EL DELFÍN

Este es un espacio para la difusión de conocimientos sobre Ciencia Política que derivan de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Nacional Autónoma de México.

domingo, 24 de febrero de 2019

La crisis en Grecia

Debates
Crítica de la crítica crítica del libro Comportarse como adultos, de Yanis Varoufakis
23/02/2019 | Eric Toussaint
En el mundo anglosajón de izquierdas, el libro de Yanis Varoufakis "Comportarse como adultos" (Adults in the Room) 1/ suscitó críticas muy interesantes de parte, en especial, de Adam Tooze en The New York Review of Books (A Modern Greek Tragedy ), de J.W. Mason en el Boston Review (Austerity by Design), de Pavlos Roufos en The Brooklyn Rail (Inside the Disenchanted World of Left Keynesianism), de Helena Sheehan en Jacobin (Closed Rooms and Class War ). Por mi parte, también redacté una crítica de este importante libro bajo la forma de una serie de artículos que ha sido publicada en el blog de la editorial anglófona Verso (La serie en esp: http://www.cadtm.org/Propuestas-de-Varoufakis-que). Adam Tooze se refirió a mi trabajo en su síntesis crítica de las críticas (Europe’s Political Economy: Reading Reviews of Varoufakis’s Adults in the Room ) y Yanis Varoufakis respondió en su blog (https://www.yanisvaroufakis.eu/2018/03/07/was-defeat-inevitable-a-review-of-adam-toozes-meta-review-of-adults-in-the-room-1/) a una serie de críticas entre las que estaba la mía. Estos intercambios han puesto de relieve una serie de argumentos que merecen ser discutidos. Y es por eso que redacté este artículo "Crítica de la crítica crítica del libro Comportarse como adultos de Yanis Varoufakis" También debo decir que fui fuertemente alentado por Sebastián Budgen de la editorial Verso, quien deseaba que contribuyera a la discusión en curso. Y se lo agradezco.
Como lo escribe Adam Tooze en su indispensable síntesis de las críticas, el debate en torno al libro testimonio de Varoufakis nos remite a la economía política de Europa y, especialmente, a las siguientes preguntas: ¿Cómo salir de las políticas neoliberales que dominan la historia del "viejo continente" desde hace décadas? ¿Qué estrategia adoptar?
Me referiré a la argumentación de Mason y Tooze (sobre la base de sus dos textos) y ofreceré mi punto de vista. Tooze, como Mason, adopta un enfoque a la vez positivo y crítico del libro y de la acción de Yanis Varoufakis y escribió: "Tanto el análisis de Mason como el mío presentan una crítica positiva". En su primer texto, Tooze comenzó resumiendo el contexto en el que Syriza llega al gobierno, las esperanzas que ese hecho suscitó en la izquierda y la decepción creada por la política que condujo a la capitulación de julio de 2015. Tooze considera, con Mason, que Comportarse como adultos es un libro de lectura indispensable para comprender mejor cómo funciona la Unión Europea, la zona euro, y las razones por las que el gobierno dirigido por Alexis Tsipras no consiguió romper con la austeridad.
Refiriéndose a la estrategia seguida por Tsipras, Tooze afirma que el gobierno, para poder reencontrar una verdadera libertad de maniobra y para aligerar la disciplina impuesta por la Troika, debía obtener una reducción de la deuda. Y declara: "Es en ese frente que Varoufakis libró la batalla y la perdió".
El combate por la reducción de la deuda implicaba una confrontación con los acreedores públicos
Tooze subrayó que el combate por la reducción de la deuda implicaba una confrontación con los acreedores públicos que poseían, en 2015, el 85 % de la deuda griega y no con los acreedores privados. Nos recuerda que la Troika, a partir del memorando de 2010 (MoU), sustituyó como acreedor a los grandes bancos privados (los grandes bancos privados alemanes, franceses, holandeses y belgas) al prestar al gobierno griego dinero para reembolsar a esos bancos. Para la Troika, no se trataba de ayudar a Grecia sino de ayudar a los bancos del Norte de Europa. Estoy de acuerdo con esta explicación que también comparte Varoufakis, y que fue adelantada por la Comisión para la verdad sobre la deuda griega en los dos primeros capítulos de su informe de junio de 2015. Y yo agrego que los créditos concedidos en el marco de los memorandos también sirvieron para recapitalizar a los bancos privados griegos en provecho del gran capital financiero griego. Ese rescate de los grandes accionistas de esos bancos permitía también preservar los intereses de los grandes bancos privados de Europa del Norte que estaban expuestos al riesgo de los avatares del sector bancario griego, ya que le habían prestado capitales. Escribí precisamente un estudio sobre esa cuestión titulado: "Grecia: los bancos en el origen de la crisis"
Tooze dedica tres párrafos a mi crítica del libro de Varoufakis. Aquí los reproduzco integralmente [versión original en inglés]
"Éric Toussaint, militante de la lucha antideuda, formula una crítica de izquierda, de un género muy diferente, en [la página web de Verso]quien publicó su serie de artículos diseccionando la ambigua relación mantenida por Varoufakis con Syriza. Como esto está claramente expuesto en Comportarse como adultos, Varoufakis estaba en desacuerdo con numerosas posiciones que constituían la orientación del movimiento Syriza e hizo todo lo posible para que el partido se apartara del programa de Tesalónica, adoptado en septiembre de 2014. Como dice Éric Toussaint: «Varoufakis explica cómo progresivamente convenció a Tsipras, Pappas y Dragasakis para que no respetaran la línea aprobada por Syriza en 2012, y luego en 2014. Y explica que elaboró junto a Tsipras, Pappas y Dragasakis una nueva orientación, que no fue discutida en Syriza, y que era diferente a la presentada por Syriza durante la campaña electoral de enero de 2015. En el mejor de los casos, esa línea conducía al fracaso, y en el peor, a la capitulación".

De izquierda a derecha: Yanis Dragasakis, Alexis Tsipras, Nikos Pappas
"Toussaint presenta un relato desde la perspectiva de la izquierda de Syriza, explicando como Varoufakis no solamente se decantó por una perspectiva neokeynesiana racionalista, sino que también, haciendo eso, socavó la energía militante del gobierno de izquierda en Grecia, e hizo bascular el equilibrio de las líneas políticas en el seno del gobierno a favor de aquellas y aquellos que estaban preparados a trabajar con la Troika".
"Que se simpatice o no con la línea que defiende Toussaint, sus artículos permiten a cualquier persona profundizar en la comprensión de la escena política griega en la que Varoufakis y Tsipras actuaron". Fin de la cita del artículo de Tooze.
Con estos tres párrafos, Tooze resume correctamente una parte de la crítica que expresé en la serie dedicada al libro de Varoufakis. Una precisión en relación a la frase de Tooze, «Toussaint presenta un relato desde la izquierda de Syriza», mi punto de vista es el de un anticapitalista e internacionalista que construye relaciones de colaboración y discusión con militantes de la izquierda de Syriza, como de otras organizaciones políticas activas de izquierda radical. Mi punto de vista es también el de alguien que participó desde 2010 en los acontecimientos que describe y analiza Varoufakis, especialmente al coordinar en 2015 los trabajos de la comisión para la verdad sobre la deuda griega.
Querría agregar los siguientes elementos al resumen realizado por Tooze.
De la demostración hecha por Varoufakis, claramente se llega a la conclusión de que su comportamiento y la orientación político-económica que defendió contribuyeron a conducir al desastre. En efecto, Yanis Varoufakis reivindica claramente un rol de primer plano en la elaboración de la estrategia adoptada antes de la victoria electoral de enero de 2015 por un puñado de dirigentes de Syriza, a espaldas de sus miembros y de sus instancias. Ese círculo estrecho de dirigentes estaba dirigido por el trío: Alexis Tsipras, Yanis Dragasakis, y Nikos Pappas. Es curioso que ese trío, del que habla continuamente Varoufakis en su libro, todavía esté en el puesto de comando en 2019. Tsipras sigue siendo primer ministro y ministro de Relaciones Exteriores, Dragasakis es viceprimer ministro y ministro de Economía y Desarrollo 2/, Pappas es ministro de la Política digital, de Telecomunicaciones y de la Información 3/.
Varoufakis no se confiesa culpable: según él, si Tsipras hubiera realmente aplicado la línea que le había propuesto, la situación no hubiese desembocado en una derrota del pueblo griego. Pero, contrariamente a la convicción de Varoufakis, una lectura atenta de su libro conduce a la conclusión de que él contribuyó a la derrota.
El trío Tsipras–Dragasakis-Pappas eligió a Varoufakis y le adjudicó un papel determinado por ellos mismos. El perfil de Varoufakis correspondía a un casting establecido por Tsipras y Pappas: economista universitario, brillante, buen comunicador manejando la provocación y la conciliación con una sonrisa, con un dominio perfecto del inglés. Además, Varoufakis era un electrón libre, sin influencia en Syriza, ya que no formaba parte del partido. Tsipras consideraba que podría, en caso de necesidad, hacerlo dimitir sin provocar grandes turbulencias en Syriza. Alexis Tsipras había decidido funcionar en pequeño comité, dando la espalda a su propio partido antes que poner en práctica una línea política decidida de manera colectiva en el seno de Syriza, y aprobada democráticamente por la población griega. Nombrar a Varoufakis ministro de Finanzas, y recomendarle de que no se hiciera miembro de Syriza, correspondía a una lógica de gobernanza tecnocrática, según la cual la responsabilidad de Varoufakis solo podría comprometerse ante Tsipras y su pequeño círculo. Es cierto, como lo cuenta Varoufakis, que Tsipras le había hecho una concesión al aceptar que se presentara como primer candidato de la lista de Syriza en las elecciones de enero de 2015, aunque Varoufakis no asumió activamente su mandato de diputado mientras fue ministro. Es evidente que la ausencia de participación popular y de los mecanismos democráticos en la elaboración de la línea política iba en contra de la necesidad, para un gobierno de izquierda, de llamar a la movilización popular con el fin de poner en práctica el programa político radical con el que se habían presentado a las elecciones. Ya lo expliqué en varios artículos y entrevistas que Tsipras había girado a la derecha después de las elecciones de junio de 2012. Decidió evitar el enfrentamiento con los principales adversarios del pueblo griego: el gran capital griego y, especialmente, los grandes accionistas de los bancos privados; los dirigentes europeos y el FMI. Ese giro a la derecha no fue objeto de ningún debate en Syriza, ya que Tsipras sabía que tenía pocas posibilidades de convencer a su propio partido para que asumiera un cambio de orientación como ese. Varoufakis validó ese comportamiento burocrático al aceptar esas condiciones.
A partir de la traición del resultado del referéndum del 5 de julio de 2015 y de la adopción del 3º memorando en julio-agosto de 2015, Syriza sufrió un importante abandono de militantes de base, de cargos electos, de cuadros del partido y se transformó en un partido integrado al aparato de Estado y funcional al mantenimiento del orden capitalista.
Es importante volver sobre la estrategia adoptada desde el comienzo del gobierno de Tsipras cuando Varoufakis ocupaba el puesto de ministro de Finanzas y era la principal figura pública de la negociación entre las autoridades griegas y los dirigentes europeos.
¿Qué buscaban los dirigentes europeos en la negociación-farsa con Varoufakis y Tsipras?
Según Tooze, que en este punto está de acuerdo con Mason, Varoufakis no comprendió durante los primeros meses por qué los dirigentes europeos rechazaban cualquier propuesta razonable que formulaba con el fin de salvar la eurozona y permitir a Grecia salir de la prisión de la deuda. Tooze y Mason subrayan que a pesar de todos los rechazos de diálogo que le presentaron los dirigentes europeos, en particular W. Schäuble, ministro de Finanzas del gobierno alemán, y J. Dijsselbloem, ministro holandés de Finanzas que presidía el Eurogrupo, Varoufakis se agotó multiplicando las propuestas moderadas y mostrando su disposición a hacer concesiones.
Tooze y Mason tienen razón en afirmar que Varoufakis no había comprendido en el momento de las negociaciones que los dirigentes europeos tenían por objetivo principal llevar mucho más lejos los ataques contra una serie de conquistas sociales. Su objetivo estaba claro y se inscribía en una práctica de lucha de clases. Varoufakis explica en su libro que los dirigentes europeos y el FMI se obstinaban en exigir a Grecia medidas destinadas al fracaso, porque no querían reconocer los errores que la Troika había cometido en 2010-2012. Como lo señalan Tooze y Mason, esa es la razón principal que Varoufakis resalta. Véase esta cita de Varoufakis que encontramos en los artículos de Tooze y de Mason: "La única razón por la que el FMI y la UE nos estaban asfixiando es “porque no tenían lo que tenían que tener para confesar” el error de los anteriores rescates".
Si Varoufakis y el círculo dirigente en torno a Tsipras hubieran considerado seriamente el mensaje que quería hacer pasar Schäuble, y que su homólogo italiano había ya transmitido a Varoufakis durante su paso por Roma a comienzos de febrero de 2015 4/, habrían comprendido que la propuesta de intercambio de deudas, promovida por Varoufakis, no tenía ninguna posibilidad de convencer al gobierno alemán y a todos los gobiernos de la zona euro que hacen del aumento de la competencia (en beneficio de las grandes empresas privadas exportadoras) su objetivo principal. El gran desafío para el establishment europeo era reducir, en toda Europa, los salarios, las pensiones y los subsidios sociales, precarizar los contratos, limitar el derecho de huelga, reducir los gastos sociales en el presupuesto del Estado, privatizar, etc.

Schäuble y Varoufakis
Varoufakis reconocía que Schäuble no estaba interesado en sus propuestas sobre la deuda, por el contrario y desde su primer encuentro, el ministro de Finanzas de Merkel, puso el acento sobre: "su teoría según la cual el modelo social europeo demasiado generoso era insostenible y se lo debía desechar. Comparando el coste de mantenimiento del Estado de bienestar con lo que pasa en la India o en la China, donde no hay ninguna protección social, pensaba que Europa perdería competitividad y estaba destinada a estancarse si no se reducían masivamente las prestaciones sociales. Sobreentendido que era necesario comenzar por algún lado y ese algún lado era Grecia". Varoufakis se había situado en un debate entre partidarios de diferentes teorías mientras que para Schäuble no se trataba para nada de un reto teórico, ya que se debía concretar en la prosecución y la profundización de las contrarreformas impuestas en el marco del primer y segundo memoranda. Varoufakis muestra su ignorancia de la realidad alemana donde la ofensiva neoliberal pasó a una etapa superior al comienzo de los años 2000 gracias al canciller socialdemócrata Schröder 5/, antes de que Grecia fuera sometida a una terapia de shock. Mason escribe acertadamente: "Para los conservadores alemanes como Schäuble, Grecia es solo un lugar para comenzar, el verdadero objetivo son los Estados del bienestar mucho más grandes y poderosos, y finalmente su propia clase obrera". En otras palabras, Schäuble y los otros dirigentes conservadores querían la derrota del gobierno y del pueblo griego con el fin de poder atacar más fácilmente las conquistas sociales en otros países más importantes que Grecia, incluso para hacer retroceder aún más a la clase obrera alemana.
Si la propuesta moderada de Varoufakis sobre la deuda hubiera sido aceptada, habría permitido al gobierno griego liberarse del cerco de la deuda. Pero el gobierno alemán y la mayor parte de los otros gobiernos de la zona euro (si no todos) tenían necesidad de esa trampa de la deuda para imponer la prosecución de la aplicación de su modelo y de acercarse a los objetivos que se habían fijado. Deseaban fervientemente que el proyecto de Syriza fracasara con el objetivo de demostrar a los pueblos de otros países que es en vano hacer llegar al gobierno a fuerzas que pretendan romper con la austeridad y el modelo neoliberal.
En resumen, los dirigentes europeos no querían, sobre todo, poner en práctica una solución que habría liberado Grecia de la obligación del pago de la deuda, y que al mismo tiempo, redujera la potente coacción de la Troika sobre las autoridades del país. Por lo tanto, todas las propuestas de Varoufakis que pretendían hacer aceptar, mediante la negociación, el objetivo de liberar a Grecia (y a cualquier otro país), y aunque solo sea un poco, de la carga del reembolso de la deuda y de la obligación de proseguir con el desmantelamiento de las conquistas sociales, estaban destinadas al fracaso. Mason subraya que "la principal actividad de Varoufakis mientras fue ministro parece haber sido la compilación de documentos con propuestas no oficiales (non-papers como les puso sugestivamente la UE) de posibles soluciones, que la otra parte simplemente ignoró".
Mason cita a Varoufakis para respaldar su crítica: "Como asumíamos que las buenas ideas pueden estimular un diálogo provechoso, mi equipo y yo mismo trabajamos muy duro para formular propuestas basadas en… un sólido análisis económico. Una vez que esas propuestas fueran evaluadas por las mayores autoridades en sus respectivos campos… se las presentaría a los acreedores de Grecia. Luego, me sentaría y observaría un paisaje de miradas perdidas… Sus respuestas, cuando llegaran, no habrían tenido en cuenta nada de lo que había dicho. Podría haber estado cantando el himno sueco y hubiese sido lo mismo".
Seguidamente, Mason, aprieta la tuerca: "Curiosamente, sin importar cuántas veces se repitió esa experiencia, no se cuestionó su suposición de que lo que importaba eran las buenas ideas. Incluso cuando Schäuble le dijo sin rodeos, en un encuentro cara a cara, que no iba a negociar con él, Varoufakis continuó tratando de obtener un acuerdo. Hasta sus últimos días en el ministerio, siguió ofreciendo nuevas propuestas, todas vetadas por las más altas autoridades".
Hay que señalar que Varoufakis, por una parte en su libro, y, por otra en respuesta a diferentes críticas, mantiene propósitos contradictorias. Como lo señala Roufos, Varoufakis escribe: "En ningún momento creí, en enero de 2015, que la incuestionable lógica y moderación que tenían mis propuestas podrían convencer a nuestros acreedores".
Y si Varoufakis era tan consciente de ello, cómo podemos aceptar que haya anunciado públicamente, y de manera constante, hasta junio de 2015, que el gobierno griego y los acreedores (europeos + FMI) estaban por llegar a un acuerdo, sin jamás explicar las presiones ejercidas por los acreedores sobre Grecia, sin jamás hablar de chantaje, ni explicitar el conjunto de propuestas que Grecia hacía a sus interlocutores. Su comportamiento es absolutamente inaceptable. En resumen, si era consciente que la moderación de la que hacía prueba no podía convencer a sus interlocutores, realmente no era necesario continuar en la mesa de negociaciones. Tendría que haber hecho lo que había afirmado ante los diputados del Parlamento griego a comienzos de febrero: "Si no contempláis la posibilidad de abandonar las negociaciones, entonces lo mejor sería que ni siquiera os sentarais a negociar. Si no podéis entender la idea de llegar a un punto muerto, sería mejor que os confinarais al papel de meros suplicantes que imploran al déspota que les conceda unos pocos privilegios, y que aceptan en el momento de la valoración final aquello que el déspota conceda". (Cap. 8, p.339)
Varoufakis agrega un nuevo argumento a su respuesta a las diferentes críticas de su libro: declara que multiplicó las propuestas razonables con el fin de ganar a la opinión pública internacional para la causa del gobierno griego. Pero este argumento no es sólido, y si interviene posteriormente es, sin duda, porque Varoufakis se dio cuenta de que el razonamiento que defendió en su libro de 2017 no se sostiene. Efectivamente, al aceptar la práctica de la diplomacia secreta, al no explicar a la gente (plantear en el ágora) los retos de la negociación, no permitió a la opinión pública comprender las propuestas que él mismo defendía mientas eran objeto de una campaña de denigración sistemática. Por otro lado, esas propuestas constituían o un brindis al sol, por ejemplo la mutualización de las deudas, o eran totalmente inaceptables si se quería defender los intereses del pueblo griego ya que consistían, por ejemplo, en ampliar las privatizaciones o hacer recaer la lucha contra el fraude fiscal sobre los pequeños defraudadores mientras que los grandes, aquellos que practicaban la evasión fiscal masiva hacia el extranjero, se beneficiarían de una amnistía fiscal, pagando un impuesto de solo el 15 % 6/. Es importante rever las propuestas que Varoufakis hizo a la Troika con el fin de confirmar exactamente de qué se trataba 7/.

El sentido de mi crítica del libro de Varoufakis


La serie de artículos que dedico al libro de Varoufakis constituye una guía para lectores y lectoras de izquierda que no quieren conformarse con la narración dominante dada por los grandes medios de comunicación y los gobiernos de la Troika; lectores y lectoras que tampoco les satisface la versión dada por el exministro de Finanzas. Como contrapunto del relato de Varoufakis, indico acontecimientos que él pasa en silencio y expreso una opinión diferente de la suya sobre lo que debería haber hecho y sobre lo que hizo. Mi relato no sustituye al suyo: se lee en paralelo.

Es esencial tomarse el tiempo de analizar la política puesta en práctica por Varoufakis y el gobierno de Tsipras puesto que, por primera vez en el siglo XXI, un gobierno de izquierda radical fue elegido en Europa. Es de la mayor importancia, si no queremos toparnos con un nuevo fiasco, comprender los errores y sacar conclusiones de la manera en que ese gobierno afrontó los problemas que encontraba.

El reto, que presenta la crítica de la política que llevó a cabo el gobierno griego en 2015, no consiste principalmente en determinar las responsabilidades respectivas de Tsipras o de Varoufakis como individuos. Lo fundamental es analizar la orientación político-económica que fue puesta en práctica, con el fin de determinar las causas del fracaso, de ver qué otras opciones se podrían haber tomado y aprender las lecciones pertinentes sobre lo que un gobierno de la izquierda radical puede hacer en un país de la periferia de la zona euro.

Las propuestas de Varoufakis a los dirigentes europeos antes del acuerdo del 20 de febrero
Para completar y aportar mi contribución al razonamiento mantenido por Tooze y Mason en sus críticas respectivas, es importante subrayar que contrariamente a la imagen caricatural presentada por los medios dominantes y por los gobiernos de los países acreedores, Varoufakis, como negociador principal, hizo propuestas muy moderadas a la Troika. El mismo escribe: "Hubo que esperar a la elección de un gobierno de izquierda radical para que Atenas presentara a Bruselas, Frankfurt y Berlín una propuesta moderada sobre el problema de la deuda —Una señal muy evidente del disparate organizado en el que se había hundido la Unión Europea tras el golpe que supuso la crisis del euro" 8/.
Varoufakis retoma en detalle estas propuestas en su libro. Tooze, Mason y Roufos no insisten sobre este punto que es, sin embargo, muy importante. Señalo que esas propuestas eran claramente un retroceso respecto al programa de Tesalónica, que constituía el mandato por el que el pueblo griego llevó a Syriza al gobierno el 25 de enero de 2015 9/. Varias propuestas claves de Varoufakis incluso estaban en contradicción con el programa.
Syriza no había pedido a sus electores que le dieran un mandato para salir de la zona euro, pero el gobierno de Tsipras tenía un mandato muy claro para actuar de manera de anular la mayor parte de la deuda pública. Aunque era, por lo tanto, fundamental dar prioridad a este objetivo, Varoufakis y el núcleo dirigente en torno a Tsipras decidieron abandonarlo de inmediato después de la llegada de Syriza al gobierno.

Manifestación de apoyo al gobierno en Atenas el 5 de febrero de 2015 (foto Louisa Gouliamaki, AFP)
Según su propio testimonio, Varoufakis, desde sus comienzos como ministro de Finanzas, garantizó a sus interlocutores que el gobierno griego no pedía una reducción del stock de la deuda, y eso estaba en contradicción con el programa electoral que explícitamente decía: "Pedimos el recurso inmediato del veredicto popular y un mandato de negociación que apunte a la anulación de la mayor parte de la deuda nominal para asegurar su viabilidad".
Proponía que las acreencias que la troika poseía bajo diferentes formas fueran transformadas en acreencias de mayor duración para permitir al gobierno reducir la parte del presupuesto dedicada al reembolso anual. Varoufakis afirmó muchas veces que no pedía una anulación de deuda 10/. Por ejemplo, escribe que en su primer contacto con Schäuble, el 5 de febrero de 2015, le había declarado: "Primero, no pedía una cancelación de la deuda, y quise dejar claro que mis propuestas de canje de deuda beneficiarían tanto a Alemania como a Grecia" 11/.
Varoufakis nunca pidió una moratoria para el pago de la deuda, lo que, de nuevo, estaba en contradicción con el programa de Tesalónica que afirmaba su necesidad: "Una moratoria – suspensión de pagos- con el fin de preservar el crecimiento…". Esa moratoria era esencial para la viabilidad de la experiencia del primer gobierno de Tsipras, ya que las sumas que debía pagar en 2015 eran enormes. Varoufakis indica, por otro lado, haber anunciado al presidente del Eurogrupo durante su primer encuentro, el 30 de enero en Atenas, que "solo en 2015, los pagos del gobierno, en concepto de deuda pendiente, ascienden a un 45 % del total de los impuestos que espera recaudar…" 12/.
Varoufakis explica en su libro que había hecho un acuerdo secreto con Alexis Tsipras, y otros dos dirigentes de Syriza, que se oponía a la línea oficial de Syriza: "…la postura de Syriza acerca de la deuda pública se limitaba a la exigencia pura y dura de una incondicional anulación de la misma. La mitad del partido todavía pedía una quita unilateral de la mayor parte de la deuda, la gran mayoría no tenía ni idea de la mera existencia de la posibilidad de un canje, y solo había un pacto verbal y difuso que comprometía al trío directivo con mi estrategia" 13/.
Al adoptar esta posición, Varoufakis se ponía en contra de la voluntad de los electores que habían elegido a Syriza, confiando en los compromisos previos tomados ante ellos por Tsipras durante la campaña electoral, y en contra de la mayoría de los dirigentes y militantes de Syriza.
Además, Varoufakis propuso a la Troika enmendar una parte del memorando en curso prolongando y adaptando algunas medidas previstas. En eso también, el programa electoral decía explícitamente lo contrario: "Nos comprometemos, frente al pueblo griego, a reemplazar desde los primeros días del nuevo gobierno—e independientemente de los resultados esperados de nuestra negociación—el memorando por un Plan nacional de reconstrucción".
En contradicción con este compromiso de Syriza, como lo declara en su libro, afirmó de manera repetida a los dirigentes europeos que el 70 % de las medidas previstas por el memorando eran aceptables. Agregó que algunas medidas que todavía no habían sido aplicadas eran positivas pero que el 30 % del memorando debía ser reemplazado por otras medidas que tuvieran un efecto neutro sobre el presupuesto, es decir nuevas medidas y, en especial, aquellas que serían implantadas para hacer frente a la crisis humanitaria, que no aumentarían el déficit previsto por el gobierno Samaras ya que serían contrabalanceadas por ingresos suplementarios o por reducciones en los gastos en algunos campos.
Varoufakis afirmó que el gobierno que representaba no reconsideraría las privatizaciones que se habían realizado desde 2010 y, además, se podían contemplar algunas privatizaciones suplementarias en el momento en que el precio de venta fuera suficientemente elevado y que los compradores respetaran los derechos de los trabajadores.
Se cuidó mucho de resaltar, frente a sus interlocutores, la parte del programa de Syriza que implicaba que el Estado griego tomaba el control de los bancos privados griegos mientras era el accionista principal. El programa de Tesalónica era, sin embargo, bien claro: "Con Syriza en el gobierno, el sector público retoma el control del Fondo helénico de estabilidad financiera (HFSF, siglas en inglés) y ejerce todos sus derechos sobre los bancos recapitalizados. Eso significa que el sector público decide sobre su administración".Varoufakis reconocía que nunca había abordado esta cuestión absolutamente central ya que había aceptado no estar a cargo de ese dossier. Hay que saber que el Estado griego, por medio del Fondo Helénico de Estabilidad Financiera, era en 2015, el accionista principal de los 4 principales bancos del país que representaban más del 85 % de todo el sector bancario griego. El problema fue que debido a las políticas llevadas a cabo por los gobiernos precedentes sus acciones nunca tuvieron ningún peso real en las decisiones de los bancos ya que no otorgaban derecho a voto. Era necesario, por lo tanto, que el Parlamento, de acuerdo a los compromisos de Syriza, transformara las acciones, llamadas preferenciales (las que no dan derecho a voto), que tenía la administración por acciones ordinarias que dan derecho a voto. Posteriormente, de manera perfectamente normal y legal, el Estado hubiera podido ejercer sus responsabilidades y aportar una solución a la crisis bancaria.
Varoufakis, varias veces al comienzo de su mandato, afirmó que la Troika no tenía legitimidad democrática y que el gobierno griego no colaboraría con ella. Pero al leer su libro, uno se da rápidamente cuenta que en la práctica había aceptado el mantenimiento de la Troika. Ésta solo había desaparecido en el discurso oficial. La única concesión que realizó la Troika consistió en aceptar que se fingiese que había desaparecido. En realidad, continuó funcionando, y de una manera implacable y palpable. Varoufakis muestra que la Troika estaba presente en todos los momentos clave de la negociación y toma de decisiones. No denunció nunca esta presencia puesto que eso habría implicado reconocer oficialmente que la presentación positiva que había dado del acuerdo del 20 de febrero solo era un farol. Pero antes de llegar al acuerdo fatídico del 20 de febrero, es importante explicar la estrategia adoptada desde el comienzo por el BCE para desestabilizar el gobierno de Tsipras y de mostrar en qué Varoufakis había reaccionado de una manera inadecuada.
La medida tomada por el BCE el 4 de febrero de 2015 y la reacción de Varoufakis contada por él mismo
El 4 de febrero de 2015, algunas horas después de haberse encontrado con Varoufakis, Mario Draghi anunció que el consejo de gobernadores de la institución monetaria de la zona euro decidiría, probablemente por la tarde, cortar el acceso de los bancos griegos a la liquidez que el BCE le concedía. Como lo escribe Varoufakis: "Era un acto de agresión explícito y calculado"14/.
Por lo tanto, apenas diez días después de las elecciones del 25 de enero de 2015, el BCE había decidido, el 4 de febrero de 2015, aumentar inmediatamente la presión sobre el gobierno de Tsipras al tomar medidas extremas. No se trataba de una presión moral o de un chantaje, sino de un acto de agresión en toda regla, como lo señala Varoufakis en el pasaje citado (véase el recuadro: El BCE, la financiación de los bancos y los efectos de la decisión del 4 de febrero de 2015).
El BCE, la financiación de los bancos y los efectos de la decisión del 4 de febrero
El Banco Central Europeo provee de liquidez a los bancos de la zona euro. Para tener esa liquidez, los bancos (da igual que sean públicos o privados) deben depositar títulos financieros que constituyen una garantía. Es lo que se llama colaterales. Los bancos pueden depositar diferentes tipos de colaterales: títulos de deudas públicas, obligaciones de empresas privadas, etc. El Banco Central Europeo puede estimar que los bancos de un país miembro de la zona euro no presentan suficientes garantías porque esos bancos tienen mala salud o porque los títulos que proponen como garantía no son de una calidad suficiente. En ese caso, el BCE les cierra el crédito. Eso provoca evidentemente un sentimiento de inseguridad y los clientes, para protegerse, retiran de manera más o menos rápida sus depósitos.

Los bancos del país en entredicho pueden acceder a un salvavidas: pedir al Banco Central de su país que le dé acceso a la liquidez de urgencia. Es la única solución pero es costosa: el Banco Central del país solo está autorizado a conceder liquidez de urgencia si los bancos pagan una prima de riesgo. Además, el monto de esa liquidez de urgencia está limitado y se adapta cada semana. Cuando una situación se degrada de tal manera que el país tiene que recurrir a la liquidez de urgencia para financiarse, la dirección del Banco Central de dicho país se reúne cada viernes, y decide el monto de la liquidez de urgencia que otorgará la semana siguiente a los bancos sobre la base del análisis de la situación. El monto es fijado de acuerdo con el BCE, que tiene el poder de limitar el dinero autorizado.

Los efectos negativos de la decisión tomada el 4 de febrero de 2015 fueron inmediatos. En primer lugar, los bancos griegos tuvieron que pagar netamente más caro su acceso al crédito del BCE y por lo tanto su salud financiera se degradó. En segundo lugar, la financiación a corto plazo del Estado griego fue más difícil. En efecto, con la liquidez otorgada por el Banco Central, los bancos griegos compraban títulos a corto plazo (es decir con vencimiento menor de un año) emitidos por el Tesoro griego, lo que permitía financiar el presupuesto del Estado griego (visto que los Estados, de acuerdo a los tratados europeos y al estatuto del BCE, no pueden tener préstamos directamente del BCE). Así que, como el BCE limitaba el acceso a la liquidez a los bancos griegos, estos compraban menos títulos y exigían rendimientos más elevados, aumentando para el Estado el coste de sus empréstitos.

Así, reduciendo la liquidez de los bancos griegos y haciendo que el coste de la financiación fuera más elevado, el BCE lograba que la tarea del Tesoro griego para financiarse mediante los bancos griegos fuera también más difícil.

Los bancos privados reciben liquidez con la que compran títulos públicos para obtener beneficios. Después, depositan esos títulos como colaterales en el Banco Central con el fin de conseguir liquidez (del crédito) que a su vez utilizan para comprar otros títulos públicos (efectivamente, los bancos griegos otorgan cada vez menos créditos al sector privado y la parte de los non performing loans aumenta en sus carteras de créditos, alcanzando el 45 % en 2015. Por lo tanto, los bancos prestan proporcionalmente cada vez más al Estado puesto que, al menos, es más seguro que prestar al sector privado). Si el Banco Central limita el acceso a la liquidez, los bancos compran menos títulos y exigen un mayor rendimiento, lo que hace que aumente el coste de los préstamos para el Estado.

Ahora bien, por una parte, la financiación privada exterior estaba cerrada o era extremadamente difícil, y por otra parte, el BCE había hecho saber que no pagaría los beneficios que había prometido a Grecia (se trataba de 2.000 millones de euros que se deberían haber pagado en 2015). Eso también era una decisión puramente política. Efectivamente, en 2014, el BCE había pagado una parte de los beneficios al gobierno de Samaras a pesar del hecho de que se había retrasado la aplicación del segundo memorando. Aún antes de que el gobierno de Tsipras ganara las elecciones, los emisarios del Eurogrupo y del BCE ya habían anunciado que los 2.000 millones prometidos para 2015 no se pagarían. (Véase más adelante)

Finalmente, ya que el Banco Central Europeo considera que los títulos públicos pierden su calidad porque la situación de los bancos y del Estado se agrava, afirma que la situación se deteriora, impulsando a la gente a retirar los depósitos bancarios dificultando aún más la financiación del Estado.

Agreguemos una prueba suplementaria del carácter político agresivo de la decisión del BCE de cortar la liquidez normal a los bancos griegos. Como ya se ha indicado, el BCE puede estimar que los bancos de un país están en un estado tan malo que no conviene prestarles más dinero bajo la forma de liquidez, y que es necesario poner en marcha un plan de rescate, por ejemplo, inyectando capitales (lo que se ha hecho mediante los diferentes memorandos). El problema para el BCE fue que en junio de 2014 todos los bancos griegos habían conseguido pasar el test al que la autoridad europea de regulación y el BCE los había sometido. Era obvio que el certificado de buena salud de los bancos griegos había sido voluntariamente sobrevaluado por el BCE, con el fin de ayudar al gobierno de Samaras, que acababa de perder las elecciones europeas frente a Syriza. Lo que es cierto, es que la salud de los bancos era mala, ya fuera en 2009, en 2014 o en 2015. Pero fue bien claro que el BCE fingió no darse cuenta hasta unos días después de la instauración del gobierno de Tsipras. Era evidente que se trataba de una opción puramente política.
El 4 de febrero, por la mañana, ¿cómo responde Varoufakis al anuncio del probable cierre a la liquidez normal, que presenta en su libro como un acto de agresión perfectamente premeditado? Pues adoptó un tono de gran moderación… totalmente surrealista.
Mientras el BCE declaraba la guerra a Grecia y utilizaba la fuerza para poner de rodillas a su gobierno, mientras el balance de la acción del BCE con respecto a los países de la periferia europea era totalmente negativo, he aquí lo que Varoufakis dijo que declaró ante Mario Draghi:
"Empecé mi respuesta expresando mi respeto más sincero por la forma en que Draghi había luchado desde el primer día de su presidencia por hacer lo que fuera necesario para salvar el euro, sin dejar de cumplir , en la medida de lo posible, con el reglamento y los estatutos fundacionales del BCE. Este complejo ejercicio de equilibrio es lo que había permitido que los políticos europeos dispusieran de más tiempo para recomponerse y volver a las filas, gestionar la crisis adecuadamente y aliviar así las imposibles circunstancias en las que se había metido el propio BCE (…) –Pero vaya… los políticos no han utilizado el tiempo que les conseguiste con inteligencia, ¿verdad? - dije. (…) Has hecho un trabajo fantástico al mantener unida a la eurozona y a Grecia dentro del euro, especialmente en el verano de 2012. Lo que he venido a plantear hoy aquí es que continúes haciendo lo mismo durante los próximos meses, para así conceder a los políticos el tiempo y el espacio monetario necesarios para alcanzar un acuerdo efectivo entre Grecia y el Eurogrupo" 15/.
Varoufakis agrega que, en la noche del 4 de febrero, después de haber recibido la llamada telefónica de Mario Draghi que le confirmaba la suspensión de la concesión de liquidez normal, publicó un comunicado de prensa que comenzaba de esta manera: "Básicamente, el BCE está tratando de acatar sus propias normas, lo que nos anima a nosotros y a nuestros socios, a alcanzar rápidamente un acuerdo político y técnico, mientras los bancos griegos conservan su liquidez" 16/. El propio Varoufakis caracterizó su comunicado como"presentar un shock como un fiasco" 17/.
Es necesario señalar que Varoufakis aconsejó a Tsipras de no echar a Yannis Stournaras de sus funciones de gobernador del Banco Central de Grecia, quien había sido ministro de Finanzas del gobierno conservador de Antonis Samaras que había precedido a Syriza: "Alexis me había repetido en numerosas ocasiones—y no era el único—que destituir a Stournaras era su prioridad número uno. Irónicamente, recuerdo que en aquel momento les recomendé moderación y traté de atenuar su animadversión hacia Stournaras, señalando que el gobierno no podía cargarse al gobernador del Banco de Grecia sin provocar un enfrentamiento al más alto nivel con el consejo de gobierno del BCE. (…) Al intentar contener la furia de Alexis contra Stournaras, la dirección de Syriza se llevó la impresión de que yo era demasiado blando con el hijo favorito de la Troika en Atenas" 18/.
En el quinto artículo de mi serie sobre Comportarse como adultos, expliqué mi punto de vista sobre la manera en la que Varoufakis y el gobierno griego deberían haber reaccionado frente a las medidas de desestabilización y de bloqueo adoptadas desde el comienzo por los dirigentes europeos.
Está claro que cada vez que Varoufakis y Tsipras dieron la impresión de mantener el tipo frente a los acreedores, se produjeron manifestaciones espontáneas de solidaridad. Varoufakis lo testimonia cuando cuenta que mientras afrontaba en Bruselas al Eurogrupo, el 11 de febrero de 2015: "En las ciudades de Grecia y de Europa, el pueblo también está combatiendo en nuestra batalla negociadora. Ellos son nuestra fuerza (…) miles de personas llenas de entusiasmo se habían reunido en la plaza Sintagma mientras yo estaba encerrado con el Eurogrupo. Bailaban y llevaban pancartas que proclamaban Arruinados pero libres, Stop austeridad. Al mismo tiempo, en un gesto que era incluso más conmovedor, miles de manifestantes alemanes, liderados por el movimiento Blockupy, habían rodeado el edificio del BCE en Frankfurt para expresarnos su solidaridad" 19/. Eso muestra perfectamente cuál habría sido el potencial de movilización si en los días siguientes Tsipras y Varoufakis hubieran mantenido la línea de rechazo a los ultimátums, si hubieran puesto en práctica la suspensión del pago de la deuda, si hubieran lanzado la auditoría de la deuda con la participación de ciudadanos y ciudadanas, si hubieran puesto en práctica un sistema paralelo de pagos, si hubieran ejercido su derecho a voto en los bancos griegos y si hubieran decretado un control de movimiento de capitales, si hubieran aplicado toda una serie de medidas concretas para responder a la crisis humanitaria y mejorar realmente la condición de vida de la mayoría de la población griega, aquellos y aquellas que habían sufrido más duramente las políticas de los memorandos. Volveré a tratar más adelante las medidas que debieron haberse tomado.
El juicio sobre el acuerdo del 20 de febrero de 2015
Tooze explica que Varoufakis pensaba haber firmado un buen acuerdo el 20 de febrero de 2015. Tooze, como Mason, consideraba que era malo. Estoy de acuerdo con ellos y por mi parte, no dudé en decir que era una primera capitulación. Por el contrario, Varoufakis en su libro y en los múltiples intercambios públicos posteriores a 2015, afirmó que era un buen acuerdo.
En respuesta a Patrick Saurin (del CADTM) y a Alexis Cukier (de Ensemble! y de la red EReNSEP), declaró especialmente en sublog (y en la versión francesa publicada simultáneamente en Mediapart) en octubre de 2016 "que el acuerdo del Eurogrupo del 20 de febrero era totalmente coherente con la política de desobediencia constructiva de DiEM25, y que él era respetuoso del mandato dado por los electores griegos. La parte «constructiva» era nuestra voluntad de negociar de buena fe".
Y agrega que es "correcto y justo que no hayamos nacionalizado los bancos desde nuestra llegada, que no hayamos destituido a Stournaras desde el comienzo y que hayamos firmado el acuerdo del 20 de febrero". (Ver original)

Por qué el acuerdo del 20 de febrero no solamente era malo sino que constituía una primera capitulación

El funesto acuerdo del 20 de febrero, confirmado el 24 de febrero, prolongaba 4 meses el segundo memorando rechazado por la población griega. Por este acuerdo, Varoufakis en nombre del gobierno y Alexis Tspiras se comprometían a reembolsar a todos los acreedores según un calendario previsto (por un total de 7.000 millones de euros entre febrero y fines de junio de 2015, de los que 5.000 millones eran para el FMI) y a someter al Eurogrupo nuevas medidas de austeridad y privatizaciones (véase el recuadro con el contenido del acuerdo del 20 de febrero).
Este acuerdo despertó una fuerte reacción negativa de Manolis Glezos, símbolo de la Resistencia contra el nazismo y diputado de Syriza en el Parlamento Europeo desde febrero de 2015, así como del célebre compositor Mikis Theodorakis. En un comunicado público, Manolis Glezos se excusó ante el pueblo griego de haber hecho un llamamiento para que votaran a Syriza en enero de 2015. Zoe Konstantopoulou, la presidenta del Parlamento griego, quien había tomado una posición muy clara en su discurso de investidura a favor de la anulación de la deuda y de la suspensión de pagos, había comunicado su oposición al acuerdo.
Al comprometerse el 20 de febrero a proseguir con el pago integral de la deuda según un calendario previsto hasta el 30 de junio de 2015, Varoufakis aceptó una situación mucho más insostenible ya que los acreedores se negaron a hacer un desembolso salvo que el gobierno se plegara totalmente al memorando, cosa imposible. Peor aún, antes de la reunión del Eurogrupo, el 20 de febrero, su presidente, el laborista holandés Jeroen Dijsselbloem, le había anunciado que el saldo de 11.000 millones de euros del Fondo de recapitalización de los bancos (FHEF) sobre el cual el gobierno de Tsipras contaba para realizar una parte de sus promesas electorales, partía hacia Luxemburgo en lugar de estar a disposición de Grecia.
La suma de 7.000 millones de euros que el gobierno se comprometía a reembolsar en cuatro meses se puede comparar con el coste estimado del conjunto de medidas humanitarias prometidas en el programa de Tesalónica, que se elevaba a 2.000 millones para el conjunto del año 2015. En realidad, debido al pago de la deuda, según un cálculo personal, el gobierno de Tsipras no gastó más de 200 millones de euros en materia de respuesta a la crisis humanitaria entre febrero y junio de 2015, lo que fue totalmente insuficiente.
El acuerdo firmado por Varoufakis durante la reunión del Eurogrupo el 20 de febrero 20/

(Extractos)

"Las autoridades griegas presentarán una primera lista de medidas de reformas, sobre la base del actual acuerdo, antes del lunes 23 de febrero. Las instituciones (o sea, el BCE, el FMI y la Comisión Europea, nota de Éric Toussaint) darán una primera opinión para determinar si esa lista es suficientemente completa para ser considerada como un punto de partida válido con el fin de llegar a una buena conclusión de la evaluación. Esa lista será todavía ajustada y luego presentada para la aprobación de las instituciones de aquí a abril".

(…)

"Las autoridades griegas reiteraron su compromiso inequívoco en honrar, totalmente y en el tiempo debido, sus obligaciones financieras ante sus acreedores. Las autoridades griegas también se comprometieron a garantizar los excedentes presupuestarios primarios requeridos, o los productos de financiación necesarios para asegurar la viabilidad de la deuda, de conformidad con la declaración del Eurogrupo de noviembre de 2012".

(…)

"Las autoridades griegas se comprometen a abstenerse de cualquier anulación de las medidas y de cambios unilaterales de las políticas y reformas estructurales, que tuvieran un impacto negativo en los objetivos presupuestarios, la recuperación económica o la estabilidad financiera, tales como los evaluados por las instituciones" 21/.
El acuerdo del 20 de febrero de 2015 es el primer documento oficial en el que Varoufakis y Tsipras abandonan las principales propuestas del programa con el que Syriza llegó al gobierno. En los días siguientes, Varoufakis y el gobierno de Tsipras se plegaron totalmente a las demandas de los acreedores, que se encargaron de redactar un documento detallando las medidas de austeridad que debían ponerse en marcha con el fin de satisfacer el reembolso de la deuda, dejando a Varoufakis únicamente poner su firma.
El domingo 22 de febrero, Chouliarakis, jefe de los economistas del gobierno Tsipras, volvió a Atenas. Varoufakis le preguntó si el texto enviado la víspera a Bruselas convencía a Declan Costello [representante de la Comisión Europea en el seno de la Troika en Grecia desde mayo de 2014] y encargado por esta de seguir la aplicación del acuerdo del 20 de febrero.
Chouliarakis le respondió que Costello había reaccionado positivamente al proyecto de Varoufakis, pero que había que reformarlo para que correspondiera al estilo de la Troika. Cuestión aceptada y por consiguiente, Chouliarakis retornó varias horas más tarde con el documento reescrito, que Varoufakis encontró decepcionante. Nuestro ministro escribe: "El lenguaje era, sin lugar a dudas, el del MoU de la Troika, pero en cuanto a los añadidos que debían reflejar mi anterior borrador…o bien habían desaparecido, o bien habían quedado diluidos hasta lo inaceptable" (pp. 416-417). Modificaron el documento conjuntamente y lo enviaron el domingo a las 21 horas a Costello para su aprobación.
No obstante, Costello rechazó dos elementos muy determinados del texto: la primera era el proyecto de una moratoria sobre el embargo de residencias principales para las familias incapaces de pagar sus deudas hipotecarias. Y Varoufakis aceptó suprimir esa moratoria. La segunda era el anuncio de Varoufakis de la creación de un banco público de desarrollo. Y nuestro ministro nuevamente consintió, y en su libro escribe: "Decidí transigir y acceder a esta concesión" (p. 419).
No solo Varoufakis suscribió el acuerdo del 20 de febrero que era inaceptable, pero rápidamente fue más lejos, como lo reconoció él mismo. El lunes 23 de febrero por la mañana, Varoufakis consultó al estrecho círculo de Tsipras, al que se añadió, por una vez, Lafazanis, ministro de la Reestructuración de la producción, del Medio Ambiente y de la Energía, y dirigente de la Plataforma de izquierda en Syriza: "… pero la oposición más firme venía de los colegas que pertenecían o eran cercanos a la Plataforma de Izquierda. (…) nuestras negociaciones con los acreedores estaban en esencia mal concebidas, y la formulación de mi lista en la jerga típica de la Troika rozaba la traición" (p. 419).
Finalmente, después de haber consultado de nuevo por correo electrónico a los representantes de la Troika y haber tenido su consentimiento, Varoufakis envía oficialmente, un poco después de media noche, la lista que se había comprometido someter al Eurogrupo antes de medianoche 22/. Desde la mañana del martes 24 de febrero, los medios afirmaron que el retraso era la prueba de que Varoufakis era un incompetente. Varoufakis comenta: «Era una acusación que no podía refutar sin revelar que había negociado en secreto con los acreedores de Grecia antes de presentar la lista» (página 420)
Algunas horas más tarde, la prensa griega revelaba el contenido del documento enviado por Varoufakis al Eurogrupo y anunciaba que ese documento había sido escrito por Declan Costello de la Comisión Europea, cosa realmente cierta. Como lo reconoció Varoufakis: "Un periodista listo (…) descubrió que (…) uno podía ver su autor, que el software define a partir del usuario registrado del ordenador donde el documento se crea por primera vez. (…) cogí el portátil, abrí el documento que contenía mi lista de reformas, hice clic en archivos, luego en propiedades y descubrí que en la casilla de autor ponía Costello Declan (ECFIN) y justo debajo, en compañía, dos palabras que completaban mi humillación: Comisión Europea (página 421)23/.


Cogí mi ordenador portátil, abrí mi lista de reformas, cliqué en dicho «documento», luego en «Propiedades», en «General», y en «Ubicación» apareció el nombre de "Costello Declan (ECFIN)" Fuente: https://twitter.com/YanniKouts/status/570212150381301760/photo/1
Finalmente, el 27 de febrero Varoufakis confirma la capitulación. Acepta la exigencia expresada por la Troika: el acuerdo del 20 de febrero no reemplaza al memorando en curso. Puso su firma al final de una carta que había sido escrita por los dirigentes europeos y se las envía.
He aquí lo que escribió Varoufakis a este propósito: "Aceptar cada una de las palabras de los acreedores, sin modificación alguna, en una solicitud de esta naturaleza era puro veneno. Daría la impresión de que no habíamos podido firmar la prórroga según nuestros propios términos y que la Troika, en cambio, sí había podido imponer los suyos" (Pág. 434).
Varoufakis reconoció la extrema gravedad de la decisión a tomar. Firmar la carta pro-forma era igual a prologar el memorando en curso y a hacerlo según los términos dictados e impuestos por la Troika.
Varoufakis admitió que la carta era tan inaceptable que Tsipras consideraba que era impensable firmarla y comunicar eso al Parlamento. Varoufakis se propuso para hacer el trabajo sucio: " –En ese caso, Alexis- dije con toda la convicción que fui capaz de reunir- asumiré toda la responsabilidad. Firmaré esa maldita carta sin tener la aprobación del Parlamento, la enviaré a los acreedores y pasaremos página". Varoufakis agregó que el 27 de febrero de mañana bien temprano: "… firmé la carta oficial de solicitud y, con el estómago revuelto, se la envié a los acreedores. Era un objeto de las tinieblas y lo reconocí como mío".
En un artículo que Tooze no pudo leer ya que fue publicado después de la redacción de sus dos textos, explico en detalle las elecciones catastróficas de Varoufakis durante esas jornadas funestas de fines de febrero: el contenido del acuerdo del 20 de febrero y, peor aún, lo del 27 de febrero completamente redactado por los acreedores, el mantenimiento de su colaborador G. Chouliarakis (cuyo rol nefasto ya lo expliqué en otro artículo) en un puesto estratégico a pesar de su doble juego… Se trataba realmente de una primera capitulación.
Y más aún, Varoufakis disimula en su narración la amplitud real de la oposición a este acuerdo en el seno del grupo parlamentario de Syriza, al interior del gobierno y de la dirección de Syriza 24/. Cuando eso pasó, yo estaba en Atenas donde había tenido varias reuniones con diferentes ministros del gobierno 25/ así como con la presidenta del Parlamento griego, Zoe Konstantopoulou, quien informó sobre el lanzamiento de la comisión de auditoría de la deuda y sobre nuestras discusiones a propósito del contenido inaceptable del acuerdo del 29 de febrero, en un texto publicado en julio de 2017. Varoufakis minimizaba la oposición frente al acuerdo del 20 de febrero ya que le permitía reducir su responsabilidad.
A propósito de las medidas de disuasión propuestas por Varoufakis
En su libro, Varoufakis vuelve continuamente sobre las medidas que habría propuesto a Tsipras para hacer frente a la mala voluntad de los dirigentes europeos. Como ninguna de esas medidas fue puesta en práctica y puesto que no fueron nunca comunicadas al público, ni siquiera a Syriza mientras fue ministro, solo podemos basarnos en las afirmaciones del propio Varoufakis para reflexionar sobre su pertinencia. En una entrevista exclusiva dada al diario progresista inglés The Guardian , Tsipras declaró, en julio de 2017, en reacción al libro de Varoufakis, que las medidas que Varoufakis proponía eran "tan vagas que no valía la pena hablar sobre ellas".
Por su parte, Varoufakis afirma que las medidas disuasorias que cita en su libro habían recibido la aprobación de Alexis Tsipras y de otros dirigentes miembros de su círculo en noviembre de 2014. Y explica que sobre la base de ese acuerdo confirmado en enero de 2015, fue que aceptó ser ministro de Finanzas. Tooze pone el acento, con razón, en el descuento unilateral de los títulos griegos que poseía el BCE, mientras que Mason resalta el sistema paralelo de pagos.
Para comprender de qué se trataba, retomo la explicación de Varoufakis, y luego resumo la posición de Tooze y la de Mason.
Para Varoufakis, "…el escenario más factible» tras el que iban los dirigentes europeos era el siguiente: « la prórroga [del memorando] era un movimiento táctico: al retrasar cualquier posible solución, sólo tendrían que esperar a que agotáramos nuestra actual popularidad y las escasas reservas de liquidez que nos quedaban; y así cuando la prórroga llegara a su fin, en junio, no habría ninguna duda de la inminente rendición incondicional de nuestro gobierno"(Pág. 398, cap. 9).
Pero Varoufakis afirmaba que, frente a ese escenario, obtuvo el acuerdo de Tsipras y del pequeño círculo a su alrededor (llamado el gabinete de guerra) para "…solicitar la prórroga, mientras al mismo tiempo indicábamos a la Troika que, ante cualquier intento de debilitarnos cerrando el grifo de la liquidez, responderíamos con la negativa a efectuar más pagos al FMI; que cualquier intento de colocarnos la camisa de fuerza que simbolizaba el programa vigente, o de negarnos una reestructuración de la deuda, recibiría como respuesta la ruptura de las negociaciones; y que cualquier amenaza de cerrar los bancos e imponer controles de capital provocaría la quita unilateral de los bonos SMP en propiedad del BCE, la activación del sistema de pagos paralelo y la reforma de la ley que rige el Banco Central de Grecia, para así restaurar la soberanía del Parlamento sobre la entidad" (Idem).
El problema es que, jamás de los jamases, esta amenaza fue comunicada a la Troika. Tampoco, jamás se hizo pública y Varoufakis lo reconoce. En cuanto su puesta en práctica, como veremos, Tsipras y la mayoría de su gabinete se opusieron claramente y Varoufakis lo aceptó hasta la capitulación final en julio de 2015.
Todo pasó en un comité muy restringido y el resto del gobierno nunca fue informado, ni tampoco la dirección de Syriza. Se mantuvo a la población griega totalmente al margen.
Varoufakis escribió: "…la peor estrategia era solicitar la prórroga, conseguirla y, si los acreedores se alejaban del espíritu del acuerdo provisional, no ser capaces de transmitirles nuestra voluntad de activar dichas medidas. …si cometíamos ese error, nos pondrían a caldo durante el período de prórroga y, entonces, en nuestro momento de mayor debilidad, a finales de junio, nos machacarían"(Idem). Pero es exactamente lo que pasó. Varoufakis, con el acuerdo del núcleo en torno a Tsipras, pidió la prolongación del memorando sin hacer ninguna advertencia de que se podría pasar a la acción, y los acreedores, en consecuencia, arrastraron por el fango al gobierno y luego lo hicieron capitular oficialmente.
Mason explica que para Varoufakis las medidas como la reducción de los títulos griegos o el sistema de pagos paralelo constituían armas de disuasión, es decir armas que no debían ser utilizadas. Varoufakis pensaba que la amenaza de una rebaja de los títulos o la instauración de un nuevo sistema de pagos iba a hacer recular a los dirigentes europeos. Pero esa amenaza era insuficiente, y se tendría que haber pasado a la acción.
Mason subraya aquí una incoherencia de Varoufakis: «Puesto que es un teórico del juego, Varoufakis tenía que saber que el poder de negociación del débil depende de sus opciones de salida»
Mientras que Tooze pone el acento sobre la rebaja en los títulos como arma frente a los acreedores, Mason da la preferencia al sistema paralelo de pagos. Escribe: «Si un sistema alternativo de pagos pudiera permitir hacer compras, pagar salarios, y a las empresas comprar sus insumos incluso cuando los bancos privados del país estuvieran cerrados, luego el BCE saldría debilitado. Aunque los acreedores amenazaran con parar la vida económica, Grecia podría volver a la mesa de negociaciones con una posición mucho más fuerte. Y en el peor de los casos, si los acreedores continuasen rechazando todo lo que no fuera el acuerdo existente, el sistema paralelo de pagos podría haber sido la base de una nueva moneda, permitiendo una transición gradual desde el euro en lugar de una salida violenta… La mayor fuerza del establishment político en Europa—como en cualquier otro lado—es la percepción de que su normativa es un hecho inmutable, de que no hay alternativas. La visión de una Grecia todavía en pie—con los negocios funcionando, con la gente trabajando y pagando sus factures, con los servicios públicos funcionando—después de que el BCE hiciera lo peor, haría que su aurea de inevitabilidad saliera severamente dañada" (fin de la cita de Mason).
Mason considera igualmente que era fundamental para el gobierno de Tsipras retomar el control del Banco Central. Y estoy de acuerdo.
Por otra parte Mason piensa que Varoufakis se equivocaba al rechazar el control de capitales. Cita a Varoufakis que afirmaba: "el control de capitales hubiera ido en detrimento de los intereses de los Estados miembros de la UE y por esta sola razón teníamos que oponernos a su implantación". Y Mason declara con toda razón: "En esto y en cualquier otra situación, se nos presentaba como un europeo comprometido, muy honorable pero, quizás, no era lo mejor para la posición que ocupaba". Y agrega que algunos países, como Grecia, deberían: "En primer lugar salir de la integración europea, para reafirmar su soberanía y rechazar el libre movimiento de capitales y bienes que han definido el proyecto europeo, para conseguir un modelo en que la economía esté al servicio de un programa nacional de desarrollo". En eso también estoy de acuerdo con Mason.
Tooze insiste en la idea de una medida que, efectivamente, habría sido necesaria instaurar, consistente en aplicar una rebaja unilateral de los títulos griegos en posesión del BCE por un monto de cerca de 30.000 millones de euros.
Esos títulos continuaban estando bajo jurisdicción griega ya que databan de los años 2010-2011. El BCE los había comprado a cerca del 70 % de su valor y se hacía reembolsar el 100 % del mismo, y también con unos tipos de interés abusivos 26/. Títulos equivalentes que estaban en manos del fondo de pensiones público griego habían sufrido un haircut del 53 % en marzo de 2012, mientras que el BCE había rechazado que se le aplicara esa reducción. El gobierno griego tenía, por lo tanto, el derecho moral, o sencillamente el derecho, de aplicar una reducción o de repudiar esa deuda. Esa propuesta de Varoufakis era correcta; el problema fue que nunca se hizo pública mientras él era ministro. Y aceptó que no fuera aplicada.
Varoufakis aceptó retroceso tras retroceso y nunca hizo público ni sus desacuerdos ni sus propuestas alternativas hasta después de la segunda capitulación del 13 de julio de 2015. Mason remarca con absoluta razón que "Incluso después del voto negativo, preparar el sistema de pagos alternativo era solo una de las cuatro prioridades de su equipo: la número uno era desarrollar otra propuesta que los acreedores rechazarían. Cuando asegura a Alexis Tsipras, el primer ministro de Grecia, que Merkel aceptará al 100 % su nueva propuesta si ella reflexionara de manera racional, uno tiene ganas de alcanzarlo, a través de la página, zarandearlo y preguntarle: ¿Yanis, leíste tu propio libro?".
Otros puntos críticos abordados por Tooze: las tentativas del gobierno Tsipras para obtener el apoyo de los dirigentes de China, Rusia y Estados Unidos
Tooze tiene razón al mencionar las tentativas infructuosas realizadas por el gobierno de Tsipras para obtener la colaboración y el apoyo de las autoridades de China, Rusia y Estados Unidos. El resumen de Tooze es muy correcto: "Al tratar de escapar de la claustrofóbica UE, el gobierno de Syriza fue más allá. La vieja ala izquierdista del partido dirigió su mirada a Rusia. Varoufakis, consciente del corrimiento del equilibrio en la economía del siglo XXI, pensó en hacer un acuerdo con China. Pero tanto de Moscú como de Pekín, Grecia recibió la misma respuesta: debéis hacer un acuerdo con Alemania. El mismo mensaje llegó de Washington. Varoufakis se inclinó hacia el Reino Unido y Estados Unidos… Cuando Syriza llegó al poder, Obama hizo comentarios simpáticos. Pero cuando Alemania puso en claro su posición, Estados Unidos reculó. Uno de los funcionarios le dijo a Varoufakis: Washington no quiere inmiscuirse, ya que Grecia pertenece a la esfera de influencia de Alemania".
Y yo agrego que Varoufakis explica en el capítulo 11 de su libro que él había facilitado la compra del Puerto de El Pireo por la sociedad Cosco de China; que, además, había propuesto a las autoridades chinas la compra de los ferrocarriles griegos que le darían acceso al resto del mercado europeo por vía férrea, y hacer de eso un eslabón suplementario de la Nueva Ruta de la Seda. Este último proyecto no se concretó. Varoufakis esperó en vano que Pekín comprara en marzo de 2015 bonos del Tesorogriego (treasury bills) por un monto de varios miles de millones de euros, que el gobierno utilizaría para reembolsar al FMI. Para gran desesperación de Varoufakis, los dirigentes chinos no mantuvieron su promesa y se contentaron con dos compras de 100 millones de euros. Se le puede reprochar a Varoufakis las propuestas que hizo a las autoridades chinas: ¡Pedir préstamos a los chinos para reembolsar al FMI! ¡Abandonar el control de los ferrocarriles griegos! Eso no habría seguramente beneficiado al pueblo griego, ni a la reconquista de márgenes concretos de soberanía.

Los puntos débiles o ausentes en los comentarios de Mason y de Tooze

Mason y Tooze olvidan en su razonamiento que era fundamental resolver la crisis bancaria (más allá del problema del acceso a la liquidez). Sin embargo, el programa con el que Syriza llegó al gobierno decía bien claramente que el Estado iba a retomar totalmente el control de los bancos y crear un banco de desarrollo.
Varoufakis se oponía al programa de SyrizaPor su lado, como lo hemos visto, Varoufakis se había opuesto al programa de Syriza. Afirmaba que cuando había aceptado en noviembre de 2014 el ofrecimiento de Tsipras para ser ministro de Finanzas en caso de victoria electoral, él había propuesto la "transferencia de acciones y de la gestión de los bancos a la UE" (¡sic!). Varoufakis precisa que "confiar la gestión y la propiedad de esos bancos a la UE. Era una propuesta ultra audaz para un partido que se inclinaba por la nacionalización del sector bancario". Al proponer a Tsipras la transferencia a la UE de las acciones que poseían los poderes públicos griegos, Varoufakis realizaba un paso adelante y dramático hacia el abandono completo de la soberanía.
Es muy sorprendente que Mason y Tooze no digan nada al respecto sobre eso. Su silencio puede ser debido al hecho de que Varoufakis, cuando efectivamente fue ministro, había aceptado que Tsipras y Dragasakis, su viceprimer ministro, le sacaran la responsabilidad sobre los bancos 27/. Pero ese silencio no está justificado. En efecto, es imposible poner en marcha una política alternativa a la Troika y a los memorandos sin tomar medidas muy drásticas con respecto a los bancos. La decisión de Tsipras y Dragasakis de no aplicar el programa, por el que habían sido llevados al poder, es la clara señal de que habían decidido no inmiscuirse en los intereses de los grandes accionistas privados de los bancos griegos, responsables de la situación dramática del sector bancario y de la crisis. Varoufakis lo sabía y había aceptado esa situación.
Mason y Tooze no hablan de la mayor debilidad de la posición de Varoufakis y Tsipras: negarse a un llamamiento a la movilización popular y aceptar la diplomacia secreta. Este factor tuvo un papel decisivo en la derrota.

(CC – Flickr – des Byrne)
Mason y Tooze tampoco dicen nada sobre la iniciativa de auditoría de la deuda griega que fue lanzada por Zoe Konstatopoulou, la presidenta del Parlamento griego, con el apoyo oficial pero no entusiasta de Alexis Tsipras. Esta iniciativa inédita en Europa encontró un enorme eco en la población griega, pero Varoufakis no contribuyó en nada. En su libro, no le dedica ni una sola palabra (solamente cita una vez el nombre de Zoe Konstatopoulou) a pesar de haber estado presente el día del lanzamiento el 4 de abril de 2015. Varoufakis afirmó que había apoyado la comisión que realizó la auditoría, cuando lo cierto es que no ayudó en nada. Estaba persuadido de que era inútil cuestionar la legitimidad o legalidad de la deuda reclamada a Grecia. Ya en 2011, había rechazado sostener la iniciativa ciudadana para la auditoría de la deuda 28/. La viceministra de finanzas Nadia Valavani me lo recordó cuando la encontré en el ministerio de Finanzas el 13 de febrero de 2015.
Varoufakis dio muestra de un grave desconocimiento de la historia de los conflictos en torno a las deudas soberanas, de los ejemplos de anulación de deudas o de repudio de deudas, de las lecciones que se deben aprender en materia de estrategia política y del interés de fundamentar los actos soberanos unilaterales sobre argumentos de derecho con el fin de reforzar esa posición frente a los acreedores. La suspensión del pago de la deuda era una medida que se habría debido poner en práctica desde el mes de febrero de 2015, con el fin de evitar el vaciamiento de las cajas públicas en provecho del FMI. El FMI era el único beneficiario público de los reembolsos efectuados por el gobierno griego entre febrero y junio 2015, aunque el gobierno griego habría podido buscar la división de los acreedores al anunciarles en un primer momento la suspensión de pagos de la deuda debida únicamente al FMI.
Se debe señalar otro punto: Tooze comete un error de apreciación cuando se refiere a lo que pasó a comienzos de julio de 2015. Escribe a propósito de la decisión de Tsipras de capitular el 12 de julio en Bruselas: "Como Tsipras correctamente juzgó, la mayoría de la población griega no quería arriesgarse a una ruptura".
¿Sobre qué se fundamenta Tooze para afirmar que la mayoría de la población griega no quería arriesgarse a una ruptura y que Tsipras tuvo razón en tener eso en cuenta? Otra interpretación se justifica: la mayoría de la población griega que votó a favor del No el 5 de julio de 2015 estaba dispuesta a asumir las consecuencias del rechazo a un nuevo memorando, que equivalía a una ruptura, cualquiera fuera su forma, y, eso, Alexis Tsipras no lo había previsto. Hay que recordar que ese referéndum se desarrolló mientras que, como represalia, el BCE había cortado totalmente la liquidez a Grecia y los bancos estaban cerrados. Tanto los dirigentes europeos, como los griegos que apostaban por el Sí, no paraban de insistir en que el hecho de votar No significaba salir del euro. Por lo tanto la gente era consciente del riesgo que corrían votando No. En los días precedentes al 5 de julio, Tsipras estaba convencido de la victoria del Sí que legitimaría la capitulación. Varoufakis estaba también convencido de la victoria del Sí pero no estaba preparado para capitular 29/. Inmediatamente después de la victoria del No, en las 24 horas que siguieron, Tsipras organizó una reunión con los tres partidos que habían llamado al Sí y habían perdido el referéndum con el fin de fraguar con ellos una nueva propuesta que se parecería mucho a la que el pueblo acababa de rechazar. Tsipras prosiguió con la lógica de la negociación a cualquier precio y traicionó la voluntad popular al no respetar el resultado del referéndum (véase el video).

Atenas, lunes 29 de junio de 2015
Tooze y Mason no plantean la cuestión de las alianzas que Varoufakis hubiera podido tejer con el objetivo de resistir a la funesta línea aplicada por Tsipras. Si Varoufakis hubiera realmente querido luchar para que el gobierno griego decidiera rebajar los títulos griegos que poseía el BCE, instaurar un sistema paralelo de pagos, detener en un momento dado los pagos con respecto al FMI, habría debido buscar alianzas con los sectores que, dentro de Syriza, en el gobierno y en el parlamento podían trabajar en el mismo sentido. Pero entre enero y comienzos de julio 2015, no hizo ninguna gestión para intentar una convergencia entre las fuerzas que se oponían a los retrocesos de Tsipras. Varoufakis fue cómplice de esos renunciamientos. Su aversión por el líder de la plataforma de izquierda Panagiotis Lafazanis, que ocupaba un puesto clave en el gobierno, era evidente. Varoufakis escribió: "…Alexis había nombrado en su lugar [de Euclides Tsakalotos] a Panagiotis Lafazanis. Era terrible". Y prosiguió: "Con Lafazanis en uno de los ministerios clave, y con Tsakalotos [que terminó reemplazando a Varoufakis como ministro de Finanzas] —que suscribía nuestro pacto—lejos del gabinete, mi estrategia negociadora estaba en peligro" 30/. Varoufakis no buscó tampoco una alianza con la presidenta del Parlamento griego, por ejemplo, con el fin de tomar medidas para imponer una rebaja a los títulos griegos en manos del BCE, pero si hubiera querido que esa medida se pusiera efectivamente en marcha, habría sido necesario obligatoriamente aprobar una ley y pasarla por el Parlamento. Varoufakis permaneció siempre dentro del pequeño círculo alrededor de Tsipras
La política que hubiera sido necesario adoptar desde el comienzo del gobierno de Tsipras y, en todo caso, a partir del 5 de febrero de 2015
Sostengo que una línea política, totalmente diferente de la adoptada por Varoufakis y el pequeño círculo en torno a Tsipras, debería haberse puesto en práctica desde el comienzo. [ 31/. Para aplicar el mandato por el que habían llegado al gobierno, Tsipras habría debido tomar las siguientes iniciativas y medidas:
Hacer públicas las 5 o las 10 prioridades del gobierno en la negociación, especialmente en materia deuda, denunciando muy claramente el carácter ilegítimo de la deuda reclamada por la Troika.
Establecer los contactos con los movimientos sociales, alentar, como gobierno o por medio de Syriza, la creación de comités de solidaridad en el máximo posible de países y paralelamente a la negociación con los acreedores, con la perspectiva de desarrollar un amplio movimiento de solidaridad.
Priorizar la reivindicación de las reparaciones exigidas a Alemania en relación a la ocupación nazi de Grecia durante la Segunda Guerra Mundial.
Rechazar la diplomacia secreta y hacer público el chantaje practicado por los acreedores en desprecio de las reglas democráticas.
Desarrollar canales internacionales de comunicación para franquear la barrera de los medios dominantes.
Utilizar la disposición del reglamento europeo 472 que trata sobre la auditoría de la deuda, [ 32/ lanzar la auditoría con participación ciudadana y suspender el pago de la deuda, comenzando por la del FMI (que era el único acreedor para el que los vencimientos de pago tenían lugar durante los primeros meses del gobierno de Tsipras, hasta el 15 de junio); modificar por vía legislativa el valor de los títulos griegos en manos del BCE aplicando de manera unilateral una rebaja radical, pudiendo llegar hasta el 90 %, o bien optar por el repudio puro y simple.
Acabar con el memorando conforme al compromiso tomado ante el pueblo griego durante la campaña electoral que llevó a la victoria del 25 de enero.
Establecer un control de capitales.
Aprobar una ley sobre los bancos para asegurar el control de los poderes públicos sobre ellos y ponerlos al servicio de una política de desarrollo favorable a la población y al desarrollo económico del país.
Poner en marcha un sistema paralelo/complementario de pagos.
Reemplazar Stournaras a la cabeza del Banco Central griego por una persona competente y de confianza.
Aprobar una ley que anule las deudas privadas con respecto al Estado, por ejemplo, aquellas por debajo de 3.000 euros. Esta medida podría, de una vez, mejorar la situación de 3,3 millones de contribuyentes (entre los cuales 367.000 pequeñas y medianas empresas) que deben menos de 3.000 euros 33/.
Reducir de manera radical el IVA sobre los bienes y los servicios de primera necesidad.
Revertir la reducción de las pensiones y del salario mínimo legal.
Poner en marcha el plan de urgencia contra la crisis humanitaria previsto en el programa de Tesalónica.
Prepararse para nuevas represalias por parte de las autoridades europeas, y por lo tanto a una posible salida del euro.
Si se hubieran tomado todas estas medidas, ciertamente, habría sido posible una victoria.
Conclusión
Los numerosos comentarios suscitados por la publicación del libro de Yanis Varoufakis, Comportarse como adultos, son la manifestación de la importancia para los pueblos de los retos de la experiencia del gobierno de Tsipras, en el que Varoufakis tuvo un importante papel. El libro de Varoufakis se lee como una novela. Hay suspenso, sobresaltos, traiciones… El inmenso interés sobre las memorias del exministro de Finanzas de Grecia es que el autor da su versión de los hechos que influyeron e influyen todavía en la situación internacional, en particular en Europa, pero también más allá, ya que la decepción provocada por la capitulación del gobierno de Tsipras marcó profundamente los espíritus.
Como el propio Varoufakis lo escribe, abogó permanentemente por modificar la línea adoptada por Syriza, lo que era conveniente para Tsipras, quien formaba un trío con Pappas y Dragasakis. Ese cambio de orientación iba también en contra de la voluntad del pueblo que había llevado a esta fuerza política al gobierno sobre la base de fuertes compromisos.
Mediante su testimonio, vemos cómo, en etapas muy importantes escalonadas entre 2012 y las elecciones del 25 de enero de 2015, se fueron tomando opciones a espaldas de Syriza, en detrimento de los principios democráticos más elementales. A partir de la constitución del gobierno Syriza - Anel, ya no es solamente la voluntad de los y las militantes de Syriza cuya voluntad no fue respetada, sino la de todo el pueblo griego que llevó a Tsipras a la cabeza de un gobierno sobre la base de un programa electoral radical. Pero desde el comienzo de la negociación con los dirigentes europeos, Varoufakis y Tsipras promovieron propuestas que se alejaban de manera evidente de los compromisos tomados ante la ciudadanía en lo que concernía al fin del memorando, la deuda, los bancos, el fin de las privatizaciones, el restablecimiento del salario mínimo legal y de las pensiones, y otras medidas esenciales.
Varoufakis se atribuye un papel central y, efectivamente, ejerció una influencia sobre la línea adoptada por el trío Tsipras – Pappas – Dragasakis. Por su parte este trío utilizó la carta Varoufakis durante un poco más de cinco meses, y se desembarazaron de él al retirarle la cartera de ministro de Finanzas justo después de la victoria del No, durante el referéndum del 5 de julio. Ese hecho provocó su dimisión.
Varoufakis nunca hizo público sus desacuerdos mientras fue ministro, aceptó la diplomacia secreta, jamás hizo un llamamiento a la movilización al pueblo griego ni a la solidaridad internacional. No tuvo el coraje de dimitir antes del 6 de julio a pesar de que explica en su libro que había redactado varias cartas de dimisión en el curso de su mandato.
No obstante, a su favor, y es muy importante, Varoufakis se unió al campo de los 31 diputados de Syriza que votaron, en el Parlamento griego en la noche del 15 al 16 de julio de 2015, contra la capitulación firmada por Tsipras en Bruselas, el 13 de julio. [ 34/. Posteriormente, Varoufakis participó en la iniciativa europea a favor de un plan B, luego creó DiEM 25 y escribió este libro indispensable para comprender los acontecimientos que sacudieron Europa en el primer semestre de 2015. Es evidente que no suscribo la explicación dada por Varoufakis pero es cierto que su testimonio es irremplazable y debe tomarse seriamente. En su actividad política actual, Varoufakis continúa promoviendo un posible proyecto de reforma consensuada de la Unión Europea y de la zona euro, que no tiene en cuenta lo que pudimos aprender de la experiencia de 2015.

Agradecimientos:
 El autor agradece a Alexis Cukier, Stathis Kouvelakis, Nathan Legrand, Brigitte Ponet, Claude Quémar y Patrick Saurin por sus lecturas del texto y sus sugerencias.
El autor es totalmente responsable de los eventuales errores contenidos en este trabajo.
Espero en explicar otro texto mi reacción a la respuesta de Varoufakis a los diferentes comentarios dirigidos a su libro.Traducido por Griselda Pinero
Notas:

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