In memoriam
Samir Amin o la razón de ser de un nuevo internacionalismo
04/09/2018 | Catherine Samary
Como si quisiera hacer su testamento político, en la urgencia de un “momento” específico para él y para la globalización capitalista en crisis, Samir Amin volvió a publicar 1/ días antes de dejarnos repentinamente el 12 de agosto último, su llamamiento a “la imprescindible reconstrucción de una Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo entero” en la web Afrique-Asie.fr- En el anexo se encuentra una Carta de intenciones dirigida acelerar y concretar este proceso. Su muerte añade una enorme fuerza a este llamamiento que inspira mucho respeto y merece la mayor atención a pesar y a causa de la inmensa pérdida y tristeza de no tener a Samir Amin a nuestro lado para discutir y llevar a cabo este proyecto.
Aunque he leído sus trabajos y nos hemos cruzado en varios encuentros antiglobalización, especialmente en los Balcanes, tenía la impresión de que no conocía suficiente a Samir Amin –y de tener demasiados puntos de vista alejados de los suyos (al no compartir su maoísmo) – para poder rendirle homenaje adecuadamente. Por eso, de entrada, he preferido leer y escuchar a quienes habían estado más cerca de él –especialmente, la completa presentación redactada por su/nuestro camarada Gustave Massiah, escrita en 2002 (con motivo de los 70 años de Samir Amin) y que acaba de ser colgada en la red junto a muchos e importantes homenajes 2/. A pesar de nuestros recorridos en gran parte diferentes –especialmente mi propio posicionamiento asociado a la oposición de izquierda a Stalin y al trotskismo, después al estudio de la revolución yugoslava literalmente excluida del universo del pensamiento maoísta -, había sentido un sentimiento de gran proximidad durante los últimos encuentros. El descubrimiento de esta llamamiento –que lo convertía en mucho más que en un marxista del sur (como Gus Massiah recuerda que le gustaba presentarse) ha confirmado ese sentimiento.
También sentía ganas y deber intelectual y político de saber mucho más, de no quedarme en las polémicas heredadas de la Révokton culturelle y de los años 60, cruzar y enriquecer diferente enfoques del pasado/presente con la lógica actualizada. En muchas presentaciones recientes (2017 y 2018) el mismo Samir Amir explica la continuidad y la evolución de su enfoque del orden mundial 3/. Hablo especialmente de los dos videos “Samir Amir explica a Samir Amin” producidos por la RFI en mayo de 2018 4/.
En el primero se evoca su descubrimiento de comunismo en Egipto donde había nacido… Después el anclaje de su análisis del capitalismo globalizado en la óptica del despertar del Tercer Mundo durante largo tiempo. Especialmente en el grupo de los cuatro (Emmanuel, Gunther-Frank, Wallerstein y él mismo) y su enfoque diversificado del sistema mundo y sus relaciones de dominación; la centralidad y actualidad de Marx para pensar la globalización capitalista.
En el segundo video, se centra en la independencia africana, sus avances, sus fragilidades sociales y políticas. Destacamos los muy importantes debates sobre el nacionalismo y por tanto, la burguesía (y la pequeña burguesía) nacional: Samir recuerda la desconfianza hacia el nacionalismo (y alianzas nacionalistas) de Franz Fanon, Cabral o Sankara –asesinado, nos dice Samir Amin, porque había comprendido que el papel de un gobierno progresista era el de ayudar a la auto-organización de las poblaciones dominadas…
Estas presentaciones permiten completar lo que Gus Massiah destacaba en 2002 en cuanto al largo plazo y a los grandes temas de reflexión: después de la crisis de 2008, después de las lógicas contradictorias y los impasses de las revueltas del mundo árabe, insiste mucho más sobre las características de la coyuntura histórica en la que nos encontramos con el telón de fondo de su llamamiento. Combina análisis de carácter globalizado (en todos los continentes) de la dominación de los monopolios (y las cadenas de valor), de la privatización de los Estados y grandes instituciones financieras, de sus ataques antisociales y antidemocráticos (a los que hay que añadir el desastre ecológico). Pero el análisis también integra la crisis de los partidos, el estallido y las divisiones de la izquierda radical en todos los continentes. “Tres fracasos” son importantes: el de ”sovietismo” –noción utilizada para rechazar la idea del fracaso del socialismo-, el de la socialdemocracia y el de los movimientos nacionales populares del Tercer Mundo; el cruce de los análisis sobre interpretación de estos fracasos es una de las grandes fuentes que condicionó la aparición de una alternativa socialista. Pero los debates y análisis no son independientes de los marcos de acción común posible. La renovación de un internacionalismo orgánico frente a un sistema global depende también de una elección razonada y organizada políticamente. Me sitúo en positivo en este proyecto, no en homenaje a Samir Amin –aunque él se lo merezca- sino por convicción y por practicar un razonamiento análogo, a título individual 5/ y colectivo 6/. Puede pensarse como un proceso con varias dimensiones –asociando momentos de confrontación de los análisis y balances complejos, conflictivo y acciones de campañas comunes que crean confianza. No puede tratarse de un proceso fácil y a corto plazo, y no hay garantía de éxito. ¿Pero no merece la pena abordarlo? Dejando claras las cuestiones que provoca -algunas citadas más arriba-.
¿Hacia la creación de una nueva Internacional?
Probablemente se puede partir de un amplio consenso sobre las principales características destacadas por Samin Amir en relación al momento internacional de su llamamiento: analiza como el “otoño del capitalismo” 7/ desgraciadamente sin la esperadas "aparición de la primavera de los pueblos y la perspectiva socialista”: se trata de una de las fases en las que “el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en nacer”, aunque a menudo evocada por Gramsci, recordada semejante coyuntura: está muy cerca de muchos aspectos de los que habla Gilbert Achcar 8/. Como él y muchos otros hoy, Samir Amin era consciente de que se trataba de un momento peligroso, pero abierto a la polarización con una radicalización anticapitalista difusa bajo formas frágiles y explosivas, es decir la emergencia de nuevos componentes de una izquierda radical y la renovación del recurso a los análisis marxistas y socialistas -sin modelo convincente y capaz convertirse en un marco unificado.
¿Cuáles son las bases programáticas fundamentales que adelanta en el enfoque propuesto?
“La cuestión de la soberanía popular no debe eludirse en nuestra reflexión sobre la forma de construir la alianza de las solidaridades” escribe Samir Amin en su texto de presentación contra los dictados de esta globalización y sus instituciones. Pero el sentido (o la importancia) de esta noción se asocia inmediatamente a una doble exigencia estratégica que define la orientación de su proyecto: por una parte, su anclaje en la movilización de las clases trabajadoras y subalternas (asalariadas o no, obreras y campesinas, precarias) en defensa de sus intereses y derechos sociales: se opone a los enfoques etnicistas o nacionalistas que intentan subordinar las aspiraciones populares a los intereses de las clases (nacionales e internacionales) dominantes (se ha visto en los videos en un balance del fracaso y los límites de la descolonización citados más arriba que esta valoración se aplica no solo a los países capitalistas en los que la burguesía nacional es la más fuerte, sino en el Gran Sur). A propósito de esto, señala que un escenario de despertar revolucionario solo en los países del sur sería aún más desastroso en el siglo XXI de lo que fue en el siglo XX. Esto obliga a repensar la desconexión de una forma articulada, transcontinental, como es el propio capitalismo. Y el segundo eje estratégico funda y define un internacionalismo orgánico (distinto a la simple yuxtaposición de enfoques nacionales o de solidaridad moral): se trata de resistir concretamente a los efectos y mecanismos globalizados de un sistema de opresión y explotación -apoyándose en el anclaje nacional, los relevos y reagrupamientos continentales (capaces de influir de forma multipolar contraria a toda lógica hegemónica , monetaria, financiera , política, ideológica).Y es también en esta escala globalizada de forma concreta que debe emerger una contra-hegemonía y alternativa socialista. Este proceso complejo y largo se enfrenta a peligros inmediatos; hasta ese punto es verdad que la “decadencia de un sistema quizás puede ser, recuerda él, secular” y agresiva.
En la “carta de intenciones” añadida al anexo de su llamamiento del 7 de agosto último 9/, Samir Amin nos dice:
El capitalismo globalizado ya en fase de decadencia conjuga un poder político y económico casi totalitario con una agresividad cada vez más intensa acercando de manera inquietante el riesgo de guerra generalizada. En una crisis paroxística: los países imperialistas del Occidente histórico (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón) no van a permitir a otros Estados emergentes emanciparse del marco impuesto por ellos y salir del estatus de las periferias dominadas. La tensión entre Occidente y Rusia, China, Irán, no es un fenómeno pasajero, más bien, el epicentro de una nueva remodelación violenta del mundo en provecho de las burguesías occidentales.
Se ve bien surgir allí, de forma concreta, uno de los debates necesarios: ¿Qué interpretación actualizada del imperialismo y sus guerras, las relaciones de dominación del sistema-mundo (volveré sobre esto más tarde) y cómo combatirlas de manera eficaz en el nuevo mundo multipolar?
En todo caso, múltiples y actuales guerras híbridas pueden degenerar en guerras a secas y están acompañadas de nuevas y peligrosas carreras de armamentos y de propaganda y contra-propaganda de varios lados. Samir Amir asume un antimperialismo dirigido contra las tres grandes potencias de la tríada Estados Unidos, Europa Occidental y Central, Japón, bajo hegemonía de la primera. Por otra parte, la necesidad de analizar la evolución interna de esta tríada manifestada con Trump, ¿hay que interpretar lo que se opone a ella como “defensivo y progresista"? El mantenimiento y la expansión de la OTAN hacia el Este a pesar de la disolución del Pacto de Varsovia, la opacidad de los discursos las alianzas cambiadas y las mutaciones políticas y socioeconómicas practicadas desde 1980 son fuente de profundos desarraigos y divergencias de interpretación.
Todavía recientemente, en América Latina así como frente a la crisis ucraniana, o antes ante las guerras yugoslavas, las familias políticas antimperialistas y antifascistas de han desgarrado y, a veces, se han encontrado en lados opuestos de las barricadas, en la peor violencia 10/. ¿Qué internacional antimperialista se puede construir en este contexto? En cualquier caso, el debate libre y respetuoso hacia los legítimos cuestionamientos debe acompañarse de una independencia absoluta de cualquier poder del Estado (y hacia la propaganda del Estado): la multiplicidad de relaciones políticas, sindicales con los movimientos sociales, el cruce de las fuentes de información son la única protección contra las trampas de los diversos campismos, en el sentido recordado por Bernard Dréano 11/ -lo que no implica de ninguna manera una falsa neutralidad o una equivalencia entre diferentes corrientes reaccionarias rechazadas 12/. Una de las funciones de una Asociación Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos es precisamente, por su independencia de los poderes locales y su arraigo plural, tener sus propias redes de información y criterios de juicio basados en análisis concretos en conexión con las resistencias autónomas.
Pero los fracasos del pasado y el deterioro de la relación de fuerzas favoreció la esperanza y puso el acento en las hipótesis de poder “cambiar el mundo sin tomar el poder” 13/, el horizontalismo de las redes y de los fórum. La crisis de los partidos políticos impone una reflexión. Pero el horizontalismo ni excluye para nada las prácticas burocráticas ni posiciones de poder verticalistas ocultas. Y en la carta de intenciones citada, Samir Amir nos dice: el estancamiento del proceso de los Foros Sociales hace que no sirvan más para la elaboración de una alternativa real y concluye: “No podemos continuar en esta impotencia política y debemos reconstruir una alianza en la que dinamicemos y estructuremos nuestras fuerza comunes”. Pero hay que demostrar en la práctica que el mismo proceso de construcción de una nueva Organización (como él dice) no reproduce viejas prácticas “hegemonistas”, las estigmatizaciones sectarias excluyentes en fin, otras parálisis. Samir Amin defiende replantear las experiencias de las Internacionales precedentes o actuales. Se debería integrar en este proceso indispensable a todos los componentes del movimiento antiglobalización que deseen superar a la vez los límites de los foros y el horizontalismo sin caer en un verticalismo dirigista.
Este proyecto aunque organizado y político para Samir Amin, no concierne solo a los partidos. En su carta de intenciones preconiza un encuentro de preparación que reuniría:
“militantes representantes de movimientos, partidos, sindicato, redes de todos los continentes y regiones; serán definidos como regiones: América Latina, África, África del Norte, El Mediterráneo y Oriente Medio, Europa Occidental, Europa Oriental, Asia del Este, del Sur, del Sudeste, del Oeste y del Centro, Estados Unidos, con la necesidad de una pluralidad de los representantes por región”.
Evidentemente, habría que añadir una sensibilidad feminista en los procedimientos… Pero también un análisis y tener en consideración el importante papel del racismo y la xenofobia en el funcionamiento del orden mundial, las divisiones que debilitan las resistencias, incluyendo las organizaciones políticas y sindicales. En positivo, y esencial para el proyecto de una Internacional vinculada a los movimientos populares, hay que destacar la importancia, especialmente frente a Trump pero en todos los continentes, las movilizaciones de las mujeres por sus derechos. También hay que señalar el giro que representa la victoria en las primarias demócratas del distrito 14 de Nueva York de Alexandria Ocasio-Cortez ese martes 26 de junio, con su discurso socialista… El asesinato en Brasil de la concejal y defensora de los derechos de las mujeres, de las personas negras, de las LGBT, Marielle Franco, expresa también un mayor desafío para una nueva internacional del siglo XXI. ¿Sería esta imaginable sin Angela Davis, militante comunista desde hace tiempo, implicada en todos los combates progresistas e internacionalistas? Símbolo de los tiempos, participaba en 2018 en la organización de un encuentro del llamado Bandung del Norte 14/ de las poblaciones racializadas de los países imperialistas, defendiendo caminar hacia una “Internacional Decolonial, anticapitalista, antirracista y feminista…", un enfoque autónomo que nos debe interpelar y, de forma recíproca, que debe ser cuestionado por las propuestas de Samir Amin.
La territorialización multipolar de este proceso en las diferentes regiones del mundo también forma parte de su concepción estratégica, así como que el hecho de que se dirija a redes políticas y sindicales 15/ -aproximando este proyecto desde este punto de vista su concepción a lo que era la Asociación Internacional de los trabajadores del tiempo de Marx. Pero la exigencia de proteger la autonomía de los sindicatos y los movimientos sociales de la hegemonía de los partidos políticos -y de las malas experiencias acumuladas- impone también en esto retomar y actualizar los debates (actuales) sobre la concepción de la acción política frente a un capitalismo decadente: ¿qué concepción del papel y de las bases de los partidos, sindicatos, movimientos sociales (en diferentes desafíos, ecológicos, contra opresiones específicas y cruzadas)? ¿Qué relaciones y alianzas entre ellos en el plano nacional e internacional? 16/ ¿Quiénes son, por otra parte, los “trabajadores mencionados”? Samir Amin extiende, de forma clara, sus análisis y enfoques de las luchas populares de dinámica anticapitalista, en el pasado y en el presente, al campesinado 17/ y trabajadores y trabajadoras precarias y supuestamente independientes, de hecho, sometidos a los dictados de la globalización y de las firmas multinacionales.
Se supone que será necesario avanzar al andar. Lo más importante es, en realidad, el establecer desde el inicio reglas comunes para los debates y comportamientos así como criterios que definan qué es o puede ser pertinente en los encuentros asociados a este proyecto. Sabemos gracias a la experiencia y en base a las reflexiones de los comunes, que la convicción de la importancia de un bien común (como una nueva Internacional lo debería ser) que sea sobre bases democráticas e igualitarias puede ser un poderoso motivo de autodeterminación y de autogestión de las reglas para aplicarse mutuamente –y la garantía democrática de la viabilidad de tal proyecto.
Avanzar al andar, es también contemplar procedimientos de debate que favorezcan el conocimiento recíproco de las experiencias, aportaciones, fracasos de unos y otros. La disminución de las divergencias, la reformulación enriquecida de las interpretaciones del pasado /presente deben poder estar asociadas a avances concretos hacia iniciativas y campañas comunes: en el plano de la acción, no debería haber otras precondiciones que el acuerdo sobre los objetivos y los medios de las acciones presentes. No es necesario estar de acuerdo (felizmente) sobre la interpretación de las grandes fases del orden mundial para actuar conjuntamente hoy. Y apostamos a que esta acción ayudará a superar los prejuicios y desconfianzas que pesan también en los análisis y teorizaciones.
¿Qué balance sobre el pasado y el presente?
La fidelidad de las diferentes corrientes a tal o cual creencia del pasado –no las mismas – puede ayudar a combatir visiones simplificadoras. Pero hay que estar convencidos de la importancia de incluir el balance de los fracasos del pasado de forma autónoma contra los olvidos contrarrevolucionarios y anticomunistas. En otras palabras, se trata de analizar los fracasos igual que los avances frente a la reducción de las revoluciones del siglo XX al gulag o a los aberrantes paréntesis que no tendrían ningún sentido ni interés en el mundo actual.
“Sin octubre de 1917, nos dice Samir Amin en su blog con ocasión del aniversario de la Revolución de octubre de 1917 (escuchar también“Révolution d’Octobre et mouvements de libération nationale”), es difícil imaginar que la revolución china hubiera superado el nacionalismo del Kuomintang; difícil imaginar Bandung y la rápida reconquista de su independencia de las naciones de Asia y de África, la emergencia contemporánea de los países del Sur calificados como tales. En otras palabras, ignorar 1917, o peor, considerarlo un error y una aberración de la historia, es impedirse comprender el mundo contemporáneo”.
Comparto esta opinión sobre el impacto de Octubre que no se perdió con el fracaso de las revoluciones en Europa Occidental (especialmente en Alemania), ni la cristalización estalinista. Sin embargo, hay que identificar los avances, los retrocesos, las continuidades y las discontinuidades. Como ya lo destaqué en mis propias aportaciones 18/, el balance se impone a todas las familias políticas –y cada una tiene el deber de poner en común lo que más ha trabajado.
En mayo de 2018, RFI grababa otro video con Samir Amir sobre el Congreso del bicentenario de Marx en China 19/. Cita el vínculo que Xi Jinping establece entre las condiciones de la potencia actual de China y el pasado maoísta –sin análisis de la parte de verdad pero también de la función ideológica y de poder de esta analogía de Mao. Siempre considera válido el enfoque de Mao de una sociedad salida de una “revolución popular con fines socialistas” (diferente de las sociedades que permanecen capitalistas); para él no ha habido en China una restauración capitalista (incluso si es posible y si hay presiones en ese sentido). Se trata de una sociedad “ni capitalista ni socialista con una finalidad socialista".
No quiero llevar a cabo aquí el debate sobre esta valoración. Para todas las corrientes del marxismo, las fronteras del giro anticapitalista (en la transición revolucionaria) y las de la restauración capitalista no son simples de identificar –yo las discuto en mi “Pequeño libro rojo”. El balance más específico de lo que fue el giro estalinista en la URSS y del Komintern divide (de forma diferente) a todas las familias políticas de izquierda, incluyendo las que se reclaman del marxismo, incluso el trotskismo 20/. Esta cuestión queda en el ángulo muerto y en la base de las divergencias en cadena con Samir Amin. Pero, al menos desde mi punto de vista, no son más sólidas e importantes con Samir Amin que con otros diversos componentes del marxismo antiestalinista que niegan la existencia de las revoluciones del siglo XX después de Octubre de 1917, incluso que entierran Octubre de 1917.
Es cierto que Samir Amin incorporó en su panorama histórico y conceptual todas las excomuniones estalinistas –del “trotskismo” al “titismo”: apoya una evaluación positiva del papel de Stalin– se trate de la colectivización forzosa o de su apoyo a la revolución china. Ciertamente, ignoraba el análisis que hizo Trotsky en 1930 de la revolución china de 1925-1927 en el contexto imperialista pero también de las orientaciones del Komintern 21/. Sin embargo, el marxismo de semejante texto estaba más próximo del suyo que la proclamación del socialismo realizado en la URSS por Stalin en los años de 1930 y su orientación de la construcción del socialismo en un solo país.
Pero Mao defendió a Stalin (y sus excomuniones) contra el revisionismo kroutcheviano del XX Congreso de la desestalinización. Por esto también, Samir Amin ignora la revolución yugoslava que los comunistas tiístas dirigieron contra las orientaciones preconizadas por Stalin y sus aliados. No llega a percibir los puntos en común de los conflictos con Stalin de los comunistas yugoslavos y chinos que no se sometían a las desastrosas directivas de la URSS estalinizada y hegemónica. Semejante conflicto con la China maoísta será diferido porque en lo inmediato, era el titismo el que amenazaba la política estalinista sobre el continente europeo rechazando cualquier sumisión a sus dictados. En los videos mencionados más arriba, Samir Amin dice que las grandes revoluciones se anticipaban a su tiempo (en Francia, en el 17, en Rusia, en China). Pero la introducción del control obrero transformado y legalizado como derecho a la autogestión (después de la revolución yugoslava) en una sociedad periférica de Europa, era un avance para su tiempo: era una ruptura tanto con el estatismo y la hegemonía soviética como con el imperialismo y lo que motivó un implicación importante de Tito en el Movimiento de los no-alineados, después de que Tito hubiera constatado los límites de la desestalinización de la URSS de Kroutchev…
El sectarismo ideológico impidió a Sair Amin estudiar la evolución, controversias internas, análisis, aportación de las corrientes trotskistas y titistas con su evolución, conflictos, errores y aportaciones en su diversidad. De hecho, una diversidad tan grande como la de los maoístas o anarcos y, en general, de los marxistas prosoviéticos o prochinos, o marxistas a secas. Tal diversidad evolutiva es la propia de todo los ismos, siempre equivocados en visiones esencialistas en blanco o negro (y se sabe que Marx no se quería marxista). Así que Samir Amin no es el único culpable de las excomuniones ideológicas: especialmente, algunos componentes de los trotskismos consideran que no existe una revolución china, yugoslava, vietnamita o cubana –no hay nada que aprender de sus debates, reformas, experiencias (puesto que no existía en ellas democracia socialista).
¿Pero la Revolución de Octubre y la URSS de Lenin y Trotsky fueron socialistas?
En el video citado, Samir Amin destaca que Mao se reía cuando le planteaban esta pregunta: la revolución china era “popular con rasgos socialistas” dice. De verdad, como le recuerdo de vuelta a mi balance –considerando esta conceptualización como pertinente para el análisis– la URSS de los años de 1920 no se analizada por los bolcheviques como socialista sino transitoriano tan dominada por las relaciones capitalistas, pero aún no socialista –aún menos socialista puesto que ningún libro ni teoría conocida definía por adelantado cómo organizar una sociedad socialista (en el plano político y socioeconómico). Incluso tampoco estaba claro el papel del mercado (después de haber cuestionado la dominación de la propiedad privada capitalista) como tampoco aún está clarificado. Pero en el mencionado estudio 22/ destaco además la importancia de no utilizar en estas sociedades los conceptos elaborados por Marx para el capitalismo, el mayor interés de las categorías impuras, no estabilizadas, asociadas a la noción de sociedad en transición. Frente al enfoque impuesto por Stalin que consideraba que el socialismo estaba realizado sobre la base de las colectivización forzosa, la noción de sociedad en transición estaba asociada en la URSS (y más tarde en Yugoslavia) a verdaderos debates y análisis de los conflictos internos/externos principales, e incluso la amenaza de restauración capitalista –es decir, vuelta a una situación en la que la lógica capitalista se legítima y protege como dominante por el Estado. Esta noción de sociedad en transición fue utilizada (con variantes de análisis evolutivos sobre el papel del mercado especialmente) por Préobrajensky y Bujarin, así como Mendel, Bettelheim, Che Guevara o Tito. De hecho, la cita que Samir Amin hace de Mao se inscribe ampliamente en un enfoque parecido con toda su parte de incertidumbre y de experimentación en la exigencia de construir el socialismo; incluso sus trágicos errores.
Lamento que Samir Amin nos haya dejado y no poder actualizar estos debates y constatar nuestra cercanía. Las fronteras de la restauración capitalista no son simples de establecer –exige ir más allá de las instituciones, los discursos y las etiquetas– incluso para examinar cómo el partido único se transforma con el tiempo, cuáles han sido las opciones y las prácticas de sus dirigentes en su evolución. En esto no había ninguna garantía de éxito de las presiones externas en favor de la restauración capitalista sin condiciones y opciones internas. Y se puede explicar en qué el capitalismo no era predominante en tiempos de Lenin o Tito – como seguramente se puede hacer con la China de Mao o la Cuba de Fidel Castro. Pero esto no significa ausencia de fuerzas y presiones contradictorias, incluyendo el partido. Hay que analizar cómo las fases del conflicto abiertas en el plano social modificaron la composición del partido/Estado (en los diferentes países y contextos) y las opciones de sus principales dirigentes. Esto nos sitúq en el análisis concreto e histórico.
De China a las resistencias antimperialistas. Moneda, inversiones y orientaciones sociales.
En cualquier caso, los desacuerdos sobre el diagnóstico o los conceptos (¿se ha restaurado el capitalismo en China?) no deben impedir las discusiones políticas sobre la toma de decisiones frente a los movimientos sociales o los desafíos internacionales concretos.
El texto de Samir Amin de mayo de 2018, publicado el 14 de agosto en la página de Defend Democracy 23/ “Financial Globalization: Should China move in?” es importante –sin pretender abordar China de forma general. Está centrado en un desafío estratégico real –¿cómo resistir la dominación monetaria y financiera capitalista estadounidense? Es justo provocarla incluso si se considera que China se ha vuelto capitalista. Samir Amin destaca (justamente) –al contrario que en frecuentes presentaciones- que China, aunque ampliando el papel de los mecanismos de mercado no se ha sometido al marco del capitalismo financiero global: ha mantenido protecciones estatales y monetarias importantes. Es verdad. Pero no precisa el contenido social. Sin duda, el objeto del texto es otro: se preocupa de las agobiantes injerencias ejercidas por las instituciones de la globalización sobre las autoridades chinas (sin duda, transmitidas por una parte del aparato y de los economistas chinos) para que China se someta a las reglas dominantes dictadas por Estados Unidos. Se dirige a las autoridades chinas para convencerles de mantenerse (del mismo modo que lo hace Estados Unidos con el dólar): “¡El yuan es nuestra moneda y es vuestro problema”! A continuación, dibuja diversas hipótesis de sistemas monetarios mundiales (en el contexto del año 2000), reflejado en los conflictos internos del FMI que no trata explícitamente): en lo esencial, mantiene la hegemonía del dólar (dice que es el punto de vista de la Comisión Stiglitz); una alternativa ideal vinculada al oro y multipolar apoyada en las grandes monedas que exprese resistencias continentales contra cualquier hegemonía (fuera del alcance actual, señala); y una tercera situación, no ideal, de resistencia en especial a la hegemonía estadounidense, por reagrupamientos parciales. Si sitúa claramente a la UE como un instrumento de globalización capitalista y de opresión de los pueblos, considera el euro como una de las grandes monedas susceptibles (con el yuan, una moneda vinculada al ALBA y otras eventuales) de integrarse con el dólar en un equilibrio ideal. Un debate para profundizar…
El interés del texto es hacer frente a lo que son los desafíos estratégicos monetarios y financieros globales reales. Pero no pueden estar desconectados de las luchas sociales, de los posicionamientos políticos de los gobiernos actuales, especialmente el chino en su consideración 24/. Necesitamos discusiones que revelen contextos nacionales y continentales diferentes –especialmente el europeo. En todo caso, se impone, sean cual sean las opciones tácticas, el análisis concreto del uso interno/externo de las monedas en el plano socio-económico y ecológico.
Es cierto que China está en condiciones de hacer frente a las potencias imperialistas históricas. ¿Pero lo hace para desarrollar alguna política interna? ¿Para apoyar un plan internacional? ¿Cuál es el efecto de sus inversiones en Grecia, en África, en América Latina? ¿El yuan puede ser un apoyo en un sistema monetario multilateral con el mantenimiento de una política monetaria china soberana –por utilizar las distinciones que el propio Samir Amin emplea, se trata de una soberanía nacional o en defensa de los intereses de las clases populares: cuáles son las condiciones y las repercusiones sociales?
La discusión debe ser la misma, en contextos diferentes por otra parte, especialmente para los otros integrantes de los BRICS claramente capitalistas. Hay que analizar su lugar (regional e internacional, autónoma o subalterna) a la vez en relación a los imperialismos dominantes y a las clases populares. El no-alineamientode la era Bandung (que Samir Amin considera acabada al final de los años 70) era ecléctica -y Samir Amin distingue los gobiernos que apoyaban los movimientos de liberación a la vez nacional y social y los que apuntan a consolidar sus privilegios de clase. Y destaca cuánto margen de no alineamiento, de dinámica anticolonial y antiimperialista generaron las relaciones de fuerza creadas por la extensión de la revolución durante la Segunda Guerra Mundial al despertar de Bandung. Margen que ya no existe.
Los BRICS no ofrecen alternativas progresistas. Lo que no quiere decir que no haya que desear el desarrollo de una moneda multipolar y explotar las contradicciones.
Evidentemente, es uno de los debates necesarios en la izquierda radical susceptible de estar interesada por el proyecto de una nueva Internacional. Hay que ser consciente de que en Rusia las luchas sociales y los movimientos populares están estigmatizados y reprimidos por los poderes actuales como lacayos instrumentalizados por el imperialismo en la perspectiva de revoluciones de las flores. La realidad de las tentativas de corrupción e instrumentalización por Estados Unidos de cualquier movimiento contra la corrupción de los regímenes que no están a las órdenes de Washington no debe suponer que la izquierda internacionalista renuncie al análisis concreto de estos movimientos –y a apoyar sus legítimas reivindicaciones vinculándose a los sectores progresistas de forma autónoma.
China es un caso aparte, de una gran importancia para el futuro. No hay que equivocarse y saber que sus avances socialistas dependen de una renovación de las luchas sociales que si se orientan en el sentido socialista, se apoderarán en positivo de la revolución china reinterpretando ellos mismos los fracasos y las bifurcaciones así como los avances. Su apoyo en el mundo por parte de todos las corrientes anticapitalistas, antiglobalización y antimperialistas será esencial –si Samir Amin tuviera razón, se vería entonces, seguramente, a sectores importantes del PC chino apoyar las reivindicaciones populares– como ocurrió en 1980 con centenares de miles de comunistas polacos frente al desarrollo de Solidarnosc…
No es el fin de la historia. Pero una nueva Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo entero deberá ser una realidad en China: para eso tenemos necesidad de comprender el pasado/presente de China (re)convertida efectivamente en una gran potencia 25/.
En el contexto de la gran crisis capitalista globalizada de 2008, Samir Amin ya no se presentaba como un marxista del sur –aunque realizaba la introducción de un libro sobre la era Bandung 1955-1980” 26/. Al presentar esta obra como un esclarecimiento personal sobre esta fase histórica, se proclaaba “militante de la causa del socialismo y de la liberación de los pueblos convencido de que esta causa es universal y que, de hecho, la batalla se despliega en todos los continentes (lo destaco).
El Norte en el Sur y el Sur en el Norte… Las bases de un nuevo internacionalismo
En efecto, en 2008, tuvo en cuenta las profundas transformaciones que afectaban al nuevo sistema-global capitalista desde los años de 1980, con sus diferentes fases. Es también por eso que el economista Claudio Katz 27/ propone revisar y actualizar las nociones utilizadas por las teorías de la dependencia. Se puede combinar y no oponer, el acento puesto sobre las relaciones internacionales y los que tratan de las relaciones políticas y sociales internas en los Estados. Tal actualización es necesaria en el plano teórico y político para enriquecer la resistencia al orden global bajo el ángulo de todas sus relaciones de dominación, incorporando los estudios (se reclamen o no del marxismo) feministas, subalternos y decoloniales 28/. Exige clarificar los debates entre diversas corrientes del marxismo y la escuela de la Dependencia (o dentro de esta Escuela).
El enfoque holístico y anticolonial de las relaciones económicas globales y de la historia económica se opone de forma vital a los análisis que presuponen relaciones iguales entre estados yuxtapuestos y defienden vías de desarrollo idénticas para todos los Estados, calcados del modelo supuestamente de los países desarrollados. La Escuela de la Dependencia demostró que el subdesarrollo de los países del Sur no era un retraso sino el resultado de las políticas impuestas por los países del Norte: en realidad, la división internacional del trabajo (DIT) correspondía a los intereses de las metrópolis imperialistas y no a las ventajas comparativas tal como las presentaba David Ricardo defendiendo el libre intercambio. Contra la evidenciasupuestamente científica de las tesis de Ricardo, los manuales académicos sobre las relaciones internacionales, pero también los que les contestan, olvidan a menudo las críticas expresadas contra Ricardo en su época por Fiedrich List, defensor de los intereses de la gran potencia ascendente alemana: denunció las tesis del libre cambio de Ricardo como contradictorias con los siglos mercantilistas que habían asegurado la dominación de Inglaterra. Y destacaba detrás de estas tesis, el camuflaje de una posición de gran potencia hegemónica. Defendía la protección de las industrias nacientes en Alemania (como también los hizo Estados Unidos). Pero se trataba de un debate entre defensores de los intereses de clases burguesas rivales en los antiguos y nuevos países industrializados – ¡no aplicable a las colonias!
Paul Bairoch denunció hace tiempo los “mitos y paradojas de la historia económica” 29/ y hasta qué punto el libre-cambioera, en tiempos de Ricardo, un islote en un océano proteccionista para los países que iban a consolidarse como el centro del sistema capitalista globalizado, (Europa Occidental, Estados Unidos y Japón); para los otros, el levantamiento de la protección predominaba (teorizado por el libre-cambio y la DIT). Pero había sido impuesto por la fuerza de las armas y de las deudas. El declive industrial de la India o de China (como lo analiza de manera correcta Samir Amin) data de entonces –mientras que anteriormente eran potencias con capacidad de producción más elevadas que la de Europa occidental. La combinación de una nueva expansión colonial apoyada por los cañoneros y una DIT impuesta que va a marcar su declive. Este pasado persiste hasta hoy.
Varios autores 30/ aportan su contribución a las tesis de la dependencia. El economista argentino Raúl Prebisch que había analizado la degradación de los términos del intercambio asociados a las especializaciones impuestas por la DIT en nombre de las ventajas comparativas, presidió la Comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPALC) en Naciones Unidas. Arghiri Emmanuel propuso por su parte, una interpretación del Intercambio desigual del trabajo incorporado en las mercancías entre países dominantes (exportadores de productos manufacturados) y dominados (especializados en materias primas). Buscando aplicar y actualizar la ley del valor marxista en el contexto en el que el capital pero no la fuerza de trabajo es de libre circulación 31/ confirmará los enfoques marxistas (y del movimiento trotskista) sobre la aristocracia obreray de la integración de los sindicatos en el contexto imperialista. Los análisis de Immanuel Wallerstein estarán marcado por la conceptualización de los sistemas globales y de sus relaciones de dominación internas. Tal enfoque podía estar (o no) combinado con un enfoque marxista del imperialismo y renovar este 32/: se trata de búsquedas abiertas a controversias y actualizaciones 33/ sobre las diferentes fases de globalización en una óptica de crítica de todas las formas de (neo)colonialismo 34/.
Para clarificar bien las polémicas y consolidar las bases del internacionalismo, es importante volver sobre el hecho de que estos enfoques del capitalismo como sistema global rompiendo no solamente con las escuelas liberales sino también, de hecho o explícitamente, con las corrientes del movimiento obrero que reivindicándose del marxismo se habían adherido a una visión lineal del desarrollo o del progreso sumido en una sucesión necesaria de modos de producción –a los que el capitalismo precedía y preparaban el socialismo/comunismo. Corrientes que predominaban en la Segunda Internacional. Sin embargo, como han puesto de manifiesto las investigaciones, el mismo Marx había iniciado ampliamente la descentralización necesaria de sus propios análisis hacia los márgenes y las colonias 35/ (incluyendo su prolongación en el esclavismo de las plantaciones estadounidenses). Sus pronósticos sobre la revolución se habían enriquecido de análisis de las experiencias colectivas (y no solamente de las aspiraciones individualistas) del campesinado, especialmente ruso. El propio Kautsky había prolongado estos análisis a comienzos del siglo XX inspirando las Tesis de abril de Lenin y los análisis de Trotsky del desarrollo desigual y combinado de las sociedades 36/. Estas se recubren de dimensiones temporales (imbricación de trazos de las sociedades pasadas y presentes en la transformación de las clases) y espaciales (las diferentes colonizaciones) –por tanto, también estratégicas: orientación bolchevique en apoyo de las clases dominadas y construcción del Komintern, teoría de la “revolución permanente 37/, caricaturizada por Stalin que le opuso la construcción del socialismo en un solo país.
Los análisis marxistas del imperialismo, especialmente de Lenin 38/, evidentemente, habían consolidado a comienzos del siglo XX estos análisis del capitalismo como sistema de dominación globalizado y sus relaciones en las esferas y sociedades no dominadas (aún) por el capitalismo implicando también la comprensión de la revolución socialista como un proceso global que se inserta en las contradicciones y las crisis del imperialismo: las dos grandes guerras mundiales van a ilustrar ese enfoque.
Afectaba no solo a los países capitalistas desarrollados sino también a los (semi)periféricos con sus condiciones socioeconómicas diferentes pero sin que la revolución tenga que esperar precondiciones aquí o allá. La construcción de la Internacional Comunista -o aún la organización del congreso de los pueblos de Oriente en Baku mientras fracasaba la revolución alemana – se basaba sobre esta comprensión de un proceso articulado e interdependiente. El motor de las nuevas expansiones coloniales y guerras antimperialistas de finales del siglo XIX y del XX se situaba en los países del centro: intentaban solucionar sus crisis de sobreacumulación de capital y sobreproducción de mercancías mediante la conquista del mundo (de ahí las guerras para repartirse el planeta). Los nuevos acreedores del mundo (Francia y Gran Bretaña en el siglo XIX) después Estados Unidos, Japón y finalmente, Alemania en cuanto a los capitalismos históricos, sabrán utilizar la deudacomo vector de dominación (neo)colonial 39/ mucho antes de disponer del FMI.
La exigencia de un análisis superando 40/ lo concreto histórico no reducible a las dos clases fundamentales de El Capital se imponía, especialmente para elaborar un enfoque marxista historicista de las diferentes fases de la globalización capitalista. Trotsky había iniciado una apropiación marxista de las tesis de Kondraiteff sobre los diferentes ciclos largos de su desarrollo. Ernest Mandel la prolongó y profundizó en las tesis sobre las Ondas largas del desarrollo capitalista 41/ contra cualquier versión automática y mecanicista de las salidas de estas grandes crisis estructurales. Su implicación militante en la creación de una Internacional prolongando los objetivos iniciales del Komintern destaca la convicción de que ninguna crisis estructural del capitalismo globalizado implica su derrumbamiento espontáneo.
La capacidad de recuperación del capitalismo después de la segunda guerra mundial fue acompañada de la extensión de guerras contra los movimientos de liberación nacional que defendían una dinámica socialista. Me remito a los debates y análisis sobre los años 1968 que destacaron cómo la ofensiva neoliberal se acompañó de asesinatos selectivos, de golpes de Estado, de guerras –en las semi-periferias– y de destrucción de todos las protecciones sociales y derechos colectivos adquiridos con otras relaciones de fuerza en los países del centro. Este giro en los años 80 se radicalizó con el desmantelamiento de la URSS y su giro hacia la restauración capitalista a beneficio de una parte importante de la antigua nomenclatura comunista –bajo todas las etiquetas posibles. Solo la Rusia (de Putin) y China habían y han cogido los medios heredados de una aparato militar-industrial pasado para aspirar a estar en el Grupo de las grandes, cuando los otros Estados de volvían compradores o rápidamente periféricos en la órbita o dentro de la UE.
Así es la realidad a la que una nueva Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo entero debe hacer frente: un mundo sin brújula. Pero la polarización social sin precedentes, globalizadas, que afecta de forma específica a las mujeres, la juventud, las personas mayores, las poblaciones alterizadas –esos otros invasores sean polacos, musulmanes, negros, árabes o gitanos. El Norte y sus clases dominantes enriquecidas con las privatizaciones se ha extendido al Sur, incluso a China, con etiqueta comunista; el Este (descomunistizado) se ha convertido en periférico como un nuevo Sur; paralelamente, el viejo Norte del imperialismo clásico ha atacado sus viejos bastiones obreros y ha desmantelado el Estado de Bienestar, como lo había empezado Margaret Thatcher: sin euro o con él, son los mismos políticos quienes crean los trabajadores pobres y los dividen para reinar.
La razón de ser de un nuevo internacionalismo es oponerse de lo local a lo planetario en defensa de derechos para todas las personas, que signifique también la dignidad de un estatus (por fin) humano contra todas las relaciones de opresión y dominación.
Aunque he leído sus trabajos y nos hemos cruzado en varios encuentros antiglobalización, especialmente en los Balcanes, tenía la impresión de que no conocía suficiente a Samir Amin –y de tener demasiados puntos de vista alejados de los suyos (al no compartir su maoísmo) – para poder rendirle homenaje adecuadamente. Por eso, de entrada, he preferido leer y escuchar a quienes habían estado más cerca de él –especialmente, la completa presentación redactada por su/nuestro camarada Gustave Massiah, escrita en 2002 (con motivo de los 70 años de Samir Amin) y que acaba de ser colgada en la red junto a muchos e importantes homenajes 2/. A pesar de nuestros recorridos en gran parte diferentes –especialmente mi propio posicionamiento asociado a la oposición de izquierda a Stalin y al trotskismo, después al estudio de la revolución yugoslava literalmente excluida del universo del pensamiento maoísta -, había sentido un sentimiento de gran proximidad durante los últimos encuentros. El descubrimiento de esta llamamiento –que lo convertía en mucho más que en un marxista del sur (como Gus Massiah recuerda que le gustaba presentarse) ha confirmado ese sentimiento.
También sentía ganas y deber intelectual y político de saber mucho más, de no quedarme en las polémicas heredadas de la Révokton culturelle y de los años 60, cruzar y enriquecer diferente enfoques del pasado/presente con la lógica actualizada. En muchas presentaciones recientes (2017 y 2018) el mismo Samir Amir explica la continuidad y la evolución de su enfoque del orden mundial 3/. Hablo especialmente de los dos videos “Samir Amir explica a Samir Amin” producidos por la RFI en mayo de 2018 4/.
En el primero se evoca su descubrimiento de comunismo en Egipto donde había nacido… Después el anclaje de su análisis del capitalismo globalizado en la óptica del despertar del Tercer Mundo durante largo tiempo. Especialmente en el grupo de los cuatro (Emmanuel, Gunther-Frank, Wallerstein y él mismo) y su enfoque diversificado del sistema mundo y sus relaciones de dominación; la centralidad y actualidad de Marx para pensar la globalización capitalista.
En el segundo video, se centra en la independencia africana, sus avances, sus fragilidades sociales y políticas. Destacamos los muy importantes debates sobre el nacionalismo y por tanto, la burguesía (y la pequeña burguesía) nacional: Samir recuerda la desconfianza hacia el nacionalismo (y alianzas nacionalistas) de Franz Fanon, Cabral o Sankara –asesinado, nos dice Samir Amin, porque había comprendido que el papel de un gobierno progresista era el de ayudar a la auto-organización de las poblaciones dominadas…
Estas presentaciones permiten completar lo que Gus Massiah destacaba en 2002 en cuanto al largo plazo y a los grandes temas de reflexión: después de la crisis de 2008, después de las lógicas contradictorias y los impasses de las revueltas del mundo árabe, insiste mucho más sobre las características de la coyuntura histórica en la que nos encontramos con el telón de fondo de su llamamiento. Combina análisis de carácter globalizado (en todos los continentes) de la dominación de los monopolios (y las cadenas de valor), de la privatización de los Estados y grandes instituciones financieras, de sus ataques antisociales y antidemocráticos (a los que hay que añadir el desastre ecológico). Pero el análisis también integra la crisis de los partidos, el estallido y las divisiones de la izquierda radical en todos los continentes. “Tres fracasos” son importantes: el de ”sovietismo” –noción utilizada para rechazar la idea del fracaso del socialismo-, el de la socialdemocracia y el de los movimientos nacionales populares del Tercer Mundo; el cruce de los análisis sobre interpretación de estos fracasos es una de las grandes fuentes que condicionó la aparición de una alternativa socialista. Pero los debates y análisis no son independientes de los marcos de acción común posible. La renovación de un internacionalismo orgánico frente a un sistema global depende también de una elección razonada y organizada políticamente. Me sitúo en positivo en este proyecto, no en homenaje a Samir Amin –aunque él se lo merezca- sino por convicción y por practicar un razonamiento análogo, a título individual 5/ y colectivo 6/. Puede pensarse como un proceso con varias dimensiones –asociando momentos de confrontación de los análisis y balances complejos, conflictivo y acciones de campañas comunes que crean confianza. No puede tratarse de un proceso fácil y a corto plazo, y no hay garantía de éxito. ¿Pero no merece la pena abordarlo? Dejando claras las cuestiones que provoca -algunas citadas más arriba-.
¿Hacia la creación de una nueva Internacional?
Probablemente se puede partir de un amplio consenso sobre las principales características destacadas por Samin Amir en relación al momento internacional de su llamamiento: analiza como el “otoño del capitalismo” 7/ desgraciadamente sin la esperadas "aparición de la primavera de los pueblos y la perspectiva socialista”: se trata de una de las fases en las que “el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en nacer”, aunque a menudo evocada por Gramsci, recordada semejante coyuntura: está muy cerca de muchos aspectos de los que habla Gilbert Achcar 8/. Como él y muchos otros hoy, Samir Amin era consciente de que se trataba de un momento peligroso, pero abierto a la polarización con una radicalización anticapitalista difusa bajo formas frágiles y explosivas, es decir la emergencia de nuevos componentes de una izquierda radical y la renovación del recurso a los análisis marxistas y socialistas -sin modelo convincente y capaz convertirse en un marco unificado.
¿Cuáles son las bases programáticas fundamentales que adelanta en el enfoque propuesto?
“La cuestión de la soberanía popular no debe eludirse en nuestra reflexión sobre la forma de construir la alianza de las solidaridades” escribe Samir Amin en su texto de presentación contra los dictados de esta globalización y sus instituciones. Pero el sentido (o la importancia) de esta noción se asocia inmediatamente a una doble exigencia estratégica que define la orientación de su proyecto: por una parte, su anclaje en la movilización de las clases trabajadoras y subalternas (asalariadas o no, obreras y campesinas, precarias) en defensa de sus intereses y derechos sociales: se opone a los enfoques etnicistas o nacionalistas que intentan subordinar las aspiraciones populares a los intereses de las clases (nacionales e internacionales) dominantes (se ha visto en los videos en un balance del fracaso y los límites de la descolonización citados más arriba que esta valoración se aplica no solo a los países capitalistas en los que la burguesía nacional es la más fuerte, sino en el Gran Sur). A propósito de esto, señala que un escenario de despertar revolucionario solo en los países del sur sería aún más desastroso en el siglo XXI de lo que fue en el siglo XX. Esto obliga a repensar la desconexión de una forma articulada, transcontinental, como es el propio capitalismo. Y el segundo eje estratégico funda y define un internacionalismo orgánico (distinto a la simple yuxtaposición de enfoques nacionales o de solidaridad moral): se trata de resistir concretamente a los efectos y mecanismos globalizados de un sistema de opresión y explotación -apoyándose en el anclaje nacional, los relevos y reagrupamientos continentales (capaces de influir de forma multipolar contraria a toda lógica hegemónica , monetaria, financiera , política, ideológica).Y es también en esta escala globalizada de forma concreta que debe emerger una contra-hegemonía y alternativa socialista. Este proceso complejo y largo se enfrenta a peligros inmediatos; hasta ese punto es verdad que la “decadencia de un sistema quizás puede ser, recuerda él, secular” y agresiva.
En la “carta de intenciones” añadida al anexo de su llamamiento del 7 de agosto último 9/, Samir Amin nos dice:
El capitalismo globalizado ya en fase de decadencia conjuga un poder político y económico casi totalitario con una agresividad cada vez más intensa acercando de manera inquietante el riesgo de guerra generalizada. En una crisis paroxística: los países imperialistas del Occidente histórico (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón) no van a permitir a otros Estados emergentes emanciparse del marco impuesto por ellos y salir del estatus de las periferias dominadas. La tensión entre Occidente y Rusia, China, Irán, no es un fenómeno pasajero, más bien, el epicentro de una nueva remodelación violenta del mundo en provecho de las burguesías occidentales.
Se ve bien surgir allí, de forma concreta, uno de los debates necesarios: ¿Qué interpretación actualizada del imperialismo y sus guerras, las relaciones de dominación del sistema-mundo (volveré sobre esto más tarde) y cómo combatirlas de manera eficaz en el nuevo mundo multipolar?
En todo caso, múltiples y actuales guerras híbridas pueden degenerar en guerras a secas y están acompañadas de nuevas y peligrosas carreras de armamentos y de propaganda y contra-propaganda de varios lados. Samir Amir asume un antimperialismo dirigido contra las tres grandes potencias de la tríada Estados Unidos, Europa Occidental y Central, Japón, bajo hegemonía de la primera. Por otra parte, la necesidad de analizar la evolución interna de esta tríada manifestada con Trump, ¿hay que interpretar lo que se opone a ella como “defensivo y progresista"? El mantenimiento y la expansión de la OTAN hacia el Este a pesar de la disolución del Pacto de Varsovia, la opacidad de los discursos las alianzas cambiadas y las mutaciones políticas y socioeconómicas practicadas desde 1980 son fuente de profundos desarraigos y divergencias de interpretación.
Todavía recientemente, en América Latina así como frente a la crisis ucraniana, o antes ante las guerras yugoslavas, las familias políticas antimperialistas y antifascistas de han desgarrado y, a veces, se han encontrado en lados opuestos de las barricadas, en la peor violencia 10/. ¿Qué internacional antimperialista se puede construir en este contexto? En cualquier caso, el debate libre y respetuoso hacia los legítimos cuestionamientos debe acompañarse de una independencia absoluta de cualquier poder del Estado (y hacia la propaganda del Estado): la multiplicidad de relaciones políticas, sindicales con los movimientos sociales, el cruce de las fuentes de información son la única protección contra las trampas de los diversos campismos, en el sentido recordado por Bernard Dréano 11/ -lo que no implica de ninguna manera una falsa neutralidad o una equivalencia entre diferentes corrientes reaccionarias rechazadas 12/. Una de las funciones de una Asociación Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos es precisamente, por su independencia de los poderes locales y su arraigo plural, tener sus propias redes de información y criterios de juicio basados en análisis concretos en conexión con las resistencias autónomas.
Pero los fracasos del pasado y el deterioro de la relación de fuerzas favoreció la esperanza y puso el acento en las hipótesis de poder “cambiar el mundo sin tomar el poder” 13/, el horizontalismo de las redes y de los fórum. La crisis de los partidos políticos impone una reflexión. Pero el horizontalismo ni excluye para nada las prácticas burocráticas ni posiciones de poder verticalistas ocultas. Y en la carta de intenciones citada, Samir Amir nos dice: el estancamiento del proceso de los Foros Sociales hace que no sirvan más para la elaboración de una alternativa real y concluye: “No podemos continuar en esta impotencia política y debemos reconstruir una alianza en la que dinamicemos y estructuremos nuestras fuerza comunes”. Pero hay que demostrar en la práctica que el mismo proceso de construcción de una nueva Organización (como él dice) no reproduce viejas prácticas “hegemonistas”, las estigmatizaciones sectarias excluyentes en fin, otras parálisis. Samir Amin defiende replantear las experiencias de las Internacionales precedentes o actuales. Se debería integrar en este proceso indispensable a todos los componentes del movimiento antiglobalización que deseen superar a la vez los límites de los foros y el horizontalismo sin caer en un verticalismo dirigista.
Este proyecto aunque organizado y político para Samir Amin, no concierne solo a los partidos. En su carta de intenciones preconiza un encuentro de preparación que reuniría:
“militantes representantes de movimientos, partidos, sindicato, redes de todos los continentes y regiones; serán definidos como regiones: América Latina, África, África del Norte, El Mediterráneo y Oriente Medio, Europa Occidental, Europa Oriental, Asia del Este, del Sur, del Sudeste, del Oeste y del Centro, Estados Unidos, con la necesidad de una pluralidad de los representantes por región”.
Evidentemente, habría que añadir una sensibilidad feminista en los procedimientos… Pero también un análisis y tener en consideración el importante papel del racismo y la xenofobia en el funcionamiento del orden mundial, las divisiones que debilitan las resistencias, incluyendo las organizaciones políticas y sindicales. En positivo, y esencial para el proyecto de una Internacional vinculada a los movimientos populares, hay que destacar la importancia, especialmente frente a Trump pero en todos los continentes, las movilizaciones de las mujeres por sus derechos. También hay que señalar el giro que representa la victoria en las primarias demócratas del distrito 14 de Nueva York de Alexandria Ocasio-Cortez ese martes 26 de junio, con su discurso socialista… El asesinato en Brasil de la concejal y defensora de los derechos de las mujeres, de las personas negras, de las LGBT, Marielle Franco, expresa también un mayor desafío para una nueva internacional del siglo XXI. ¿Sería esta imaginable sin Angela Davis, militante comunista desde hace tiempo, implicada en todos los combates progresistas e internacionalistas? Símbolo de los tiempos, participaba en 2018 en la organización de un encuentro del llamado Bandung del Norte 14/ de las poblaciones racializadas de los países imperialistas, defendiendo caminar hacia una “Internacional Decolonial, anticapitalista, antirracista y feminista…", un enfoque autónomo que nos debe interpelar y, de forma recíproca, que debe ser cuestionado por las propuestas de Samir Amin.
La territorialización multipolar de este proceso en las diferentes regiones del mundo también forma parte de su concepción estratégica, así como que el hecho de que se dirija a redes políticas y sindicales 15/ -aproximando este proyecto desde este punto de vista su concepción a lo que era la Asociación Internacional de los trabajadores del tiempo de Marx. Pero la exigencia de proteger la autonomía de los sindicatos y los movimientos sociales de la hegemonía de los partidos políticos -y de las malas experiencias acumuladas- impone también en esto retomar y actualizar los debates (actuales) sobre la concepción de la acción política frente a un capitalismo decadente: ¿qué concepción del papel y de las bases de los partidos, sindicatos, movimientos sociales (en diferentes desafíos, ecológicos, contra opresiones específicas y cruzadas)? ¿Qué relaciones y alianzas entre ellos en el plano nacional e internacional? 16/ ¿Quiénes son, por otra parte, los “trabajadores mencionados”? Samir Amin extiende, de forma clara, sus análisis y enfoques de las luchas populares de dinámica anticapitalista, en el pasado y en el presente, al campesinado 17/ y trabajadores y trabajadoras precarias y supuestamente independientes, de hecho, sometidos a los dictados de la globalización y de las firmas multinacionales.
Se supone que será necesario avanzar al andar. Lo más importante es, en realidad, el establecer desde el inicio reglas comunes para los debates y comportamientos así como criterios que definan qué es o puede ser pertinente en los encuentros asociados a este proyecto. Sabemos gracias a la experiencia y en base a las reflexiones de los comunes, que la convicción de la importancia de un bien común (como una nueva Internacional lo debería ser) que sea sobre bases democráticas e igualitarias puede ser un poderoso motivo de autodeterminación y de autogestión de las reglas para aplicarse mutuamente –y la garantía democrática de la viabilidad de tal proyecto.
Avanzar al andar, es también contemplar procedimientos de debate que favorezcan el conocimiento recíproco de las experiencias, aportaciones, fracasos de unos y otros. La disminución de las divergencias, la reformulación enriquecida de las interpretaciones del pasado /presente deben poder estar asociadas a avances concretos hacia iniciativas y campañas comunes: en el plano de la acción, no debería haber otras precondiciones que el acuerdo sobre los objetivos y los medios de las acciones presentes. No es necesario estar de acuerdo (felizmente) sobre la interpretación de las grandes fases del orden mundial para actuar conjuntamente hoy. Y apostamos a que esta acción ayudará a superar los prejuicios y desconfianzas que pesan también en los análisis y teorizaciones.
¿Qué balance sobre el pasado y el presente?
La fidelidad de las diferentes corrientes a tal o cual creencia del pasado –no las mismas – puede ayudar a combatir visiones simplificadoras. Pero hay que estar convencidos de la importancia de incluir el balance de los fracasos del pasado de forma autónoma contra los olvidos contrarrevolucionarios y anticomunistas. En otras palabras, se trata de analizar los fracasos igual que los avances frente a la reducción de las revoluciones del siglo XX al gulag o a los aberrantes paréntesis que no tendrían ningún sentido ni interés en el mundo actual.
“Sin octubre de 1917, nos dice Samir Amin en su blog con ocasión del aniversario de la Revolución de octubre de 1917 (escuchar también
Comparto esta opinión sobre el impacto de Octubre que no se perdió con el fracaso de las revoluciones en Europa Occidental (especialmente en Alemania), ni la cristalización estalinista. Sin embargo, hay que identificar los avances, los retrocesos, las continuidades y las discontinuidades. Como ya lo destaqué en mis propias aportaciones 18/, el balance se impone a todas las familias políticas –y cada una tiene el deber de poner en común lo que más ha trabajado.
En mayo de 2018, RFI grababa otro video con Samir Amir sobre el Congreso del bicentenario de Marx en China 19/. Cita el vínculo que Xi Jinping establece entre las condiciones de la potencia actual de China y el pasado maoísta –sin análisis de la parte de verdad pero también de la función ideológica y de poder de esta analogía de Mao. Siempre considera válido el enfoque de Mao de una sociedad salida de una “revolución popular con fines socialistas” (diferente de las sociedades que permanecen capitalistas); para él no ha habido en China una restauración capitalista (incluso si es posible y si hay presiones en ese sentido). Se trata de una sociedad “ni capitalista ni socialista con una finalidad socialista".
No quiero llevar a cabo aquí el debate sobre esta valoración. Para todas las corrientes del marxismo, las fronteras del giro anticapitalista (en la transición revolucionaria) y las de la restauración capitalista no son simples de identificar –yo las discuto en mi “Pequeño libro rojo”. El balance más específico de lo que fue el giro estalinista en la URSS y del Komintern divide (de forma diferente) a todas las familias políticas de izquierda, incluyendo las que se reclaman del marxismo, incluso el trotskismo 20/. Esta cuestión queda en el ángulo muerto y en la base de las divergencias en cadena con Samir Amin. Pero, al menos desde mi punto de vista, no son más sólidas e importantes con Samir Amin que con otros diversos componentes del marxismo antiestalinista que niegan la existencia de las revoluciones del siglo XX después de Octubre de 1917, incluso que entierran Octubre de 1917.
Es cierto que Samir Amin incorporó en su panorama histórico y conceptual todas las excomuniones estalinistas –del “trotskismo” al “titismo”: apoya una evaluación positiva del papel de Stalin– se trate de la colectivización forzosa o de su apoyo a la revolución china. Ciertamente, ignoraba el análisis que hizo Trotsky en 1930 de la revolución china de 1925-1927 en el contexto imperialista pero también de las orientaciones del Komintern 21/. Sin embargo, el marxismo de semejante texto estaba más próximo del suyo que la proclamación del socialismo realizado en la URSS por Stalin en los años de 1930 y su orientación de la construcción del socialismo en un solo país.
Pero Mao defendió a Stalin (y sus excomuniones) contra el revisionismo kroutcheviano del XX Congreso de la desestalinización. Por esto también, Samir Amin ignora la revolución yugoslava que los comunistas tiístas dirigieron contra las orientaciones preconizadas por Stalin y sus aliados. No llega a percibir los puntos en común de los conflictos con Stalin de los comunistas yugoslavos y chinos que no se sometían a las desastrosas directivas de la URSS estalinizada y hegemónica. Semejante conflicto con la China maoísta será diferido porque en lo inmediato, era el titismo el que amenazaba la política estalinista sobre el continente europeo rechazando cualquier sumisión a sus dictados. En los videos mencionados más arriba, Samir Amin dice que las grandes revoluciones se anticipaban a su tiempo (en Francia, en el 17, en Rusia, en China). Pero la introducción del control obrero transformado y legalizado como derecho a la autogestión (después de la revolución yugoslava) en una sociedad periférica de Europa, era un avance para su tiempo: era una ruptura tanto con el estatismo y la hegemonía soviética como con el imperialismo y lo que motivó un implicación importante de Tito en el Movimiento de los no-alineados, después de que Tito hubiera constatado los límites de la desestalinización de la URSS de Kroutchev…
El sectarismo ideológico impidió a Sair Amin estudiar la evolución, controversias internas, análisis, aportación de las corrientes trotskistas y titistas con su evolución, conflictos, errores y aportaciones en su diversidad. De hecho, una diversidad tan grande como la de los maoístas o anarcos y, en general, de los marxistas prosoviéticos o prochinos, o marxistas a secas. Tal diversidad evolutiva es la propia de todo los ismos, siempre equivocados en visiones esencialistas en blanco o negro (y se sabe que Marx no se quería marxista). Así que Samir Amin no es el único culpable de las excomuniones ideológicas: especialmente, algunos componentes de los trotskismos consideran que no existe una revolución china, yugoslava, vietnamita o cubana –no hay nada que aprender de sus debates, reformas, experiencias (puesto que no existía en ellas democracia socialista).
¿Pero la Revolución de Octubre y la URSS de Lenin y Trotsky fueron socialistas?
En el video citado, Samir Amin destaca que Mao se reía cuando le planteaban esta pregunta: la revolución china era “popular con rasgos socialistas” dice. De verdad, como le recuerdo de vuelta a mi balance –considerando esta conceptualización como pertinente para el análisis– la URSS de los años de 1920 no se analizada por los bolcheviques como socialista sino transitoriano tan dominada por las relaciones capitalistas, pero aún no socialista –aún menos socialista puesto que ningún libro ni teoría conocida definía por adelantado cómo organizar una sociedad socialista (en el plano político y socioeconómico). Incluso tampoco estaba claro el papel del mercado (después de haber cuestionado la dominación de la propiedad privada capitalista) como tampoco aún está clarificado. Pero en el mencionado estudio 22/ destaco además la importancia de no utilizar en estas sociedades los conceptos elaborados por Marx para el capitalismo, el mayor interés de las categorías impuras, no estabilizadas, asociadas a la noción de sociedad en transición. Frente al enfoque impuesto por Stalin que consideraba que el socialismo estaba realizado sobre la base de las colectivización forzosa, la noción de sociedad en transición estaba asociada en la URSS (y más tarde en Yugoslavia) a verdaderos debates y análisis de los conflictos internos/externos principales, e incluso la amenaza de restauración capitalista –es decir, vuelta a una situación en la que la lógica capitalista se legítima y protege como dominante por el Estado. Esta noción de sociedad en transición fue utilizada (con variantes de análisis evolutivos sobre el papel del mercado especialmente) por Préobrajensky y Bujarin, así como Mendel, Bettelheim, Che Guevara o Tito. De hecho, la cita que Samir Amin hace de Mao se inscribe ampliamente en un enfoque parecido con toda su parte de incertidumbre y de experimentación en la exigencia de construir el socialismo; incluso sus trágicos errores.
Lamento que Samir Amin nos haya dejado y no poder actualizar estos debates y constatar nuestra cercanía. Las fronteras de la restauración capitalista no son simples de establecer –exige ir más allá de las instituciones, los discursos y las etiquetas– incluso para examinar cómo el partido único se transforma con el tiempo, cuáles han sido las opciones y las prácticas de sus dirigentes en su evolución. En esto no había ninguna garantía de éxito de las presiones externas en favor de la restauración capitalista sin condiciones y opciones internas. Y se puede explicar en qué el capitalismo no era predominante en tiempos de Lenin o Tito – como seguramente se puede hacer con la China de Mao o la Cuba de Fidel Castro. Pero esto no significa ausencia de fuerzas y presiones contradictorias, incluyendo el partido. Hay que analizar cómo las fases del conflicto abiertas en el plano social modificaron la composición del partido/Estado (en los diferentes países y contextos) y las opciones de sus principales dirigentes. Esto nos sitúq en el análisis concreto e histórico.
De China a las resistencias antimperialistas. Moneda, inversiones y orientaciones sociales.
En cualquier caso, los desacuerdos sobre el diagnóstico o los conceptos (¿se ha restaurado el capitalismo en China?) no deben impedir las discusiones políticas sobre la toma de decisiones frente a los movimientos sociales o los desafíos internacionales concretos.
El texto de Samir Amin de mayo de 2018, publicado el 14 de agosto en la página de Defend Democracy 23/ “Financial Globalization: Should China move in?” es importante –sin pretender abordar China de forma general. Está centrado en un desafío estratégico real –¿cómo resistir la dominación monetaria y financiera capitalista estadounidense? Es justo provocarla incluso si se considera que China se ha vuelto capitalista. Samir Amin destaca (justamente) –al contrario que en frecuentes presentaciones- que China, aunque ampliando el papel de los mecanismos de mercado no se ha sometido al marco del capitalismo financiero global: ha mantenido protecciones estatales y monetarias importantes. Es verdad. Pero no precisa el contenido social. Sin duda, el objeto del texto es otro: se preocupa de las agobiantes injerencias ejercidas por las instituciones de la globalización sobre las autoridades chinas (sin duda, transmitidas por una parte del aparato y de los economistas chinos) para que China se someta a las reglas dominantes dictadas por Estados Unidos. Se dirige a las autoridades chinas para convencerles de mantenerse (del mismo modo que lo hace Estados Unidos con el dólar): “¡El yuan es nuestra moneda y es vuestro problema”! A continuación, dibuja diversas hipótesis de sistemas monetarios mundiales (en el contexto del año 2000), reflejado en los conflictos internos del FMI que no trata explícitamente): en lo esencial, mantiene la hegemonía del dólar (dice que es el punto de vista de la Comisión Stiglitz); una alternativa ideal vinculada al oro y multipolar apoyada en las grandes monedas que exprese resistencias continentales contra cualquier hegemonía (fuera del alcance actual, señala); y una tercera situación, no ideal, de resistencia en especial a la hegemonía estadounidense, por reagrupamientos parciales. Si sitúa claramente a la UE como un instrumento de globalización capitalista y de opresión de los pueblos, considera el euro como una de las grandes monedas susceptibles (con el yuan, una moneda vinculada al ALBA y otras eventuales) de integrarse con el dólar en un equilibrio ideal. Un debate para profundizar…
El interés del texto es hacer frente a lo que son los desafíos estratégicos monetarios y financieros globales reales. Pero no pueden estar desconectados de las luchas sociales, de los posicionamientos políticos de los gobiernos actuales, especialmente el chino en su consideración 24/. Necesitamos discusiones que revelen contextos nacionales y continentales diferentes –especialmente el europeo. En todo caso, se impone, sean cual sean las opciones tácticas, el análisis concreto del uso interno/externo de las monedas en el plano socio-económico y ecológico.
Es cierto que China está en condiciones de hacer frente a las potencias imperialistas históricas. ¿Pero lo hace para desarrollar alguna política interna? ¿Para apoyar un plan internacional? ¿Cuál es el efecto de sus inversiones en Grecia, en África, en América Latina? ¿El yuan puede ser un apoyo en un sistema monetario multilateral con el mantenimiento de una política monetaria china soberana –por utilizar las distinciones que el propio Samir Amin emplea, se trata de una soberanía nacional o en defensa de los intereses de las clases populares: cuáles son las condiciones y las repercusiones sociales?
La discusión debe ser la misma, en contextos diferentes por otra parte, especialmente para los otros integrantes de los BRICS claramente capitalistas. Hay que analizar su lugar (regional e internacional, autónoma o subalterna) a la vez en relación a los imperialismos dominantes y a las clases populares. El no-alineamientode la era Bandung (que Samir Amin considera acabada al final de los años 70) era ecléctica -y Samir Amin distingue los gobiernos que apoyaban los movimientos de liberación a la vez nacional y social y los que apuntan a consolidar sus privilegios de clase. Y destaca cuánto margen de no alineamiento, de dinámica anticolonial y antiimperialista generaron las relaciones de fuerza creadas por la extensión de la revolución durante la Segunda Guerra Mundial al despertar de Bandung. Margen que ya no existe.
Los BRICS no ofrecen alternativas progresistas. Lo que no quiere decir que no haya que desear el desarrollo de una moneda multipolar y explotar las contradicciones.
Evidentemente, es uno de los debates necesarios en la izquierda radical susceptible de estar interesada por el proyecto de una nueva Internacional. Hay que ser consciente de que en Rusia las luchas sociales y los movimientos populares están estigmatizados y reprimidos por los poderes actuales como lacayos instrumentalizados por el imperialismo en la perspectiva de revoluciones de las flores. La realidad de las tentativas de corrupción e instrumentalización por Estados Unidos de cualquier movimiento contra la corrupción de los regímenes que no están a las órdenes de Washington no debe suponer que la izquierda internacionalista renuncie al análisis concreto de estos movimientos –y a apoyar sus legítimas reivindicaciones vinculándose a los sectores progresistas de forma autónoma.
China es un caso aparte, de una gran importancia para el futuro. No hay que equivocarse y saber que sus avances socialistas dependen de una renovación de las luchas sociales que si se orientan en el sentido socialista, se apoderarán en positivo de la revolución china reinterpretando ellos mismos los fracasos y las bifurcaciones así como los avances. Su apoyo en el mundo por parte de todos las corrientes anticapitalistas, antiglobalización y antimperialistas será esencial –si Samir Amin tuviera razón, se vería entonces, seguramente, a sectores importantes del PC chino apoyar las reivindicaciones populares– como ocurrió en 1980 con centenares de miles de comunistas polacos frente al desarrollo de Solidarnosc…
No es el fin de la historia. Pero una nueva Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo entero deberá ser una realidad en China: para eso tenemos necesidad de comprender el pasado/presente de China (re)convertida efectivamente en una gran potencia 25/.
En el contexto de la gran crisis capitalista globalizada de 2008, Samir Amin ya no se presentaba como un marxista del sur –aunque realizaba la introducción de un libro sobre la era Bandung 1955-1980” 26/. Al presentar esta obra como un esclarecimiento personal sobre esta fase histórica, se proclaaba “militante de la causa del socialismo y de la liberación de los pueblos convencido de que esta causa es universal y que, de hecho, la batalla se despliega en todos los continentes (lo destaco).
El Norte en el Sur y el Sur en el Norte… Las bases de un nuevo internacionalismo
En efecto, en 2008, tuvo en cuenta las profundas transformaciones que afectaban al nuevo sistema-global capitalista desde los años de 1980, con sus diferentes fases. Es también por eso que el economista Claudio Katz 27/ propone revisar y actualizar las nociones utilizadas por las teorías de la dependencia. Se puede combinar y no oponer, el acento puesto sobre las relaciones internacionales y los que tratan de las relaciones políticas y sociales internas en los Estados. Tal actualización es necesaria en el plano teórico y político para enriquecer la resistencia al orden global bajo el ángulo de todas sus relaciones de dominación, incorporando los estudios (se reclamen o no del marxismo) feministas, subalternos y decoloniales 28/. Exige clarificar los debates entre diversas corrientes del marxismo y la escuela de la Dependencia (o dentro de esta Escuela).
El enfoque holístico y anticolonial de las relaciones económicas globales y de la historia económica se opone de forma vital a los análisis que presuponen relaciones iguales entre estados yuxtapuestos y defienden vías de desarrollo idénticas para todos los Estados, calcados del modelo supuestamente de los países desarrollados. La Escuela de la Dependencia demostró que el subdesarrollo de los países del Sur no era un retraso sino el resultado de las políticas impuestas por los países del Norte: en realidad, la división internacional del trabajo (DIT) correspondía a los intereses de las metrópolis imperialistas y no a las ventajas comparativas tal como las presentaba David Ricardo defendiendo el libre intercambio. Contra la evidenciasupuestamente científica de las tesis de Ricardo, los manuales académicos sobre las relaciones internacionales, pero también los que les contestan, olvidan a menudo las críticas expresadas contra Ricardo en su época por Fiedrich List, defensor de los intereses de la gran potencia ascendente alemana: denunció las tesis del libre cambio de Ricardo como contradictorias con los siglos mercantilistas que habían asegurado la dominación de Inglaterra. Y destacaba detrás de estas tesis, el camuflaje de una posición de gran potencia hegemónica. Defendía la protección de las industrias nacientes en Alemania (como también los hizo Estados Unidos). Pero se trataba de un debate entre defensores de los intereses de clases burguesas rivales en los antiguos y nuevos países industrializados – ¡no aplicable a las colonias!
Paul Bairoch denunció hace tiempo los “mitos y paradojas de la historia económica” 29/ y hasta qué punto el libre-cambioera, en tiempos de Ricardo, un islote en un océano proteccionista para los países que iban a consolidarse como el centro del sistema capitalista globalizado, (Europa Occidental, Estados Unidos y Japón); para los otros, el levantamiento de la protección predominaba (teorizado por el libre-cambio y la DIT). Pero había sido impuesto por la fuerza de las armas y de las deudas. El declive industrial de la India o de China (como lo analiza de manera correcta Samir Amin) data de entonces –mientras que anteriormente eran potencias con capacidad de producción más elevadas que la de Europa occidental. La combinación de una nueva expansión colonial apoyada por los cañoneros y una DIT impuesta que va a marcar su declive. Este pasado persiste hasta hoy.
Varios autores 30/ aportan su contribución a las tesis de la dependencia. El economista argentino Raúl Prebisch que había analizado la degradación de los términos del intercambio asociados a las especializaciones impuestas por la DIT en nombre de las ventajas comparativas, presidió la Comisión económica para América Latina y el Caribe (CEPALC) en Naciones Unidas. Arghiri Emmanuel propuso por su parte, una interpretación del Intercambio desigual del trabajo incorporado en las mercancías entre países dominantes (exportadores de productos manufacturados) y dominados (especializados en materias primas). Buscando aplicar y actualizar la ley del valor marxista en el contexto en el que el capital pero no la fuerza de trabajo es de libre circulación 31/ confirmará los enfoques marxistas (y del movimiento trotskista) sobre la aristocracia obreray de la integración de los sindicatos en el contexto imperialista. Los análisis de Immanuel Wallerstein estarán marcado por la conceptualización de los sistemas globales y de sus relaciones de dominación internas. Tal enfoque podía estar (o no) combinado con un enfoque marxista del imperialismo y renovar este 32/: se trata de búsquedas abiertas a controversias y actualizaciones 33/ sobre las diferentes fases de globalización en una óptica de crítica de todas las formas de (neo)colonialismo 34/.
Para clarificar bien las polémicas y consolidar las bases del internacionalismo, es importante volver sobre el hecho de que estos enfoques del capitalismo como sistema global rompiendo no solamente con las escuelas liberales sino también, de hecho o explícitamente, con las corrientes del movimiento obrero que reivindicándose del marxismo se habían adherido a una visión lineal del desarrollo o del progreso sumido en una sucesión necesaria de modos de producción –a los que el capitalismo precedía y preparaban el socialismo/comunismo. Corrientes que predominaban en la Segunda Internacional. Sin embargo, como han puesto de manifiesto las investigaciones, el mismo Marx había iniciado ampliamente la descentralización necesaria de sus propios análisis hacia los márgenes y las colonias 35/ (incluyendo su prolongación en el esclavismo de las plantaciones estadounidenses). Sus pronósticos sobre la revolución se habían enriquecido de análisis de las experiencias colectivas (y no solamente de las aspiraciones individualistas) del campesinado, especialmente ruso. El propio Kautsky había prolongado estos análisis a comienzos del siglo XX inspirando las Tesis de abril de Lenin y los análisis de Trotsky del desarrollo desigual y combinado de las sociedades 36/. Estas se recubren de dimensiones temporales (imbricación de trazos de las sociedades pasadas y presentes en la transformación de las clases) y espaciales (las diferentes colonizaciones) –por tanto, también estratégicas: orientación bolchevique en apoyo de las clases dominadas y construcción del Komintern, teoría de la “revolución permanente 37/, caricaturizada por Stalin que le opuso la construcción del socialismo en un solo país.
Los análisis marxistas del imperialismo, especialmente de Lenin 38/, evidentemente, habían consolidado a comienzos del siglo XX estos análisis del capitalismo como sistema de dominación globalizado y sus relaciones en las esferas y sociedades no dominadas (aún) por el capitalismo implicando también la comprensión de la revolución socialista como un proceso global que se inserta en las contradicciones y las crisis del imperialismo: las dos grandes guerras mundiales van a ilustrar ese enfoque.
Afectaba no solo a los países capitalistas desarrollados sino también a los (semi)periféricos con sus condiciones socioeconómicas diferentes pero sin que la revolución tenga que esperar precondiciones aquí o allá. La construcción de la Internacional Comunista -o aún la organización del congreso de los pueblos de Oriente en Baku mientras fracasaba la revolución alemana – se basaba sobre esta comprensión de un proceso articulado e interdependiente. El motor de las nuevas expansiones coloniales y guerras antimperialistas de finales del siglo XIX y del XX se situaba en los países del centro: intentaban solucionar sus crisis de sobreacumulación de capital y sobreproducción de mercancías mediante la conquista del mundo (de ahí las guerras para repartirse el planeta). Los nuevos acreedores del mundo (Francia y Gran Bretaña en el siglo XIX) después Estados Unidos, Japón y finalmente, Alemania en cuanto a los capitalismos históricos, sabrán utilizar la deudacomo vector de dominación (neo)colonial 39/ mucho antes de disponer del FMI.
La exigencia de un análisis superando 40/ lo concreto histórico no reducible a las dos clases fundamentales de El Capital se imponía, especialmente para elaborar un enfoque marxista historicista de las diferentes fases de la globalización capitalista. Trotsky había iniciado una apropiación marxista de las tesis de Kondraiteff sobre los diferentes ciclos largos de su desarrollo. Ernest Mandel la prolongó y profundizó en las tesis sobre las Ondas largas del desarrollo capitalista 41/ contra cualquier versión automática y mecanicista de las salidas de estas grandes crisis estructurales. Su implicación militante en la creación de una Internacional prolongando los objetivos iniciales del Komintern destaca la convicción de que ninguna crisis estructural del capitalismo globalizado implica su derrumbamiento espontáneo.
La capacidad de recuperación del capitalismo después de la segunda guerra mundial fue acompañada de la extensión de guerras contra los movimientos de liberación nacional que defendían una dinámica socialista. Me remito a los debates y análisis sobre los años 1968 que destacaron cómo la ofensiva neoliberal se acompañó de asesinatos selectivos, de golpes de Estado, de guerras –en las semi-periferias– y de destrucción de todos las protecciones sociales y derechos colectivos adquiridos con otras relaciones de fuerza en los países del centro. Este giro en los años 80 se radicalizó con el desmantelamiento de la URSS y su giro hacia la restauración capitalista a beneficio de una parte importante de la antigua nomenclatura comunista –bajo todas las etiquetas posibles. Solo la Rusia (de Putin) y China habían y han cogido los medios heredados de una aparato militar-industrial pasado para aspirar a estar en el Grupo de las grandes, cuando los otros Estados de volvían compradores o rápidamente periféricos en la órbita o dentro de la UE.
Así es la realidad a la que una nueva Internacional de la clase trabajadora y de los pueblos del mundo entero debe hacer frente: un mundo sin brújula. Pero la polarización social sin precedentes, globalizadas, que afecta de forma específica a las mujeres, la juventud, las personas mayores, las poblaciones alterizadas –esos otros invasores sean polacos, musulmanes, negros, árabes o gitanos. El Norte y sus clases dominantes enriquecidas con las privatizaciones se ha extendido al Sur, incluso a China, con etiqueta comunista; el Este (descomunistizado) se ha convertido en periférico como un nuevo Sur; paralelamente, el viejo Norte del imperialismo clásico ha atacado sus viejos bastiones obreros y ha desmantelado el Estado de Bienestar, como lo había empezado Margaret Thatcher: sin euro o con él, son los mismos políticos quienes crean los trabajadores pobres y los dividen para reinar.
La razón de ser de un nuevo internacionalismo es oponerse de lo local a lo planetario en defensa de derechos para todas las personas, que signifique también la dignidad de un estatus (por fin) humano contra todas las relaciones de opresión y dominación.
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