una política de gran potencia mundial: proteger sus líneas de comunicación, consolidar su expansión económica, imponer su rango… Esta ambición le corresponde a la fuerza naval.
El ejército de tierra monopolizaba ayer el 70 % de los efectivos militares (unos dos millones en total), menos del 50 % hoy, mientras los efectivos de la marina se han triplicado. Pekin quiere dotarse de los medios de controlar los océanos y el cielo. Los gastos militares han crecido un 83 % entre 2009 y 2018, con resultados probablemente sin precedentes en un plazo de tiempo tan corto para un gran país. China sólo poseía un portaviones de fabricación soviética, ya tiene tres y pronto probablemente cinco. No tenía ningún superdestructor, hoy día ya ha desplegado cuatro …
Las fuerzas chinas tienen sus debilidades. Un armamento nuclear por modernizar. Submarinos estratégicos demasiado "ruidosos". Poca experiencia en materia de despliegue masivo de cuerpos de ejército y de coordinación entre diversos servicios. Aún menos experiencia de fuego, de guerras reales. Una cadena de mando inadaptada, cuando, ante la eventualidad de una ruptura de comunicaciones, se requiere una gran capacidad de autodecisión en un teatro de operaciones. En este terreno, Pekín ha decidido calcar el dispositivo estadounidense, aunque esta descentralización operativa puede entrar en conflicto con la concepción hipercentralizada del poder propia de Xi Jinping.
Relanzamiento de la carrera de armamentos
En el plano geoestratégico, Washington se apoya en tres líneas de islas para contrarrestar el despliegue chino. La primera rodea el Mar de China, de la Península coreana a la Península indochina pasando por Japón, Filipinas, el Archipiélago indonesio. La segunda tiene como eje a Guam y su base naval, en Micronesia (Pacífico occidental), que debería proteger a Hawái, sede de la flota estadounidense del Pacífico. La tercera está situada en el Pacífico sur.
El conflicto del Mar de China (una apelación internacional rechazada por los países ribereños) se ha saldado con un compromiso temporal. Pekín ha militarizado en su beneficio el mar de China del Sur, aún debiendo cesar sus incursiones militares en los accesos de Japón y Corea (aunque pueden reaparecer más al Norte, a lo largo de Siberia, con apoyo ruso). Xi Jinping lanzó la construcción de "corredores" via Birmania y Malaisia, así como a través de Pakistán, que le permiten acceder directamente al Océano Índico. Su marina de altamar navega ya hasta el Pacífico Sur donde se desencadena la competición por firmar acuerdos militares-económicos con los Estados insulares. Se beneficia además de una base en Djibouti, en el Cuerno de África, multiplica las maniobras en el océano Índico y ha intervenido en Yemen para repatriar a sus ciudadanos.
Otra faceta de la competición, el desarrollo de armas nuevas, ya fabricadas o probadas: misiles de precisión y de largo alcance tierra-mar, mar-mar, antisatélites, aparatos hipersónicos (hasta Mach 20… Rusia también está en cabeza en este terreno); nuevo avión furtivo; avión-cargo sin piloto; supercañones utilizando la potencia electromagnética… El despliegue de tales armas podría amenazar desde lejos a las flotas aeronavales, cambiando las vigentes reglas de la guerra. De hecho, el conflito Estados Unidos-China en Asia-Pacífico ha relanzado la carrera de armamentos en el mundo entero.
Conflictos por delegación
Ni China ni Estados Unidos quieren implicarse en una guerra frontal –aunque no se puede ignorar el riesgo de "patinazo" en el mar de China del Sur y en torno a Taiwán. Sin embargo, conflictos por delegación están dentro de la lógica de las cosas. Ocurrió en el caso de Corea (y podría volver a ocurrir). Es actualmente el caso (en forma política) de Sri Lanka, una isla cuya posición estratégica es clave, en la punta sur de India, y donde Pekín ha obtenido la concesión de un puerto para 99 años (¡también Hong Kong era una concesión británica para 99 años!). ¿Dónde podría nacer tal conflicto por delegación bajo forma militar? Es difícil prever.
La particularidad del teatro de operaciones indo-pacífico es que se oponen, como en ningún otro sitio, la primera y la segunda potencia militares (y con Rusia capaz de tocar su partitura gracias a su presencia siberiana y a su flota de submarinos estratégicos). Más que en ninguna otra parte, la geografía política, económica, tecnológica y militar del conflicto Estados Unidos-China podría superponerse con el horizonte de una posible balcanización de un mercado mundializado. Aquí las lógicas de guerra toman más directamente una dimensión mundial.
Contra las guerras y el militarismo
Las guerras que llevan a cabo las grandes potencias no tienen como objetivo, como se nos dice, luchar contra el terrorismo y aún menos aliviar a los pueblos de la miseria o librarles de las dictaduras que los oprimen.
Son guerras llevadas a cabo para continuar saqueando los recursos naturales de estos países, perpetuando la relación colonialista impuesta, en particular por Francia, a los pueblos de Africa y de Oriente Medio. Para las principales potencias imperialistas, se trata de defender o extender sus "zonas de influencia"… y sus intereses económicos.
Guerras, miseria y complicidades europeas
Lejos de impedir el desarrollo del terrorismo, las guerras de las dos últimas décadas lo han engendrado, empujando a muchos jóvenes, a quienes la miseria creada por la explotación de las riquezas de sus países y los bombardeoss quitan toda esperanza, en brazos de los señores de la guerra o de sectas religiosas.
El caos libio no era una fatalidad. Mientras el pueblo se levantaba en 2011 para derrocar la dictadura de Kadhafi, la intervención militar de Francia y sus aliados favoreció a todos los grupos confesionales/tribales a los que se enfrentan hoy, contribuyendo a desposeer al pueblo libio de su rebelión.
En Siria, las grandes potencias han dejado a Asad masacrar a su pueblo para frenar la revuelta que nacía tras los levantamientos de Túnez y Egipto. La destrucción de Alepo, la masacre de la población por los ejércitos de Asad y de Rusia se han producido en medio del silencio de las "democracias" americana y europeas, deseosas de conservar el aparato represivo sirio y las buenas relaciones futuras.
La Arabia Saudita que bombardea el Yemen es, junto con Israel, el principal relevo de los países occidentales en la región. Este amigo de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de Francia es también la dictatura más reaccionaria de Oriente Medio, cuna y gran tesorero de todas las corrientes del integrismo islámico.
El presidente turco, Erdogan, por su parte se ha aprovechado de su alianza con las potencias occidentales, pretendidamente contra Daech, para retomar su guerra contra la población kurda de Turquía y el PKK, para reprimir a todos los movimientos de izquierda, a los periodistas, a los militantes obreros, etc. Francia le ha asegurado un apoyo regular reprimiento a los movimientos y militantes kurdos, varios de ellos asesinados en Francia con total impunidad.
Acabar con el militarismo
Y a pesar de todo, hay que constatar que la unanimidad se impone entre las fuerzas políticas institucionales en Francia. Defensa de los "intereses franceses", de los grupos industriales, de los empleos generados por la industria de armamento: cualquier argumento es bueno para no señalar las responsabilidades, directas o indirectas, de Francia en los conflictos militares.
Aunque a veces con las posturas más contradictorias, como la de Jean-Luc Mélenchon y la FI que, al mismo tiempo que denuncian las exportaciones de armas a Arabia Saudita, no dejan de alabar la buena salud del complejo militar-industrial francés. El 25 de octubre 2018, Jean-Luc Mélenchon se refería así, en Bourget, al salón Euronaval, "cita mundial de las tecnologías navales del futuro", con este comentario en Twitter, apoyado con fotos: "Visita a los stands de Thalès, MBDA, Naval Group, Ministerio del Ejército y Navire des métiers. Francia debe dotarse de los medios para asegurar su soberanía en su territorio marítimo, el segundo más extenso del mundo". Miseria del "patriotismo"…
Al contrario que toda apología de las industrias de armamento francesas, que toda lógica "bloque contra bloque" y que todo chauvinismo, es urgente asumir consignas que defiendan una perspectiva de desarme y de desmilitarización. Ello comienza por detener las exportaciones de ingenios mortíferos franceses y, más allá, el desmantelamiento del complejo militar-industrial, con una reconversion industrial que podría orientarse hacia el terreno de la transición energética (trenes, metros, tranvías, energías renovables…).
Esto es, una política de desarme unilateral y general, que implica también la destrucción de la fuerza de disuasión nuclear francesa y, en el plano político, el rechazo de cualquier "ejército europeo", la salida de la OTAN, el fin de la Françafrique y, más en general, la detención de todas las intervenciones militares francesas en el extranjero.
Estados Unidos-Irán : Trump-se-va-a-la-guerra, un peligro para todo el planeta
Yvan Lemaitre
El 13 de junio, el ataque a dos petroleros, uno noruego y otro japonés, cerca del estrecho de Ormuz por le que transita una quinta parte de la producción mundial de petróleo, ha servido de pretexto a Estados Unidos para relanzar su ofensiva contra Irán, emprendida desde su retirada del acuerdo internacional sobre el tema nuclear iraní, de mayo de 2018.
El tono aún subió un grado el 20 de junio después de que Irán abatiese un dron de vigilancia da la US Navy que había violado, según Irán, su espacio aéreo. Como represalia, Estados Unidospreparó ataques aéreos antes de que Trump se echase atrás en el último momento, para añadir sin embargo a continuación:“Cualquier acción de Irán contra cualquier interés americano desencadenará una respuesta de una fuerza poderosa y aplastante […] En algunos ámbitos, aplastante significará aniquilación”. Más allá de la odiosa puesta en escena del propio Trump en el momento en que emprende una nueva campaña electoral para las elecciones presidenciales, más allá de los excesos de los halcones, Bolton y Pompeo, estos avisos son asumidos por el Estado americano y el Pentágono, y no se dirigen sólo a Irán sino que pretenden afirmar la determinación de Estados Unidosfrente al mundo entero.
Pujas belicistas
El 24 de junio, Trump firmó un decreto imponiendo nuevas sanciones, reforzamiento del embargo, congelación de los fondos en el extranjero de algunos dirigentes iraníes, que fue considerado por Irán "como un acto hostil de terrorismo económico y guerra económica lanzadas contra nuestra Nación" y como una voluntad de "cerrar de forma permanente la vía de la diplomacia con el gobierno dispuesto a todo". Irán está estrangulado por el embargo que pretende ponerle de rodillas e imponerle las decisiones estadounidenses, o incluso provocar el hundimiento del régimen. Las exportaciones de petróleo iraní han caído a entre 750.000 y900.000 barriles al día, sobre todo con destino a China, frente a 2,6 millones de barriles al día hace un año. Una situación dramática que paga la población con alzas de precio, desempleo, miseria.
Esta política refuerza de hecho el poder de los mullahs que se apoyan en los sentimientos anti-estadounidenses. En respuesta a las nuevas sanciones, estos últimos han anunciado que comenzarían a romper sus compromisos nucleares el 7 de julio, si los otros firmantes del acuerdo (China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania) no encontraban el medio de atenuar el peso de las sanciones US. Le Drian, Ministro francés de Asuntos Exteriores, se apresuró a denunciar este "grave error"…
Ruido de botas
Desde el 17 de junio, Washington anunció el envío de 1000 militares suplementarios "con fines defensivos para responder a amenazas aéreas, navales y terrestres en Oriente Medio". El 5 de mayo, ya había sido anunciado el despliegue, en aguas del golfo Arabo-pérsico, del portaviones Abraham-Lincoln y de su grupo de combate. Cuatro bombardeos estratégicos B-52 llegaron el 8 de mayo a la base qatarí de el-Udeid. Otro navío de la US Navy, el Arlington, transportando una fuerza de marines, vehículos aanfibios de desembarco, helicópteros y una batería de misiles antimisiles Patriot, está en camino hacia Oriente Medio. El Pentágono ha emprendido un plan de intervención que prevé el despliegue de 120.000 soldados en la región –poco menos que para la guerra contra Irak.
Es muy probable que Estados Unidosno quiera hoy día una guerra directa o incluso prefiera evitarla, si es posible, convencidos de que la relación de fuerzas está enteramente a su favor. Esto quiso señalar Trump al declarar, sobre la posibilidad de un enfrentamiento militar: "Estamos en una posición muy fuerte, y esto no va a durar mucho, os lo puedo asegurar". Palabras que asumen el riesgo y las consecuencias que podrían no limitarse a Irán, que abarcarían el Oriente Medio, provocarían un recrudecimiento del terrorismo en respuesta al odioso terrorismo de Estado estadounidense, agravarían la inestabilidad y las tensiones internacionales.
Asistiríamos a un aumento de las cotizaciones del petróleo, a una ralentización de los intercambios internacionales y verosímilmente a una recesión mundial, cuyos elementos ya están en marcha.
El desorden mundializado
La política de Trump, incluída su simple puesta en escena, responde a las necesidades de Wall Street, esto es a una clase capitalista dispuesta a defender con uñas y dientes su dominación mundial en el marco de una libre competencia falseada y mundializada. Ya no está en condiciones de ser el gendarme del mundo capitalista pero se ha convertido en un poderoso factor de desorden mundial, movido por la defensa de sus exclusivos intereses. La multiplicación de conflictos e intervenciones, la exacerbación de las tensiones entre políticas liberales y políticas imperialistas, son una consecuencia del estancamiento del capitalismo en el momento de la financiarización mundializada.
La primera potencia mundial tiene un talón de Aquiles, la contradicción entre los 99% y los 1%, que la desgasta en su interior, una contradicción cada vez más brutal, evidente, destructora, que la política de Wall Street y del Pentágono asi como las ridículas y cínicas locuras de Trump preparan su explosión. La única respuesta a la amenaza que representa la política de Estados Unidosfrente al conjunto del planeta.
3/7/2019
https://npa2009.org/arguments/face-aux-menaces-de-guerre-anti-imperialistes-et-internationalistes
Traducción: viento sur
Julien Salingue
"Mohamed bin Salmán ha hecho un trabajo espectacular": así se expresaba Donald Trump durante la cumbre del G20, organizada en Osaka (Japon) los días 28 y 29 de junio, sin suscitar comentarios de los otros participantes. Peor aún: la cumbre ha dejado constancia de que su próxima reunión se celebrará, en 2020, en Riad, capital del reino de Arabia Saudíta. No importa la guerra sucia contra Yemen, las ejecuciones de opositores (entre otras, la muy mediática del periodista Jamal Khashoggi), las detenciones arbitrarias: Mohamed bin Salmán es bienvenido en los cenáculos de los poderosos, donde incluso se aplaude, con ironía mórbida, la calidad de su "trabajo".
Carrera de armamentos
Nada asombroso cuando se observa cómo va el mundo, con el desarrollo de regímenes autoritarios y la fiebre militarista. La mundialización capitalista atraviesa una crisis económica, social y política histórica, que permite decir a un guasón Vladimir Putin que "el liberalismo está obsoleto", y que se traduce entre otras cosas, desde hace varios años, en un ascenso de las tensiones interimperialistas, con grandes unas potencias muy decididas a no contentarse con un statu quo que no satisface a nadie. Los Estados Unidos de Trump son en este sentido un paradigma: medidas proteccionistas cada vez más agresivas para "proteger el mercado interior", pero manteniendo las miras imperialistas, incluso extendiéndolas, de Oriente Medio al Asia del Pacífico, pasando por América Latina.
¿Estamos en vísperas de una conflagración militar mundial? Sería precipitado llegar a esta conclusión alarmista. Aunque hay que constatar en todo caso que se ha relanzado la carrera de armamentos, con un aumento espectacular de los gastos militares mundiales y, por consiguiente, un mercado del armamento en plena expansión. En un informe del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI) publicado el pasado abril, se señala que entre 2017 y 2018 ha habido un aumento global del 2,6 % de los gastos militares a escala del planeta. Yendo al detalle, los gastos militares estadounidenses han aumentado, por primera vez desde hace siete años, un 4,6 %, los de China, adversario señalado por Trump, el 8,1 %, los de Europa central el 12 %, los de América central el 8,8 % y los de Europa occidental el 1,4 %. Elocuentes disparidades mundiales puesto que, en ese mismo período de tiempo, los gastos militares del Africa subsahariana bajan el 11 %, los del Norte de Africa el 5,5 % y los de Oceanía cerca del 3 %. Durante los últimos 10 años, se señala una progresión del 29 % en India, del 73 % en Pakistan, del 27 % en Rusia, del 28 % en Corea del Sur, etc.
Guerra fría, guerras calientes
Estos gastos no se destinan sólo a la modernización de los ejércitos (muy espectacular en Rusia y China) o a la disuasión, sino a intervenciones militares concretas. Hay que recordar que, pese a las promesas no intervencionistas de Trump, los Estados Unidos están hoy día directamente comprometidos en siete conflitos (Afganistán, Irak, Siria, Yemen, Somalia, Libia, Níger); que Rusia, pocos años después de la guerra en Crimea, ha desplegado medios militares consecuentes para socorrer a su aliado Bashar al-Ásad; o incluso que Turquía, cuyos gastos militares han aumentado un 24 % (!) en 2018, ha multiplicado en los últimos tiempos sus intervenciones contra zonas kurdas, en particular contra el cantón de Afrín en Siria.
Guerras calientes con un fondo de guerras frías entre potencias mundiales y/o entre potencias regionales, siendo el ejemplo más flagrante de este último tipo de conflicto la guerra fría entre Irán y Arabia Saudita, que intervienen militarmente fuera de sus fronteras para preservar o extender sus zonas de influencia, se enfrentan por medio de grupos satélites interpuestos, y presionan a cada país de la región a escoger su campo, en una región donde el Estado de Israel multiplica por su parte sus intervenciones y dispara hacia arriba los gastos militares y la carrera de armamentos.
Francia no se queda atrás, ya que forma parte del podio de los exportadores de armas y se sitúa en el 5º puesto a nivel de gastos militares, justo detrás de India. Una Francia que, aunque no tenga las ambiciones de Estados Unidos, China o Rusia, forma parte de estas grandes potencias que no dudan en poner al mundo a sangre y fuego para defender o extender sus intereses. Potencias que elevan hoy muchas amenazas, con riesgos reales de explosiones de consecuencias difícilmente medibles, y que obligan a las fuerzas progresistas a reforzar sus posiciones internacionalistas y anti-imperialistas.
El teatro de operaciones indo-pacífico
Pierre Rousset
En el plano militar, los océanos Indico y Pacífico se han vuelto el eje del cara a cara mundial entre Estados Unidos y China, hasta el punto de que el Pentágono lo ha convertido en un teatro de operaciones unificado para oponerse mejor al ascenso potencial de las fuerzas armadas chinas. Lo que está en juego es enorme.
Donald Trump ha hecho lo que Barack Obama quería pero no llegó a conseguir, al quedar engullido en la crisis de Oriente Medio: reforzar cualitativamente la presencia de la VII Flota, sobre todo en el Pacífico occidental. En 2020, dos tercios de la US Navy deberían estar situadas en Asia-Pacífico, cuando antes la mitad se encontraba en el Atlántico. Simultáneamente, Washington quiere integrar más estrechamente en un frente común antichino a Japon, India, Australia… La Francia de Macron ambiciona entrar en este juego occidental, a pesar de la debilidad de sus medios, invocando sus posesiones insulares (y las amplias zonas económicas exclusivas que van asociadas).
Cambio de la doctrina militar china
Xi Jinping, por su parte, ha modificado radicalmente la doctrina militar china. Bajo Mao mantenía una perspectiva defensiva y local: oponer la guerra popular a un eventual invasor, garantizar sus reivindicaciones fronterizas (Himalaya, Siberia, Taiwan…). El ejército de tierra constituía el corazón de esta política. En adelante se sitúa en una política de gran potencia mundial: proteger sus líneas de comunicación, consolidar su expansión económica, imponer su rango… Esta ambición le corresponde a la fuerza naval.
El ejército de tierra monopolizaba ayer el 70 % de los efectivos militares (unos dos millones en total), menos del 50 % hoy, mientras los efectivos de la marina se han triplicado. Pekin quiere dotarse de los medios de controlar los océanos y el cielo. Los gastos militares han crecido un 83 % entre 2009 y 2018, con resultados probablemente sin precedentes en un plazo de tiempo tan corto para un gran país. China sólo poseía un portaviones de fabricación soviética, ya tiene tres y pronto probablemente cinco. No tenía ningún superdestructor, hoy día ya ha desplegado cuatro …
Las fuerzas chinas tienen sus debilidades. Un armamento nuclear por modernizar. Submarinos estratégicos demasiado "ruidosos". Poca experiencia en materia de despliegue masivo de cuerpos de ejército y de coordinación entre diversos servicios. Aún menos experiencia de fuego, de guerras reales. Una cadena de mando inadaptada, cuando, ante la eventualidad de una ruptura de comunicaciones, se requiere una gran capacidad de autodecisión en un teatro de operaciones. En este terreno, Pekín ha decidido calcar el dispositivo estadounidense, aunque esta descentralización operativa puede entrar en conflicto con la concepción hipercentralizada del poder propia de Xi Jinping.
Relanzamiento de la carrera de armamentos
En el plano geoestratégico, Washington se apoya en tres líneas de islas para contrarrestar el despliegue chino. La primera rodea el Mar de China, de la Península coreana a la Península indochina pasando por Japón, Filipinas, el Archipiélago indonesio. La segunda tiene como eje a Guam y su base naval, en Micronesia (Pacífico occidental), que debería proteger a Hawái, sede de la flota estadounidense del Pacífico. La tercera está situada en el Pacífico sur.
El conflicto del Mar de China (una apelación internacional rechazada por los países ribereños) se ha saldado con un compromiso temporal. Pekín ha militarizado en su beneficio el mar de China del Sur, aún debiendo cesar sus incursiones militares en los accesos de Japón y Corea (aunque pueden reaparecer más al Norte, a lo largo de Siberia, con apoyo ruso). Xi Jinping lanzó la construcción de "corredores" via Birmania y Malaisia, así como a través de Pakistán, que le permiten acceder directamente al Océano Índico. Su marina de altamar navega ya hasta el Pacífico Sur donde se desencadena la competición por firmar acuerdos militares-económicos con los Estados insulares. Se beneficia además de una base en Djibouti, en el Cuerno de África, multiplica las maniobras en el océano Índico y ha intervenido en Yemen para repatriar a sus ciudadanos.
Otra faceta de la competición, el desarrollo de armas nuevas, ya fabricadas o probadas: misiles de precisión y de largo alcance tierra-mar, mar-mar, antisatélites, aparatos hipersónicos (hasta Mach 20… Rusia también está en cabeza en este terreno); nuevo avión furtivo; avión-cargo sin piloto; supercañones utilizando la potencia electromagnética… El despliegue de tales armas podría amenazar desde lejos a las flotas aeronavales, cambiando las vigentes reglas de la guerra. De hecho, el conflito Estados Unidos-China en Asia-Pacífico ha relanzado la carrera de armamentos en el mundo entero.
Conflictos por delegación
Ni China ni Estados Unidos quieren implicarse en una guerra frontal –aunque no se puede ignorar el riesgo de "patinazo" en el mar de China del Sur y en torno a Taiwán. Sin embargo, conflictos por delegación están dentro de la lógica de las cosas. Ocurrió en el caso de Corea (y podría volver a ocurrir). Es actualmente el caso (en forma política) de Sri Lanka, una isla cuya posición estratégica es clave, en la punta sur de India, y donde Pekín ha obtenido la concesión de un puerto para 99 años (¡también Hong Kong era una concesión británica para 99 años!). ¿Dónde podría nacer tal conflicto por delegación bajo forma militar? Es difícil prever.
La particularidad del teatro de operaciones indo-pacífico es que se oponen, como en ningún otro sitio, la primera y la segunda potencia militares (y con Rusia capaz de tocar su partitura gracias a su presencia siberiana y a su flota de submarinos estratégicos). Más que en ninguna otra parte, la geografía política, económica, tecnológica y militar del conflicto Estados Unidos-China podría superponerse con el horizonte de una posible balcanización de un mercado mundializado. Aquí las lógicas de guerra toman más directamente una dimensión mundial.
Contra las guerras y el militarismo
Las guerras que llevan a cabo las grandes potencias no tienen como objetivo, como se nos dice, luchar contra el terrorismo y aún menos aliviar a los pueblos de la miseria o librarles de las dictaduras que los oprimen.
Son guerras llevadas a cabo para continuar saqueando los recursos naturales de estos países, perpetuando la relación colonialista impuesta, en particular por Francia, a los pueblos de Africa y de Oriente Medio. Para las principales potencias imperialistas, se trata de defender o extender sus "zonas de influencia"… y sus intereses económicos.
Guerras, miseria y complicidades europeas
Lejos de impedir el desarrollo del terrorismo, las guerras de las dos últimas décadas lo han engendrado, empujando a muchos jóvenes, a quienes la miseria creada por la explotación de las riquezas de sus países y los bombardeoss quitan toda esperanza, en brazos de los señores de la guerra o de sectas religiosas.
El caos libio no era una fatalidad. Mientras el pueblo se levantaba en 2011 para derrocar la dictadura de Kadhafi, la intervención militar de Francia y sus aliados favoreció a todos los grupos confesionales/tribales a los que se enfrentan hoy, contribuyendo a desposeer al pueblo libio de su rebelión.
En Siria, las grandes potencias han dejado a Asad masacrar a su pueblo para frenar la revuelta que nacía tras los levantamientos de Túnez y Egipto. La destrucción de Alepo, la masacre de la población por los ejércitos de Asad y de Rusia se han producido en medio del silencio de las "democracias" americana y europeas, deseosas de conservar el aparato represivo sirio y las buenas relaciones futuras.
La Arabia Saudita que bombardea el Yemen es, junto con Israel, el principal relevo de los países occidentales en la región. Este amigo de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de Francia es también la dictatura más reaccionaria de Oriente Medio, cuna y gran tesorero de todas las corrientes del integrismo islámico.
El presidente turco, Erdogan, por su parte se ha aprovechado de su alianza con las potencias occidentales, pretendidamente contra Daech, para retomar su guerra contra la población kurda de Turquía y el PKK, para reprimir a todos los movimientos de izquierda, a los periodistas, a los militantes obreros, etc. Francia le ha asegurado un apoyo regular reprimiento a los movimientos y militantes kurdos, varios de ellos asesinados en Francia con total impunidad.
Acabar con el militarismo
Y a pesar de todo, hay que constatar que la unanimidad se impone entre las fuerzas políticas institucionales en Francia. Defensa de los "intereses franceses", de los grupos industriales, de los empleos generados por la industria de armamento: cualquier argumento es bueno para no señalar las responsabilidades, directas o indirectas, de Francia en los conflictos militares.
Aunque a veces con las posturas más contradictorias, como la de Jean-Luc Mélenchon y la FI que, al mismo tiempo que denuncian las exportaciones de armas a Arabia Saudita, no dejan de alabar la buena salud del complejo militar-industrial francés. El 25 de octubre 2018, Jean-Luc Mélenchon se refería así, en Bourget, al salón Euronaval, "cita mundial de las tecnologías navales del futuro", con este comentario en Twitter, apoyado con fotos: "Visita a los stands de Thalès, MBDA, Naval Group, Ministerio del Ejército y Navire des métiers. Francia debe dotarse de los medios para asegurar su soberanía en su territorio marítimo, el segundo más extenso del mundo". Miseria del "patriotismo"…
Al contrario que toda apología de las industrias de armamento francesas, que toda lógica "bloque contra bloque" y que todo chauvinismo, es urgente asumir consignas que defiendan una perspectiva de desarme y de desmilitarización. Ello comienza por detener las exportaciones de ingenios mortíferos franceses y, más allá, el desmantelamiento del complejo militar-industrial, con una reconversion industrial que podría orientarse hacia el terreno de la transición energética (trenes, metros, tranvías, energías renovables…).
Esto es, una política de desarme unilateral y general, que implica también la destrucción de la fuerza de disuasión nuclear francesa y, en el plano político, el rechazo de cualquier "ejército europeo", la salida de la OTAN, el fin de la Françafrique y, más en general, la detención de todas las intervenciones militares francesas en el extranjero.
Estados Unidos-Irán : Trump-se-va-a-la-guerra, un peligro para todo el planeta
Yvan Lemaitre
El 13 de junio, el ataque a dos petroleros, uno noruego y otro japonés, cerca del estrecho de Ormuz por le que transita una quinta parte de la producción mundial de petróleo, ha servido de pretexto a Estados Unidos para relanzar su ofensiva contra Irán, emprendida desde su retirada del acuerdo internacional sobre el tema nuclear iraní, de mayo de 2018.
El tono aún subió un grado el 20 de junio después de que Irán abatiese un dron de vigilancia da la US Navy que había violado, según Irán, su espacio aéreo. Como represalia, Estados Unidospreparó ataques aéreos antes de que Trump se echase atrás en el último momento, para añadir sin embargo a continuación:“Cualquier acción de Irán contra cualquier interés americano desencadenará una respuesta de una fuerza poderosa y aplastante […] En algunos ámbitos, aplastante significará aniquilación”. Más allá de la odiosa puesta en escena del propio Trump en el momento en que emprende una nueva campaña electoral para las elecciones presidenciales, más allá de los excesos de los halcones, Bolton y Pompeo, estos avisos son asumidos por el Estado americano y el Pentágono, y no se dirigen sólo a Irán sino que pretenden afirmar la determinación de Estados Unidosfrente al mundo entero.
Pujas belicistas
El 24 de junio, Trump firmó un decreto imponiendo nuevas sanciones, reforzamiento del embargo, congelación de los fondos en el extranjero de algunos dirigentes iraníes, que fue considerado por Irán "como un acto hostil de terrorismo económico y guerra económica lanzadas contra nuestra Nación" y como una voluntad de "cerrar de forma permanente la vía de la diplomacia con el gobierno dispuesto a todo". Irán está estrangulado por el embargo que pretende ponerle de rodillas e imponerle las decisiones estadounidenses, o incluso provocar el hundimiento del régimen. Las exportaciones de petróleo iraní han caído a entre 750.000 y900.000 barriles al día, sobre todo con destino a China, frente a 2,6 millones de barriles al día hace un año. Una situación dramática que paga la población con alzas de precio, desempleo, miseria.
Esta política refuerza de hecho el poder de los mullahs que se apoyan en los sentimientos anti-estadounidenses. En respuesta a las nuevas sanciones, estos últimos han anunciado que comenzarían a romper sus compromisos nucleares el 7 de julio, si los otros firmantes del acuerdo (China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania) no encontraban el medio de atenuar el peso de las sanciones US. Le Drian, Ministro francés de Asuntos Exteriores, se apresuró a denunciar este "grave error"…
Ruido de botas
Desde el 17 de junio, Washington anunció el envío de 1000 militares suplementarios "con fines defensivos para responder a amenazas aéreas, navales y terrestres en Oriente Medio". El 5 de mayo, ya había sido anunciado el despliegue, en aguas del golfo Arabo-pérsico, del portaviones Abraham-Lincoln y de su grupo de combate. Cuatro bombardeos estratégicos B-52 llegaron el 8 de mayo a la base qatarí de el-Udeid. Otro navío de la US Navy, el Arlington, transportando una fuerza de marines, vehículos aanfibios de desembarco, helicópteros y una batería de misiles antimisiles Patriot, está en camino hacia Oriente Medio. El Pentágono ha emprendido un plan de intervención que prevé el despliegue de 120.000 soldados en la región –poco menos que para la guerra contra Irak.
Es muy probable que Estados Unidosno quiera hoy día una guerra directa o incluso prefiera evitarla, si es posible, convencidos de que la relación de fuerzas está enteramente a su favor. Esto quiso señalar Trump al declarar, sobre la posibilidad de un enfrentamiento militar: "Estamos en una posición muy fuerte, y esto no va a durar mucho, os lo puedo asegurar". Palabras que asumen el riesgo y las consecuencias que podrían no limitarse a Irán, que abarcarían el Oriente Medio, provocarían un recrudecimiento del terrorismo en respuesta al odioso terrorismo de Estado estadounidense, agravarían la inestabilidad y las tensiones internacionales.
Asistiríamos a un aumento de las cotizaciones del petróleo, a una ralentización de los intercambios internacionales y verosímilmente a una recesión mundial, cuyos elementos ya están en marcha.
El desorden mundializado
La política de Trump, incluída su simple puesta en escena, responde a las necesidades de Wall Street, esto es a una clase capitalista dispuesta a defender con uñas y dientes su dominación mundial en el marco de una libre competencia falseada y mundializada. Ya no está en condiciones de ser el gendarme del mundo capitalista pero se ha convertido en un poderoso factor de desorden mundial, movido por la defensa de sus exclusivos intereses. La multiplicación de conflictos e intervenciones, la exacerbación de las tensiones entre políticas liberales y políticas imperialistas, son una consecuencia del estancamiento del capitalismo en el momento de la financiarización mundializada.
La primera potencia mundial tiene un talón de Aquiles, la contradicción entre los 99% y los 1%, que la desgasta en su interior, una contradicción cada vez más brutal, evidente, destructora, que la política de Wall Street y del Pentágono asi como las ridículas y cínicas locuras de Trump preparan su explosión. La única respuesta a la amenaza que representa la política de Estados Unidosfrente al conjunto del planeta.
3/7/2019
https://npa2009.org/arguments/face-aux-menaces-de-guerre-anti-imperialistes-et-internationalistes
Traducción: viento sur
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