Problemas de deuda rondan nuevamente
Opinión
25/09/2018
Estamos ya en el tercer trimestre del año y comienzan a resaltar las heterogeneidades de las diferentes regiones económicas. Carencias y problemas particulares se evidencian ante un entorno mundial caracterizado por la materialización de eventos considerados de riesgo para las perspectivas económicas tanto de corto como mediano plazo, pues existen consecuencias que están muy ligadas a la inversión con repercusiones en la productividad mundial. El alza de la tasa de interés de Estados Unidos tiene efectos sobre precios de commodities, bolsas de valores emergentes y tipos de cambio negativos para el crecimiento mundial. Sin duda sirve para colocar a Estados Unidos uber alles, primero, como dice el presidente de aquel país.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se espera que el crecimiento mundial sea de 3.9% tanto para 2018 como 2019. Evidentemente, al mirar las diferentes latitudes del orbe la historia comienza a mostrar gran disparidad. En el cuadro 1 se presenta las proyecciones del crecimiento por bloques económicos. Como se observa, Asia es la que impulsa el crecimiento mundial, pues se espera un crecimiento de 6.5% para el año en curso. En el otro extremo está América Latina y el Caribe, cuyas perspectivas de crecimiento se revisaron a la baja, pasando de un 2% a tan solo 1.6%.
Para las economías avanzadas y la Unión Europea los pronósticos de crecimiento se encuentran en un 2.4% y 2.2%, debajo del mundial. Además de que éstos también se redujeron 0.1% y 0.2% respectivamente. Aunque de acuerdo con estimaciones del FMI, varios de sus integrantes estarían produciendo ya para este año a su máxima capacidad e incluso algunos, como es el caso de los EEUU y Alemania, estarían produciendo por encima del producto potencial. En cuanto a la comunidad de Estados Independientes y Oriente Medio las revisiones al alza tienen que ver con el incremento de los precios de commodities.
Como se observa en la gráfica Crecimiento del PIB China está muy por encima del promedio, con tasas de 6.6%. aunque el caso estadounidense resulta importante tanto por dimensión como por impacto. El estímulo fiscal que se llevó a finales de diciembre de 2017 en dicha economía parece tener un impulso más que positivo. El crecimiento esperado es de un 2.9% al final del presente año. Por lo acontecido desde finales 2017 el Federal Reserve System (FED) ha decidido incrementar la tasa de referencia para los bonos federales a un rango de 1.75% – 2.00%. En este sentido se espera una normalización de la política monetaria en el futuro próximo. Con una proyección de 4.5% de interés básico para el 2020, el impacto sobre el crecimiento mundial será fuerte.
La apreciación del dólar se está dando por incrementos de las tasas de interés, por tensiones comerciales entre las principales potencias, así como por problemas fiscales tanto en países desarrollados como en emergentes. Esto genera problemas como incrementos en el costo de la deuda, caídas en los tipos de cambio y consecuentemente problemas inflacionarios, además de incrementar la incertidumbre, lo cual ha desembocado en problemas cambiarios como los vistos en Argentina1 y Turquía2. Los problemas mayores del alza de la tasa de interés son para Europa y Japón cuyos niveles de deuda son mayores de 100% del PIB.
Se dice que como no deben en dólares no les afecta. El único problema es que si el (Poner nombre) Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón (BoJ) no nivelan sus tasas con las de EEUU entonces el arbitraje a favor del dólar les afecta adversamente como ya se ve. A la corta o a la larga ambos bancos centrales se nivelarán con el FED como lo han hecho siempre. Su servicio de deuda subirá del 1% al 5% del PIB como efecto del alza y deberán ajustar gastos fiscales para evitar un creciente déficit fiscal. Eso reducirá aún más el crecimiento anémico que tienen. Dado que la Unión Europea es una zona de demanda mundial fuerte, su ralentización impactaría sobre la demanda de materias primas afectando a ciertas economías emergentes.
Existen otros problemas que la ONU señala como factores de riesgo para el crecimiento. Entre ellos sobresale el número de conflictos armados y la movilidad de refugiados, tanto en América Latina como en Medio Oriente y África. Para el futuro inmediato entonces y bajo esta serie de acontecimientos, los problemas de deuda y consolidación fiscal restringen en gran medida a las economías del G-7 y evidentemente a las economías en desarrollo. Esto atenta contra el crecimiento sostenido y los logros de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De seguir con la trayectoria, los problemas de concentración del ingreso se agudizarán.
La historia nos ha mostrado que tanto una política económica inadecuada como la fragilidad de una economía ante shocks externos pueden terminar en recesiones e incluso crisis. Hoy en día se presentan indicios de la exposición de diversos países. Por ejemplo, los niveles de endeudamiento, los cuales se observan en la gráfica Deuda externa y de gobierno, donde con excepción de la comunidad de Estados Independientes y las economías emergentes y en desarrollo de Europa,
los niveles de deuda de los gobiernos representan más de un 48% del PIB. El caso extremo es América Latina, con un 65%. En cuanto a deuda externa, las economías emergentes tienen una proporción del 40% de su producto con excepción de Europa y Asia. Los porcentajes para estos dos bloques son de 58.2% y de 17.5% respectivamente como proporción del PIB. Esto frente a la situación de la Unión Europea y Japón es menos problema. Estados Unidos seguirá con un déficit creciente ignorando los efectos que deja en la economía mundial confiado en que el resto de los bancos centrales del mundo le seguirán comprando sus bonos del tesoro ad infinitum.
Sólo por poner un ejemplo, para este año, la economía argentina tiene un balance fiscal de -5.5% y una deuda de gobierno de 54% ambos como porcentaje del PIB, situación que, entre otras cosas, llevó a buscar a la administración de aquel país una vez más apoyo del FMI. Otro caso similar, se dio en Grecia en 2009, cuando el déficit fiscal alcanzó un -15% y el nivel de deuda sobrepasó el 120% de su producto, con las consecuencias ya bien sabidas. Organismos como CEPAL y la ONU señalan que es prioritario generar espacios fiscales sanos no sólo para economías emergentes sino también para economías avanzadas con lo que no se puede sino concurrir en aras de un crecimiento más estable en un futuro cercano.
Referencias:
Oscar Ugarteche
Investigador Titular, IIEc-UNAM, SNI/Conacyt, Coordinador del OBELA
Alfredo Ocampo
Miembro del OBELA
https://www.alainet.org/es/articulo/195519
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